Miércoles 13 de Junio del 2013.
Solías sentirte abandonado a altas horas de la noche.
Como un loco corría en tu llamada a las dos de la madrugada y tocaba el timbre a la espera de que te desvanecieras en mis brazos, y no en los de otro hombre. Nos dejábamos caer en las sábanas de tu suave cama y te sentabas sobre mis piernas, en busca de un poco de ayuda sin decir palabra alguna. Con la mano abierta y los dedos separados, nuestras manos se unían al ritmo del silencio que nos abarcaba a durante las dos y media y tres de la mañana. Y te abrazaba tan fuerte que podía sentir los latidos sin apenas tocar tu pequeño y frágil corazón.
O quizás no eran los latidos lo que escuchaba.
Quizás eran las piezas de tu puzzle queriendo ser colocadas en su sitio.
Y me quedé con las ganas de saber si yo era parte de las piezas que faltaban para terminarlo.