Dijo que sí... por unos pocos segundos fui el hombre más feliz del mundo, sólo por unos segundos pude sentir que podía ser feliz junto a la chica indicada. Creí que una mocosa tan joven como ella jamás llegaría a sentir tal amor por un tipo como yo, no sólo porque tengo un temperamento de mierda, sino que... vamos... le doblo la edad. Pero dijo que sí deseaba casarse conmigo. Solamente... desearía que ese "sí" no hubiese sido su última palabra antes de ella dejar de respirar... antes de que su débil corazón latiera por última vez...
Grité su nombre y tomé su inerte cuerpo abrazándole con fuerza, no me importaban las manchas de sangre que me ensuciaban, es ese momento me olvidé por completo de mi obsesión por la pulcritud, en ese momento sólo la quería de regreso, pero sabía que era imposible... maldije a cada maldito titán, maldije quien fuese el pedazo de mierda que convirtió a aquellos pobres bastardos en unas máquinas devoradoras de gente, una vez más perdí a una persona importante en mi vida, y lo peor del caso es que fue por un estúpido descuido de mi parte, me odio infinitamente por haber permitido que aquello le sucediese a Mikasa... me odio por haberla dejado tanto tiempo esperando por mí, por todas aquellas veces que le pedí que me dejase sólo, por dejarme consumir en el trabajo... no disfruté los últimos días de vida de esa mujer por estar envuelto en esta basura.
Si tan sólo pudiese regresar el tiempo y permitirme el dormir con ella tan sólo una vez más, sentir el calor de su cuerpo y sus abrazos, verla dormir plácidamente... o mejor aún, obligarla a quedarse dentro de los muros. Preferiría haber muerto en su lugar. Preferiría que ella siguiera con su vida.
No podía dejar de abrazarle, simplemente dejarla ir me era insoportable, Hanji me repetía incansablemente que debíamos irnos, su voz era quebradiza y se sentía el dolor en ella, Mikasa era una chica que a pesar de ser tan callada, se había ganado el cariño de todos, fue allí que levanté la mirada y vi a Eren con sus puños cerrados con fuerza y un cuerpo tembloroso, Armin se encontraba abrazando sus rodillas sumido en su mar de lágrimas, y Jean nos daba a todos la espalda... sabía lo que él sentía por ella, así que podía entender si ahora me odiaba aún más.
Pasé mis manos por debajo de la flexura de sus rodillas y por su espalda, la cargué como la princesa que era (al menos para mí). Con un poco de ayuda subí al caballo sin permitir que ella fuese llevada con los demás fallecidos en aquella apestosa carreta, cargaría con mi cruz hasta que ella fuese enterrada correctamente. Mis lágrimas habían cesado y con su desaparición, mi expresión se tornó aún más frívola que antes, sólo deseaba volver a la muralla y tomarme el tiempo indicado para despedirme de ella como era debido, pero es tan difícil decir adiós.
Cabalgué con lentitud, no me importó ser el último en la formación, de igual forma si llegaba a aparecer otro titán de la nada, no me importaría morir, no siento ya algún motivo para seguir en un mundo donde la felicidad es tan limitada, donde tu esperanza de vida se basa y de manera muy escasa, vivir dentro de unos muros como carnada de gigantes, como un simple ganado a espera de la muerte. Durante mucho tiempo mi meta era acabar con todos ellos y hacer que la humanidad viviera en paz, además de vengar todas las muertes de todos aquellos que fueron camaradas, pero mi error quizás fue enamorarme... y ni siquiera lo siento como un error, ella me devolvió la alegría de mi niñez, pero ahora se había ido junto con su muerte. Sencillamente, no hay motivos para mí para volver a sonreír con plenitud, ni siquiera sé si aún tiene sentido mi vida.
Al llegar a las puertas del muro, Hanji se acercó a mí.
- Levi...
- Yo me encargaré de ella hasta el final.
- Siento mucho que la hayas perdido, pero...
- Ya hablé. Me encargaré de ella hasta que su cuerpo sea enterrado.
No dijo nada más, simplemente me dejó sólo apreciando el hermoso rostro de aquella mocosa. Al llegar a la morgue, coloqué con suavidad su cuerpo en una de las camillas, me limpie toda la sangre que podía y seguidamente me puse un delantal y un par de guantes. Me acerqué a ella con un pañuelo húmedo y comencé a limpiar la sangre de sus mejillas, frente... labios. Retiré su uniforme, mis manos temblaban cada vez más, hacer esto me era una tortura, pero no quería que nadie más lo hiciera. Limpié toda la sangre restante, su cuerpo estaba helado... ¡Maldición! –Grite con mucha ira mientras lanzaba por todas partes los distintos objetos que me rodeaban, las lágrimas volvieron a hacerse presente... era increíble la forma en que amaba... no... amo a esa mujer.
Me agaché hasta esperar que la calma volviera a mí, no sé cuánto tiempo pasó, pero volví a ponerme en pie. Acaricié su mano con suavidad y luego me di vuelta para buscar un nuevo uniforme qué colocarle, sus heridas eran grandes, sus piernas tenían varias cortaduras por los dientes del maldito titán, y su brazo... pues, no pudimos recuperarlo. Una vez ya vestida, peiné su cabello, creo que lo dejé hecho un desastre... no soy bueno en esas cosas, pero espero que acepte mi intención. Llevé un par de dedos a sus labios, se encontraban resecos... pálidos... fríos.
- ¿Sabes, Mikasa? Jamás pensé que esto te sucedería. Una mocosa tan fuerte como tú no merecía esto. Quien debía morir era yo, no tú. Discúlpame por dejarte sola por tanto tiempo, por no dormir a tu lado, ni acariciar tus cabellos cuando despertaras. Simplemente desearía que hubiera alguna forma de cambiar este destino. Siempre mi objetivo fue protegerte pero me sumergí en evitar tantas bajas, que olvidé por completo tu seguridad, y me siento patético por ello. Por mi culpa tú estás aquí en esta camilla, y como consecuencia yo me destrozo lentamente por tu partida.
Me acerqué a su frente para dejar un beso, creo que fue el beso que más me dolió dar.
Luego de un rato de estar allí sólo mirándola, Hanji interrumpió.
- Es hora, Levi.
- Sí.
- Hiciste un buen trabajo, ha quedado muy linda.
- Ella no necesitó nunca de mucho esfuerzo para verse así.
- Vaya... –Dijo con cierta emoción al ver que mis sentimientos por ella no eran un simple juego. –De verdad siento mucho que tengas que pasar por esto nuevamente.
- Así es este mundo, todos perdemos cosas. Ahora, vamos al entierro.
- Ve a ponerte algo más... estás repleto de sangre.
Fui a mi habitación con pesadez. Ver mi cama me recordó a Mikasa, incluso la ducha... había algunas cosas de ella en mi armario. ¿Cómo iba a superar todo esto? Llegué tan lejos con ella que ahora no sabía por dónde comenzar. Me bañé con rapidez y vestí mi traje negro, el saco, como siempre, lo coloqué sobre mis hombros.
Los soldados presentes en el entierro mantuvieron su saludo de inicio a fin, todos los cuerpos que se lograron recuperar... o parte de ellos... fueron considerados como grandes héroes que dieron su último aliento para la libertad de la humanidad. Entregaron sus corazones hasta su último latido. Siendo sincero, no presté atención a las palabras que dijeron algunos de los soldados, incluidos Hanji y Eren, mi vista estaba fija al suelo.
No sé cuánto tiempo pasó, pero Eren se acercó a mí y su voz me hizo notar que los demás soldados se habían marchado.
- Señor... ya todos se han ido.
- ¿Y eso a mí qué?
- Creo que debería ir a descansar.
- Tu hermana ha muerto, te ves muy tranquilo.
- No—No es así. La verdad, estoy enojado de que ella entregara su vida por usted, mucho la hizo sufrir las últimas semanas.
- Sí. Yo también siento rabia por lo que hice, pero si no tienes nada más qué decir, lárgate.
Le vi formar un puño con una de sus manos, pero soltó un fuerte suspiro antes de retirarse. Me agaché en el lugar donde reposaba su cuerpo, coloqué mi mano en la tierra como si tuviese esperanza de que ella llegara a abrazarme por la espalda, era tonto pensar algo así.
Saqué una rosa de mi saco y la dejé en su tumba. Luego me alejé sin mirar atrás.
Pasaron las semanas y mi ánimo iba en decadencia, el pasar de mis días se basaban en tenerla de regreso, mi depresión aumentaba cada vez más, sólo quería estar encerrado en mi habitación sin ser molestado por nadie, todo el día mantenía mi habitación con oscuras cortinas, ver el sol me era motivo de fastidio, era como si me obligaran a vivir en un mundo pretendiendo que nada había sucedido, pero ¿cómo hacerlo? Era mi castigo por haber permitido que ella muriera. A veces deseaba arrancar mi cabello, o automutilarme para ver si el dolor en mi pecho disminuía, pero sabía que sería algo estúpido.
Rara vez salía de mi habitación para comer, la mayoría del tiempo era Hanji quien me llevaba algo de comida, y cuando lograba salir de mi "prisión", prefería comer sólo, evitar el contacto con los demás, evitar el habla y sus ridículas preguntas de "¿está bien, capitán?". Era una molestia.
Con el pasar de los meses mi dolor apenas iba disminuyendo, pero aún me encerraba en mi habitación u oficina a mirar al vacío, sólo me sentaba en el sillón deseando que alguien o algo me hiciera el favor de acabar con mi miseria, y al mismo tiempo pensaba en Mikasa... en que sentiría enojo de lo que estoy pensando, en que no me perdonaría pensar en estas cosas cuando ella dio su vida por la mía.
Suspiré profundamente, no sabía qué debía hacer, mis pensamientos eran una laguna oscura, y no tenía alguna idea clara. Y con razón... sólo me la pasaba bebiendo día tras día, me sentía como un asqueroso alcohólico. Sería la decepción de ella si me viera así.
- No quiero eso...
Me levanté de mi asiento y abrí ligeramente las cortinas, era de noche, habían muchas estrellas adornando el oscuro cielo. A veces ella cuando no podía dormir, miraba las estrellas hasta quedar dormida entre mis brazos. Sonreí al recordar aquello. Me hacía tanta falta... pero al mismo tiempo recordar esos momentos de felicidad a su lado me aliviaba.
- Volví a hacerlo, ¿no?
Sí... volví a desplazar sus recuerdos y todo lo que ella provocaba en mí, esa felicidad que hacía surgir de alguien como yo. Dejé que mi depresión y sufrimiento me inundaran e hicieran olvidar todo lo que ella me había dado, la volví a dejar de lado... aunque fuera en pensamientos, lo único en mi cabeza era mi odio hacia mí mismo y recordar su muerte.
A la mañana siguiente, abrí sólo un par de centímetros las cortinas de mi habitación. Fui al baño, corté mi cabello, lo dejé en descuido por mucho tiempo, y luego tome una buena ducha. Volví a vestir un traje negro, quería ir a verla de nuevo. Eso haría.
Antes de marcharme, me acerqué al estante donde estaban todas mis bebidas... boté toda esa mierda, no quería volver a verlos de nuevo, me alejaron de ella por tres meses... creo.
Al salir, fui directo a un puesto de flores de una anciana. Mikasa le gustaba el aroma de unas flores cuyo nombre desconozco, pero le compré un ramillete de esas flores blancas. Y de allí, partí al lugar donde ella dormía.
Me quedé de pie por unos segundos, el pasto adornaba su tumba, y habían flores un poco marchitas... supongo que era Eren o Armin... quizá ambos.
- Lamento... Ja... ahora siempre me disculpo cuando hablo contigo, pero, creo que es necesario. Lamento no haber venido en todo este tiempo, por haberme vuelto un casi adicto al alcohol y por todos los pensamientos suicidas que tuve, sé que no me perdonarías jamás si hiciera algo como eso. Pero vine por un motivo en específico o varios, mejor dicho, primero, porque deseaba estar cerca de ti de nuevo, segundo, porque quería traerte estas flores... siempre te gustó olerlas. Y tercero, porque... quería decir algo que nunca te dije, aunque igual ya lo sabías... pero... te amo, Mikasa.
En ese momento me incliné colocando sus flores sonriendo muy levemente, sentía que mi corazón estallaría del dolor, creo que jamás podré superarla.
- Si hay oportunidad de vivir nuevamente, quiero reencontrarme contigo. En esa nueva vida prometo protegerte de todo, y darte mi completa atención. Es una promesa, ¿vale?
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No lloren(?) xD .. no sé si dejar hasta acá o hacer otro pequeño oneshot, así que espero sus opiniones c: <3