MOKSHA: Captive [+21]| EN PRO...

Від Mocorni16

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Ella se volvió una obsesión para ellos. Algo que creían no volvería a suceder. Algo que podía volverse su pro... Більше

PRÓLOGO
NOTA AUTORA
PERSONAJES
PRELUDIO.
UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
NUEVE
DIEZ
ANUNCIO RELÁMPAGO
ONCE
DOCE

OCHO

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Від Mocorni16

[WEEKENDSTON 4/?] [04/09/2021]

🎶 Sasha Sloan – Smiling When I Die 🎶

"Entre sonrisas, las dagas relucen... Nunca confíes ni les des la espalda, quien menos crees posible, puede ser el dueño del puñal que encajen en tu espalda..."




Sus comisuras se alzaron hasta mostrarme sus dientes perlados, segundos antes de expulsar el humo que recientemente había calado del cigarro que mantenía sujeto entre su pulgar e índice.

— Renacuajo.

— Emer...

Alcancé el muro de piedra donde se encontraba sentado, sin importar el peligro que se le presentaba a su espalda si se dejaba caer hacia atrás, por la altitud del risco que poseía ese lado del edificio que formaba Doukland.

Esa zona estaba prohibida para nosotros, los pacientes, sobre todo con carácter autodestructivo como Emerson poseía.

Pero de aquí a que la gente de Doukland entendieran el control y el dominio que realmente esos hermanos tenían sobre este lugar, ellos podrían seguir reinando sin necesidad de corona brillante sobre sus cabezas.

— Creía no me buscarías antes de volver al mundo hipócrita fuera de este lugar...

Repase con mis manos la piedra rugosa de aquel muro frente mía, donde él seguía acomodado en la altura mientras disfrutaba de ese cigarrillo que seguramente habría conseguido por algún buen trato con alguno de los guardias.

Me volque a observar sus claros e intensos ojos de ese cristalino gris, tan oscuros y escalofriantes como siempre.

— No podía hacer tal cosa.

La sonrisa de Emerson volvió a ensancharse.

Él no era hombre de sonrisas, por lo que estás siempre implicaban, incluso aquellas que me regalaba me hacían dudar.

Desvió su atención hacia el paisaje de la amplia azotea de aquella edificación donde nos encontrábamos, mientras yo mantenía la mía perdida en la inmensa amplitud del bosque que rodeaba Doukland, cubriéndonos del resto de personas.

Emerson no subía hasta este lugar por las hermosas vistas de la naturaleza, él subía hasta este lugar por apreciar lo que en algún futuro, no muy lejano, destruiría con sus propias manos. La ciudad a kilómetros de distancia, empequeñecida, caótica e hipócrita. Una vez me lo confesó con esas mismas palabras.

Algo que, en vez de causarme temor, me insto a confiar en la persona menos cuerda del lugar.

— ¿A que viniste renacuaja?

— Necesitaba vuestra ayuda... o más bien, un consejo.

Eso captó su interés por sentir como su rostro volvía a girarse y enfocarme nuevamente.

— ¿Por fin serás algo más que un corderito asustadizo?

— Más o menos... Tengo que sobrevivir.

Admití volviendo a enfocarlo antes de sentir como su zurda aterrizaba sobre mi cabeza y despeinaba mi cabello sin importarle el desorden que realizaría en aquel peinado que aún conversaba de la mañana, por las expertas manos de Olivia.

— Ya era hora.

Retiré su mano de mi cabeza al ver el disfrute reflejado en su mirar por simplemente atormentar la perfecta imagen que representaba, por la apariencia que portaba, como si no conociera lo retorcido que aún eran respecto al pequeño tema de lo que representaba para ellos.

Todo eso que tanto odiaban.

Todo aquello que habían prometido destruir con sus propias manos.

Él soltó una seca carcajada, casi como un resoplido antes de volver a darle una calada a aquel cigarrillo y mientras se enfocaba al frente, expulsando el humo con el que jugueteo un rato entre sus labios, aplastar la colilla sobre su pálida piel del antebrazo contrario, esa que mostraba marcas redondas iguales que la que recientemente se había plantado sobre su piel.

— De todas formas, no estarás sola.

Fruncí el ceño confuso ante su repentina frase, alzando mi vista hacia su rostro que observaba con ese sadismo reflectando en sus ojos, como me había quedado absorta en ese accionar que siempre realizaba por simple estimulo masoquista.

Su sonrisa volvió a deslizarse tan sombríamente como aquel monstruo que los niños temen oculto bajo sus camas.

Asegurándose de que la colilla estaba apagada, la tiro sin mirar realmente el lugar donde caería, sin importar que pudieran apreciar el rastro de colillas que su recurrente visita a este lugar formaba en cada recoveco donde se acomodaba para pasar sus momentos de soledad.

Él se limito a inclinarse hacia delante, enfundando sus manos en los bolsillos de su pantalón blanco, dejando su rostro a muy poca distancia del mío.

— Solo espera y verás...

Y sin más a añadir, se volvió a incorporar, girándose sobre sus pies para salir de aquel lugar.

Después de aquel encuentro, me limite a salir del lugar al que esperaba no tener que regresar como en el pasado.

El trayecto en coche fue igual de monótono y silencioso.

Las calles concurridas de personas ajenas a lo que pudiera ocurrir en la vida de aquel que tenía a apenas unos pasos de distancia, siguiendo un ritmo apresurado como las agujas del tiempo.

Todo tenía tanta luz, tanto ajetreo... tanta vida, que me sentía abrumada.

Cansada.

Siempre tan depresiva... deprimente.

Solté un suspiro al momento de cerrar la puerta del coche tras mía, destensando mis hombros por necesidad de aliviar las miles de sensaciones que me recorrían. Ninguna buena, como siempre.

Ni siquiera tuve que llegar a la puerta para que esta se abriera de golpe y me topara con la furia ardiente de mi madre deslizarse sobre sus ojos, haciendo dúo con el fruncir de su ceño en evidente disgusto.

— ¿Cómo se te ocurre salir así como así?

— Estaba en Doukland, Madre.

Sus labios se fruncieron aún consciente de que no tenía forma de mentirle respecto a algo como eso, era muy sencillo de verificar y estaba más que segura de que lo habría hecho nada más se pudo haber enterado.

Incluso capaz mi doctora la llamó para notificárselo.

— Hoy quería ir a mirar el vestido para el evento benéfico... pero decidiste salir sin siquiera avisarme...

Por un segundo dude de la posibilidad de mi madre preocupada, su rostro de hielo era casi imposible de descifrar, puesto los pequeños gestos expresivos que realizaba en disgusto, podían fácilmente sentirse recurrentes sobre sus rasgos.

De igual forma me adentre a la casa tras ella hacerse a un rato, dejando que alguno de los empleados se ocuparan de cerrar la puerta de entrada tras mi inmersión.

— Lo siento Mamá, podemos ir mañana si gustas...

Y con las mismas impulse sobre mi rostro una sonrisa que realmente no sentía, pero que a ella pareció convencer lo suficiente como para suavizar su rostro, al menos lo visualmente posible.

— ¿Después de la Universidad? — Asentí en respuesta. — De acuerdo, lo organizare en mi agenda... — Indico antes de dar media vuelta para desplazarse seguramente a la sala de estar, no obstante antes de retirarse se giro una vez más para añadir con una sonrisa suave sobre sus labios aquello que yo ya me veía preparada para escuchar. — Puedes invitar a Amanda si quieres, como en los viejos tiempos.

Asentí en respuesta, alzando las comisuras de mis labios nuevamente, como si aquello realmente pudiera proporcionarme algún atisbo de felicidad.

La esvelta mujer de alta estatura que me había dado a luz, quien siempre se mantenía elegante, erguida y perfecta ante cualquier ojo visor, tan dañina como una víbora y sutil como un escorpión, se perdió en el marco que daba hacía la sala de estar.

Marc había recogido la manía de trabajar en la sala de estar, por ver tantas veces a nuestra madre hacer lo mismo, pretendiendo estar presente en nuestra vida de alguna forma, aún cuando su vida era por y para su trabajo.

Su estatus.

Mientras padre se perdía en su despacho, implantando casi un muro entre nosotros y su verdadera vida.

Eran distantes, ambos enfocados de lleno en alcanzar por completo el éxito, no obstante nunca podría opacar cada uno de los buenos momentos que llegaban a compartir con nosotros, recuerdos que duelen ante el cambio tan drástico que sus imágenes habían dado ante mí.

Ellos nunca fueron perfectos, pero los amaba así y a su manera nos demostraban lo importante que éramos para ellos, así como lo mucho que nos amaban.

Mi madre a primera instancia siempre puede parecer una roca fría y sólida, tan brillante y hermosa como la piedra más preciosa que puedas encontrarte, pero tan intimidante como para ser quien en la actualidad era.

Una mujer dura en los negocios, un digno líder capaz de acabar con quien se pusiera en su camino, así como padre.

Quizás por ello me dolía tanto ser consciente de la nula pena que habían recibido aquella panda de seres despreciables. La decepción de la consciencia de la sabiduría de lo capaces que eran de hundir a su mayor oponente, pero no dignarse en si quiera hacer un movimiento preciso.

Y ahí era cuando me planteaba si les importaba tanto como una vez creí lo hacían.

Mientras subía las escaleras hacia la segunda planta, recuerdos cariñosos, cálidos con mis padres se deslizaban en mi mente.

Mi madre leyéndonos antes de dormir uno de los tantos cuentos que atesoraba, aún cuando Olivia la interrumpía cada tanto para refutar lo ilógico que le resultaba todo.

Extrañaba esa calidez, esos brazos que me hacían sentir segura, querida, los mismos que ahora solo sentían tan fríos como el acero, tan cortantes como el hielo.

Porque todo cuesta mucho más cuando se ama tanto a quien te decepciona sin siquiera parpadear.

Me detuve en el marco de la puerta de mi habitación, el silencio aún se deslizaba entre las paredes de la casa, si no me hubiera chocado con mi madre en la entrada, si quiera creería pudiera haber alguien conviviendo entre tanto silencio sepulcral.

Dejé mi bolso sobre la cama, inclinándome para descalzarme y sin siquiera dignarme a cambiar mi ropa o colocarme algún par de zapatillas para andar por casa, me vi saliendo nuevamente al pasillo, pasando puertas que sabía lo que "ocultaban" simples estancias solitarias de nuestro "idílico hogar". Me plante frente a la puerta de mi hermana.

El nombre en cursiva de ese oro brillante acomodado sobre la rígida superficie de madera blanca, señalizando lo especial que era para ella tener su lugar seguro.

No sabía si ella ya habría llegado o aún seguiría en la Universidad perdida en alguno de sus proyectos, aún así me vi tocando con los nudillos de mi diestra, la puerta frente mía, esperando hubiera alguna respuesta antes de abrirla y comprobar lo que sospechaba.

Olivia aún no se encontraba en casa.

Resople volviendo a cerrar la puerta de su cuarto.

— ¿Alice?

Me giré a observar a mi padre al final del pasillo, manteniendo su mano sobre el pomo de la puerta de su despacho.

No esperaba verlo tan pronto en casa.

Me alejé un poco de la puerta de Olivia para poder enfocarlo por completo, observando el desorden que el cuello que su camisa era, algo tan extraño ante lo siempre impecable que se presentaba ante todo.

— ¿Te encuentras bien?

Asentí con suavidad ante su cuestión, volviendo a echar un rápido vistazo a la puerta de mi hermana.

— Solo esperaba que Olivia hubiera regresado ya...

Lo vi erguir sus hombros y apretar entre sus manos los documentos que portaba, aquellos que recientemente tuve en cuenta.

— Si necesitas al...

— Estoy bien papá, solo quería el afecto que se Olivia nunca reniega.

Pude percibir la tensión en el semblante de mi padre como un acto reflejo de lo que mis palabras implicaban. Su vista se deslizo de los documentos que mantenía entre sus manos para terminar deslizándose al interior de su despacho y nuevamente enfocarse en mí, como si estuviera procesando algo que si quiera le había pedido.

¿Tan seco se había vuelto el hombre que me crío entre paredes pastel?

No me esperé el siguiente acto de su parte, sus brazos se abrieron incitándome a acortar la distancia que nos separaba, para recibir aquello que había ido a buscar en mi hermana.

Ni un elefante en una chatarrería se veía tan brusco e inusual como la acción de mi padre, resaltándose una vez más el muro que habíamos levantado entre nosotros.

No pensé, si quiera baraje el aún malestar que sentía hacia mis progenitores, solo quise sentir de nuevo la calidez de sus brazos en un gesto que no ocultara nada más que eso, calmar mi ser.

Para cuando lo alcance y rodee su cintura lo posible con mis brazos, me vi cerrando los ojos antes de posar mi mejilla sobre la calidez de su duro pecho enfundado en aquella oscura camisa de botones.

Sus brazos no demoraron en rodearme en ese abrazo que no se había en si vocalizado.

Silencio interrumpido por el latir brusco del corazón de mi padre bajo su pecho, como implorando que recordase lo humano que era aún cuando sentía todo lo contrario por parte de ambos progenitores.

Me vi abriendo mis ojos por un impulso, visualizando el interior del despacho de mi padre, aquel que había intentado cerrar ante la posibilidad de ver algo, pero sin lograrlo completamente, por como ante mis ojos podía visualizar una gran mano tatuada que entre sus dedos se mantenía afirmado un esbelto puro de profundo olor, ese olor que había impregnado la camisa de mi padre, aún tras ser consciente que él odiaba ese tipo de tabaco.

Antes de poder ver con mayor detalle aquella mano, algún tatuaje que pudiera asociar en algún lugar, esta misma desapareció para seguido una bocana de humo ser expulsado de lo que supondría la boca del desconocido, aquel que se mantenía lejos de mi vista por la puerta estratégicamente entrecerrada.

Sentí los brazos de mi padre aflojarse mientras me despegaba yo misma del abrazo.

— Gracias...

Murmure antes de dejar caer mis brazos a cada lado de mi cuerpo.

Mi padre asintió con suavidad, intentando formar una sonrisa en sus labios que no llegó realmente a expulsar.

— Siempre que necesites...

Respondió sin más.

Empuje la bola de malestar que sus palabras infringían en mi sistema. No queriendo romper de nuevo lo poquito que pudiera haber avanzado en mi nuevo sistema de supervivencia.

Enfoque sus ojos queriendo expulsar todo aquello que me callaba, como el simple hecho de ellos no haciendo nada hacia quienes realmente debían cargar con todo su peso la ley, entre muchas otras cosas que nunca creía posible el perdonarles.

Él no tuvo que moverse ni abrir la boca para saber que esperaba me retirara para seguir con sus cosas, así que me vi limitando mi interactuar con mi padre para retomar mi camino hacia mi habitación, encerrándome nuevamente entre sus paredes por mantenerme segura en algún lugar que pudiera sentir como mío.

Aún si realmente no lo era.

Aún si nunca ningún sitio me haría sentir segura ni perteneciente a el.



No están editados ni corregidos, solo repasados un poco por encima, por lo que disculpen si ven errores o un ataque de dislexia. LES AMO.

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KISSUS

Att BBMonike

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