Esa noche no podía dormir, su celular resonaba en notificaciones de todo el preocupado equipo, aunque hubo una que resaltó al instante. Una notificación que destruía su poca compostura.
Kageyama.
No se atrevía a siquiera ver ese mensaje, no quería hacerlo, su corazón ardía de dolor con saberlo, pero cuando iba a apagar el móvil, notó una nueva notificación brillando, como una esperanza.
Shoyo, éstas raro.
Kenma llegaba como un rayo de luz.
Me contaron que Kageyama comenzó a salir con "Oikawa".
¿Te sientes bien?
Los ojos comenzaban a llenarsele de nuevo, sin poder controlar las lágrimas repentinas. Una llamada entrante que apenas logró vislumbrar para dar a "contestar" en lugar de "finalizar".
-Te estoy escuchando llorar y no te sienta bien.
Kenma comprendía demasiado bien las situaciones, por lo que no dudo en prometer que lo visitaría para ayudarlo a subir su ánimo con videojuegos.
Los amigos tenían siempre la mejor cura para un corazón roto, o para heridas simplemente profundas, como las de nuestro pequeño sol.
Y, en cuestión de una noche, Kenma ya había encendido de nuevo la felicidad Hinata, una mecha que explotó a su alrededor. Le brindó una solución.