cásate conmigo

By 4sannie

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Mi abuela sentía una debilidad por Park JiMin. Siempre le consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi m... More

introducción
galletas de chocolates
"nueve años perdidos"
"mi primer beso"
"mi primer beso II"
"el asesinato"
"¿te quieres casar conmigo?"
"sí o sí"
"la decisión"
"cuarenta por ciento"
"cuarto compartido"
"el amor"
"eres un completo idiota"
"confundido pt. 1"
"confundido pt. 2"
"¿bailamos?"
"despedida de soltero pt. 1"
"despedida de soltero pt. 2"
"neverland"
"secuencia de desastres"
"entrometido"
"lunas de fresas"
"¡¿USTEDES, QUÉ?!"
"taehyung se casa"
"acuerdo mutuo"

"horas, no minutos"

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By 4sannie

Dejé que TaeHyung y YoonGi siguieran de amigos en la piscina. En cuanto a mí, fui directo al bar del hotel y pedí el trago más fuerte que tuvieran. Escoció mi garganta como si me estuvieran fusilando en ese preciso momento, pero no era nada comparado con la vergüenza que sentía.

Se suponía que era mi luna de miel con el pelirrubio, no entendía por qué Kim tuvo que venir a arruinarlo todo. Es mi amigo, gracioso y un chico estupendo, pero no era el momento más adecuado para venir a "animar las noches", de eso me podía encargar yo sin la ayuda de nadie.

De pronto, mientras bebía, sentí una mano delicada en mi hombro. Supe de inmediato que no era YoonGi, él sólo iba y gritaba mi nombre, o me golpeaba amistosamente en el hombro. Algo a lo que estaba muy acostumbrado a pesar de ser mi pareja.

Giré mi cabeza lentamente y me encontré con una chica rubia, más o menos de la misma estatura que mi adorable esposo, pero con unos ojos grises muy profundos y bonitos. Sin embargo, era muy femenina y seductora; no tenía la gracia y simpatía que desbordaba mi YoonGi.

- ¿Qué hace un chico como tú bebiendo a estas horas? ¿Quieres que te acompañe? -Debía tener más de veinte años, se le notaba en la mirada y en la voz. Además, parecía dispuesta a todo por que la invitara una copa.

No me apetecía hablar con ella, pero tampoco estar solo bebiendo como un condenado horas después de bajarme de un avión, así que no reclamé cuando ella se sentó en la silla que estaba a mi lado.

- ¿Cómo te llamas? -preguntó. Me miraba de arriba abajo, analizando la ropa cara que la madre de YoonGi me había regalado para el viaje. Seguro pensaba que era su día de suerte.

-Christian -mentí-. Christian Park.

-Soy Arabelle Black. -Traté de disimular mi asombro lo mejor que pude.

Me dijo su nombre sin habérselo preguntado; y de saber que se llamaba Arabelle, tampoco lo hubiera hecho.

-¿No eres de aquí, Christian?

-No, soy de Australia. -Cada vez se acercaba más hacia mí y recargaba todo su pecho sobre el mesón del bar, su escote resistía todo lo que podía por no reventar frente a mí.

-Yo soy de... -Comencé a odiarla tan rápido como hablaba.

Entonces, cerca de la entrada al bar, divisé la melena rubia de Min. Ya no estaba con Tae y parecía algo perdido, seguramente no sabiendo a dónde ir o qué hacer.

Deseé que dejara de lucir como un niño extraviado para que me rescate de la bruja que tenía a mi lado, que se las arreglaba para seguir hablando de sí misma sabiendo que no la estaba escuchando. Pero YoonGi no era así, él era un chico todavía.

Y no sabía si amar u odiar esa parte de él.

Finalmente, me vio. Y agradecí la distancia que nos separaba, porque pareció que un aura oscura lo rodeó de repente y que todo su rostro reflejaba furia. Ni siquiera esperó o esquivó a las personas que se le cruzaban, encaminó a toda prisa y con decisión hacia mí.

Le sonreí como nunca cuando estuvo lo suficientemente cerca como para distinguir las expresiones de mi rostro, le dediqué la sonrisa más inocente y a la vez burlona del mundo. No planeé causarle celos, pero era una pequeña venganza por lo de TaeHyung.

- ¡JiMin, cariño, te estaba buscando! -exclamó. Arabelle se dio vuelta a mirarlo y se tapo la boca para reírse del pelirrubio.

Eso no me lo esperaba, YoonGi tampoco. Pero me enfadó muchísimo.

Se había burlado de la camisa floreada de mi pareja, de la misma camisa que yo elegí para él.

-No admiten niños en el bar, ¿por qué no te vas a buscar a tus padres en la piscina? -soltó, desdeñosa.

- ¿Y por qué no te vas a ahogar en ella? -le interrumpí. Me miró incrédula y muy ofendida; seguro nadie en su vida se había resistido a sus encantos. Lástima que yo tenía ojos para una sola persona.

-Chico malo, me agrada -murmuró en modo de juego. Ambos reímos de sus palabras y él se apoyó en mi hombro para no caerse de tanto reír.

La chica no parecía entender que sucedía.

Al final, ella se fue indignada y un camarero nos echó del bar.

Nuestras carcajadas se oían por toda la isla. Admitía que el alcohol que bebí hizo su parte para decir tantas tonterías juntas, pero fue más el saber que YoonGi se burlaba conmigo de esa chica lo que me hizo feliz. No estaba enojado y se lo había tomado con humor.

A veces era buena la versión infantil de él.

-Así que... Christian, ¿quién era ella? -indagó de todas formas después de que el camarero nos echara y nos prohibiera volver al bar.

-Arabelle -repliqué como si nada. Empecé a caminar hasta llegar al ascensor, YoonGi me siguió el paso y me tomó de la mano. Acaricié sus dedos, disculpándome por lo sucedido en el bar, y él hizo lo mismo, cosa que interpreté por lo ocurrido con TaeHyung.

Las puertas del ascensor se abrieron y subimos a nuestro cuarto, que estaba en el octavo piso.

-¿Y de dónde salió esa tal Arabelle? -insistió con el tema. Tal vez sí estaba celoso, podía notar cierto brillo en sus ojos y no eran de felicidad.

-No lo sé. La verdad es que tampoco me interesa.

Eso no pareció convencerlo, pero no dijo nada hasta que bajamos del ascensor y estuvimos dentro de nuestro cuarto.

-¿Y Tae? -inquirí cuando lo recordé.

-Oh, se fue a su hotel.

-¿No está aquí? -Eso no me lo esperaba.

-Claro que no. Habló que por más que quisiera, no podría dormir sabiendo que sus amigos estarían disfrutando de su luna de miel a metros de su habitación, así que se hospedo en otro. Además, vino con una chica.

Y sabía a quien se refería. Era JooHyun, la chica con la que fue a la boda. Tae siempre fue acelerado en las relaciones. Varias veces estuvo a punto de pedirle de rodillas matrimonio a cinco chicas en un año creyendo que eran su verdadero amor. Sólo esperaba que no ocurriera lo de años anteriores: Que sacara su lado infantil demasiado pronto, eso asustaba un poco a las chicas.

-Bien por nosotros -contesté sin más. Nos acostamos en la cama; tenía todo ordenado y no teníamos nada planeado para hoy. Las actividades y esas cosas comenzarían mañana, y la verdad, estaba bastante nervioso.

Encendimos la televisión, pero pronto dejamos de prestarle atención. La tensión y la incomodidad eran latentes. Quería acercarme a él, pero tenía pavor.

-JiMin, pediré algo para comer, ¿ok? -Asentí cuando rompió el silencio, se levantó y pidió el servicio a la habitación.

Después de diez minutos, nos dejaron una bandeja con comida suficiente para una semana. Lo primero que vi fue el vino. No acostumbraba a beber, pero los nervios podían conmigo.

Él también bebió, lo que me sorprendió, ya que no lo hacía desde que nos embriagamos en el campamento. O al menos no de esa forma, bebió tanto como yo y terminamos tirados sobre la cama partiéndonos de la risa.

-Christian, ¿tú sabías que estoy casado? -decía con una voz somnolienta y embriagante, como si estuviera a punto de dormirse.

-No, ¿con quién te casaste? -consulté, sabiendo que se refería a mí.

-Con un chico que es pelinegro, hay demasiado negro en su cabello. A veces creo que su cabeza es una bomba y un día de estos... ¡Bum! Explotará. -Me dedicó una sonrisa y se colocó sobre mí, me abrazó y reposó su cabeza en mi pecho.

-Debe ser muy feo -alegué, casi perdiendo el conocimiento.

-No lo es, pero tú me recuerdas a él, ¿sabes, Christian? Tu voz, es muy parecida... -Por un momento pensé que se había quedado dormido; no se movió ni volvió a hablar por varios minutos, y se quedó allí, acostado sobre mí.

Hasta que se removió y susurró muy bajo:

-¿Christian, quieres ser mi amante? Pero no se lo diremos a JiMin o te matará.

Me hizo mucha gracia que me dijera eso, su voz sonaba como si estuviera en una misión secreta y mientras lo mencionaba, se había encargado de desabrochar el cinturón de mi pantalón.

Si hubiera estado sobrio, me habría dado vergüenza. Como esa vez que estuvimos a punto de hacerlo, pero se cortó la luz. A pesar de no tenerlo en esos momentos, lo detuve, no dejé que me quitara los pantalones.

-No, no quiero ser tu amante.

-Como quieras, porque yo tengo a mi JiMinnie.

-No creo que quiera nada contigo después de que le diga que quisiste ser mi amante.

Enarcó las cejas y se acomodó hasta quedar con sus labios rozando los míos.

-Yo creo que eso no le importará.

-¿Cómo estás tan segu... -Y tuve que dejar las palabras al aire, porque sus manos en mi entrepierna y sus labios contra los míos fueron suficientes para callarme.

Podría estar ebrio hasta confundir mi nombre y pensar que de verdad era ese tal Christian, pero lo que sucedió después jamás lo olvidaría. Por más deseos que tuviera que fuera un momento dulce y especial para YoonGi, él parecía tener otros planes. Y no iba a discutir con mi esposo tan pronto, por supuesto que no.

Después de un lapso, tomé las riendas de la situación. Haríamos el amor por primera vez.

Sin dejar de besarle, me impulsé y quedé sobre él.

En minutos, nuestra ropa estaba desparramada por cualquier lugar de la habitación. Acariciaba sus caderas mientras sintonizamos nuestras bocas en una armoniosa melodía sin fin.

Oí los gemidos de mi chico siendo más fuertes en el momento donde se me ocurrió dejar leves besos en sus níveas piernas. No hubo porción que no haya dejado sin besar y mimar del cuerpo de YoonGi. Sentí cierto poder en mí al ver que él permitía que yo tenga el papel de dominante en la relación.

-JiMin, p-por favor~

Saqué el lubricante del cajón de una de las mesitas de noche. Sí, logré llevarlo a salvo durante el viaje y nadie se dio cuenta. Luego, apliqué un poco en mis dedos para dilatar a YoonGi.

Cuando tres de dos dedos estaban ensartados en su entrada, él ya no gemía, sollozaba de placer. Fue entonces donde decidí alejar mis dedos e introducir mi miembro con lentitud a pesar de las ganas de follarlo sin piedad.

Lo hice despacio, la punta de mi pene ya estaba adentro de él y sentía que no podía soportar más con aquella tortura. Fue un alivio al percibir la caliente entrada en su totalidad, por lo que comencé a embestir contra el anillo de músculos que se contraía con cada estocada.

Pronto, los sollozos del pelirrubio fueron acompañados de gritos llenos de éxtasis. Eso sólo hacía que mandara mi autocontrol a la mierda y lo follara como un animal. No pasó mucho hasta que las estocadas fueran más duras y certeras contra su ano, tocando su próstata y palpar la estrecha abertura que tenía a mi disposición.

Tenía a Min YoonGi bajo mi poder, gritando y rasguñando mi espalda. Verlo ahí, hecho un desastre entre las sábanas sólo aumentaba mi libido y las ansias de llegar al éxtasis junto a él.

-Ah, J-JiMinnie... Mierda, ya casi~

La bomba de tiempo que tenía en mi interior pedía a gritos más movimientos, y también -aunque más bajo, susurrando contra mi oído- YoonGi.

Hasta que lo sentí. Ese glorioso momento en que grité y supe que lo estaba haciendo con él, sin protección ni nada sólo porque ya teníamos el derecho de hacerlo como quisiéramos, cuando quisiéramos y donde se nos diera la maldita gana.

Fue como despertar de un limbo, ya que al darme cuenta, la habitación parecía muy ruidosa y estrecha, como si hubiésemos estado encerrados durante horas.

Fijé mi vista en los ojos de Yoon y me di cuenta de que el efecto del alcohol había desaparecido hace bastante rato, tenía los ojos vidriosos pero sonreía igual. Enterró su rostro contra mi cuello y se quedó así, respirando contra mi piel sin mover ningún músculo.

-Creo que debimos casarnos hace años -habló de pronto.

Ambos estallamos en estruendosas carcajadas.

-Entonces agradezcamos habernos casado tan pronto -añadí.

-¿Qué hora es?

-Son las... -Observé el reloj que estaba colgado en la pared, mas creí que estaba averiado hasta que miré por la ventana (olvidamos correr las cortinas) y me di cuenta de que en realidad no estaba averiado-. Son las ocho.

YoonGi se separó un poco y me observó algo dudoso.

- ¿A qué hora subimos aquí?

La verdad, no lo sabía. Sin embargo, cuando subimos el sol aún alumbraba bastante.

Nos quedamos en silencio durante largo tiempo, sin saber que decir. Estaba asombrado, algo que pareció haber ocurrido en un minuto, al parecer demoró unas cuantas horas.

Nada mal, Park. Nada mal.

*. ·✫*.·+˚

Cabe recalcar que el lemon es mío (Un asco, lo sé) porque en la historia original no hay. Pero eso no quiere decir que las deje con las ganas de leerlo.

¡Gracias por leer!


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