Karma Police //Ryden//

By _prescribed_pills_

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[04.12.34 | 1:36 AM] "Los placeres violentos terminan en la violencia, y tienen en su triunfo la propia muert... More

Parte Uno
I- Life's Like a Detuned Radio
II- All These Things That I've Done
III- A Bullet Through a Flock of Doves
IV- Hush, Don't You Say A Word
Parte Dos
VI- I'd Love To Kill You
VII- A Taste Of Poison Paradise
VIII- I Will Take You Down
IX- Take Me To The Fire
X- The Sound Of Desire
XI- There's No Blood
XII- Got Me Looking So Crazy
XIII- Modern Day Cain
XIV- How Deep Is Your Love
XV- All The Lovers
XVI- Blank Space
XVII- This Is Kairos
Parte Tres
XVIII- Devotion And Desire
XIX- Curse My Eyes
XX- Sorry To My Unknown Lover
XXI- I'm Only Human
XXII- Make Me A Sinner
XXIII - In A Hail Of Bullets
XXIV- My Love Will Never Die
Epílogo: This Is What You Get
Agradecimientos
Añadido: Dudas y Extras

V- I'm Gonna Smoke You Out

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By _prescribed_pills_

—Así que... ¿Averiguaste algo ya?—la voz de el chico frente a sí hizo que saliera de sus pensamientos.

—Claro...-sonrió con suficiencia, sus dedos jugando con una copa de vino.

Su mirada iba tras el líquido que se movía de un lado a otro en la copa entre sus manos, sin derramar. Pasó su dedo indice por el borde de la copa, casi podiendo sentir el caro cristal que sujetaba. Volvió la cabeza hacia el lado para observar la oscilación mejor.

—¿Y...?—volvió a preguntar el hombre de ojos celestes, sin encontrarle el sentido a lo que estaba haciendo. No se podía hablar con Ryan. Era demasiado cínico, psicótico. Nunca, nunca diría la verdad.

—Mira, el punto aquí es que... Sí—asintió el castaño, penetrando en los ojos de su compañero—. Ya sé donde está. Se quien es. Planeaba ir a visitarlo hoy...—suspiró mientras bajaba la vista y se dirigía dramáticamente a la ventana, apoyando su torso contra la muralla y rozando los dedos contra el vidrio, como una doncella—. Justo cuando la Luna estuviera aquí arriba.

Su dedo indice trazó una línea vertical sobre el vidrio empañado por su aliento, lentamente, en un gesto enfermizo. Es por esto que no era mucho de su agrado trabajar con él. Podía ser brillante, pero cuando tenía que hablar sobre su trabajo con los demás hacía toda una escena, actuando y pareciendo un psicópata demente. Y lo hacía solo para molestar. Para que los demás se hartaran y dejaran que él hiciera todo el trabajo, solo. Pero no iba a ser así. Al menos Spencer no lo iba a dejar. Ya era hora que aprendiera a trabajar en equipo. Claro, él comandaba la misión, pero eso no significaba que tuviera que hacer todo solo. Ryan contaba con todo un equipo de investigadores, que estaban a sus ordenes y hacían todo lo que él quisiera. Pero naturalmente, Ryan prefería trabajar solo. Siempre había sido un lobo solitario, y el placer que obtenía al no necesitar a nadie era algo... incomparable.

—Sé lo que estás pensando, Jim—dijo el castaño, dirigiéndose al otro por su nombre clave—. Lo sé. Mira, solo voy a ir a ver que pasa. Sabes que nadie me descubrirá.

Caminó lentamente hasta quedar de frente de su compañero, sonriendo ligeramente. 

—No seré más que un simple fantasma.—pasó sus dedos por el traje de Spencer, rojo escarlata, igual que el suyo.

Spencer rodó los ojos.

—Esta es la última vez, Ryan.—se apartó rápidamente, caminando hacia la puerta—. La próxima vez que vayas solo, a cualquier maldito lugar...—hizo una pausa, poniéndose más serio de lo que debía-. Le diré a "Él". 

Ryan alzó las cejas, haciendo un exagerado gesto de sorpresa, que obviamente no era sorpresa, si no solo ganas de burlarse de el hombre que se marchaba de su oficina.

—¿Aparentemente no puedo ser listo?—preguntó, pasando sus manos por su cabello, arreglándolo con desinterés—Ugh, ¿Por qué soy mejor que todos los demás?

Spencer dejó ir el aire en sus pulmones en un pesado suspiro, cerrando la puerta de la oficina con fuerza. Si es que alguien se enteraba que Ryan fue solo, diría que nunca habló con él ni supo de el plan. Ya era suficiente. Cada vez que Ryan hacía algo, él tenía que ir detrás asegurándose de que nadie se enterara de que el resto del equipo no estaba participando en la operación.  Esta vez, no haría nada. Si él penaba que no necesitaba ayuda, entonces no se la daría. No se la daría ni siquiera cuando este tirado en el suelo, con un charco de sangre al rededor suyo y un agujero de bala en su cráneo. Nunca había sido justo. 

Por otra parte, después de que Spencer se hubiera ido de su oficina, Ryan ordenó todas las cosas en su escritorio por milésima vez, haciendo tiempo para que pareciera que estaba trabajando. Ya no necesitaba trabajar nada más. Después de estar buscando como un demente por tanto tiempo, tener un plan parecía el mismísimo paraíso. Después de unos veinte minutos aproximadamente, cuando no quedaba nada en su escritorio que no estuviera en el lugar preciso, tomó su chaqueta y bajó descuidadamente, una sonrisa formada en sus labios color rosa. Era irónico. Llevaba una sonrisa de oreja a oreja. ¿Quién pensaría que era porque iba a matar a alguien?

Al subir al Corvette, se dejó llevar de inmediato. Sus músculos se relajaron, como si casi pudiera sentir el sentimiento de la felicidad. Obviamente, no podía. No había manera de que tuviera sentimientos o emociones. Todo lo que sentía eran fantasmas de emociones, algo que alguna vez si había sentido pero era incapaz de recordar. De todas formas, no le importaba. No sentir nada lo hacía superior a todos aquellos que vivían en la ciudad. Los sentimientos eran para los débiles. 

Después de haber salido del estacionamiento, se dirigió a su propio departamento, donde estuvo caminando hacia los lados, sin saber que hacer, el resto de la tarde. En verdad, la única idea que tenía en su mente era la idea de matar a ese hombre que solo lo atormentaba. Era como un sueño, una sensación tan placentera...

El tiempo pasó rápidamente, viendo como el cielo se oscurecía y las estrellas comenzaban a salir. Comió distraídamente, sus manos moviendose ansiosamente sin parar. No podía controlarlo. Cuando ya casi era la hora, caminó hacia el ascensor, que pareció demorarse años en llegar. Finalmente estaba afuera, parado en la calle, exactamente a las 00:04.

Obviamente no iría en su auto. No era por la policía, porque ellos no podían hacer nada contra el Karma Police, si no que si el jefe de todos ellos estaba quedándose en ese hotel, significaba que debía haber guardias en todas partes. No es como que Ryan no pudiera con ellos, sinceramente, se le haría muy fácil matarlos, pero quería ahorrarse el rollo, Esa era la misma razón por la que se había cambiado de ropa, dejando el traje del Karma Police y poniéndose un traje formal negro, con pequeños brillos en las solapas de su chaqueta. Era la magia de pasar desapercibido. Los rostros de los agentes del Karma Police eran desconocidos. Si no llevaban su uniforme, era casi imposible distinguirlos... Como aguja en un pajar.

Llegó al hotel en una limusina que había rentado el día anterior. Era un hotel de un rango muy alto; debía causar una impresión. Después de que el chico del club -que ya no recordaba como se llamaba, lo que no importaba porque no le era relevante para nada-, le había dicho su nombre y donde se estaba alojando, había sido fácil ubicarlo. Después de hackear el sistema de registros de el hotel, había revisado cada habitación, para estar seguro. De todas formas no se le había hecho muy difícil; el hombre que buscaba estaba, efectivamente, alojando en la suite más lujosa que tenían. Obviamente no por bajo su nombre, si no por uno de sus muchos nombres que se hacía llamar para pasar desapercibido. De todas formas, después de investigar lo suficiente finalmente pudo confirmar que era Boyd Urie el que se alojaba en la suite presidencial y que no podía ser nadie más.

Bajó de la limusina con gracia, y se hizo paso hacia la recepción. Naturalmente, no podía reservar una de las habitaciones cercanas, porque eso llamaría mucho la atención, pero lo tenía cubierto todo. Con la tecnología que tenía el Karma Police, podía pasar desapercibido por todas las cámaras y sensores de seguridad. No se le hacía difícil.

Fue dirigido a su habitación cordialmente, por una muchacha que fingía tener un acento inglés. Era, claramente, parte de ellos. La delataban las cosas que decía y la forma de hablar. Lo que le causaba gracia es que el mismo, un integrante del Karma Police, el que tenía encargado matar a su jefe, pasaba tan terriblemente inadvertido. Era una anotación de notable importancia: debían tener mejor seguridad.

Después que la muchacha lo dejara en su habitación, se quedó en silencio, sin hacer nada en lo absoluto. Cuidadosamente congeló las cámaras de seguridad, para que no hubiera rastro de nada, mientras ese sentimiento de ansiedad dentro de sí se hacía cada vez más grande. Ansiaba matar. Deseaba ver la sangre correr. Y se sentía horriblemente bien. Ese era el espíritu.

Después de eso, procedió a congelar las cámaras del pasillo y finalmente las del ascensor. Pasó desapersibido subiendo por este hasta llegar al último piso, donde estaba la habitación que tanto buscaba. No había nadie resguardando la puerta, nada. No se le hizo difícil poder forzar la puerta para entrar. No había nada, nada que pudiera detenerlo.

La Suite Presidencial constaba  con una terraza muy grande, que tenía una escalera de caracol que llevaba a un jacuzzi en la parte superior. Ryan  revisó todas las habitaciones y espacios posibles. Soprendentemente, todo estaba desocupado y dolorosamente ordenado. El miedo de que su hubiera equivocado empezaba a hacerle un nudo en la garganta. Pero no. No podía ser así. Ryan nunca se equivocaba, y menos en algo como esto.

El único lugar que faltaba era el jacuzzi en la terraza. Se hizo paso nuevamente hacía el exterior, su mirada más fría y cruel de lo que antes había sido. Subió las escaleras con cuidado y procedió a caminar hacia uno de los rincones de la terraza, donde no llegaba nada de luz. Su pulso latía fuerte, a un ritmo que le parecía exageradamente lento.

Efectivamente, ahí estaba. Era la figura de un torso desnudo y una cabeza de cabello negro iluminados por la oh, tan sutil luz celeste que salía del jacuzzi. Con toda la lentitud del mundo, sacó su arma de dentro de su chaqueta. Sus dedos tamborileaban suavemente sobre sí, las ansias de llenar esa piscina de sangre invadiéndolo cada vez más. Sonrió con suficiencia al ver que no había nadie más en la terraza. Solo Ryan y el hombre de el jacuzzi... Sólo ellos dos.

Entre las sombras, sujetó su pistola con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos. Su rostro era inexpresivo, sin embargo, parecía terriblemente malévolo. Suspiró.Obtendría todo lo que quería, solo por el simple hecho de matar a la persona frente  a sí. Era el fin.

El hombre del jacuzzi inclinó su cabeza hacia el otro lado, saliendo de el blanco del castaño. Antes de que Ryan pudiera volver a apuntar, habló.

—Deberías dejar de tamborilear tus dedos. Metes mucho ruido, ¿No crees?

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