Pascua pasó sin más comentarios sobre el incidente de Cristo Superestrella. Luego llegó mayo. Lucifer hacía su trabajo. Había días dónde decidía que No volvería a ver a Alejandro, que Gabriel había hecho lo correcto. Esos días eran los más miserables.
Había días dónde se despertaba esperanzado y planeaba maneras de reencontrarse con el humano. En uno de esos días le escribió y se encontró reprimiendo un chillido de júbilo cuando recibió una respuesta casi instantaia. Luego se percató de que en Barcelona eran las cuatro de la mañana, que su Alex debía dormir 6 a 8 horas diarias para estar sano, y se aseguró de cuidar más sus horarios a partir de entonces.
Set ya no trabajaba en la sala de tortura. Ahora se dedicaba enteramente a los gemelos. Se había mudado a la tierra permanentemente, al edificio contiguo al de los Ferrera, a pesar de las leves quejas de su padre y de l loca preocupación de su tío Loki. Había asegurado que no tomaría más que productos naturales, ninguna bebida preparada por otros humanos, y se había marchado. Lucifer había intentado contactarle en tres ocasiones para saber como andaban los gemelos, pero el joven semi demonio se había negado a contestar, aún furioso con lo ocurrido.
Alejandro le había contado que las clases de trompeta iban muy bien. Aunque también solía quejarse de las explicaciones de Set, que a menudo contenían descripciones muy gráficas de torturas infernales por según que pecados. Ese era todo el contacto que tenía con su humano.
Al menos, hasta que Junio dio comienzo. Entonces, un día, su movil vibró con un mensaje de Alex, que obviamente no era del muchacho:
"Estimado hermano mayor,
No es mi intención agrandar la brecha que nos separa. Nada quisiera más que ver os tomar regresar a la luz de nuestro amado Padre. Sin embargo, para que eso suceda, debo finalizar vuestro contacto con el descendiente. El nuevo elegido del Señor no debe caer en el pecado que consiste una relación pecaminosa con vos. Así pues, es mi deber confiscar este aparato de comunicación y advertidos que de reanudar el contacto, Uriel deberá reajustar la memoria del descendiente. Atentamente,
Arcángel Miguel, Portador de la Lanza, Protector de la Iglesia, Vencedor de Diablos, Príncipe de la Milicia Celestial"
Después de eso dejó de lado su americana, camisa y corbata, llenó su bañera de agua y con la camiseta, los zapatos y pantalones puestos se sumergió en ella. Contó hasta 987599, antes de salir a por aire. No lo necesitaba realmente. De hecho, la sensación de mareo y somnolencia por falta de oxígeno le sentó muy bien. Sin embargo, cuando vio su piel medio arrugada pensó en Satán y como se había preocupado por el envejecimiento de Laura. ¿Le pasaría lo mismo a Alejandro? ¿Cuántos años tenía? ¿Cuándo era su cumpleaños? ¿Por qué no se había molestado en aprendérselo de memoria? Estaba seguro que su secretaria lo sabría. Pensó en celebrar un aniversario con Alex, varios incluso. Luego, el miedo se apoderó de él. Miedo a que a su ladronzuelo le borraran la memoría, miedo a que Satán perdiera a Laura y a la pequeña Lucy, miedo a que más demonios fueran infectados con la fruta del paraíso, le hinchó el pecho de preocupación. Así estaba, sentado en su humeante bañera, en camiseta, zapatos y pantalones, contemplando sus manos arrugadas, cuando Laura, Satán y Exael entraron en la habitación.
—Os lo dije —exclamó la humana al verle.
Exael, a su vez, se acercó y posó una mano sobre su garganta, sintiendo su pulso. A Luzz no le importó demasiado, apenas si era consciente de la compañía, demasiado ocupado intentando resolver todos sus problemas en las arrugas de sus manos.
— ¿Has tomado algo en las últimas horas? —Le preguntó el gemelo de Gabriel— ¿Alcohol, aspirina, ibuprofeno, cigarrillos, marihuana, cocaína...?
Lucifer sacudió la cabeza, todavía indispuesto a hablar o prestar gran atención. Su dedo índice mojado parecía estar a punto de darle las respuestas que tanto buscaba.
— Nada, eso no puede ser bueno, Luzz vive de sus pastillas—comentó Satán preocupado.
Entonces, Laura quitó el tapón de la bañera y todo el agua que había arrugado su piel, haciéndola más sabia, desapareció.
— ¿Qué ha pasado, cariño? Llevas dos días desaparecido.
—La crisis del corazón roto —aseguró el diablo muy convencido— muchos demonios pasamos por eso.
— ¿Pasaste por esto por mi culpa, Stan? —La humana parecía consternada de oír aquello.
—Por supuesto que no, tú caíste a mis pies de inmediato, como debería ser, pero con Van Ghog lo pasé muy mal. Aun no me puedo creer que se cortara la oreja por mi culpa.
Mientras la pareja discutía, bromeaba y se pegaba codazos, Exael se apresuró a incorporar a un Lucifer que parecía inhanimado y le pegó un chute de adarenalina con una inyección que había estado guardando en su bolsillo. Por desgracia, tampoco eso pareció tener gran efecto.
Un chillido y un llanto los interrumpieron a todos. Solo entonces Lucifer pareció despertar. En el salón tumbada sobre un gran sofá, encarcelada entre cojines de los que intentaba escapar, lloraba la pequeña Lucy. Al verla, sus padres corrieron a socorrerla como si estuviera al borde de la muerte y no tan solo hambrienta. La niña abrió la boca y buscó con sus pequeñas manitas un pecho del que amamantarse. En cuanto lo encontró se prendió de él con gran energía y sus lloros pararon por unos instantes.
— ¡Date prisa!—le pidió Satán a su mujer mientras dejaba que su hija chupase de su pezón en busca de alimento. Podía obligarse a producir leche, incluso cambiar su cuerpo en el de una mujer, pero como Laura siempre decía: —Stan, eso es muy perturbador, ¡deja de hacerlo!
Laura se deshizó con un suspiro de su sujetador y cogió la niña en brazos, encantada con alimentarla, y un tanto digustada con las manchas de leche que ya tenía en su boca.
—En serio, cariño, tienes que dejar de hacer eso. Da mucho mal rollo.
— ¡Pero no puedo dejar a Lucy llorando hambrienta! —intentó justificarse el diablo.
—Pues haz aparecer un biberón, no te la enganches al pezón.
— ¿Qué está pasando aquí? —Preguntó Lucifer, por fin de regreso al mundo real.
—Por lo que puedo deducir por tu aspecto y tu ropa, llevas 46 horas y cinco minutos en la bañera. Esto es una intervención—le explicó Exael.
— ¡No es una intervención!—Se apresuró a corregirle Laura todavía balanceando a Lucy para que bebiera—. Somos familia, queremos saber si estás bien y como podemos ayudar.
— ¿Qué ha pasado Luzz?
El demonio se encogió un poco. ¿Qué no había pasado?
—Miguel, Uriel, Set, Alex... —enumeró y señaló con un gesto a su teléfono. Una parte de él quería volver a la bañera. La otra, miraba sus zapatos y su pantalón de traja y se odiaba a sí mismo por haberlos arruinado.
Satán fue a por el móvil, seguido de Exael y Laura, que forzó a su niña a eruptar antes de pasarsela a Lucifer. Durante varios minutos, el demonio contempló a su ahijada en confusión y dejó que ella jugara con sus dedos, escalara por su hombro y chupara su cabello. Pensó en la pequeña Alba y en que prometió que la próxima vez él sería la princesa. Sería divertido volver a ver a Alex disfrazarse. Todavía mejor sería verle deshacerse del disfraz. Quiso saber lo que Alex pensaría de Lucy. Alexa, sin duda, se reiría de la ocurrencia, pero estaba bastante seguro de que los dos gemelos estarían encantados de cuidar a la niña. De nuevo se cuestionó cómo todo había pasado tan deprisa. ¿Cómo se había enamorado de un hombre, un chico, al que conocía solo desde hacía apenas nueve meses? Su Padre tenía un extraño sentido del humor para crear el enamoramiento y hacerlo tan impredecible, ilógico y problemático. Lucy miró a Lucifer a los ojos por unos instantes, aplaudió y se puso a reír. El demonio tuvo que asegurarse de que la tenía bien sujeta.
Entonces, sus interventores volvieron a aparecer. Su hermano y líder cogió a la pequeña de sus brazos y el demonio los sintió vacios. Por primera vez en años, desde que vio por primera vez Buscando a Nemo, para ser más exactos, sintió como sus ojos se irritaban y humedecían. Una primera lágrima resbaló por su mejilla. Y así, abierto y vulnerable, susurró:
—No sé que hacer.
De inmediato, Laura corrió a sus brazos, aunque con su pequeña altura tuvo que alzarse de puntillas para rodearle el cuello.
—Ts, ts—hizo, como cuando tranquilizaba a su pequeña—, no te preocupes. Todo saldrá bien.
—Correcto—afirmó Satán— vamos a subir a la tierra. Quiero hacerles una visita a esos descendientes.
Exael sonrió complacido y añadió:
—Prepararé los formularios 349 y 4821 entonces, para este tipo de emergencias. ¿Llamo también a una niñera?
N/A: ¡Uy, se me olvidó publicar el capítulo! ¿Cómo van las vacaciones?