Pétalos sueltos.

By Alboranista1508

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La protagonista de esta historia decide dejar su pequeño pueblo, donde vivió dolorosos recuerdos, y enfrentar... More

Prólogo
Capítulo 2
Capítulo 3

Capítulo 1

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By Alboranista1508


Mariposas al vuelo:

Somos mariposas, sin rumbo fijo. Pequeños humanos que vivimos engañados. Minúsculos granos de arena en un desierto.

Mariposas, llenas de color y alegría, que nunca se decantan por escoger bien la flor correspondida. Cuando por fin llega a la flor, esta cierra sus pétalos.

Cuando llega el invierno, las mariposas desaparecen porque llega el frío. Días fríos y gente con jaulas frías que quieren atrapar a preciosas mariposas.

Somos gente sin rumbo, que pensamos en el futuro y nos olvidamos del presente.

Efímeros, fríos y gente con ganas de atrapar mariposas. Es más, la mariposa quiere ser libre de una vez por todas.

Personas que cuando atrapan mariposas son avariciosos y siempre quieren y quieren más. Llega al día en que esa jaula esté a rebosar de mariposas y ese grano de arena se conforme con una sola.

Dejemos de ser esclavos los unos de los otros, y empecemos a vivir como mariposas.

Termino mi nueva entrada de mi blog y cierro el portátil. Ultimamente estoy escribiendo constantemente en mi blog desde que me mudé a esta caótica ciudad. Me levanto de la silla y voy a la pequeña cocina, donde me sirvo una taza de café, para espabilarme. Entre tantos estudios, escribir pequeños fragmentos en el blog... No tengo tiempo ni para dormir. Suena la suave melodía de un cantar de un pájaro, mi móvil. Lo descuelgo al instante.

- ¿Si?

- Si no te llamo, ni me llamas guapísima- me dice una voz masculina.

- ¡Will, que sorpresa!

Se trata de Will, una de las mejores personas que he podido conocer en mis días. Tal y como lo conocí en mi instituto supe que sería muy importante en mí, y así ha sido desde ese día. Lo que más me gusta de él es su sinceridad, su entusiasmo y su gran corazón.

- ¿Cómo lo llevas en la gran ciudad?

- Adaptándome, todo es muy difícil en la capital.

- Sabes que te podrías haber quedado conmigo, con tu familia y los demás en el pueblo, hay que afrontar todas las situaciones.

- Will, sabes de sobra que me encantaría estar allí con ustedes... Pero necesitaba otros aires frescos para emprender mis días.

- No te insistiré más, ya sabes que me tienes para todo.

Y con esa respuesta tan fría, me cuelga. A veces es muy cabezota  y el tema de que yo me fuese a estudiar lejos de él... No lo ha sabido llevar muy bien.

Estoy un poco agobiada en el apartamento, cuando me colgó Will aproveché para limpiar esta leonera... Se puede decir que últimamente no estoy muy organizada. Harta de estar encerrada, decido salir un rato y conocer el barrio en el que vivo.

Todavía no conozco a nadie vecino, e incluso todavía no sé muy bien los supermercados cercanos. Debería de salir más y aprovechar las tardes buenas para ir a un parque. Camino, camino sin pensar en nada concreto, mi vida es un maravilloso desastre que me encanta solucionar. Cuando llevo aproximadamente media hora andando, encuentro un bar pequeño, todo decorado rústicamente y con un aspecto tranquilo. Miro la hora y como es temprano, decido entrar para tomar algo.

Hay varios sillones blancos, aunque todos los muebles son de color madera provenzal. El ambiente es tenue, tranquilo y sereno, el sitio perfecto para estudiar o escribir. También puedo observar que hay varios jarrones con flores rosas, lo cual me encanta todavía más. Veo una pareja de jóvenes enamorados compartiendo un helado de fresa, lo cual nunca he podido experimentar, ya que no he tenido pareja.

- ¿Desea tomar algo?

Levanto la mirada y me encuentro el camarero. Debo de haber estado bastante tiempo observando toda la decoración que se me había olvidado de sentarme y pedir algo, que era la finalidad con la que había entrado.

- Un helado de fresa, por favor.

El joven camarero lo apunta en su libreta y sale disparando a la cocina, la cual había que atravesar por una estrecha puerta de colores pasteles.

He de decir que el camarero es muy guapo, bastante guapo. Posee una mirada cristalina con unos enormes ojos azules. Tiene el pelo rubio, peinado en un sencillo tupé. Vestido de negro se le marca más su color tan blanco de piel, y por el poco tiempo que he podido mirarlo, tenía un pájaro tatuado en su brazo derecho.

Deja el helado de fresa sobre la mesa y se retira tan rápido que no me da tiempo de darle las gracias. Tiene muy buena pinta el helado, hasta le ha echado sirope por encima. Aprovecho y le tomo una foto con el móvil, para publicarla en Instagram.

 Aquí perdida en un lindo bar de Madrid :)

Soy muy activa en las redes sociales, me encanta publicarlo todo. Ya la foto tiene un par de corazones por parte de mis amigos y un comentario de mi querido Will.

@Will_am: Eres tan dulce como el helado que te estas comiendo. ¡Disfruta!

El comentario me hace sonreír por un instante y le respondo con una carita mandando un beso.

Mientras voy comiendo mi helado, va entrando gente de todo tipo. Hay chicas cogidas de las manos, locamente enamoradas. Un chico con una chica asiática que se van del bar alegremente. Todo el mundo entra y sale de este bar con su pareja menos yo, que estoy sola sentada.

Nunca he tenido la curiosidad de tener pareja, prefería disfrutar mi adolescencia con mis amigos. Y no me arrepiento de ello, todo lo contrario. Pero quizás, si hubiera tenido pareja no me encontraría sola en la capital... Tendría un apoyo, un amigo, una persona a la que querer.

Me como el helado y voy a la barra a pedir la cuenta. Hay un marco con una postal que dice en letras mayúsculas "SONRÍE".

- ¿Te gusta el cuadro?

- En general, me ha parecido precioso el local- le digo al camarero- ¿me dices cuánto es el helado?

- Claro, claro, por supuesto- dice mientras teclea en su tablet- serían dos euros.

Saco el monedero del bolso y le pago la cantidad deseada. Veo que tengo monedas sueltas y las echo en la hucha de cerdito que tiene sobre la barra.

- Gracias- me dice con una luminosa sonrisa.

Salgo del establecimiento y compruebo que se ha instalado la noche en mi día. Y yo que pensaba que estaría un pequeño rato... Al menos he logrado mantener mi cabeza despejada de los estudios.

8 años antes

Estaba sentada en un parque de mi pueblo, rodeada de preciosos árboles. Al lado mía estaba una niña con el pelo rubio, jugando muy concentrada a la peonza. Me hallaba exactamente sentada en la fuente central, esperando a que llegase el amor de mi vida. Me dijo que me quería confesar algo, y estoy muy nerviosa.

Se está atrasando, ¿se le habrá olvidado? No, no creo. No sé explicar muy bien mis sentimientos hacia él, nunca había sentido algo tan fuerte por alguien. Cuando me encuentro cerca suya el corazón me late demasiado fuerte, pero aún así me tengo que conformar con ser su amiga. Estoy segura que me quiere y me lo dirá en cuanto llegue.

Estuve comentándolo con Will cuando vino una hora antes a mi casa, como suele hacer todas las tardes. Tal y como se lo conté se notó en su cara una expresión de decepción, no sé por qué.

- ¿Mía?

Levanto la cabeza y me encuentro con Juan, el atractivo e incomparable Juan. Posee una mirada que te hipnotiza, con unos ojos verdes esmeraldas. También, cabe destacar que su piel blanca hace un precioso contraste con su pelo negro. Estoy enamorada de él, y hoy le dejaré muy claro mis sentimientos.

- Hombre, por fin apareces- le digo mientras le doy un abrazo.

- Verás, no tengo mucho tiempo así que te lo diré rápido.

Mi subconsciente grita por dentro que le bese, que no le suelte nunca más de los brazos y que nunca me separe de él.

- Me estás dejando intrigada- digo mientras el corazón me late a toda velocidad.

- Zoe... No sé como decirte esto...

Pero dímelo ya, dime que me quieres y que no te quieres separar de mi. ¿A qué esta esperando?

- Me voy de la ciudad, mi madre ha encontrado empleo en Valencia y no puede desaprovechar esa gran suerte. Además, he convencido a mi novia para que también se venga conmigo.

¿Estoy escuchando bien? ¿Ha dicho novia?

- ¿No...novia?

- Siento no habértelo dicho antes, estabas muy ocupada y nunca vi el momento de decírtelo... Quedé contigo aquí para darnos un último abrazo y despedirnos para una larga temporada.

Me doy la vuelta, reprimiendo las ganas de llorar y corro. Corro porque tengo una fuerte presión en el pecho. Lloro, me da igual que la gente me vea. Me han roto el corazón. Jamás permitiré que alguien vuelva a entrar en mi corazón, no quiero. Me sentía fatal, angustiada. Era una margarita, la cual le habían arrancado sus pétalos, dejándola irreparable.

Lo que nunca pensé es que toda la conversación la estuvo escuchándola y viéndola alguien, alguien que lo consideraba mi mejor amigo.

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