cásate conmigo

By 4sannie

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Mi abuela sentía una debilidad por Park JiMin. Siempre le consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi m... More

introducción
galletas de chocolates
"nueve años perdidos"
"mi primer beso"
"mi primer beso II"
"el asesinato"
"¿te quieres casar conmigo?"
"sí o sí"
"la decisión"
"cuarenta por ciento"
"cuarto compartido"
"el amor"
"confundido pt. 1"
"confundido pt. 2"
"¿bailamos?"
"despedida de soltero pt. 1"
"despedida de soltero pt. 2"
"neverland"
"secuencia de desastres"
"entrometido"
"horas, no minutos"
"lunas de fresas"
"¡¿USTEDES, QUÉ?!"
"taehyung se casa"
"acuerdo mutuo"

"eres un completo idiota"

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By 4sannie


[maratón 3/3]

No podía dejar de mirar al chico detrás del mostrador. Era guapo, alto, de cabello castaño y con una hermosa sonrisa. Trataba de ponerle atención a lo que me decía Hye acerca de la falda que había encontrado, pero no podía apartar mi mirada de él.

—Creo que la compraré... —le entendí a mi prima. Miré al suelo cuando crucé la mirada con el chico, sentí que me sonrojaba de a poco. Hye notó ese detalle y buscó con la vista el punto que había estado mirando, cuando encontró al chico hizo una mueca y me golpeó en la cabeza con la falda. 

—No puedes, YoonGi. Estás comprometido ahora, ¿qué pensaría JiMin si te viera en estos momentos?

Sí... ¿qué pensaría él? ¿Me dejaría libre? 

—No lo sé... tampoco es para tanto, sólo lo estaba mirando. Estoy comprometido, no ciego —le respondí. Ella negó con la cabeza y siguió sacando ropa de los colgadores de la tienda. 

Levanté la vista una milésima de segundo y sentí la mirada del chico. No podía hacer nada, él me gustaba pero no de la misma forma que Park.

No, no era justo para el moreno, así que me reprimí e hice como que él no estaba en el mismo establecimiento que yo. 

Sin embargo, no funcionó. Hye me regañaba cada cinco minutos por mirar "descaradamente" a otro hombre que no fuera mi futuro esposo, pero al parecer ella no comprendía que yo aún tenía 17 años y que era un chico hormonal como todos los demás.

—YoonGi, ya basta. Llamaré a JiMin —me dijo enojada mientras sacaba el celular de su bolso.

—Tú no harás nada. No he hecho nada malo, no lo he engañado —protesté. Y era verdad, admitía que el chico me atraía y que no dejaba de lanzarle miradas, pero no había hablado con él. Seguía siendo un desconocido.

Pero como siempre, las cosas iban en mi contra. Cuando ella fue a pagar la ropa que había elegido, nos atendió nada menos que el chico. 

—Hola, ¿en qué puedo ayudarles? —habló con una agradable sonrisa. Hye bufó y me fulminó con la mirada con la clara advertencia de "no hagas nada o le diré todo a JiMin". 

—Quiero pagar esto —contestó ella, sin dejar de amenazarme.

Cuando él le entregó el recibo y las bolsas con ropa, mi prima se apresuró en salir tirándome del brazo. Afuera de la tienda, sentado en una banca para descansar dentro del centro comercial, JiMin bebía un café.

—Recuérdenme no volver a acompañarles cuando digan la palabra "compras" —nos dijo poniéndose de pie y acercándose a nosotros. Pasó su brazo por mi cintura y comenzamos a caminar hacia la tienda de música, Hye quería aprender a tocar guitarra y para empezar necesitaba una.

—Al final, ¿qué compraron? —nos preguntó mientras subíamos por la escalera eléctrica. 

—Yo un vestido para cuando llegue la primavera, un abrigo, una falda, un par de zapatos y un chaleco —enumeró la castaña. 

— ¿Y tú, YoonGi? 

—Nada —contesté.

—No compró nada, pero le echó el ojo a algo que estaba fuera de su alcance —añadió Hye. Estuve a punto de caerme cuando nos bajábamos de la escalera. 

— ¿En serio? ¿Qué era? Si no te alcanzó el dinero debiste llamarme, me pagaron ayer. 

—No seas tonto, JiMin. No te molestes —me apresuré en decir, pero él ya había dado media vuelta dispuesto a regresar a la tienda.

—Deja que él te consienta, lo hace porque te ama —agregó ella, alzando la voz para ponerle énfasis a sus últimas palabras. 

Fue demasiado tarde para persuadirlo, en menos de dos minutos estábamos de regreso en la tienda. Estaba atrapado, no quería que el pelinegro gastara su dinero en algo inservible y caro para confirmar mi coartada, pero si no lo hacía quedaría al descubierto.

— ¿Qué era lo que querías, YoonGi? —miré a todos lados, buscando algo llamativo y costoso. No había nada de mi gusto, nada que convenciera a Park. Era un asco, ya que él me conocía como la palma de su mano, no era tan fácil engañarlo en ciertos aspectos –excepto en mentiras blancas e inocentes-. Por ejemplo, en cuestión de gustos, él sabía cómo me vestía, no podía de un momento a otro pedir un abrigo estrafalario con estampado de cebra.

Entonces, al final de la tienda, una repisa de perfumes iluminó mi mente. Eso era, los perfumes eran caros y no estaban tan alejados de lo que yo usaba. 

—Un perfume —anuncié. Él asintió y buscó donde estaban los perfumes, tuve que señalárselos y fuimos hasta la repisa para verlos. Hye resopló frustrada, esto no se lo perdonaría fácilmente.

Elegí un horroroso perfume con aroma a vainilla, pero que era el más caro del lugar. Park se mordió el labio cuando vio el precio. Creí que se retractaría, pero no lo hizo. Me dijo que si eso era lo que quería, me lo regalaría. No me atreví a mirarlo a los ojos, yo era la peor persona del mundo.

Sin embargo, toda la farsa se vino abajo cuando la chica que atendía en la sección de perfumes nos dijo que la caja registradora estaba descompuesta y nos dirigió a la caja donde atendía el chico. 

El calor inundó mis mejillas, al igual que el color. Podía sentir como bajaba por mi cuello, la bufanda ya no me parecía tan necesaria.

—Volvieron —comentó a nosotros el chico. Su sonrisa logró captar mi atención. Me reprendí mentalmente, no podía embobarme ahora, JiMin estaba a mi lado. 

—Sí, genial ¿no? —murmuró Hye.

Park lo miró con desconfianza, pero el chico no pareció darse cuenta y clavó su mirada en mí. 

Mira a otro lado, idiota. No es un buen momento 

Después de que el pelinegro pagara –me sentí culpable cuando le entregó el dinero, un gasto innecesario-, cuando nos dimos vuelta para salir, el chico se apoyó en el mostrador y me llamó.

Quise que viniera una manada de lobos de la montaña más cercana a devorarme vivo. Los tres nos volteamos: Mi prima con una sonrisa victoriosa, yo con lentitud y temor y Park con la mirada más extraña que haya hecho en su vida. Podía ver lo tensa que estaba su mandíbula.

—Hey, me llamo ChanYeol, me preguntaba si querías salir conmigo. Es que cuando estuviste aquí con tu amiga me fije que no dejabas de mirarme, así que supuse que...

—No supongas nada —le cortó Park. El chico lo miró perplejo, parpadeando varias veces tratando de entender la situación. De pronto, el moreno me agarró del brazo y me arrastró fuera de la tienda. Hye vino tras nosotros, pero él le gritó que nos dejara solos.

Me obligó a caminar hasta el estacionamiento, allí no había nadie. ¿No iba a golpearme o sí? No, él era demasiado bueno para hacer eso. 

—JiMin, lo siento, te juro que... —comencé a disculparme, pero no pude continuar, la imagen de él furioso era escalofriante. No me hizo nada, no me tocó ni un pelo, pero su mirada acusadora era suficiente para saber que en su mente yo estaba muerto.

—No hice nada, sólo lo miré, ni siquiera sabía su nombre hasta que lo dijo —me atreví a terminar de decir. 

No dijo nada. Guardó silencio y buscó el auto que estaba estacionado a unos metros de nosotros. Se subió en el asiento trasero y allí se quedó. La castaña llegó diez minutos después y quiso saber que sucedió, pero no pude decirle nada, ya que yo tampoco lo sabía muy bien.

Park estuvo enojado durante una semana, incluso canceló la cita con la hermana de TaeHyung para organizar la boda. No me molestó que lo hiciera, no tenía ganas de pensar en el tipo de servilletas para la fiesta, pero no me gustaba que el pelinegro me ignorara. La última vez que se comportó de esa manera fue cuando teníamos nueve años.

Era un martirio dormir en la misma cama que una persona que evadía mi existencia, a JiMin no le importaba si estaba leyendo o haciendo una tarea, a las diez apagaba la luz y se acostaba sin dirigirme palabra alguna. 

Las cosas no iban para nada bien.

A comienzos de marzo comencé a preocuparme. ¿Él seguiría con las ganas de casarse conmigo? Parecía que no. Hace un mes, eso me habría hecho inmensamente feliz, pero ahora sólo me dejaba un sabor amargo en la boca y un nudo en la garganta, no quería reconocerlo, pero la idea de la boda me había ilusionado en cierto punto. Me gustaba pensar que alguien me quería.

¿Y si todo había sido una broma? No era una mala opción.

Si lo era, a él le resultó. Logró hacerme sentir mal conmigo mismo. 

Cuando me di cuenta de que él no quería saber nada más de mí, me cambié de habitación otra vez. Volví a mi cuarto y todas las noches me acostaba con un frío insufrible en mi interior.

¿Él hacía todo esto por qué miré a otro chico? ¿O lo hacía por qué no lo amaba? 

A mitad de marzo lo comprendí: Él no me quería. Todo fue una mentira. 

Me distraje más de lo normal en clases, no podía quitármelo de la cabeza. ¿Qué estaba esperando para volverme loco?

Por las mañanas veía el anillo de compromiso guardado en mi cómoda y me preguntaba por qué lo había hecho, por qué de todas las bromas del mundo eligió una relacionada con el amor. Era injusto, de verdad le había creído y había hecho el intento por enamorarme de él.

Y todo indicaba que lo había logrado. Basto con que el moreno me sacara de su vida para darme cuenta de que él era una parte fundamental de la mía. Pero no se lo dije ni a él ni a nadie. Si quería hacerme sufrir, entonces que disfrutara del espectáculo. 

A finales de marzo, ya todos se habían dado cuenta de que algo iba mal. Yo no comenté nada y JiMin tampoco, ¿qué le sucedía? ¿Por qué no me dejaba como el villano de la historia?

Las cosas volvieron a como eran de niños, con la diferencia de que ahora él ni siquiera me dirigía una mirada de odio. Era invisible para él. 

Las cosas me parecieron raras a medida que avanzaban los días. Era un completo extraño para él y me estaba afectando más de lo que me hubiera gustado. Sin embargo, las cosas se salieron de control cuando lo vi conversando con SeulGi en la escuela.

Una punzada en el pecho fue la primera señal. 

Al otro día fue lo mismo, todos los recreos estaban juntos. A la salida, ella lo iba a dejar al trabajo. Les saqué información a las chicas, y Bom confesó que JiMin y ella ahora se sentaban juntos. Traté de parecer indiferente, no podía revelar que tan enojado me ponía todo esto.

Hubiese sido fácil devolverle el castigo de la misma forma, pero no me pareció apropiado. Todo había comenzado por mirar a otro chico. No iría por allí a salir con cualquiera sólo para darle celos, me lo tenía bien merecido. El problema estaba en que quería que acabara luego y que él se diera cuenta que ya había aprendido la lección. 

Pero no se detenía. Si no era con SeulGi, era con cualquiera de las tantas chicas y chicos de la escuela enamorados de él.

KiHyun me preguntaba todos los días que me sucedía, pero no fui capaz de contárselo. Seguro se burlaría.

Me guardé los celos para mí, era justo comenzar a sufrir para apreciar el amor de JiMin. 

Sin embargo, mi paciencia estalló el último día de marzo.

Salía de clases, KiHyun me contaba algo acerca de un recital que darían en un club el fin de semana e iba estar un grupo que le gustaba mucho, me invitó pero yo no pude contestarle, ya que divisé a JiMin apoyado en el auto de SeulGi, sonriendo y moviendo su cabello contra el viento. Conocía ese movimiento, lo hacía cuando coqueteaba. 

—Tenme esto —señalé a mi amigo, pasándole mi mochila y mis libros para dirigirme a paso violento hacia Park.

Cuando estuve frente a él, fue como si me hubiese visto después de años. Se enderezó y se puso nervioso, pero no me importo. Arreglaría las cosas a como diera lugar. 

—Park, nos vamos a casa, ahora —le espeté. SeulGi dijo cosas, las cuales no escuché, no tenía ni tiempo ni paciencia para oírla.

—Tú no tienes derecho alguno para mandarme, soy mayor de edad, puedo hacer lo que quiera —me respondió, pasando su brazo sobre los hombros de la chica y atrayéndola hacia su pecho. Ella parecía estar en las nubes. Lástima que las nubes estaban demasiado altas y las caídas eran dolorosas.

—No, no puedes. Soy tu prometido, así que estoy en mi derecho de reclamar lo que es mío —le dije con toda la seguridad que mi rabia fue capaz de sacar. La cara de SeulGi se deformó, eso no se lo vio venir. 

—Entonces, ¿en serio te casarás con YoonGi Descerebrado? —fue la pregunta que pactó su sentencia de muerte. No soportaba que me dijeran así, me recordaba lo estúpido que era. 

—No, ¿cómo crees?

¿Qué había dicho? ¿De verdad lo había negado? 

Sentí que las lágrimas se agolpaban en mis ojos. 

¿Cómo creían que Park JiMin, el chico con las mejores notas, el más educado y adorable, se casaría con alguien como yo? Eso era un incordio.

Mas no dejé las cosas así. No me importaba si él se las daba de chico malo, de indiferente o peor, si se avergonzaba de mí. Tampoco me importaba si con esto le daba una pista de que comenzaba a quererlo como algo más, mucho más. 

Él era mío. Y fin de la historia. No me había cambiado de cuarto y acostumbrado a sus besos por nada.

—Tendrás que comenzar a creer, porque JiMin es mi novio y no dejo que idiotas como tú lo toquen —solté con gravedad. Lo agarré del brazo y lo jalé con todas mis fuerzas para que me siguiera. 

Fue difícil, se resistió, pero no me di por vencido. 

Cuando se dejó llevar, fui hasta el auto que ocupaba en la semana, uno negro y compacto para trasladarme dentro del pueblo.

—Eres un hipócrita —exclamó cuando estuvimos solos. KiHyun nos había visto, aun cargando con mis cosas, pero le hice una seña para que no se acercara. 

—Cállate, idiota —musité entre dientes. 

—Comienzo a ver la verdadera persona que eres, estuve ciego tantos años.

— ¡Mierda! ¡Cállate y escúchame! —exclamé exasperado. Él se quedó mudo, sin saber cómo reaccionar—. Yo no fui el que quiso todo esto, tú me propusiste matrimonio contra mi voluntad y tuve que aceptar. No me vengas ahora con que no quieres saber de mí, porque eso no va a ser posible. De la misma forma en que me dijiste en la cocina el día de tu cumpleaños qué harías de todo para enamorarme, te digo esto: Yo no te haré a un lado tan fácilmente como lo hiciste conmigo estas semanas.

Abrió la boca, asombrado de mis palabras, pero yo todavía no terminaba. 

—Será mejor que te pongas los pantalones y continúes con tu plan, es inaudito que te hayas rendido al primer obstáculo. Sólo por mirar a otro chico, me ignoras. No voy a aceptar estas estupideces —me acerqué a él y quedé tan cerca que nuestras narices chocaban—. Pon atención: Mañana iremos a ver a la hermana de TaeHyung para organizar la boda. Si no estás allí, daré por acabado todo esto y nunca más en mi vida te daré otra oportunidad. 

¿Qué si él me importaba más de lo necesario? A final de cuentas, sería mi esposo. Sería mejor dejarlo en claro desde antes.

—YoonGi... Yo... Lo siento. Me comporté como un completo idiota —respondió después de unos segundos de shock. 

Lo agarré del cuello y lo atraje hacia mí. Lo besé como nunca antes lo había hecho, como si un fuego se propagara en mi interior. Lo solté para mirarlo a los ojos y decirle en tono de advertencia: 

—Ya era hora de que te dieras cuenta, tonto.

Y lo volví a besar, para que entendiera por completo que él era mío y que no pensaba compartirlo desde ese momento en adelante con nadie.


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