John, la mayor de mis adiccio...

By Estela2610

3.1M 179K 39.9K

John Carter y sus hermanos han llegado a Greensboro de forma misteriosa, nadie sabe de dónde vienen, si se qu... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Epílogo
¡Hola girasoles!

Capítulo 27.

57.1K 3.9K 996
By Estela2610

—Emily —repite mi nombre porque no he dicho ninguna palabra, tampoco he girado y mucho menos me he puesto de pie. Esa actividad tan sencilla me cuesta trabajo y es que no solo mi alma se ha debilitado, mi cuerpo también.

—No quiero hablar contigo, vete por favor —le pido, no quiero que me mire así, tan afectada. Aún me queda algo de orgullo.

—Tus padres están preocupados, no respondes el teléfono y...

—John, no me hables como si no lo supiera todo. No debiste venir aquí, sabes tan bien como yo que ya nada importa porque digas lo que digas, hay pruebas de lo que hiciste, de lo que has hecho todo este tiempo —murmuro sin abrir mis ojos aún.

—¿A qué pruebas te refieres? La información que te mostró Isaac no dice nada, Emily —argumenta como si eso borrara el resto, el hecho de que todo concuerda.

—No quiero hablar contigo...

—Pero tenemos que hacerlo porque lo que te dijo Isaac es una total mentira. Nada de lo que te ha dicho es cierto —insiste y en el siguiente segundo lo tengo a mi lado.

Continúo sin abrir mis ojos, no quiero verlo. Siento que al hacerlo voy a recordar lo tonta que he sido todo este tiempo, creyéndome la princesa fría que había sido rescatada por el amor de su vida. Es estúpido, todos deseamos esto, todos queremos amor, todos lo buscamos a diario, incluso sin darnos cuenta. Todos queremos sentir al menos una vez qué es perder la razón por otro ser humano que te ame igual o más que tú a él o a ella. El problema está en que olvidamos por completo que los cuentos de hadas no existen, jamás han existido y jamás existirán.

Abro los ojos de pronto al sentir sus dedos temblorosos en mi barbilla y con suma delicadeza gira mi rostro hacia él. Aún con la poca luz que nos rodea puedo darme cuenta de la confusión en su mirada, parpadea muchas veces, aunque no aparta la mirada y yo, débil, frágil, herida dejo escapar unas cuantas lágrimas que son el reflejo de mi alma lastimada. El sutil roce de sus dedos me produce un cosquilleo intenso desde la garganta hasta mi estómago y rodea mi espalda. Soy poco consciente del momento en el que mis manos viajan hasta sus mejillas y lo acaricio sabiendo que esta es la última vez que lo haré. Nada de lo que diga será válido. No hay marcha atrás, John Carter me ha engañado de una forma ruin.

—Emily...

—No —digo apartando mis manos y con un movimiento brusco alejo mi rostro.

—Tenemos que hablar...

—No quiero hablar con el hombre que ha roto mi corazón.

—Es que todo ha sido una mentira. Yo... voy a aceptar que te he mentido en un par de cosas, pero hay muchas otras que son verdades... yo...

—Ya sé lo que dirás. Ahora pretendes engañarme diciéndome que te enamoraste de mí mientras intentabas manipularme, que realmente me amas, que todos nuestros planes eran ciertos, que estabas buscando la forma de que tus padres se olvidaran de la estúpida rubia que se enamoró en un parpadeo de su hijo. ¿Es eso lo que me dirás? Porque si es así, pierdes tu tiempo. —Me levanto del suelo y camino a mi auto. No hay nada, no me toma de los brazos, no pronuncia mi nombre y lo que duele más, no niega nada.

—La primera vez que te vi estaba destruido, me acababa de enterar de algo espantoso. La primera vez que te vi, estabas en una pantalla de un ordenador dentro de un archivo de nombres de chicas, de posibles prospectos, de posibles víctimas. Y yo escogí tu nombre entre una lista enorme... Pero llegué a tu nombre por casualidad, no había ninguna intención malévola cuando imprimí tu información y tu foto la he guardado todo este tiempo porque... —Confundida suelto el picaporte de la puerta y camino hasta él y le lanzo una cachetada.

—No quieras enredarme más con discursos baratos. —Mis estúpidas lágrimas vuelven a rodar por mis mejillas.

—No, no, no. Claro que no —intenta acercarse y extiendo una mano para que se detenga.

—¡Claro que sí! —chillo descontrolada—. Deja de mentir, ya basta, John.

—Emily, necesito que entiendas que nada de lo que te dijo mi hermano es verdad, yo no te he utilizado, ¿crees que he hecho todo lo que he venido haciendo por ti para manipularte?

—Acabas de decir que escogiste mi nombre en una lista enorme de chicas... ¿Crees que quiero escuchar más? No necesito entender nada, es obvio que lo que dijo Isaac es cierto, pero ahora mismo lo único que intentas es confundirme... otra vez. —Paso mis manos desesperadas por mi cabello y camino de un lado a otro sin dejar de llorar.

—Si tan sólo te calmaras y...

—¡Qué no quiero saber nada! Lo único que quiero es que te largues del pueblo, que desaparezcan porque soy una idiota, John, porque a pesar de saber que me has jodido la vida, quiero darte la ventaja de huir antes de que busque ayuda legal para denunciar a tus padres.

—Mis padres no son unos estafadores, Emily. Mi hermano está volviéndose loco, desea irse de aquí, no está tranquilo desde que Rocío nos encontró y se ha inventado una historia digna de una película de Hollywood, pero no es cierto. Yo te amo, sé que los documentos pueden parecerte algo muy obvio, la mentira de Isaac es muy conveniente y te repito, no es verdad, créeme por favor, hazlo, porque si no lo haces me voy a volver loco.

—No puedo creerte, no hay nada que pruebe tu palabra y yo te repito que acabas de decir que escogiste mi nombre de un listado de chicas a quien engañar —exclamo cansada de la conversación, solo está buscando la forma de atraparme nuevamente.

—Sí, te escogí, pero no por las razones que estás pensando. Tu foto fue lo primero que apareció, estabas saliendo de esa empresa en la que sueñas quedarte por siempre, con tu cabello rubio revuelto por el viento y tus mejillas rojas por el frío, tus ojos azules se ven más azules en invierno y eso fue todo, Emily. Mirar tus ojos fue como mirar el cielo, y mirar el cielo en tu mirada me dio esperanza. Fue cuando tomé la decisión de salvar a mis hermanos, fuiste quien me dio valor para salir de todo aquello...

No entiendo nada, cada palabra que sale de su boca es aún más confusa, aún más que las que había pronunciado Isaac. Me repito mentalmente que no debo caer, que no debo preguntar a qué se refiere porque seguro ya han planeado una nueva alternativa para confundirme.

—Voy a irme a casa y espero que mañana ya te hayas marchado. Ya ni siquiera creo que toda esa historia de que tus padres los lastimaban físicamente y psicológicamente sea cierta.

—Espera —coge mis muñecas—. No voy a irme, ni mañana ni en lo que queda del verano, al único lugar al que iré será a la primera ciudad a la que te envíen a visitarte, tal y como lo habíamos planeado. ¿Qué quieres que haga para que me creas? —Me suelta las manos y acuna mi rostro empapado, junta nuestras frentes y su respiración agitada se mezcla con la mía—. Jamás, escúchalo bien, jamás he sentido tanto amor por una persona. Emily —susurra—. Dime, ¿qué necesitas que haga para que me creas cuando te digo que no te he utilizado?

Sus labios rozan los míos y tiemblo de pies a cabeza. La debilidad que siento por este hombre es demasiada. Trago grueso cuando vuelve a rozar mis labios, y nuestras miradas se buscan desesperadas. Por un ligero momento pienso en que quizás tenga razón, que tal vez Isaac me ha mentido, pero, si eso es así, ¿cuál es la verdad? ¿Por qué niega todo, pero no dice su verdad?

Él afirma que todo es una mentira, sin embargo, no aclara nada. Envuelta en la seducción particular que siempre nos rodea cuando nuestros cuerpos se juntan, dejo, por un segundo que me bese, entonces, me ataca con profundidad. Sus gruñidos son fuertes y llenos de emoción, mis lágrimas siguen cayendo porque por más que me deje llevar por este momento, sé que las probabilidades de que este beso sea falso son altas.

Sus dedos poco a poco se pierden en mi cuello y yo quisiera retroceder el tiempo y volver a ese momento en el que este beso no me produjera nada más que felicidad.

—¿Cómo puedes pensar que no te amo? —susurra sobre mi boca—. ¿Acaso no lo sientes? ¿No te das cuenta de lo loco que estoy por ti? No ha existido nunca, ningún plan, Emi.

—Si todo lo que dices es cierto, entonces, ¿por qué no has explicado la razón por la cual tienes esos documentos? ¿Por qué no has dicho desde el principio la verdadera razón? —susurro también.

—Porque tengo miedo de perderte para siempre, por eso he callado tanto tiempo. Porque esas razones por las cuales encontré tu información en una computadora de mis padres son más macabras, poco creíbles y malvadas que la historia falsa que te ha dicho Isaac. Porque temo como un enfermo que cuando las palabras al fin salgan de mi boca, tú salgas corriendo de verdad a la policía y creas que soy el malo de la historia y porque me aterra que no entiendas mis motivos para no denunciar a mis padres.

Me aparto de él y marco la distancia suficiente para entender lo que acaba de decir.

—Quiero creerte John, mi salud emocional necesita creerte, pero también necesita que seas honesto y me lo digas todo, porque si no lo haces seguiré pensando que me has utilizado todo este tiempo —digo con firmeza.

—¿De verdad crees que unos estafadores pensarían que pueden manipular a la chica que con solo veinte años descubrió no uno, sino, varios fraudes dentro de la empresa más grande de todo el país? —cuestiona mirándome fijamente.

—Yo... no...

No digo gran cosa, él tiene razón. No tenía sentido que me quisieran utilizar como si fuera fácil de engañar, como si me creyera cualquier cuento. No sé si es mi desesperación por creer lo que dice o que de verdad solo soy buena con los números, más no con el resto.

—Te estoy diciendo la verdad...

—¿Cuál verdad John? No paras de decir que Isaac ha inventado todo, pero no dices nada nuevo, repites lo mismo una y otra vez —alzo la voz desesperada.

Mira hacia arriba y un largo susurro se le escapa de los labios.

—Es que deseo decírtelo todo y al mismo tiempo sé que estás mejor sin saber la verdad, que estás mejor creyéndome un descarado que se acercó a ti para utilizarte —suelta y niega con su cabeza.

—¿Cómo puedes decir eso? ¿Es que acaso no me ves? Mírame John, estoy tan herida que me duele respirar, si la verdad es algo que va a asustarme, pero limpiará tu nombre, dímelo, hazlo y superaremos el resto...

Gruñe desesperado, dolido, molesto y empieza a patear con su pie todas las piedras que hay en el suelo, incluso le da un puñetazo al auto, sabiendo que es de mi padre. No hay mucha luz y aun así puedo ver cuando una lágrima se le escapa y la limpia antes de que llegue a la mitad de su mejilla. Me da la espalda y antes de decirme cualquier palabra suelta un grito estremecedor. No sé con qué lucha internamente, pero necesito saberlo.

—Isaac tiene razón, fui un estúpido por pensar que podríamos tener una vida tranquila, lejos de Rocío y Sergio, pero nunca podremos, si te digo la verdad y por un milagro decides seguir a mi lado voy a arrastrarte a una vida en donde nunca estaremos a salvo realmente. La única solución es denunciarlos y Leonel sigue sin estar listo —dice derrotado.

—¿A qué has venido realmente? ¿A pedirme perdón, a explicarme o a decirme que prefieres que te crea el malo de la historia antes que luchar por mí? —le grito. Cada vez que habla me confunde más.

—He venido a suplicarte que creas que mi amor por ti es puro, he venido a decirte que no me acerqué a ti con malas intenciones y que mientras subía hasta aquí estaba completamente seguro de que te lo diría todo y al tenerte frente a frente sé que no puedo. No puedo decirte la verdad, porque es desgarradora....

—John...

—Así que olvida todo lo que he dicho y piensa que soy el maldito hijo de puta que quería aprovecharse de ti, créelo. No puedo más con esto.

—John...

—Sabes qué, no tienes que creerlo porque es la verdad. Perdóname, Emily. Esto de venir a pedirte disculpas también es parte de un plan. Todo lo que dijo Isaac es cierto, es verdad. Hacemos esto todo el tiempo para evitar ser asesinados por nuestros propios padres y no eras más que la chica que me permitiría seguir vivo unos meses. Mis padres me han obligado a venir y hacerte creer que soy inocente pero no lo soy porque, aunque no quiero hacer esto, he logrado que te enamoraras de alguien que en un principio no sentía nada por ti, pero que ahora está perdido sin ti, sin embargo, este es el fin. Dame unos días y me iré.

Tengo la boca entre abierta y mis lágrimas se han detenido. La impresión de sus palabras es un cuchillo enterrándose en mis entrañas. No tengo nada que decirle al respecto. Subo finalmente a mi auto y con manos nerviosas y temblorosas lo pongo en marcha, retrocedo con mucho cuidado para no golpear su auto, ni siquiera lo había escuchado al estacionarse por estar absorta en mis pensamientos.

En la carretera avanzo con la velocidad mínima. Cuando alguien te quita la venda de los ojos ante cierta situación, esperas con ansias que se trate de una mentira, de una broma, un mal chiste; esperas que el causante de tu dolor aparezca y te convenza de lo contrario y sí, es justo lo que en mi interior quería, que John lo negara todo, que tuviera una explicación rozable, y no la hay, nunca la habrá.

Detengo el auto hasta que estoy en casa de Clark. La persona que me abre la puerta es su madre e importándome poco que piense que me ha pasado alguna atrocidad, lo que es verdad, pregunto por mi amiga y en cuanto me dice que está en su habitación salgo corriendo, como si llorar como una condenada no fuera ya lo suficientemente dramático.

Abro la puerta y encuentro a Clark perdida en una serie paranormal que le gusta mucho ver, apenas y gira hacia mí y se lleva las manos a la boca. No quiero ni pensar en el aspecto que tengo para que eso haya ocurrido. Se levanta de la cama y me abraza, justo en ese momento es que toda mi realidad me cae de golpe, justo cuando los brazos de mi mejor amiga me rodean es que saco todo de verdad. Lloro como nunca, lloro y lloro y lloro sin parar. Clark se limita a llevarme hasta la cama sin despegarse de mí y me acurruco en ella como si fuera un bebé y ella mi madre. Sus manos acarician sin parar mi cabello y yo no logro articular palabra alguna.

Ojalá le hubiera hecho caso a mi amiga aquella noche que me dijo que al final del verano yo estaría en este estado tan miserable y deprimente. Había deseado tanto enamorarme y ahora quisiera volver a ser esa chica incapaz de sentir afecto por alguien.

—Emily —susurra—. ¡Dios mío! ¿Qué te ha pasado? ¿Alguien te ha hecho daño? —Sus ojos marrones me miran expectante y es que mi estado no es el de una típica joven a la que le han roto el corazón, más bien, parezco que me han hecho algo más grave.

—Es... él... Liam...

¡Demonios! No puedo ni articular palabras.

—Tranquila, bonita. Sea lo que sea vamos a solucionarlo —intenta calmarme, es lo que toda la gente te dice, "vamos a solucionarlo", sí, supongo que un día vuelves a estar bien, pero mientras tanto, ¿cómo lo solucionas? ¿cómo logras que el pecho deje de doler tanto?

—No tiene solución —logro decir—. Me ha mentido, Clark...

—¿Quién? ¿Quién es Liam? —pregunta más que preocupada y me doy cuenta de que me había guardado los secretos de los Carter pensando que era lo menos que merecían después de un pasado atormentado.

Entre lágrimas, mucosidad y dolor, le cuento todo. No hay un solo detalle que guarde. Me escucha atenta y no hay expresión alguna en su rostro. No dejo nada en el aire, incluso le narro la forma extraña en la que John se ha comportado, primero queriendo convencerme de que todo era una mentira y que de un segundo a otro ha aceptado todo.

Las palabras se me cortan todo el tiempo, sobre todo al decirle los planes que teníamos, la forma en que me había pedido ser su novia, el baile en medio de la calle, cada mirada, cada palabra que ha salido de su boca, la desesperación reflejada en sus ojos cada vez que me hablaba como si de verdad sintiera algo por mí. Intento que Clark entienda que no solo se trata de un corazón herido, se trata de que me siento como un objeto, como una maldita pieza dentro de sus planes y que, aunque trato de entender que han sido obligados a hacer lo mismo en repetidas ocasiones, no duele menos.

Clark se queda callada varios minutos y vuelve a hablar hasta que yo me calmo un poco. Me ofrece un té para apaciguar mis nervios, llamar a mis padres para decirles que estoy bien y que estoy en su casa e incluso ha llamado a Michael para que devuelva el auto de papá a casa en caso de que lo necesiten. Una vez que regresa con el té en sus manos y me obliga a beberlo, se sienta en una de las orillas de la cama y simplemente me observa.

—Emily... sé que este es el momento en el que digo que son unos malditos desgraciados y que efectivamente deberías ir a la policía y denunciarlos, pero no tienes pruebas o algo que respalde tu versión de los hechos. Ni siquiera sabemos si Rocío y Sergio sean los nombres verdaderos de sus padres y yo no sé qué tan cierto sea toda esa historia de que son obligados a hacer algo como eso, lo único que sé es que John o Liam o como sea que se llame, no ha fingido lo que siente por ti —dice insegura.

—Clark...

—Es que tú no lo viste el día que te preparó lo del lago. Pasé con él todo el día y aunque hubieran sido dos horas me hubiera bastado para darme cuenta de lo enamorado que está de ti. Joder, si sonreía cada vez que te mencionaba. Los ojos Emily, los ojos no mienten, son la ventana del alma y yo lo miré aquel día. Sus nervios cuando sacó la hoja en la que había hecho el poema, parecía un niño nervioso. Sé que se pueden fingir muchas cosas en esta vida... yo dudo mucho que él haya podido fingir la ilusión con la que preparó cada detalle para esa noche.

—¿Qué pasa con el resto? ¿Qué hay de su malévolo plan?

—Pues eso tampoco tiene mucho sentido. Necesitas calmarte y analizarlo como yo. De acuerdo, tienen un expediente de ti y él te ha aceptado que lo consiguió de una computadora, jamás dijo que sus papás se lo hayan dado. Tú miraste la crisis de Leonel, ¿eso se puede fingir? Porque yo no le creo. Te ha dicho que cuando miró tu foto encontró esperanza para sacar a sus hermanos de aquel infierno. Honestamente no creo que todo eso de los fraudes sea cierto, digo, tu padre tiene una empresa, no es gigante, pero ¿no crees que es más sencillo hacer el fraude ahí? Y bien sabes que no es el caso, que John más bien ha incrementado las ventas, tú me lo dijiste y que ha resuelto todos los problemas financieros de tu padre.

—Este no es uno de esos casos que miras en la televisión... —la interrumpo porque está haciendo hipótesis que no sirven de nada.

—Espera, Emily. ¿Qué tal si la verdad realmente es demasiado dura para él y ha preferido que creas lo que Isaac te ha dicho? Es que una persona no puede cambiar de parecer de un momento a otro. Escucha, quizás son hipótesis sin sentido porque quiero más que nadie en el mundo que no sufras, pero, no puedes negar que lo último que te dijo hoy, no es cierto y en caso de que lo sea hay algo que siempre sostuvo, y es que se ha enamorado de ti.

—No alimentes ilusiones en mí —le pido con amargura.

—Bien, dejaré de encontrarle el lado bueno a todo esto —es lo último que dice—, en mi opinión hay algo que no termina de cuadrar, hay algo que me dice que nada de lo que te dijo es cierto y que esa verdad que no te quiere decir, existe.

Me quedo dormida entre sollozos y temblores. Es ridículo lo débil que puedes llegar a estar por una herida emocional más allá de una física. Clark me ha abrazado toda la noche. Al despertar trato de no ser tan optimista como ella, intento por todos mis medios comprender de una buena vez que, aunque algo no termine de cuadrar, él se irá y eso es lo mejor.

No como gran cosa en casa de Clark y espero que sea de tarde para regresar a casa y dar señales de vida. Por supuesto que mis padres están algo molestos conmigo, me he desaparecido sin más y para variar, no puedo decirles lo que ocurre, invento una patética historia en la que Clark y Michael han discutido y he tenido que consolar a Clark todo este tiempo, sin embargo, mis padres me miran como si estuviera hablando en chino y a pesar de ello sigo caminando hasta mi habitación, pero una figura familiar sentada en el comedor llama mi atención. Leonel está aquí. Importándome poco que mis padres estén a una pequeña distancia digo lo que tengo que decir.

—Leonel, no sé qué haces aquí... yo no quiero saber más de ustedes.

—No voy a quitarte mucho tiempo. He venido a decirte que vamos a irnos y que la única que puede hacer que nos quedemos eres tú. Mi hermano te ama con locura, Emily... sé que no ha podido decirte la verdad y que es tan estúpido como para haberte dicho que la versión de Isaac es cierta, no lo es... También he venido porque me siento culpable, porque la razón más poderosa que John tiene para ocultarte la realidad soy yo y mis malditos traumas y mi patética cobardía de no poder enfrentar todo lo que necesitamos enfrentar. Quería que supieras eso y que te agradezco mucho todo lo que hiciste por nosotros, hubo un momento en el que te llegué a mirar como a una mamá, porque nunca tuvimos una, en fin... gracias —dice todo de un tirón, dejándome perpleja y a mis padres también.

Sale de nuestra casa y mi cuerpo me grita que salga corriendo tras John y que le pida que no se marche, y suplique que me diga la verdad. No lo hago.

—¿Es por eso por lo que desapareciste, cierto? John vino por la mañana a decirme que le diera unos días para entregarme con formalidad todo lo referente a la empresa. ¿Qué ha pasado hija?

—Yo... no quiero hablar al respecto y espero que lo comprendan.

Salgo pitada a mi habitación y me encierro. Mamá entra varias horas después y simplemente le pido que me deje sola. ¿Qué se supone que haga? ¿Tengo que salir detrás de John cuando continúo sin entender bien lo que pasa?

Al día siguiente no salgo de mi habitación y miro mi ventana con la esperanza de que él entre por ahí y me explique de una buena vez todo este laberinto de suposiciones, hipótesis, mentiras y engaños. No lo hace, no aparece hoy, ni al día siguiente, ni al siguiente, ni al siguiente y mi corazón se ha quebrado más y más con cada día que pasa, con cada hora, con cada segundo. John Carter está decidido a marcharse sin limpiar su nombre.

Nuevamente sábado y si no salgo de mi habitación mis padres pensarán que estoy teniendo pensamientos suicidas. ¿A quién quiero engañar? He salido de casa porque Clark no ha querido confirmarme si los Carter se han marchado o siguen en el pueblo, a mis padres no me he atrevido a preguntarles tal cosa y ellos han decidido que es mejor no nombrarlos más y estoy caminando hacia la casa de John, no sé para qué. ¿No es obvio que no está interesado en resolver lo nuestro? De otro modo hace mucho hubiera buscado la forma de verme.

A mitad de camino me detengo y me doy cuenta de que no debería estar haciendo esto. Fue él quien me mintió de alguna u otra forma, fue él quien ha preferido que me quede con una imagen errónea y fue él quien eligió marcharse. ¡En qué cabeza cabe que yo deba buscarlo! Regreso corriendo a casa y otra vez llorando como si ya no hubiera derramado suficientes lágrimas durante toda la jodida semana. Como si no fuera demasiado sentir que el alma ha decidido darle una vuelta al mundo sin mí y no tengo idea de cuándo volverá.

Gracias a Dios, mis padres no están en casa y puedo volver a encerrarme en mi cuarto. Cierro la puerta y me quedo de piedra al mirarlo, está recostado en la ventana y mis ojos viajan hasta unos sobres en la orilla de mi cama, su sorpresa me deja más que claro que no planeaba verme, su miedo en la mirada me dice con certeza que únicamente dejaría lo que parecen... ¿cartas?, y se marcharía nuevamente.

—Lamento entrar así... sigues sin cerrar la ventana.

—Quizás no la cierro porque tenía la esperanza de que esto pasara, de que te aparecieras sin más —¡Vamos Emily, no llores! —. No te has marchado —me atrevo a decir importándome poco mi orgullo.

—Hoy —dice y me paralizo—. Hoy me iré... pero quería... yo...

—Escucha, no sé qué demonios está pasando. Ya no sé qué es verdad o qué es mentira, yo necesito saber tu verdad, John.

—Mi verdad es que te amo, yo no quería que las cosas pasaran así, yo deseaba como un jodido idiota que lo nuestro funcionara, irme contigo, recuperar mi vida. Pero también está mi otra verdad, y esa otra verdad es lo que aún ignoras, y primero tengo que revolver lo que evadí mientras me creaba un cuento de hadas a tu lado y te amo, nunca olvides que te amo.

—Pero te irás; te irás y me dejarás creyéndote el peor de los hombres —contesto de forma inestable.

—Estrella country...

—No me llames así.

—Emily, si después de que lo sepas todo, si después de que resuelva mi vida y la de mis hermanos, si después de eso, logro dar contigo, y logras perdonarme te juro que no nos volveremos a separar.

Paso una de mis manos por mi frente, es que John no termina de entender que no puede marcharse y dejarme con tantas dudas o soy yo la que está exagerando la situación.

—¿Me estás pidiendo que te espere? —Ya las lágrimas han regresado.

—Solo te estoy diciendo que voy a buscarte en algún momento.

—Pues yo no puedo esperar a alguien que no está siendo honesto conmigo —declaro con la voz completamente rota. No dice nada, otra vez se queda callado, ¡maldita sea! Se acerca a la cama, toma las cartas con una de sus manos y da pasos inseguros hacia mí—. ¿Qué son todas esas cartas?

—Son para ti, no puedes leerlas aún.

—¿No? —pregunto asombrada.

—Quiero que las leas cuando tu mundo esté de cabeza, y sientas que no hay salida. —Sus ojos brillan.

—Dijiste que no te gustaban este tipo de cosas... Incluso dijiste que enviarse cartas era una completa mierda.

—Lo dije cuando no me había enamorado de ti. —Su voz es como música para mis oídos, una música que no volveré a escuchar—. Lo dije cuando no tenía ni la mínima idea de lo que tenía enfrente, Emily. —Sus manos viajan hasta mi rostro y doy varios pasos hacia atrás antes de que entren en contacto con mis mejillas.

—John, no hagas esto —le suplico.

—Quiero hacerlo, quiero que al menos, en tus días oscuros puedas leer las palabras que he escrito para ti, quiero que al menos en esos momentos puedas verme como una luz en el camino y no como la jodida oscuridad en la que me he convertido para ti. Por favor, acéptalas. Promete que las leerás.

Extiendo mis manos y deposita todas las cartas que ha escrito para mí. Cartas que jamás creí ver algún día, primero, porque no son épocas de cartas de amor y segundo, porque John había roto cualquier esperanza de redención. Sus dedos rozan ligeramente mis manos y me quedo estática. Hay al menos veinte cartas en mis manos, todas en sobres, con su letra en la parte delantera. Las ha escrito a mano, como en los viejos tiempos, ha hecho algo épico como si eso va a resolverlo todo.

—Las leeré hoy —le digo y su rostro se transforma en dolor.

—Pero...

—Dijiste que las leyera cuando mi mundo estuviera de cabeza y no hubiera salida. Es justo como me siento sin ti. Es justo como me he sentido desde hace una semana. Lo sabes y lo sé.

Camino hacia atrás dando pasos torpes, y él se queda en el mismo lugar, mirándome, con sus ojos color miel, sus manos dentro de sus bolsillos y el orgullo demasiado alto, como para aceptar que se ha equivocado; como la primera vez que lo miré.

Salgo de mi misma habitación porque sé que va a marcharse y no quiero ser testigo de ese momento en el que termine de destrozar mi vida. Aprieto las cartas sobre mi pecho y me dejo caer en el suelo hasta que ya no escucho ningún tipo de ruido en mi cuarto y vuelvo a entrar. La ventana está abierta y él se ha ido. John Carter se ha marchado y con él todas mis ilusiones.

************************************************************
Las preguntas del millón...

1. ¿Por qué John ha tomado esa actitud?

2.¿Cual es la verdad después de todo?

3.¿Qué dirán las cartas?

4.¿Volverán a verse Emily y John?

En multimedia: Birdy - Wings

Continue Reading

You'll Also Like

335K 22.3K 28
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
8.4K 905 31
Bill Weasley regresa a Londres desde Egipto con el objetivo de estar más cerca de su familia, instalándose en un apartamento en el centro de la ciuda...
331K 12.1K 44
una chica en busca de una nueva vida, nuevas oportunidades, de seguír sus sueños. todo iba bien hasta que el la vio. el la ve y se obsesiona con ell...
98K 4.1K 57
Él es tan inexplicable tan excitante pero tan peligroso, su sonrisa te decía que ibas ha ser suya y era imposible resistirse.Pero hacia de mi vida ta...