Una Caja Musical me Llevo a Ti

By cameelacc

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En una época donde el mundo era gobernado por reyes, nació en una familia noble una hermosa niña llamada Lau... More

Capítulo N° 2
Capítulo N° 3
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo N° 7
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo Nº 10
Capítulo Nº 11
Capítulo Nº 12
Capítulo Nº 13
Capítulo Nº 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 19
Capítulo Nº 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo Final
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo Nº 28
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo Nº 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo Nº 35
Capítulo Nº 36
NOTA
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
NOTA
Capítulo Nº 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Nota
NOTA II
Capítulo Nº 46
Capítulo Nº 47
Capítulo Nº 48
Capítulo N° 49
Capítulo Nº 50
Capítulo Nº 51
Capítulo Nº 52
Capítulo Nº 53
Capítulo Nº 54
Capítulo Final
Gratitude

Capítulo N° 1

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By cameelacc

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La familia Jauregui era una familia de mucho renombre. Eran amigos íntimos del Rey Volkov.

El Gran Duque Jauregui, pasó a ser uno de sus amigos más cercanos y su fortuna e influencia no conoció desde entonces límites.

Eran generalmente muy queridos por el pueblo. La familia Jauregui estaba integrada por el padre, Michael Jauregui, la madre, Clara Jauregui y su pequeña y única hija llamada Lauren Jauregui. Los únicos que tenían problemas con la familia Jauregui, eran la familia Forst que habían sido desterrados del poder cuando se descubrió que habían descuidado al príncipe heredero, perdiéndolo de vista y causando casi su trágica muerte.

El príncipe, se había resbalado y caído en el río, una tarde de verano cuando en el palacio se propiciaba la más escandalosa y vulgar fiesta auspiciada por los mismos reyes.

El Gran Duque Jauregui, ejercía la medicina para ese entonces y él había dejado en alto su nombre en la clase alta cuando salvó al hijo del rey de la terrible enfermedad que resultó de su caída aquella tarde en el río. Ningún otro médico sabía cómo tratar al niño. Pero el entonces Zar Jauregui, tuvo una especial atención hacia el niño enfermo y lo trataron tan rápido como él sabía hacerlo. Permaneció junto al niño durante una semana entera, sin dejar de preocuparse por el avance de la salud de éste.

Cuando el niño finalmente despertó y la fiebre cesó, el Rey Volkov, analizó la terrible situación por la cual su hijo había pasado y lloraba de alivio. Fue allí cuando el Zar Jauregui se convirtió en el Gran Duque Jauregui, tomando el título que ostentaba previamente el jefe de la familia Forst y desde entonces han mantenido un rencor hacia el Gran Duque y a su familia. El Gran Duque rápidamente se estableció, no sólo como un médico experto, sino como un diplomático carismático y eficaz.

Pasó rápidamente a hacer uso de sus nuevas influencias para reparar y fortalecer las relaciones con su pueblo y que con sus acciones, servirían para hacer que los ciudadanos confiaran en él aún más. Se celebraban en general reuniones pacíficas con las naciones vecinas y así fundar nuevos tratados con los países no tan cercanos. El rey Volkov, a menudo se jactaba con la sociedad, diciendo que el Duque había creado una nueva era de riqueza y prosperidad a su gran nación.

El Gran Duque sólo había tenido una hija, una niña muy brillante, a la cual puso por nombre Lauren Jauregui. El rey le preguntó una vez por qué nunca trató tener más niños, prometiéndole éste que si el Duque Jauregui tuviera un hijo varón, ese hijo disfrutaría las comodidades de las más finas de las riquezas que podría proporcionar el propio Rey Volkov. Pero el Duque se negó cortésmente, tomando en cuenta la fragilidad de su mujer.

Michael: Casi pierdo a mi esposa en el parto. No la pondré en riesgo otra vez. Además, tengo la más hermosa niña que puede desear un padre y estoy más que contento con eso - respondiendo éste a las insinuaciones del Rey.

Puesto que ella era una niña, quien ya el Rey había visto, hizo comentarios de que ella iba a crecer hasta ser una hermosa joven, posiblemente aún más hermosa que cualquier niña de los Watson.

Los Watson también tuvieron una hija de la misma edad que Lauren. La familia se especializaba en las finanzas del país, en el negocio de prestar dinero y recogerlo ganando con ellos algo de intereses. Los Watson, también eran conocidos por su buena e impresionante apariencia.

Tenían una hija mayor, ya trabajando en el Tribunal a pesar de lo joven que era. Gracias a su gran belleza, tenía a algunos de los muchachos de la zona en la cúspide de poder convertirse en el hombre que lograra ganarse su corazón; pero ella, siguiendo los consejos de su madre se mantenía a "raya" para encontrar al hombre más rico, más importante que pudiera poseerla. Su segunda hija, Becky, parecía seguir los pasos de su hermana. Ella y la hija del Duque, jugaban juntas esa tarde, mientras que sus padres discutían negocios y sus madres se ocupaban de "cotillear" cosas sin importancia.

Las dos familias eran muy cercanas, y esto se debía a su posición económica en el país. Lauren era una niña encantadora. Creció sin un cuidado del mundo, educada por los mejores maestros de idiomas, música y etiqueta. Ya mayor, asistía a las reuniones aristocráticas con sus padres, aprendiendo rápidamente cómo ser amable. Las mujeres mayores la adulaban por ser lo que ellas llamaban una dulce princesita segura de captar la atención de un hombre joven, guapo, con riquezas para asegurar su futuro. Lauren a cambio, les brindaba adorables sonrisas y les agradecía por las adulaciones que siempre ganaba.

Para cuando Lauren ya había podido caminar, se había hecho un poco rebelde. Los criados en su finca descubrieron esto rápidamente. Tan pronto como ella aprendió a gatear, iba a explorar la inmensa propiedad, con sus decenas de salas y la vasta extensión que ésta se gastaba y de los grandes jardines que se situaban en la parte posterior. Su niñera aprendió rápidamente que siempre tenía que estar en constante vigilancia de la pequeña ojiverde ya que en un solo minuto de descuido, resultaría más de una hora de búsqueda. Lauren conocía todos los mejores lugares para esconderse. Ella recorría los alrededores de la casa, agachándose en armarios y riéndose para sus adentros hasta que su niñera inevitablemente la escuchaba y la llevaba en brazos hasta su cuarto, riendo por las picardías de la chiquilla.

Lauren, a medida que crecía, siempre era bien portada, no había ninguna duda. Su padre traía para ella nuevos juguetes y regalos todos los días. Muchos de ellos eran regalos del Rey que se extendían desde peinetas de oro hasta caballos pura sangre que montar a medida que se iba formando. Casi no había ni una sola cosa que no tuviera Lauren. Crecía en la aristocracia, lo que hacía que Lauren nunca tuviera tiempo para los amigos. Entre las lecciones de un minuto, asistir a conciertos o entretenerse para recibir las visitas que a sus padres frecuentaban, corría poco a poco su niñez.

Como cualquier niña, a menudo miraba afuera y veía los chicos que trabajaban en el establo y a las niñas de la servidumbre corriendo alrededor del patio, jugando a las escondidas y buscándose en los arbustos. Parecían tan felices, tan contentos con su vida que a veces Lauren quería unirse a ellos. Pero eran de la clase baja y su madre le decía que nunca jugara con niños o niñas inferiores a ella, a menos que quisiera coger las enfermedades transmisibles por jugar siempre con tierra o cosas sucias.

Sin embargo, la curiosidad y la rebeldía, la llevaban a ignorar lo que su madre le decía. Ella llegó hasta el establo una mañana cuando su niñera no la estaba mirando, sobre todo; porque quería ver el potro blanco que el Rey le había enviado como un regalo de cumpleaños cuando cumplía apenas nueve años. Allí encontró a un niño en el heno, durmiendo. Caminó tranquilamente hacia él. Era un muchacho de aspecto divertido con piel bronceada que claramente dedujo que era de la clase baja del trabajo. Llevaba una camisa blanca con botones, tirantes y pantalones marrones. Su rostro estaba cubierto por un sombrero que llevaba en su rostro para evitar la luz del sol. Lauren, con su vestido de volantes y encaje blanco, llegó hasta donde estaba durmiendo el chico.

Lauren: Perdón - Ella dijo. Pero el muchacho como respuesta, emitió un fuerte ronquido.

Lauren: Perdón! – dijo, Más fuerte. Haciendo que el muchacho despertara sobresaltado, saltando sobre sus pies.

Austin: AH? Qué? No me golpée! - Puso las manos en defensa.

Austin: Yo no estaba durmiendo, yo estaba pensando! - Miró a su alrededor y se dio cuenta que no iba a ser golpeado por quedarse dormido en el trabajo. Dejó escapar un suspiro y volvió a colocarse su sombrero y bostezó. Escupió en el heno y limpió su nariz con la manga de su camisa.

Lauren, inicialmente se molestó por sus malos modales, pero al mismo tiempo le encantó. Todo lo que ella no era, sucia, pobre, pero libre, ese chico lo representaba. Ella lo reconoció como uno de los muchachos que jugaban en la tierra de su familia. Si ella no estaba equivocada, el chico estaba a cargo de cuidar de sus caballos.

Austin: Qué quieres?- Preguntó el niño.
Lauren: Yo sólo he venido para ver a mi pony Dipy - respondió. Mientras el chico bufó de fastidio.
Austin: Está por aquí - Dijo, para mover de un tirón su pulgar sobre uno de los puestos donde estaba el caballo a lo que este resopló y movió su cabeza. Lauren sonrió y vio cómo el chico la miraba con fastidio.

Austin: Qué haces aquí? - Preguntó.

Lauren se sintió ofendida por su tono de voz y puso sus manos en las caderas con enojo.

Lauren: Es de mala educación hablarle así a una dama - replicó indignada.
Austin: No eres una Dama - El niño le sacó su lengua. Lauren frunció el ceño y se enfureció de como se había mofado aquel chico en su cara.
Lauren: Que Demonios! Soy una Dama! Yo soy educada, estoy bien vestida como una y mi padre es un Duque.
Austin: Claro como no tienes belleza para presumir. Pensé que las Damas eran más bonitas - El niño solo optó por burlarse de la pequeña ojiverde.


Lauren deseó golpearlo, pero eso no era bien visto para chicas de su corte y ella solo bajó sus manos y comenzó a llorar. El niño la señalaba y se reía de ella. Pero tan pronto como su llanto fue más fuerte, un joven irrumpió en el granero para ver cuál era el alboroto.

X: Señorita Lauren! - Exclamó Boris, dándole un vistazo a la situación de lo que estaba pasando.
Austin: Oh-oh!- dijo el chico para luego salir corriendo lejos del problema escondiéndose detrás de una de las puertas del granero. Rápidamente sus ojos se asomaron por la apertura del granero, preguntándose cómo sus piernitas pudieron haberlo llevado tan rápido hasta allí. Pero al momento que decidió escabullirse, el encargado del establo lo agarró por la parte posterior de su camisa, levantándolo hacia arriba

Boris: ¿Cómo te atreves a hacer llorar a la señorita?
Austin: Déjame ir! - el niño gritaba, luchando por zafarse del agarre. Boris lo golpeó en la cabeza.
 Boris: La próxima vez que hagas llorar a la chiquilla, Austin, juro que voy a darte una paliza tan fuerte que tu madre en el cielo la sentirá! -Gritó el encargado del establo.

Lauren, sonreía pero sobre todo le dolía al ver como el encargado del establo golpeaba al chico en los hombros un par de veces más, haciendo que el chico dejara salir un sin fin de constantes palabrotas que Lauren nunca había oído antes. Las blasfemias sólo causaron al encargado del establo que se enojara más.

Boris: No maldigas frente a la señorita!
Austin: Esta bien Lo siento! Ahora, Déjame en paz! – habló, compadeciéndose, y pidiendo disculpas a la hija del Duque Jauregui por haber presenciado ese tipo de violencia, hacia él.
 Boris: Lo sentimos, pero Austin es un poco rebelde y grosero, pero hace un buen trabajo y cuida de sus caballos muy bien. Le ruego a usted lo disculpe. - Haciendo una pequeña reverencia para luego salir afuera y continuar con su trabajo, Boris se marchó dejando a los dos niños allí.

Austin se levantó ligeramente del piso y llevando sus brazos sobre su cabeza, la sobó lentamente para comprobar si no le habían hecho ningún daño permanente. Sus ojos se llenaban de lágrimas, que amenazaban con desbordarse ya que estaba bastante enojado.

Austin: ¿Por qué estás aquí? - Interrogó, dándose vuelta para que Lauren no viera sus lágrimas y por lo tanto poder ocultar su vergüenza.

Lauren secó las lágrimas de sus mejillas -Bah!, ojalá que nunca hubiese venido aquí! - gritó para luego girar sobre sus talones y salir del establo. Ella no podía ayudarle en ese momento, así que mientras seguía su camino echó un último vistazo hacia atrás para ver al niño que aún seguía allí frotando su cabeza y seguir su camino cuesta arriba hacia su casa.

Austin se sentó detrás en el heno y frotó sus ojos, olió un poco antes de acurrucarse. Lauren no pudo evitar sentir un poco de pena por el niño, aunque él la hubiese insultado esa tarde.


En la casa, Becky Watson acababa de llegar para compartir lo que sus familias llamaban "La hora de juego semanal". A Lauren le agradaba la niña, aunque siempre que la tenía cerca, se ponía muy nerviosa. Ella era una adorable chica Castaña con ojos Café y piel de porcelana que le recordaban a Lauren una de las tantas muñecas con que muchas veces jugaban y compartían. La señora Clara Jauregui les dio la bienvenida a la Sra. Watson cortésmente, para invitarla para al té, dejando a las dos niñas a su libre albedrío.

Lauren miró a Becky que cambió de puesto nerviosamente.

Lauren: ¿Te gusta jugar con mis muñecas? - Preguntó mientras Becky asentía con la cabeza, saliendo las dos a la habitación de la pequeña ojiverde. Cuando llegaron allí, saltó hacia arriba de la cama, para tomar las muñecas de la mesita de noche de Lauren. Becky vestía a la suya con un vestido mientras Lauren optó por simplemente mirar a su muñeca.

Lauren: Mañana es mi cumpleaños, Becky.
Becky: ¿Cuántos años cumplirás? - preguntó.
Lauren: Van a ser 10, eres de mi misma edad.
Becky: Falso, vas a ser un poco mayor que yo! - Becky respondió algo molesta.
Lauren: Mi padre dice que voy a ser una chica grande mañana. Vamos a tener una gran fiesta y todos están invitados, incluso tú.
Becky: Si, mi madre me lo dijo. - Respondió peinando a la muñeca para que pudiera verse más bonita.
Lauren: Mi padre va a llevarme a una casa de subastas donde podré escoger cualquier presente. - se jactó y Becky sonrió alegremente. Le gustaban las casas de subastas, estaban llenas de toda clase de objetos y personas agitando sus manos. Era un lugar agradable y en particular le parecía totalmente gracioso el hombre encargado con su bastón y bigote grande.
Becky: Pide otra muñeca. Ésta está vieja - Le sugirió.
Lauren: Es mi cumpleaños - Voy a obtener lo que yo quiera.

Becky se encogió de hombros mostrándose indiferente.
Becky: Pide una muñeca de todos modos.

Lauren colocó su muñeca en la cama y se asomó por la ventana. Ella solía mucho aburrirse de jugar con las muñecas todo el tiempo. Eso era lo que Becky quería hacer cada vez que iba a su casa así que se acercó. Ella quería salir a la calle.

Lauren: Vamos jugar en el jardín! – dijo, saltando de su cama. Becky la miró como si ella había acabado de decir la cosa más ridícula que nunca antes había escuchado.
Becky: ¿Afuera? Pero hay abejas ahí! La última vez que jugamos afuera me han picado y realmente, realmente no sabes cómo duele!

Lauren recordó aquel momento. Habían ido a recoger flores por el camino y Becky cogió una que tenía una abeja. Aquella abeja no quiso compartir la flor y picó a Becky en la mano. La castaña dejó escapar un grito que ensordeció a Lauren por unos segundos y corrió nuevamente hacia la casa. Lauren la siguió, dejando caer sus flores en el camino. Becky lloró horas y horas después de ese incidente y desde entonces, ella siempre ha evitado ir a alguna parte donde estén flores cerca.


Lauren: Va a ser divertido! Te prometo que esta vez, no van a picarte las abejas.
Becky: Yo no quiero - se cruzó de brazos, negándose a trasladarse hasta afuera.
Lauren: Esta bien, yo si iré afuera. Pero también le diré a tu madre que fuiste tú quien rompió su juego de té en aquel momento que estábamos lanzando la pelota - Los ojos de Becky se abrieron como platos cuando escuchó la amenaza.
Becky: No! - Lauren le sacó su lengua.
Lauren: Entonces ven a jugar afuera conmigo! - dijo y salió de la habitación.

Becky dejó la muñeca en la cama y la persiguió gritando detrás de ella atravesando a lo largo de las cinco habitaciones que tenían que cruzar para llegar a la puerta exterior. Antes de que ella llegara, Lauren ya estaba parada en el paseo empedrado en el jardín. Ella se sentó en uno de los muros y cruzó sus piernas de manera molesta.

Becky: Lauren...Yo no quiero estar aquí - gimió pero Lauren se sentó a su lado.

Lauren: Vamos, Becky. Prometo que no te van a picar las abejas.

Becky mordió su labio nerviosamente y miró a su alrededor. Vio jardineros atendiendo a las flores y a un niño de pie en el granero que estaba al otro lado de una cerca. Lauren siguió la mirada de su amiga y vio al chico del establo demasiado cerca. El niño miró hacia arriba, casi como si hubiese detectado que estaba siendo observado. Cuando hizo contacto visual con Lauren, éste le sacó su lengua y caminó en la dirección opuesta.

 Becky: ¿Qué fue eso? - Preguntó.
Lauren: Un estúpido niño del establo.- respondió. - Su padre lo golpeó para disciplinarlo, y dejarle claro su lugar.
Becky: Él no debió haberte sacado la lengua, es una falta de respeto para una señorita como nosotras - dijo. Y Lauren se encogió de hombros.
Lauren: No me preocupo por eso.

Las dos saltaron el muro donde estaban sentadas y se pusieron a recorrer el jardín. Becky pronto olvidó todo su miedo por las abejas. Se detuvieron en la fuente gigante en el centro del jardín y se sentaron en los bancos de piedra. Becky pasó sus manos por su cabello, peinándolo hacia atrás.

Becky: Mi hermana tiene ya un duque que quiere casarse con ella. Mi madre dice que ella debe hacerlo porque es lo más cercano que va a llegar a la monarquía. Ella me dice que si hago lo mismo y con la ayuda de mi hermana, yo podía terminar casándome con un príncipe! - dijo alegremente mientras Lauren se encogía de hombros nuevamente.


Lauren: Mi padre ya tiene dinero, no veo por qué debo querer más.
Becky: Mi madre dice al menos que no estés casada con un Rey, siempre podrás casarte con alguien de mayor jerarquía y siendo hija de un Duque, deberías – dijo con cierto aire sabelotodo. Lauren no dijo nada. Ella había hablado eso con su madre, excepto que su madre nunca mencionó la palabra "debería". Lo que implicaba que debido a los conocidos del Duque Jauregui, Lauren tendría que casarse con alguien que representara una de las familias de la más alta sociedad pretendiera o no. Lauren nunca decía nada a cambio, simplemente asentía con la cabeza y respondía: - sí madre - como una niña buena.

X: Becky! beck! - Una voz llamó hacia abajo desde el porche trasero. Becky se levantó y se dirigió a Lauren.
Becky: Tengo que irme, es el llamado de mi madre. Pero te veré mañana en la fiesta. Asegúrate de que esté entretenido, ¿entendido? - Ella asintió con la cabeza ligeramente a Lauren y salió corriendo en dirección a la casa.

Lauren se puso de pie y dio en un gran suspiro, miró al establo y pilló al niño, Austin, echándole un vistazo a ella. Él bajo su mirada hacia sus manos, mostrando sus dientes. Ella volvió la cabeza en el aire sin importancia y caminó hacia su casa.


Para un niño de 9 años la víspera de su décimo aniversario se hacía una eternidad. Lauren nerviosamente en la mesa, miraba a cada minuto el reloj para ver si había pasado mucho tiempo. Su madre, mientras cortaba el pavo, se le quedó mirando.

Clara: Las buenas chicas saben ser pacientes, incluso si es su cumpleaños -Señaló. Lauren ante el comentario de su madre, solo optó por rodar los ojos cuando su madre no la estaba mirando. Su padre rió profundamente agarrándose el estómago al ver la cara de su hija.

Michael: Tu madre tiene razón. Y como buena niña escogerás lo que quieras en la subasta mañana. - Dijo, haciendo que Lauren sonriera.
Lauren: ¿Seguro papá? - Preguntó,saltando hacia arriba y hacia abajo en su asiento con entusiasmo.
Michael: Seguro - Su padre asintió. Lauren bromeó y comenzó a comer sus verduras como una niña buena. Su madre asintió con aprobación.

Terminada la cena, Lauren fue arriba y tomó un baño, a pesar de que lo odiaba.Lo único en que pensaba era en que llegara el día de ir a la casa de la subasta y seleccionar lo más caro, lo más bonito que pudiera encontrar. Como su niñera la había acostado en la cama, se sentó encima de repente.
Lauren: Nana, ¿qué comprarías si estuvieras en la casa de subastas?- le dijo suavemente a su niñera.
Nana: Escogería lo que más me llame la atención.
Lauren: ¿Qué quisieras? – preguntó.
Nana: Pequeña, lo que quiero y lo que quieres son dos cosas totalmente distintas, ¿ves? Irá con su padre mañana a la casa de subastas y sabrás cuando lo veas - Ella acostó a Lauren de nuevo en la cama y salió de la habitación. Lauren esa noche veía afuera de su ventana de cristal la luna inmensa y las estrellas brillantes. Ella siempre se desvivía, y en lo único que podía pensar era en las cajas musicales, las horquillas hermosas para el cabello y vestidos preciosos que seguramente ella mañana encontraría allí. 

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