Karma Police //Ryden//

By _prescribed_pills_

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[04.12.34 | 1:36 AM] "Los placeres violentos terminan en la violencia, y tienen en su triunfo la propia muert... More

Parte Uno
I- Life's Like a Detuned Radio
II- All These Things That I've Done
III- A Bullet Through a Flock of Doves
IV- Hush, Don't You Say A Word
V- I'm Gonna Smoke You Out
Parte Dos
VI- I'd Love To Kill You
VII- A Taste Of Poison Paradise
IX- Take Me To The Fire
X- The Sound Of Desire
XI- There's No Blood
XII- Got Me Looking So Crazy
XIII- Modern Day Cain
XIV- How Deep Is Your Love
XV- All The Lovers
XVI- Blank Space
XVII- This Is Kairos
Parte Tres
XVIII- Devotion And Desire
XIX- Curse My Eyes
XX- Sorry To My Unknown Lover
XXI- I'm Only Human
XXII- Make Me A Sinner
XXIII - In A Hail Of Bullets
XXIV- My Love Will Never Die
Epílogo: This Is What You Get
Agradecimientos
Añadido: Dudas y Extras

VIII- I Will Take You Down

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By _prescribed_pills_

Su mirada castaña se encontraba varada en un de los rincones de la oficina. Observaba con calma como las partículas de polvo flotaban en el aire, reflejadas por  la luz que entraba por la ventana. Se encontraba echado sobre la silla, sus piernas largas cruzadas en frente con desinterés. Su marco entero destacaba falta de sueño, sus ojos cansados sensibles a la luz. Dejó ir un suspiro, para luego enderezarse y mirar a la persona que se encontraba en frente suyo.

—No puedo encontrarlo.—susurró, encogiéndose de hombros. Un mechón de pelo le cayó sobre la frente, obstaculizando su vista.

"Él" se enderezó en su asiento, poniendo ambas manos sobre el escritorio. Su mirada era inexpresiva, imposible de identificar. Ryan volvió a hacer un ademán, mirándolo a los ojos.

—¿Qué?—preguntó "Él", con la típica voz seca y autoritaria  que tenía.

—No puedo encontrarlo—repitió Ryan—. Se me es imposible. He tratado todo lo que he podido, he trabajado más de lo que debería, he ido a investigar y no he dormido por varios días; nada.—dijo, desviando la mirada con un aire de enojo en su vista.

Todo era un gran teatro. Todo lo que decía parecía ser sólo el guión de una obra todo el tiempo. Todo lo que hacía, lo que decía; todo era falso. Pero era tan divertido... Todos caían en sus mentiras, una y otra vez, sin darse cuenta de el inmenso engaño que tenían frente a sus ojos. Nadie nunca se enteraba. Solamente él, Ryan, salía privilegiado con todas las cosas que hacía. Algunas veces, las cosas que decía podían ser tan filosas como un cuchillo. Ahora mismo, estaba engañando a el jefe de toda la asociación, sin ningún problema. Hizo otro gesto de cansancio, bajando sus hombros en un gesto vulnerable.

En vez de lo que creía que iba a escuchar, algún reproche o algo por el estilo, escuchó algo que lo sacó de sus casillas por un segundo.

—¿Estás seguro?—escuchó aquellas palabras caer de los labios de "El", en un tono que hizo que levantara la mirada. "Él" lo miraba con la cabeza inclinada hacía el lado, sus manos entrelazadas sobre el escritorio.

—Sí, lo estoy. Esto es demasiado para mí...—hizo que su voz sonara cada vez más baja y herida—. Lo lamento.

—¿Te rindes?

—Lamentablemente—comenzó, tallando su rostro entre sus manos—... No veo otra salida de esto.

Y estaba hecho. George Ryan Ross III se había rendido, por primera vez. Había renunciado a un caso, había dejado caer su máscara y había soltado el gatillo en un estallido sordo. Ya no había vuelta atrás. De todas formas, no pensaba que la necesitaría. Estaba seguro de que podía hacer esto sin ningún problema. Su mirada estaba ida, volviendo a mirar por la ventana. Lo que afuera destellaba un aura de cansancio e impotencia, por dentro era malicia y placer. 

—Bueno, creo que todo coincide...—dijo "Él", encogiéndose de hombros también-. Spencer también me lo había mencionado. Aquel hombre debe tener acceso a nuestra base de información, ¿No crees?

Ryan frunció el ceño, pensando en qué cosa podría haber dicho Spencer. Era seguro que después de esto, tendría que ir a hablar con él. ¿qué tal si había mencionado lo de la marca de su cuello? Eso no podía ser. Ya se había borrado, y no había rastro de que alguna vez existió, pero si "Él" se enteraba, quien sabe que podría pensar. Finalmente asintió.

Se quedó en silencio, entrelazando y soltando sus dedos lentamente. Sintió como "Él" se paró a su lado. Luego, su mano sujetaba su barbilla, haciendo que mirara hacia arriba, y por consecuencia, a sus ojos.

 —Estás perdiendo interés, y eso es muy peligroso.—finalizó, soltando su cara y abriendo la puerta para que se marchara de su oficina.

—Por cierto—continuó—. Hay un nuevo integrante. Su nombre es Dallon. Si ya no tienes nada que hacer, puedes introducirlo. Estará a cargo de tu caso.

Ryan volteó, apoyándose en el marco de la puerta. Se veía confundido.

—Es nuevo. ¿Cómo puede estar a cargo de mi caso?—preguntó, un aire de amargura resaltando en su voz. 

—Haciéndolo. Está igual de bien entrenado que tú.—finalizó.

La puerta se cerró frente a Ryan, haciendo que retrocediera lentamente. No había sido tan malo como esperaba. Creía que se iba a enojar de verdad. Eso no había sido nada. En el fondo, "Él" estaba de mal humor todo el tiempo.  Por otra parte, estaba ese novato. Le daba gracia. Sabía que solamente había encontrado a Brendon porque él quería que lo encontrara. Aquel "Dallon" lo que sea no lograría nada solo. Era imposible.

Caminó hacia la oficina de Spencer, queriendo preguntarle qué cosa era lo que le había dicho a "Él". Tocó la puerta un par de veces, a lo que el ojiazul respondió, haciéndolo pasar. Abrió la puerta para encontrarse con él, sentando en su escritorio, frente a otro hombre. Ambos se pararon para saludarlo, mientras Spencer sonreía a la cara de confusión del castaño. 

—Ryan, él es Dallon—lo presentó,  señalando al hombre de ojos celestes que se encontraba frente a él—Dallon, Ryan.

Se sacudieron las manos, Ryan mirando todavía confundido al agente frente a él. Era más alto que él, no estaba acostumbrado a eso. Su pelo era castaño oscuro, peinado descuidadamente hacia el lado, con orbes de un color celeste diferente al de Spencer; más oscuro. Sus finos labios formaban una pequeña sonrisa. Así que él era Dallon...

—Los dejo unos minutos, para que se conozcan—dijo Spencer, dirigiéndose a la puerta de la oficina, ocultando una risita al ver a Ryan, rodando los ojos, irritado-. Después de todo, van a trabajar juntos.

Después de que Spencer se hubiera ido, ninguno de los dos quiso sentarse. Ryan hizo un ademán, retrocediendo unos pasos para quedar más lejos. Le molestaba bastante aquello del "espacio personal". 

—Así que te asignaron mi caso...—comenzó Ryan, con un tono de voz irritado.

—Ahora es mío. ¿De verdad era tan difícil...?—al ver a Ryan entrecerrando los ojos con lo que iba a decir, mejor se quedó callado. No le convenía ganarse enemigos en el primer día.

Ryan prefirió ignorar su comentario y comenzó a hablar, con poco interés.

—Primero que todo, tienes que conseguir un nombre clave.—partió el castaño, mirándolo a los ojos.

—¿Tú crees?

Ryan asintió, dirigiéndose a la despensa y sirviéndose una copa de vino rápidamente, sin molestarse en preguntarle a Dallon si es que quería.

—¿A caso no te habían dicho? En verdad, es bueno tener varios, asi no pueden identificarte tan fácil...

—Jordan, ¿Está bien?—preguntó el ojiazul, su tono de voz cambiando a uno bastante más grave y bajo.

Al darse vuelta, el rostro de Dallon se encontraba frente al suyo, sonriendo de lado. ¿Qué se creía? El castaño trató de retroceder, con el ceño fruncido. Estaba claro que Dallon quería ir por algo más, pero no. No era el tipo de Ryan. Además, teniendo a alguien como Brendon... Todo lo demás parecía no estar para nada en el nivel.

—Me gustan tus ojos.—susurró el ojiazul, tomando la barbilla de Ryan entre sus dedos.

Ryan lo apartó con fuerza otra vez, tomando un largo trago de la copa de vino. No. Spencer definitivamente no los había dejado solos para eso. Además, no tenía sentido. Se acababan de conocer. ¿Por qué todas las personas siempre asumían que Ryan se acostaría con ellos? A veces, no era bueno que lo vieran así. Como ahora. Solo quería hacer su trabajo...

Dallon volvió a acercarse, quitándole la copa de las manos y dejándola en el escritorio, dominante. Lo empujó contra la muralla levemente, colocando su mano en su cuello mientras lo sujetaba con fuerza. Ryan, más que querer defenderse, estaba sorprendido. Era nuevo. ¿Qué creía que estaba haciendo? ¿Qué le hacía creer que podía hacer esas cosas?

—A mi también me gusta el vino, ¿Sabes? Podrías haber preguntado antes de servirte solo a ti...

Su voz sonó áspera, antes de presionar sus labios contra los de Ryan con fuerza. Ryan frunció el ceño, dejándose ir por unos segundos. Dallon lo besaba con firmeza, de una manera que era casi dolorosa. Sintió su lengua deslizarse dentro de su boca, mientras ambas de sus manos lo sujetaban por el cuello. Le estaba costando respirar, y no entendía qué estaba pasando. En un par de segundos, sacó el revolver que siempre llevaba dentro de su chaqueta y lo presionó contra el pecho del ojiazul, quien lo dejó de besar automáticamente, mientras se apartaba.  Ryan se hizo a un lado, tomando la copa del escritorio y tomándose todo lo que quedaba en ella de una sola vez, limpiando su boca con la manga de su chaqueta.

—Solo vengo a decirte algo, Jordan...—hizo una pausa, sonando amargo y enojado—. No lo vas a lograr solo. Nadie, nadie logra encontrarlo. ¿Y ahora? Ahora acabas de perder tu oportunidad de trabajar conmigo.

Dallon lo miró por un par de segundos, confundido, hasta que se dio cuenta de qué estaba hablando Ryan. Pareció querer decir algo, incluso disculparse, pero Ryan cerró la puerta de la oficina con fuerza antes de que incluso pudiera tomar aire para hablar. Caminó rápidamente, buscando a Spencer, sintiéndose estresado y asqueado por lo que acababa de pasar. Había "renunciado" a el caso de Brendon, se suponía que le deberían asignar un estúpido caso de homicidio pasional o algo por el estilo, no un idiota que quería robarle su lugar, y además acostarse con él de pasada. ¿Qué mierda? Juraba que si se le volvía a acercar por cualquier cosa, haría que lo designaran también.

Al llegar a la pequeña cafetería dentro del edificio, se encontró con Spencer revolviendo una taza de café. Lo tomó del brazo con brusquedad, llamando su atención.

—¿Por qué hiciste eso?—murmuró, sonando bastante enojado. Spencer se encogió de hombros.

—Me dijeron que ibas a introducirlo...

—No lo quiero volver a ver—lo interrumpió el castaño, hablando con rabia—. Qué lastima, tendrás que encargarte tú de él.—finalizó, soltando el agarre en su brazo y marchándose de la cafetería. 

—Si es que vuelve a hablarme... Será tu culpa.—sentenció.

Bajó hasta el estacionamiento, donde se quedó unos minutos sentado en el Corvette, en silencio. Que asco de día. ¿Qué podría hacer? Sus manos agarraban el volante con fuerza mientras pensaba. Esto era más de lo que podía soportar. Oh, como deseaba haberle pegado un tiro ahí mismo. Nadie tomaba su lugar. Menos un novato creído.

Pero ya había terminado.

Oficialmente, el caso de Brendon ya no caía sobre él, si no sobre aquel hombre de ojos azules. Ya no estaba en el medio de la luz, expuesto. Podía sentir el peso irse de sus hombros. Ya nada recaía en él. Estaba absuelto de responsabilidades y al fin podía hacer cualquier cosa que quisiera. La imagen de Brendon apareció en su mente. Tal vez ir a visitarlo no sería mala idea. Se le notaba en los ojos, en la manera en que caminaba y como sonreía, que lo deseaba infinitamente. No le haría mal divertirse un poco.

Echó el auto a andar y partió hacia el hotel. Habían pasado un par de días desde la última vez que lo había visto, y según los registros de el hotel, Brendon seguía alojando en la suite presidencial. Se le hacía sorprendente como nadie se daba cuenta de quién era aquel hombre. 

Al llegar, estacionó afuera y subió por el ascensor. Notó que habían cambiado la puerta completa, y sonrió para sí mismo. Al tocar la puerta, descubrió que estaba abierta, y entró con cuidado. Siempre podría ser algún tipo de trampa. Partió revisando desde el jacuzzi y la terraza, bajando las escaleras y dirigiéndose a la cocina. No había nadie. Finalmente, entró al dormitorio principal, donde todo se encontraba perfectamente ordenado. En el baño tampoco había nada. Le llamó la atención que la única cosa que descansaba sobre la cama, completamente hecha, era la bata de seda que Brendon había usado la última vez que se habían visto. La tomó entre sus manos con delicadeza. Estaba estirada. Era lo único que había en todo el departamento. Era como si estuviera abandonada.

De pronto, todo lo hizo sentido. Apretó la seda entre sus manos con fuerza y se dejó caer a los pies de la cama.

Se había ido. Brendon lo había engañado.

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