-Salí de mi casa y vi a Nik recargado en su auto esperándome.-Hola amor.-Caminé a el y me ayudó a entrar al auto, condujo hasta un pequeño restaurante, entramos y el encargado se puso nervioso al verlo, supongo que lo conoce, un mesero igual de nervioso se acercó a nosotros.
-Buenos días señor Mikaelson y señorita.......
-Salvatore.-Respondí con una sonrisa que lo tranquilizó.
-¿Qué desean?-Ambos pedimos comidas complementarias.
-Veo que todos te tienen miedo.-Bromeé.
-Todos tienen en claro quien es su rey así que no hay problema.-Reí.
-Cuando te lo propones, eres un idiota.-Dije y el abrió sus ojos como un par de platos.-Perdón debía decirlo.
-Pero aún así me quieres.-Me mordí los labios.
-Pero aún así te quiero.-La puerta sonó liberándonos de la tensión que habíamos formado, además llego nuestro mesero con nuestras órdenes y las dejó en la mesa.-¿Mitad y mitad?
-Mitad y mitad.-Partímos nuestra comida a la mitad y yo le dí la mitad de lo que pedí y el me dió su mitad.-Y.....¿cómo estas con Kol?-Mostré seriedad.
-¿Cómo debería estar?-Me miró esperando una respuesta.-No importa lo que yo piense el ama a Davina y punto.-Dije comiendo.
-¿Cómo estás tan segura?
-No lo estoy, pero es lo que trato de pensar ya que no quiero pensar más en el, lo quiero olvidar.-Me enojé un poco.-Es todo lo que quiero, olvidarlo y olvidar todo el daño que me hizo.
-¿Por eso me diste una oportunidad?
-Nik.-Tomé sus manos.-Te di una oportunidad porque debo olvidar el pasado, debo seguir con mi vida, no puedo dejar que por las acciones de una persona deje de ser quien yo soy, por eso te di una oportunidad.-Me paré de mi asiento.-Pero veo que aún no puedes entender eso, nos vemos Nik.-Salí del restaurante algo molesta, caminé dispuesta a llegar a mi casa cuando escuché la puerta detrás de mi abrirse y me imaginé que sería Klaus.
-¿Así que me quieres olvidar?-Al escuchar esa voz quede paralizada.-Debo admitirlo, te hice daño, y Nik se aprovecha de eso.
-Nik no se aprovecha de nada Kol.-Me dí media vuelta.-Tu me hiciste daño y el intenta eliminar el dolor de mi, es todo.
-Yo tengo un problema con eso.-Dió un paso.
-¿A sí? No me interesan tus problemas, es más, ¿adivina qué? No me interesa lo que pienses.-Me di media vuelta y comencé a caminar en dirección hacia la casa cuando sentí un gran dolor de cabeza y seguido de eso oscuridad, abrí los ojos con pesadez y cuando lo logré vi el rostro de una mujer que me resultaba poco conocida.
-Hola linda, ¿no me digas que no me reconoces?-Al escuchar esa voz mi corazón se paralizo y el miedo me invadió, retrocedí todo lo que pude en la cama en la que estaba recostada.
-Cira.-Fueron las únicas palabras que pude articular.