Nada...
No sentía nada, no sabía nada todo para él era nada.
De golpe muchas cosas pasaron por su mente y el dolor llegó, quería llorar pero no había lágrimas, solo existía el dolor constante '¿Dónde estabas?, ¿Porqué no te quedaste?, ¿Porqué no regresaste?', la oscuridad poco a poco desapareció, estaba en Hogwarts, frente a él se encontraba Tom, sin pensarlo se lanzó al mayor, grande fue su sorpresa al no poder tocarlo solo pasó a través de él como si fuera un fantasma,
- ¡Tom! - llamó desesperado, sin embargo, el mayor no hizo caso - ¡Tom! - volvió a llamar, pero al igual que antes no respondió, Tom sólo siguió su camino...
Casi 39 años habían pasado, durante esos años se vio obligado sólo a ser un simple espectador, viendo como la persona que amaba se destruía. Después de volver a la consciencia, y tratar de llamar a Tom no tardo mucho en darse cuenta que él no lo podía ver ni escuchar, durante mucho tiempo se preguntó lo mismo ¿Porqué? Y ¿Cómo? Llegó a esa situación tan desesperante, su respuesta llegó ese mismo verano, cuando Tom asesino a su familia e hizo otro horrocrux, el dolor fue incluso peor que la última vez, entonces entendió... Aquel día Dumbledore lo había matado pero no murió completamente se encontraba en el límite entre la vida y la muerte sin poder pertenecer a ninguna, los horrocruxces eran la razón de su situación, Tom al haber hecho uno, no sólo se ato a él mismo a la vida si no también a Harry, por eso se encontraba así pero al no ser el quien hizo el horrocrux no lo ataba completamente.
Vio el sufrimiento de Tom, sufrió por el, le dolía ver a Tom, no muy tarde se dio cuenta que aquel ritual que había hecho cerca del final de su quinto año aún seguí en efecto solo que se había contaminado, anteriormente el ritual para mantenerse consumía energía de él, pero al ya no tener un cuerpo físico ya no podía dar esa energía por lo que consumía la de Tom y a la vez le obligaba a tomar un poco de esa energía.
Después de haberse ido Tom se volvió descuidado, Dumbledore aprovecho eso, siguió robando magia de Tom pero lejos de matarlo lentamente como la cabra creía que pasaría, se sumió en la locura.
Más tarde descubrió que Dumbledore para ocultar su muerte, hizo creer a todos que se había escapado, llevándose todas sus cosas incluído el anillo que Tom le obsequio su última Navidad juntos, en un principio Tom no podía creer aquella mentira pero con el tiempo lo hizo, al igual que los demás.
Hoy a casi 39 años sabía lo que ocurriría, sus padres morirían, pero no le importaba en absoluto, años de haber estado en contacto directo con la magia negra utilizada por Tom le hizo cambiar, se encontraba es su antigua casa su padre estaba muerto en el suelo, pronto su madre seguiría, lo sabía en cuanto la maldición rebotara ya no podía seguir con Tom.
Los años pasaron de nueva cuenta 10 para ser exactos pronto su carta a Hogwarts llegaría, durante esos 10 años su odio hacia Dumbledore creció, ese maldito hombre metiéndose en todo, poniendo al pequeño Harry con esa maldita familia muggle, estaba seguro que de tener forma física se abría reído a carcajadas, las salas de sangre que menciono a McGonagall no existían por que esos muggles no eran su familia, ver los años de Harry en el colegio y saber lo tonto que el pequeño había sido al creer en Dumbledore lo enfurecida, consideraba a Harry y así mismo personas diferentes, si porque el dejó de ser Harry Potter hace mucho, se vengaria de esa cabra idiota ahora solo tenía que esperar.
Por fin había llegado uno de los días que tanto esperaba, el día en que Harry recibiría su herencia... Tal y como lo pensó toda la energía mágica producida esa noche lo lleno, por fin después de tanto tiempo volvía a tener poder propio, ya faltaba poco.
Y llegó el otro día que esperaba con ansias observó como Vernon arrastraba al chico al interior de la casa para momentos después comenzar a golpearle, los golpes no pararon seguían y seguían hasta que una extraña luz lleno cada rincón de la habitación, ese era el momento que tanto esperaba sin perder tiempo la energía llegó a él, esa energía mágica que tanto necesitaba, cuando el chico por fin había desaparecido en esa luz una especie de bruma apareció casi estaba de vuelta sin perder tiempo salió de aquella casa con dirección a Hogwarts, el lugar que alguna vez fue su hogar, al llegar busco el sitio en donde Dumbledore se había deshecho de su cuerpo, o si el viejo tonto había destruido su cuerpo dejando sólo un montón de cenizas, al llegar simplemente se centro en sí mismo y poco a poco las cenizas se fueron levantando del suelo en un remolino qué lentamente comenzó a tomar forma manos, piernas, cabeza su cuerpo estaba de vuelta.
Ahora tenía que ocuparse de un pequeño asunto muggle, sin perder tiempo se apareció en la casa de los Dursley en la cual se encontraban los tres integrantes de esa despreciable familia dos de ellos con heridas en los brazos producto de la magia liberada por Harry, al entrar a la casa no lo pudo evitar quiso divertirse un rato, los gritos de los muggles fueron como música para sus oídos ¡realmente se estaba divirtiendo!, pero toda diversión tiene que terminar en algún momento y sin pensarlo mucho acabó con esas miserables vidas, subió hasta la habitación de Harry si es que podía llamar habitación a ese lugar de porquería, tomo un pergamino entre las cosas del menor, escribió unas cuantas cartas sabía que por mucho que quisiera las personas a quienes las cartas iban dirigidas no podrían resistirse, tenían impregnada magia de Angellius, como se divertiría en los próximos días pero antes recuperaría lo que le pertenece.
Dos días pasaron desde su regreso, en ese instante se encontraba en la entrada de Hogwarts con gracia y cuidado abrió las puertas empezando a caminar por sus pasillos
- ¿Quien eres? - escucho una áspera voz cargada de amargura sonrío siempre recordaría la voz de su profesor "favorito"
- Severus Snape - casi canto el nombre del maestro de pociones mientras sus ojos adquirían un extraño brillo - Me llevaras a la oficina del director - ordenó, el profesor no tardo en obedecer la orden, en realidad no tenía necesidad de un guía, le parecía divertido que Severus ocupará ese puesto por el momento - Muy bien Severus - alabó con burla al llegar a la gárgola - Dirás la contraseña por mi y luego te iras sin recuerdos de haberte encontrado conmigo - el profesor hizo lo ordenado y luego se retiro, mientras el peli negro se adentraba en la oficina
- ¡Tu! - gritó Dumbledore al verlo entrar
- ¡Shhh! Silencio Dumbledore y no te muevas - ordeno con una pequeña risa - Alguien nos puede escuchar aunque si quieres puedes gritar - se acerco a la cabra poniendo una de sus manos en sus hombros
- ¡Haaa! - gritó haciendo que una sonrisa apareciera en el rostro del menor
- ¿Sabes lo fácil que sería matarte en este instante? - preguntó con voz de niño pequeño y cara de inocencia
- ¡Maldito yo te mate! - enojado el anciano
- No, no Dumby no digas malas palabras - negó con la cabeza para después darle una bofetada al mayor - Y yo que vine a visitarte, ¡que malo Dumbledore! - de nueva cuenta su mano tocó al anciano y más gritos se escucharon - Bueno aún tengo una cita - su voz se endureció - Regresa lo que me quitaste aquel día - ordenó - Mis cosas mi anillo los quiero de vuelta - sin demorar Dumbledore salió con dirección a su habitación, regresando minutos más tarde con lo pedido - Bien... Por hoy no te mataré, lo que tengo planeado para ti es mucho mejor - dijo mirando con asco al viejo para luego marcharse dejando a un furioso Dumbledore.
Se encontraba frente al enorme edificio blanco, caminando con paso seguro se detuvo frente a uno de los duendes
- Con Lu-khran por favor - pidió amablemente, después de pasar por la sorpresa del duende este lo llevó a las enormes puertas de la oficina del duende
- Hola Lu-khran ¿Cuánto tiempo? - sonrío al ver la mirada del duende sobre si - ¿Dime tu sabias que moriría? - su rostro dejó de mostrar emoción solo quedando una máscara en blanco, el duende suspiro
- Nunca supimos que fue de usted señor en nuestros registros un día dejó de aparecer vivo pero tampoco aparecía como muerto - explicó
- Ya veo... -
Después de recobrar sus señorías y restaurar su nombre, el nombre de Ayham, salió de Gringotts sonriendo tenía que encontrarse con sus amigos, después de todo tenía 50 años de no hablar con ellos, acababa de llegar al Caldero Chorreante, en una mesa un tanto alejada se encontraban tres personas conversando entre ellos, pero aún así se les notaba un poco nerviosos.
- Fleur Delacour, Cedric Diggory y Viktor Krum ¿Cierto? - llamó observando las reacciones de los tres
- Tu ergges como Haggi - dijo Fleur con los ojos abiertos por la sorpresa
- ¿Quién eres? - preguntó el ex Hufflepuff
- Soy Ayham - contestó mientras ocupaba un asiento libre entre Viktor y Cedric - Y señorita Delacour, si soy como Harry -
- ¿Porqué quería Harry que nos reunieramos contigo? - preguntó Cedric
- Está muerto - soltó sin ninguna consideración
- ¡Mientes! - hablo el castaño con su voz un poco alta mientras Fleur llevaba su mano a su boca
- No pronto saldrá en el profeta, Harry y yo descubrimos que Dumbledore no es como se pensaba así que de ahora en adelante solo me escucharan a mí - su ojos brillaron mientras los tres asentian con la cabeza, el peli negro sonrió dulcemente, había mucho por hacer
Veía la enorme mansión que se encontraba a unos cuantos metros lejos de él, dentro de poco entraría y le daría una sorpresa a cierta persona, bajo su mirada a sus manos, observo el anillo que Tom le había regalado en su dedo anular de la mano izquierda, al lado de este el anillo Potter en el dedo medio, en su dedo pulgar el anillo Melek, en su mano derecha en el dedo índice el anillo Griffyndor, en el dedo medio el anillo Ravenclaw y en dedo anular el anillo Peverell, se aseguró que su collar y sus aretes estuvieran bien colocados, ni siquiera en su tiempo con Tom había dejado que estos se mostrarán siempre debajo de un glamour, concentrándose tomó la apariencia de Harry y con paso seguro se acerco a la mansión esto sería divertido.