Un cambio al Mal.

Av Mabib_

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Catalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a ter... Mer

Sinopsis.
Derechos de Autor.
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Epílogo.

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Av Mabib_



El trabajo era tema de conversación siempre en la cena, era único momento donde mi familia y yo compartíamos el tiempo y hablar de todo lo que nos pasaba en el día parecía ser una rutina. Para mí lo era que después de quejarse de las cuentas y demás, se empezara a hablar de lo importa que era que yo trabajara, era real y cada vez las cosas estaban peor, mi aporte a la familia no alcanzaba con hacer los quehaceres, pero nadie más que yo quería conseguir un trabajo para irme mínimo doce horas por día.

Entré a bañarme después de la cena y como mamá se ocupó de los platos y demás, me senté en la computadora para ver si las páginas en las que estaba metida tenían alguna oportunidad laboral, pero no había ninguna oferta. Mi teléfono sonó y como supe que era una llamada, atendí sin ver su emisor.

— ¿Hola?

—Salí un rato que quiero hablarte de algo.

— ¿Es en serio? —bufé mirando la pantalla y el nombre de Lyan estaba en ella, debí haber mirado para decidir si quería o no atenderlo, obviamente no quería soportarlo más pero no iba a irse ni aunque le dijera a mi papá que saliera a echarlo.

—Dale es importante.

Me levanté de la computadora y le corté para buscar una campera y salir al comedor donde mamá terminaba de ordenar la mesa.

—Ma voy a salir un ratito, Maitena se compró un auto y me lo quiere mostrar, vamos a ir a dar una vuelta.

— ¡Ay en serio! Qué emoción, después decime el número de la patente así jugamos a la quinela.

—Va a verse con su novio. —acotó mi hermano y lo empujé en mi paso a la salida.

—Si tuviera al menos... —le dije a mi mamá y ella sonrió tontamente, salí y cerré la puerta con llave para caminar a la esquina donde Lyan estaba siempre estacionado, me subí a su lado y lo apuré a arrancar. —vamos a otro lugar que mi mamá cree que me vinieron a mostrar un auto nuevo y si sale va a sospechar.

—Qué mentirosa sos.

— ¿Qué le iba a decir? Que un chico me está esperando para... ¿para qué? —pregunté con el ceño fruncido y él arrancó el auto para llevarlo más lejos. A dos cuadras de una plaza donde todavía los papás esperan que sus hijos decidieran irse a cenar.

—Nos íbamos a ver por algo y al final lo pasaste por alto con tu juicio por Diego.

—Merecía más importancia y pensándolo bien no quiero meterme más en eso, debo cuidar las extremidades de mis conocidos. —le dije y él rodó los ojos poniéndose de costado. — ¿qué querés?

—Quiero que hagas eso que me propusiste hoy, lo estuve pensando y no es mala idea, me refiero a que... es cierto que muchas personas no quieren meterse en problemas por no tener deuda con nosotros, me parece bien pero no estoy en posición de perder clientes y tu propuesta es interesante, vos podrías hacerlo y extender la forma de pago, yo te proveería y vos proveerías a quien quisiera.

—Eso es... peligroso. —dije también poniéndome de costado para mirarlo, la seriedad con la que había iniciado no la esperaba, no esperaba que accediera. — lo puedo hacer con mis conocidos, pero no podría extenderme mucho más que eso.

—Bueno pero podrías, es lo importante. —dijo y me quedé en silencio pensando en esas posibilidades. — ¿qué... te daría miedo?

—No, no me da miedo.

— ¿Y entonces?

— ¿No tenés demasiada gente trabajando para vos? Podrían hacerlo mejor que yo.

—Quien compra mi droga sabe que no cambia quién la venda, a vos nadie te conoce, de esta forma no sólo aumento mis ganancias, también puedo ver quién es capaz de no cumplir las reglas... bueno no la estarían rompiendo porque sigue siendo mi mercadería, pero no lo sabrían.

— ¿Esto es lo que querés que haga, que te ayude a saber quién es capaz de traicionarte? —pregunté y pensándolo un minuto hizo una mueca. — ¿Es sólo eso?

—No, no es sólo eso, pero tampoco lo había pensado de esa forma, es una estrategia que me sirve y a vos también, la ganancia de quien te compre es tuya, vas a tener que soportar las cómodas cuotas pero sólo por bancarte eso, te la dejo.

— ¿En serio?

— ¿No fue tu propósito desde que me conociste?

—Algo así, pero no me convence del todo, no sos tan fácil, no ganas nada a nivel financiero y obvio no te conviene, ¿Qué vas a sacar?

—Ya te dije, veo quién cumple las reglas y quien no, puedo sacar un porcentaje pero lo demás te lo dejo, en este caso mi propósito no es la plata y tampoco esperaba que vos al proponérmelo tu propósito no lo fuera, ¿o no? —preguntó con obviedad y asentí porque lo era desde el principio. — ¿entonces cuál es el problema?

—No pensé que ibas a decir que sí, pero no estás muy alejado de la idea.

—Si vos haces las cosas bien, yo voy a hacer las cosas bien, ¿qué más querés?

—Saber qué más querías de mí, dijiste que no es sólo esto.

—Si mal no recuerdo fuiste vos la que pusiste en clausula que fuera con el tiempo, no confiábamos el uno en el otro ¿no te acordas? Dijiste que se iba a dar con el tiempo conocernos y recién vas a pasar una etapa, miralo como un juego de postas, más postas saltás, más puntos sumás.

— ¿Y el trofeo se supone que sos vos? —pregunté con una ceja levantada y él se rió, se acercó más a mí y me agarró del mentón para acercarme a su boca, no me negué y miré con atención sus acciones, miró mi boca, conectó sus ojos con los míos y volvió a mirarme la boca.

—Me muero por comerte toda, sos hermosa, pero no exactamente soy yo el trofeo. —dijo dándome un pico y me soltó para volver a su lugar. —es algo mucho mejor, ni yo puedo soñarlo todavía pero lo voy a hacer real, así que relajate que a mí me vas a tener en el camino.

— ¿Cuándo me vas a decir qué es?

—Cuando sienta que valga la pena hacerlo, aparte yo quiero respetarte y es algo que me pediste, es casi un deber tenerte en cuenta.

—Usas todo lo que digo en mi contra, eso no se hace. —bufé y él sonrió extendiendo la mano para tocarme la mejilla. —sos injusto.

— ¿Sabes qué quisiera? Volver y que me dejes tocarte, me queman las ganas de hacértelo.

— ¿Dónde te vas?

—Tengo que arreglar unas cosas con mi viejo, allá en Panamá, pero vuelvo el domingo, ¿cuántas posibilidades hay que me dejes ir a buscarte?

—Depende de cómo te portes, no me importa con quién te metas allá pero no vengas creyendo que podes seguir conmigo y volver a irte con otra.

— ¿Y si te digo que no voy a tocar nada, espero a volver a verte a vos?

—No te voy a creer. —le dije, me causaba gracia que lo intentara pero al menos lo hacía.

—No haría nada si sé que al volver me vas a esperar, sino sería muy frustrante considerando que interrumpís cada oportunidad que tengo, lo que deberías recompensar de alguna forma.

—Allá no te voy a poder interrumpir así que podes ser libre, no te preocupes por nada.

—Me encantaría cumplir con vos si vos cumplís conmigo, tomalo como un ejercicio de confianza, yo juro no hacer nada si vos me juras que me vas a dejar cuando vuelva. —dijo y yo lo miré con los ojos entrecerrados, asintió confirmándomelo. —No estoy desesperado por coger, estoy desesperado por cogerte a vos, es diferente.

—No sé cuánto, pero bueno, como ejercicio de confianza. —le ofrecí la mano vagamente y él se rió aceptándola para acercarme a su boca.

—Te morís por lo mismo, qué orgullosa de mierda que sos.

—Al menos tengo orgullo, vos lo dejaste en el vientre. —respondí a su corto beso y aproveché para besar su sonrisa tan hermosa, me alejé cuando me soltó la mano y quiso seguir el beso pero no lo dejé. —el trato es empezando desde ahora así que llevame a mi casa.

Tenía toda la razón, me moría de ganas por hacerlo con él, no debí haber salido nunca a buscar los preservativos la noche pasada, podríamos haber seguido una rutina que nos estaba quemando las entrañas a ambos, pero por algo las cosas fueron diferentes y desde entonces sus estupideces interferían con la necesidad de ambos. No sabía hasta qué punto me molestaba que buscara sexo con otras chicas, yo no tenía a nadie para equiparar mi necesidad y según él yo tampoco lo dejaba, pero si lograba aguantarse toda la semana sin hacerlo con cualquiera yo podía aceptar libremente que me buscara para encontrarnos en la cama, la única forma de corroborar que no mentía la iba a medir después, una vez que terminara de fingir que tenía razón y habiéndome saciado para deducir si se lo merecía o no.


Llegué al estudio el miércoles después de que me dijeron que habían vuelto del penal y esperé a que se fuera el único clientes que tenían en el día para sacar de mi mochila lo que me tenía tensionado hasta los parpados, puse la bolsita de cocaína frente a Karen y ella abrió los ojos de par en par, Catriel también se sorprendió y ambos se callaron observando con detenimiento.

— Decime que sabe que tenés esto.

—Se lo pedí a cambio de otras cosas.

— ¿A cambio de qué? —preguntó Catriel y lo miré con obviedad, lo que lo sorprendió más. — ¿Te acostaste con él?

—No por ustedes.

— ¡Dios mío, te odio! —me pegó Karen en el brazo y yo me reí. —hija de puta lo que daría yo por ese bombón, decime que vale la pena por favor.

—Sí lo vale pero no es gratis, me refiero a que... no voy a arriesgar mi vida por una bolsita de mierda, ¿entendés no?

—Sí obvio, te voy a pagar, no te preocupes.

—No sé cuánto tienen de plazo con él, pero mientras que no pase un año está todo bien.

— ¿Y tenés más Cata?

—Vas a tener que esperar hasta mañana. —le dije a mi amigo y él asintió sin problema. —a menos que tengas la plata ahora.

—La tengo.

—Entonces sí te puedo dar.

— ¿Lyan no sabe de esto no?

—No, pero no sean boludos y páguenle, porque se llega a enterar y volamos todos. —les advertí y los dos asintieron energéticamente. Esperaba que lo entendieran por ellos mismos, no quería que Lyan los tildara como traidores en la primera trampa que les ponía, eran buena gente y yo no sabía de lo que era capaz, un tiro en sus piernas podía ser el menor de los problemas.

— ¿Cuánto más vas a atrasar el penal Cata? Hubiese estado genial que fueras hoy, te perdés un montón.

—Lo sé pero se lo comenté a mamá muy por encima y me dejó para hacer miles de cosas para evitarlo, perdón, en algún momento lo voy a hacer.

—Intentalo, te estás perdiendo la oportunidad de trabajar a la par nuestra, de verdad necesitamos otra tatuadora desde que Rodrigo no quiere venir más, ponete las pilas Cata. —me dijo Catriel e intenté convencerlo con mi promesa de realmente comprometerme con lo que más me gustaba en la vida, tatuar. Sin embargo mi mamá odiaba todo lo que hacía referencia a ello y e ir al penal para ella era la muerte, no me dejaba hacerlo y ponía miles de trabas, se suponía que era el precio por no hacer nada mientras ellos trabajaban.


Hice el primer tatuaje de la semana a un loco dispuesto a ser prueba y error, me eligió para que lo tatuara porque Karen le comentó de inmediato mi propósito cuando se acercó a hablar por ideas, no dudó en hacerme el favor y los chicos estuvieron de acuerdo para que lo hiciera después de que perdiera la oportunidad en el penal. No parecía estar drogado ni borracho pero tenía una personalidad muy acorde al tipo que yo buscaba, que fuera frontal, gracioso y que no le importara si yo me equivocaba al aprender a dibujar sobre piel. Su nombre era Guido y la hora y media que estuvo conmigo en el cubículo no hizo más que hacerme sentir avergonzada con su descarada forma de decirme cuán linda era para él, me robó algunas sonrisas pero intenté ser profesional y terminé su calavera sintiéndome orgullo de mí misma por los detalles que logré darle aun con la idea que tuvo en su mente.

—Me encanta, te pasaste, es perfecto ¿Cata me dijiste no?

—Sí, qué bueno que te guste.

—Sí me encantó, muchas gracias.

—Por favor. —le sonreí y le pegué el film para cubrirlo hasta que cicatrizara un poco. —acordate de ponerle mucha crema.

—No lo voy a olvidar.

Se fue a pagar a la caja y yo ordené las cosas de Karen para levantarme y estirarme después de haber estado una hora y media tatuando, paramos sólo minutos pero la posición de la espalda me había matado, por lo que salí con mi cigarrillo y con la mirada perdida en el celular, me apoyé en la pared del costado para contestar un poco los mensajes de los grupos de mis amigas y el de Lyan pidiendo llamarme. Lo llamé después de contestarle que podía y esperé a que atendiera.

— ¿Ya llegaste?

—No, estoy en el aeropuerto a punto de salir, ¿pudiste hacerlo, te pagaron?

—Sí todo bien, podes sacarlos de tu lista de traidores.

—Dudo que no lo sean, si te pagaron enseguida me voy a tener que hacer una cirugía estética porque la cara de boludo sólo me la ven a mí. —dijo y yo me reí tosiendo el humo que no logré exhalar. —y sí, después se ponen a mariconear y hacerme pucherito cuando me hago el malo, uno no puede ser buena onda en la vida, lo tengo que aprender.

—Yo te dije que lo eras, no es noticia, igual me gusta que lo asumas, ya era hora.

— ¿Algo más te gusta por casualidad?

—Puedo llegar a decírtelo si te portas bien, todo depende de vos.

—Mi pene y yo vamos a dar todo de nosotros para sólo pensar en vos y tu vagina.

— ¡Lyan!

— ¿Qué? Si querés soy más sutil, estoy esperando a que sea domingo Catita, para qué, te lo digo después.

—Ya veremos, vos primero portate bien, después se verá si se te felicita por eso o no.

— ¡No seas tramposa!

—Y vos no seas desesperado...—le dije y lo vi salir a Guido del local mirando poniéndose los anteojos de sol, rogué para que no se diera cuenta de mi presencia pero lo hizo y sonrió saludándome. —esperá.

—Chau Cata, gracias de nuevo por el tatto, suerte.

—Chau, gracias a vos por dejarme escracharte.

—Cuando quieras linda, cuidate. —me sonrió y yo le respondí de la misma manera para darme la vuelta y volver a ponerme el teléfono en el oído.

— Listo, bueno te decía que no seas desesperado, podés estar sin tener sexo en el mes.

— ¿El ejercicio nos incumbe a los dos sabías no?

— ¿Por qué lo decís?

—Por lo que acabo de escuchar.

—Yo no suelo meterme con lo primero que se me cruza, no podría desaprobar nunca, en cambio vos... bueno vos te querés meter en cualquier hueco que haya luz.

—Está bien pero lo digo por esta semana que estamos en juego, los dos.

—Mi parte sólo incluye dejarte si vos cumplís.

— ¿Pensas... acostarte con alguien por casualidad? —preguntó y me reí de su desconfianza machista, como si a mí me importara lo que él hacía para que le diera autoridad de preguntar por lo mío.

—No Lyan, no planeo acostarme con nadie, y a esta altura dudo de poder hacerlo hasta con vos, pero si vos decís que lo vas a intentar, te creo.


Fortsätt läs

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