¿te acuerdas cómo ya para el siguiente año éramos más que extraños en la misma escuela? es una de mis anécdotas favoritas.
le había tirado encima el almuerzo a tu amiga cuando intentaba atrapar la manzana que mi mejor amiga me había lanzado. recuerdo casi haber visto humo salir de sus orejas y su nariz, y que tú te adelantaste a cualquier movimiento que ella pudo haber hecho contra mí.
fue luego de eso que, con mis amigos, los invitamos a sentarse con nosotros.
poco después en nuestro grupo éramos más, más con quienes bromear, más de quienes aprender, más a quienes admirar. estábamos tan bien en ese entonces...
pero poquito a poquito nos fuimos expandiendo en distintas direcciones; algunos escogieron los deportes, otros escogieron los diversos clubes que habían en nuestra escuela y los demás, como yo, solo anduvimos por ahí, conociendo más personas o, simplemente, sintiéndonos más solos de lo que alguna vez estuvimos.
te confieso que en algún momento empecé a extrañar lo unidos que éramos al principio, lo que nos convertía en ese grupo tan característico de nuestro liceo. ¿no te pasó en algún momento?
ah, me olvidaba. En ese entonces te sentías demasiado como para perder todo tu tiempo con un grupo de raros.