Karma Police //Ryden//

By _prescribed_pills_

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[04.12.34 | 1:36 AM] "Los placeres violentos terminan en la violencia, y tienen en su triunfo la propia muert... More

Parte Uno
I- Life's Like a Detuned Radio
II- All These Things That I've Done
III- A Bullet Through a Flock of Doves
IV- Hush, Don't You Say A Word
V- I'm Gonna Smoke You Out
Parte Dos
VI- I'd Love To Kill You
VII- A Taste Of Poison Paradise
VIII- I Will Take You Down
IX- Take Me To The Fire
X- The Sound Of Desire
XI- There's No Blood
XII- Got Me Looking So Crazy
XIII- Modern Day Cain
XIV- How Deep Is Your Love
XVI- Blank Space
XVII- This Is Kairos
Parte Tres
XVIII- Devotion And Desire
XIX- Curse My Eyes
XX- Sorry To My Unknown Lover
XXI- I'm Only Human
XXII- Make Me A Sinner
XXIII - In A Hail Of Bullets
XXIV- My Love Will Never Die
EpΓ­logo: This Is What You Get
Agradecimientos
AΓ±adido: Dudas y Extras

XV- All The Lovers

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By _prescribed_pills_

Despertar a su lado fue un cambio radical. Desde que abrió los ojos y su rostro se encontraba descanzando en el pecho de Ryan se cuestionó si es que podía ser real o no. Había estado peleando con si mismo por mucho tiempo. Ahora que parecía haber obtenido lo que necesitaba no podía creerlo. Y es que Ryan lo había perdonado, y ahora se encontraba durmiendo a su lado, con sus brazos al rededor de su cintura levemente.

Brendon se enderezó, viendo la figura delante a sí. Era Ryan, al final de todo. Su piel cremosa acariciaba la suya delicadamente, sus ojos almendra estaban cerrados con gracia y el pelo castaño le caía por la frente, desordenado. Dudó por un instante si es que podría verse más perfecto. Inocente, parecía un ángel caído del cielo, con un halo dorado de delicadeza que lo envolvía. Las sábanas eran su majestuoso ropaje que lograba contrastar el color de su piel y sus labios. Sin embargo, era un asesino. Cuando lo miraba, podía ver la belleza que su físico conllevaba, pero en el fondo, seguía viendo sus manos llenas de sangre, todas las personas a las que había matado sin si quiera dudarlo. Y esa misma persona era la que había dormido a su lado. En fin, eso no era lo que más lo preocupaba. Él se estaba dejando llevar. Por instantes, podía olvidar que las manos que sujetaban su cintura habían matado a tanta gente y que esos labios habían herido a millones de maneras inigualables. Lo que más le preocupaba era que le estaba dejando de importar. Que no le importaba si es que Ryan había asesinado o no, porque ahora estaba a su lado. Y eso era, claramente, preocupante.

Al despertar, los ojos del castaño cayeron sobre Brendon, quien lo estaba mirando con la mirada perdida. El cabello negro le caía por la frente y sus pestañas negras hacían un perfecto marco para sus ojos. Hizo un ademán para si mismo y lo acercó a sí, moviendose abajo de las sávanas. Oh, toda la presión parecía haber desaparecido. Se sentía ligero, como una pluma. Había estado sintiendo muchas cosas estos ultimos días, con el tema de Brendon y Dallon principalmente. Bueno, no exactamente sentimientos, si no preocupaciones. De todas formas, ahora que estaba a su lado y era suyo, sabía que nada podría salir mal.

Lo besó ligeramente, jugando con su labio inferior para después cerrar los ojos y quedarse quieto. El simple placer de tener a Brendon a su lado lo consumía. Había renunciado a todo ya. En el fondo lo seguía odiando pero ahora estaba a su lado. Comenzó a tararear una canción, disfrutando como el sol de la tarde entraba por la ventana y acariciaba la espalda desnuda del menor. Brendon se dejó caer en su pecho, enterrando su rostro en el cuello de Ryan y tarareando también. Conocía la canción.

"All these places have their moments
With lovers and friends I still can recall
Some are dead and some are living
In my life I've loved them all"

Tararearon al unisono, no con ese tono de voz que es utilizado para cantar, si no que solo hablando con un cierto ritmo, en voz tan baja que solo ellos se escuchaban. Brendon sonrió para si mismo.

"But of all these friends and lovers
There is no one compares with you."

Oír a Ryan decir algo tan suave como aquello le puso los pelos de punta. Lo besó lentamente, poniendo sus manos en sus hombros.

-¿De dónde conoces la canción?- preguntó el menor.

-Oh, no lo sé-respondió Ryan, robándole otro beso-. Siempre está en mi mente.

Brendon asintió rápidamente, mientras se paraba de la cama y recogía sus jeans del suelo. No podía soportarlo, eran demasiadas emociones. Sin embargo, sonrió igual, ocultando lo que sentía. Había obtenido lo que quería, Ryan estaba a su disposición, tendido en la cama. Se abrochó los pantalones rápidamente y caminó hacia la cocina.

El departamento de Ryan era bastante más pequeño que el suyo, pero coinsiderablemente lujoso. Todo estaba extremadamente ordenado, cosas apiladas de manera equitativa, y nada tirado en el suelo. Podía asumir una conducta así por parte de un agente del Karma Police. Para ellos, todo tenía que ser perfecto. No existían errores.

Se dejó llevar por la canción dentro de su cabeza, tarareando mientras meneaba las caderas. Ya no valía la pena preocuparse por Ryan. Todo estaba bien, dentro de como podría estarlo. Emociones mezcladas. Eso era todo lo que sentía. Y se estaba resistiendo. Estaba parado a la orilla del precipicio, el viento soplando contra su espalda obligándolo a saltar. Pero sabía que no podía rendirse. No, ese no era un plan. Oh, nadie lo entendía. Pero a veces, el fondo del precipio lo llamaba. Era tan, tan tentador. Y para él, el fondo del precipicio estaba en los ojos del castaño. De todas formas, no importaba como lo explicara, nadie comprendería. No tenía sentido. Nada en su vida lo tenía.

Preparó dos tazas de café, volviéndo a la cama y entregándole una a su amante. Un escalofrío recorrió su espalda al llamarlo de esa manera. Su amante. Dios, si hubiera sabido hasta donde llegarían...

Ryan la tomó entre sus manos con delicadeza y bebió de esta sin revuelos, sin cuestionarse si tendría algo, como había hecho anteriormente. Lo miró a los ojos mientras daba un largo sorbo.

Lo especial en su relación es que ambos tenían cuchillos contra sus espaldas, amenazándose con apuñalarse en cada segundo. Ryan quería matarlo. Brendon era de el equipo contrario. Todo era un gran juego, y ellos estaban entre las redes. Habían decidido hacer el amor y no la guerra, literalmente. Todo parecía justo hasta el momento, pero, ¿Hasta donde llegarían? ¿Dónde estaba el fin? ¿Qué tango era suficiente?
Todo eso se reflejaba en los ojos del castaño; simplemente no había respuesta.

Después de beber el café, Ryan dejó la taza en la mesa de noche, y se paró de la cama, sin molestarse en taparse, para dirigirse al baño. Brendon sintió que la ducha se encendía. Se quedó solo, tomando su café en silencio. Después de un par de minutos, decidió que ya no le importaba nada. Dejó la taza a un lado, y se dirigió al baño, despojándose de sus jeans. Abrió la puerta de la ducha, precensiando la silueta del mayor y el vapor de agua interponiéndose. No había nada de lo que preocuparse.
Ryan lo miró confundido por un par de segundos, pero luego le hizo un gesto para que entrara. Hacer el amor, no la guerra.

Entró a la ducha, sintiendo el agua caliente rosarle el rostro mientras cerraba la puerta detrás de si. Se dejó caer en los brazos de Ryan, quien lo recibió automáticamente yendo por sus labios. La fricción entre ellos, el agua mojando su cabello, la piel desnuda, todo era perfecto. No necesitaban palabras. Sus labios sabían a café sin azúcar. Las manos del mayor lo tenían sujetado de cintura, presionando sus cuerpos para mantenerlos juntos. Cada centímetro de piel, quería besarlo. Miró a los ojos del castaño nuevamente, retándolo con la mirada. Ryan se la devolvió. No había nada que no pudieran hacer. Ellos lo sabían.
Cerró los ojos y volvió a besarlo con fuerza.

Ryan se había ido, y Brendon se había devuelto a su departamento. Si se quedaba en el departamento de Ryan, no había muchas cosas que podría hacer. Además, necesitaba trabajar. Ryan no le daba crédito por ser el jefe de la mafia, pero en verdad tenía que controlar casi todo el país con extrema eficiencia. Y siempre lo había logrado. Ahora que se había mudado a Los Ángeles, todo el mundo dudaba de él. ¿Por qué se cambiaría al lugar donde está la sede del Karma Police? Sin embargo, había continuado haciendo un espléndido trabajo. Ahora, tenía que mantenerlo.

Se había sentado en su escritorio, lleno de papeles, distintos teléfonos, libretas y pantallas. Tecleaba rápidamente. Contestaba una llamada y apenas cortaba, contestaba otra. Sin embargo, no lograba concentrarse en lo absoluto. La primera hora, todo pareció ir bien. Pero después de eso, su mente se fue desconcentrando para recordar la manera en que el cuerpo de Ryan se alineaba con el suyo y lo miraba a los ojos con ese destello inhumano tan particular de él. Trató de apartar la idea, pero no funcionó. Después de unos cuantos minutos, ya estaba desesperado. No lograba entender lo que leía. Su mente vagaba por los detalles en el cuerpo del mayor; los huesos de sus muñecas, sus lunares y como resaltaban sus clavículas. Tenía un problema del cual debía deshacerse. Así no podría trabajar. Y entonces, tubo una idea.

No tardó mucho rato desde que lo llamó hasta que llegó a su departamento. Había estado ahí muchas veces, se sabía el camino de memoria. A penas Brendon le abrió la puerta, se avalanzó sobre el invitado, buscando desesperadamente una distracción. Él lo tomó por la cintura y continuó besándolo, mientras cerraba la puerta tras de sí.

De a poco caminaron hasta el dormitorio, donde Brendon se dejó caer en la cama y dejó que él desabrochara los botones de su camisa.

-Un cuanto desesperado, ¿Eh?-preguntó el muchacho, riéndo para si mismo. Cuando Brendon lo llamaba, solía venir de inmediato. Brendon era su entretención y la verdad, no le agradaba mucho esperar. No era un vínculo cercano, sólo amantes, pero sabía muchas cosas más sobre la vida privada de Brendon que un montón de otra gente con la que Brendon se entretenía.

-No logro concentrarme.-susurró el menor, arqueando la espalda por el contacto. El muchacho se encogió de hombros antes de volver a besarlo.

-Seré tu distracción entonces.-finalizó.

Comenzó a besar su mandíbula y luego su cuello, mientras Brendon se rendía en placer. Solo quería dejar de pensar en Ryan. Distraerse. Esto parecía un buen plan.
Su mente comenzó a vagar placenteramente, dejándolo en paz. El muchacho terminó de desabotonar su camisa, para luego sacársela y seguir bajando sus besos por su torso.

Al llegar a las caderas del menor, este dejó ir un gruñido entre dientes. Sonrió para si mismo. Parecía estar complaciéndolo.
Se despojó de su propia camisa y la tiró a un lado para luego volver a pocisionarse sobre Brendon. Volvió a besar su cuello, succionando con fuerza. Seguramente dejaría marcas. Brendon se aferró a su espalda, dejando ir un gemido.

-Oh, Ryan...-susurró, enredándo sus dedos en su cabello. El muchacho se apartó, mirándolo confundido.

-¿Ryan? Ese no es mi nombre, solo por si no te acuerdas.-respondió para volver a lo que estaba haciendo.

Un escalofrío recorrió la espalda del menor. Había logrado distraerse, por unos minutos. Ahora la imágen de Ryan había vuelto a su mente. No era él quien estaba encima suyo, si no que Ryan. Sus dedos acariciaban su piel y sus labios dejaban marcas en su cuello. No podía soportarlo; el pensamiento de Ryan lo había vuelto a invadir completamente.
Cuando él comenzó a desabrochar sus pantalones, otro gemido cayó de sus labios, dejándo ir el nombre de Ryan nuevamente. Su acompañante no se inmutó. Brendon era su amante, pero sabía que había otros más. Al menos lo divertía.

Pero Brendon, en su mente, estaba colapsando. Lo que había servido para distraerlo antes, ahora no hacía ningún efecto. Ryan seguía ahí. Y ya no pudo aguantarlo más. Debía rendirse. Ryan no se iría de su mente.
Apartó al chico encima suyo mientras tomaba su camisa y se la colocaba otra vez. Esto no iba a funcionar.

Gabe Saporta lo miró confundido, no estando seguro de qué hacer.

-Hey, ¿Qué pasa?-preguntó, acercándose nuevamente con un deje de duda en su voz.

Brendon sintió como las lágrimas mojaban sus ojos. Hizo un ademán.

-No te necesito.

Gabe trató de tomarlo por los hombros, pero Brendon se apartó.

-Pero...-trató de decir algo, pero Brendon lo interrumpió.

-¡Ándate! ¡Estoy bien!-lo empujó fuera de su dormitorio y luego abrochó sus pantalones.

Gabe frunció el ceño pero le hizo caso de todas maneras. Era la visita más corta que había hecho al departamento de Brendon. Las lágrimas decoraban las mejillas del menor.

Rápidamente, Brendon guió a Gabe hacia la puerta y lo empujó fuera. Ni si quiera se molestó en despedirse antes de cerrar la puerta con un estruendo. Volvió a su dormitorio, tirándose en la cama y envolviéndose con las sábanas de seda.

Ya no había esperanzas. Ryan lo había consumido. Estaba solo ahora.

Habían decidido hacer el amor y no la guerra, pero ahora la guerra estaba dentro suyo y no sabía cuanto más podría resistir.

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