The Last Virgin Standing / Ti...

By Blakeisavampire

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Charlotte Summers es la última virgen en su escuela; una escuela donde tomar la virginidad es un deporte. El... More

Sobre la autora - The Last Virgin Standing by laughterandjynx
Capítulo 1. Mi manzana es verde, pero su envidia lo es más
Capítulo 2. Sé como Alice y acósame
Capítulo 3. ¡Boxers, Calzoncillos, y Oh-Mi-Biología!
Capítulo 4: Linguine y Luke el Desagradable
Capítulo 5: Un libro, Dos libros, Un chico, Tres chicos.
Capítulo 6: Bolas a la canaleta, Bolas de bolos y Bolas de Newton.
Capítulo 7: ¿Apunta a los desagradables clásicos y no a los pétalos de rosa?
Capítulo 8: Llévame al juego - Eso también funciona.
Capítulo 9: Cualquiera puede tener talento con las chicas
Capítulo 10: En Walmart puedes encontrar cosas exóticas
Capítulo 11: Humpty Dumpty
Capítulo 12: Comida Post-Sexo
Capítulo 13: Club de Fans de Luke: Parte de Uno
Capítulo 14: Cuatro por cuatro: Cuatro al cubo
Capítulo 15: Los condones son las nuevas cincuenta sombras
Capítulo 16: La curiosidad mató al gato y el gato atrapó al ratón
Capítulo 17: Abrazos
Capítulo 18: Los ogros son como las cebollas
Capítulo 19: Juegos de palabras
Capítulo 20. No me dijeron que jugar a Cupido tenía sus consecuencias
Capítulo 21. Una olla de Jambalaya revuelta, por favor.
Capítulo 22. Balanceándose con el enemigo
Capítulo 23. De corazón a bragas con Sr. Chico Malo
Capítulo 24. Choux à La Crème, Escargort, y encantos de príncipe
Capítulo 26. Más terca que un demócrata y más brillante que un flamingo
Aclaraciones y reclutamiento de staff
Capítulo 27. Fe, confianza y polvo de hadas.
Capítulo 28. A las doce en punto

Capítulo 25. Pavo para el pensamiento; tal vez Benjamín estaba en el camino

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By Blakeisavampire

Capítulo 25. Pavo para el pensamiento; tal vez Benjamín estaba en el camino correcto


Tyler me pidió una cita.

Solo, que no era realmente una cita porque no solo seríamos nosotros dos. En retrospectiva, ni siquiera era una cita para empezar. En este caso, la palabra ''cita'' no fue nunca mencionada. Me había pedido acompañarlo a la fiesta de cumpleaños de su primo pequeño en Chuckie Cheese's. Su tía se había intoxicado con comida y había pasado semana y media en un baño con desechos nada atractivos saliendo.

—Eso es asqueroso —tuve que decirle a Tyler cuando me ilustró, en detalle, las funciones fisiológicas de su tía—. No vuelvas a describir algo así jamás.

Se encogió de hombros.

—Creí que a las mujeres les gustaban los detalles.

Sin necesidad de decir, terminé abruptamente la llamaba, eso señalaba el final de nuestra conversación.

Después, me envió un mensaje y me dijo que me recogería al medio día y que me preparara para el "paseo de mi vida". Respondí rápidamente y le dije que no había manera en que yo me volviera a subir a su motocicleta.

Eran exactamente las 12:01, miro a mi teléfono frecuentemente, y estaba sentada incómodamente dentro de un edificio al que no había entrado desde el cumpleaños número once de Luke. No recordaba mucho de la fiesta a parte de unas generosas cucharadas de Cookies N' Cream y el hecho de que no tuvimos suficientes boletos para el premio que queríamos. A diferencia de Luke, no era particularmente talentosa para los juegos de maquinitas.

Por quince minutos, caminé alrededor del área reservada para los Bradshaw, esperando a Tyler. Él y su pequeño primo, a quién llamé Pequeño Bradshaw, paseando, como si llegar tarde a su propio evento fuera completamente aceptable. Dada su puntualidad, lo esperaba.

—Charlotte, este es Jake. Jake, esta es Charlotte. Va a celebrar tu cumpleaños con nosotros, ¿está bien?

Jake asintió con avidez, una sonrisa donde enseñaba todos sus dientes. Uno de sus dientes de leche se había caído y podía ver un poco de uno nuevo saliendo.

—Estoy cumpliendo siete —dijo orgullosamente.

—¿En serio? Te estás haciendo viejo —le molesté con una vergonzosa y chillona voz que solo salía cuando estaba cerca de niños.

Frunció las cejas y dio una patada enojado.

—¡No lo estoy! Tyler es mayor que yo por —hizo las cuentas con los dedos, lo que creí que era absolutamente adorable— once completos años. Y apuesto a que tú eres vieja también —replicó.

Sonreí.

—Solo por diez años.

—Aún vieja —murmuró Jake, cruzando los brazos y mirando al suelo.

­—Eso no es lindo, Jake —le regañó Tyler—. Nunca debes llamar vieja a una mujer. —Era diferente verlo paternal y desalentando el tipo de actividad de la que usualmente formaba parte.

—¿Por qué no? ­—cuestionó Jake.

Se agachó y murmuró, intencionalmente, en voz alta al oído de Jake. Me miró brevemente antes de decir—: ¿Cómo se supone que vas a conquistarlas si se sienten insultadas?

Esperando algo dulce y no-infantil, estaba desagradablemente sorprendida por su respuesta. Pensé que iba a decir algo como las líneas de ''Es maleducado'' o "no es lindo". Era una clásica respuesta que hubiera visto venir, parecía algo que diría Ian más que cualquier otra persona.

Le di una mirada que me hizo ganar una sonrisa de satisfacción de su parte.

—¿Tienes algo que decir, Summers?

—¿No tenemos una fiesta que dar?

Había doce de ellos corriendo alrededor como banshees salvajes. Tal vez estaba exagerando un poco, pero ellos sí que tenían energía de sobra. Anticipé que serían más dóciles de lo que realmente eran, lo que fue mi primer error. Estuve tentada a mantener alejado el helado de ellos porque no necesitaban más azúcar, ¿pero quién era yo para privarlos de la alegría del helado?

Creí que mi propósito de estar aquí era vigilar a los niños, pero hasta ahora, no estaban creando ningún problema. Giré mi cara del área de maquinitas, donde todos ellos jugaban libremente, a Tyler, que estaba sentado del otro lado de la mesa.

—No son problema —dije.

—Nunca dije que lo fueran —respondió débilmente.

­—Pero creí que habías dicho...

—¿Qué fue lo que dije, Charlotte?

Esperó por mi respuesta.

—Yo... tú dijiste que querías que te ayudara.

Sacudió la cabeza.

—Nunca pedí tu ayuda, Charlotte. Solo pedí tu compañía. Si no quieres estar aquí, puedes irte. No hay nada que te detenga excepto esa puerta —apuntó a la salida.

—¡Quiero estar aquí! —protesté e inmediatamente me arrepentí de lo entusiasmada que soné.

Alzó una ceja. Vi un rastro de jugueteó en su cara de póker.

—No creo que lo hagas.

—Bien —dije, poniéndome de pie—. Nos vemos luego.

Sentí que me tomaba de la mano y me jalaba de vuelta hacia él.

—Espera. No te vayas.

—Pero dijiste que—

—Creo que estas soñando despierta conmigo y pensando en las cosas que el falso yo dijo. —Vi la comisura de su labio levantarse.

Abrí la boca para discrepar pero terminé dejándola abierta hacia él. La cerró gentilmente, acariciando levemente mi mandíbula con sus dedos rasposos.

—No te avergüences tanto. Es normal para las chicas pensar en mí constantemente y construir fantasías con las cosas que le harían a mi maravilloso cuerpo.

Fruncí el ceño y golpeé su oh-tan buen pecho cubierto de tela.

—Cállate.

—No lo negaste.

—Desearías que soñara despierta contigo —bufé.

Lucía como si quisiera cuestionar mi bufido pero no dijo nada.

—Entonces —comenzó con una sonrisita—. ¿Cuáles son tus fantasías sexuales? Si me lo pides amablemente quizá esté dispuesto a ayudarte.

Lo acallé, mirando alrededor para saber si algún oído inocente había escuchado.

—¿Podrías decirlo más fuerte? —dije exasperada.

Lo tomó como un reto, pero rápidamente cubrí su boca con mi mano.

—No te atrevas. Era una pregunta retórica.

—Alguien está de mal humor el día de hoy ¿Estás en tu período, Summers?

Su franqueza me hizo retroceder, ¿no sabía que hacer esas preguntas era castigado con miradas asesinas? Él simplemente estaba rogando por ser ignorado y convertirse en un blanco para mi amargura. ¿No era algo así como una regla no escrita que se suponía que los chicos no debían hablar de eso a menos de que fuera en un tono más sensible del que él había usado?

Él estaba en lo correcto. Yo estaba en mi periodo, pero él no necesitaba decirlo a menos de que yo estuviera sangrando a través de mis pantalones. Y si eso pasara, no sabría si estar mortificada o agradecida.

—Yo... ¿disculpa? ¿Qué se supone que significa eso? —tartamudeé, esperando que mis mejillas no estuvieran tan rojas como imaginaba que estaban.

—Te enojas muy rápido. Creí que solo pasaba cuando las chicas estaban en su período.

—Depende de la chica. A veces es algo que un chico hizo —dije apresuradamente.

Rodó los ojos.

—Ese es el problema con las chicas. Son tan emocionales. Y se preguntan porque ningún chico quiere una relación —se mofó.

—No todas somos emocionales.

Se miraba dubitativo.

—¡Está bien! —Lancé mis manos al aire en derrota—. Tal vez lo somos, pero la mayoría del tiempo tenemos una buena razón —lo piqué—. Y casi siempre es por los de tu especie.

Fijó sus ojos divertidos en mí.

—¿Mi especie? —repitió.

—Ya sabes, chicos.

Asintió.

—Correcto, porque somos tan crueles con las chicas de corazón sensible.

—¡Lo son!

—¿Cuándo crees que sea buen momento para partir el pastel? —preguntó, haciéndose un favor y cambiando de tema.

Me encogí de hombros. Nunca había sido buena en planear o ser anfitriona en fiestas.

—¿Cuándo termina la fiesta?

—A las cuatro, oficialmente, pero en realidad es cuando los padres vengan.

—¿Has visto la hora recientemente? —miré indecisa a la pantalla iluminada de mi teléfono.

—Son las 3:45, Tyler. Su expresión no mostró ningún cambio. Era como si le hubiera dicho que solo quedaba el cincuenta por ciento de los bosques pluviales en el mundo. Era un tema que simplemente no le interesaba, no pasó por su cabeza.

—¿Y eso significa...?

—Significa que tienen menos de quince minutos para comer antes de que sus padres vengan. Fue cuando sus cejas se alzaron y comenzó a entrar en pánico. Me dijo que juntara a los chiquillos para la comida. Me recordó a uno de los personajes del show de televisión que mi abuelito insistía en que yo mirara porque decía que ampliaría mis horizontes y me enseñaría los trabajos de los "viejos días". Me escabullía fuera de la sala una vez que los ronquidos comenzaban.

Para el momento en que reuní doce niños, Tyler tenía rebanadas de pizza en platos, velitas en el pastel y el helado destapado. Comenzó a encenderlas cuando Jake estuvo en el asiento central. Coreamos "feliz cumpleaños", Tyler murmurando la canción, y después Jake sopló las siete velitas.

—¿Qué pediste de deseo? —pregunté a Jake mientras Tyler estaba básicamente apuñalando el helado en pedazos.

Negó con la cabeza.

—No puedo decírtelo.

—¿Por qué no?

Entrecerró los ojos y bajó la voz a un susurró mortal.

—Porque entonces no se hará realidad.

—¿Todos van a querer helado junto con su pastel? —preguntó Tyler, mirando alrededor al grupo de niños de segundo grado.

La respuesta fue unánime: sí.

Sirvió el helado en los platos de colores brillantes, extendiéndoselo a cada niño y luego volviendo a empezar. Era como una línea de asamblea de un solo hombre. Me hubiera ofrecido a ayudarlo, pero se veía tan "en la zona" que no quise molestarlo. Lo tenía todo bajo control.

—Coman rápido —rugió—. Ensucien sus rostros.

Estaba sorprendida de que no hubiera optado por meter sus caras en la comida. Después, lo escuché musitar "animales salvajes" cuando hicieron lo que él les dijo. Juro que escuché un tono de orgullo cuando lo dijo. Quería decirle que estaba segura de que todos los niños comían desastrosamente, a menos de que fueran criados por padres propios y remilgados, pero no quería ser esa persona que siempre trataba de buscar en qué estaban equivocados los demás y hacerlos sentir mal.

—¿Quieres un poco? —me preguntó Tyler.

—¿Pastel glaseado y helado de vainilla? —aclaré.

Cuando asintió, acepté alegremente. Pastel glaseado y helado de vainilla parecían ser los sabores favoritos de los cumpleaños. Pero de nuevo, eran clásicos, y casi todos podían, por lo menos, tolerarlos. No muy pronto, los padres comenzaron a llegar para recoger a sus niños cubiertos-en-helado-y-mijagas-de-pan. Creí ver a algunos de ellos mirarme mientras empujaban a sus niños a la puerta del baño apropiado o los limpiaban con muchas toallas húmedas. Le desearon a Jake un "Feliz Cumpleaños" con una voz falsamente entusiasta; le agradecieron secamente a Tyler y me sonrieron apretadamente antes de irse.

—Bueno, eso fue bien —dijo Tyler, echando la comida sobrante en una bolsa de papel.

—Supongo —me reí.

—Fue horrible, ¿verdad? No hago fiestas para niños, las desnudistas son más mi escena.

—Once años más antes de que eso pueda pasar. —Gruñó ante el pensamiento de tener que esperar poco más de una década.

—Tal vez saque a mi otro primo. Creo que va a cumplir dieciocho pronto.

—Hablar de nudistas no te va ayudar a meterte a mis pantalones.

—¿Es tu manera de decirme que tengo una oportunidad?

—¡No! —Entonces no hay razón para intentarlo, ¿o sí?

—¿Por qué malgastar mi tiempo si no hay posibilidad de que accedas?

Él tenía un punto y yo estaba sin palabras.

—No... no lo sé. No pareces el tipo de persona que se rinde. Levantó una ceja.

—Ah, ¿no? —Casi sonaba como un reto.

—Bueno, tal vez lo haces —admití—. Pero no en esto. A pesar de que sus palabras decían algo diferente, sabía que no se daría por vencido hasta que ganara. Era importante para él. Me fui por las ramas, y asumí que algunas cosas eran importantes para él, ser el Virginator era una de ellas. Su relajada e indiferente actitud quizás me había engañado por un segundo, pero lo había descubierto. No había manera de que lo dejara entrar en mi mente y cambiarla.

***

Era el día antes del Día de Gracias, lo que solo significaba una cosa: cena con los Chandler.

Era una tradición que había empezado cuando yo estaba en tercer grado. Ese año en víspera del Día de Gracias, una tormenta brutal llegó. Los detalles aún son un poco borrosos en mi mente, pero recuerdo lo fuerte que el viento soplaba, la cantidad de lluvia que caía, y el gran roble que se cayó. Bloqueó una de las calles principales, no dejando a la gente salir o entrar a Addison. Papá y yo no éramos realmente cercanos a alguien de nuestra familia, así que usualmente pasábamos las fiestas solos.

La señora Chandler había hecho un festín digno del clan de los Chandler, pero dadas las circunstancias del clima, el clan Chandler se vio reducido a dos personas. Para hacer la historia más corta, fuimos invitados y nuestra soledad se había ido. Los Chandler eran nuestra familia lejana y yo los prefería sobre la excéntrica gente que eran los Summers.

Usualmente esperaba esto, pero la idea de sentarme con Luke en la cena me ponía incomoda. Me preparé a mí misma para la vergüenza, la tensión y el pobre intento de postre que mi papá hacía cada año. Era la misma receta, una que él había hecho felizmente. Le había llamado "Cacerola de Cheescake" y estaba orgulloso de ello. La señora Chandler había insistido en que se haría cargo de la comida, pero él insistió en que tenía que llevar algo. Ninguno de nosotros tenía el corazón para decirle que su platillo era una absoluta mierda. Creo que solo lo preparaba y no aceptaba que no tenía habilidades culinarias.

—No tienes que ir —dijo papá mientras se ponía su corbata.

Suspiré, deseando que su declaración fuera cierta. Mientras me decía que no necesitaba ir a un evento básicamente mandatorio, yo sabía que había un significado oculto que él quería que encontrara. Esperaba que fuera y pretendiera que nada de esto había pasado nunca. Conservaría lo que fuera que me quedara de dignidad y orgullo. Necesitaba mostrarle a Luke que estaba bien sin él, incluso aunque una parte de mi lo extrañara horrores. Cualquier momento en que esa parte salía, me recordaba a mí misma lo que había hecho y desparecía.

—Sí, tengo qué. Y tú tienes que comportarte bien ¿de acuerdo?

—No voy a hacer una escena —prometió—. ¿Por qué empezaría algo? Me conoces Charlotte. Soy una persona libre de drama.

Bueno, lo era ahora. Por las historias que me había contado, Rochelle era un imán para el drama. Ella lo atraía, ella lo creaba, pero no se deshacía de él. Cuando lo intentaba, todo lo que hacía era generar más. Mientras sus amigos lo felicitaban por tener a alguien tan, bueno, fuera de su liga, también lo molestaban por la superficialidad de ella. Como el novio leal que era, él la defendía, diciendo que era solo un mecanismo que usaba para protegerse. Incluso cuando estaba contando historias, podía ver el amor que quedaba en sus ojos. Mi corazón dolía por él, pero estaba feliz de que el supiera que tenía que terminar con ella. Ella no se merecía un hombre tan genial como él.

Alcé mi meñique para que lo tomara y lo hizo.

—Lo juraste. No puedes romperlo.

—Sé cómo funciona. ¿Podrías traer la cacerola? Está en el mostrador.

Estaba cruzando los dedos esperando que se olvidara de ello, pero era desear demasiado. En años previos, lo había escondido muy bien en la jungla de nuestros cajones o a través de grandes e infinitos cucharones llenos para sacrificarme por los Chandler. Desde entonces, él siempre tenía una mezcla de respaldo preparada, solo en caso de que mis "urgencias" de comerla regresaran. Deshacerse de eso era imposible.

Era la misma rutina cada año. Llegaríamos a su entrada tres minutos antes de las siete, y papá, como el loco que es, nos haría esperar afuera en el helado aire de otoño, hasta que fuera el tiempo de llegada. En el momento que caminara hacia el timbre, golpeaba mi mano y me enviaba una mirada de desaprobación.

Exactamente a las siete en punto, la puerta se abría para revelar a la señora Chandler. El señor Chandler en la parte de atrás, arreglando su corbata en el espejo del pasillo.

—Entren —dijo.

El aire era significativamente más cálido dentro de la casa y el aroma causó que se me hiciera agua la boca. Quería ahorrar espacio para la cena, así que terminé comiendo un mezquino bol de Cheerios ese día. No habíamos ido a comprar comida como era debido últimamente.

Papá fue llevado a la sala para "charla de adultos", mientras que yo subí reaciamente las escaleras a la habitación de Luke. Como siempre, Luke estaba jugando alguna clase de videojuego que envolvía pistolas (o cualquier otro tipo de arma). Todos lucían igual para mí, obviamente, no era una buena jugadora. No podía diferenciar Call of Duty de Halo. Estaba tumbado en su cama, presionando furiosamente los botones y concentrándose en la pantalla con gran intensidad.

No estaba segura de si debía sentarme y ponerme cómoda como había hecho en el pasado o quedarme parada incómodamente en la entrada. Al final, hice algo así como una combinación de ambas. Me senté en la silla de escritorio. Estaba aún lo suficientemente cerca para que no se viera como si estuviera evitándolo, pero a la distancia suficiente como para no sentirme obligada a iniciar una pequeña charla.

Intercambiamos breves saludos y eso fue todo. Tenía el extraño sentimiento de que él quería hablar de los problemas que había entre nosotros pero no quería crear más problemas innecesarios.

—¡La cena es en diez minutos! —gritó la señora Chandler—. ¡Luke, será mejor que no estés estropeando tu cena con esas galletas que te vi subir hace rato!

—Oh, déjalo en paz, Laurie —escuché decir al señor Chandler.

—No voy a dejar que mi día de esclava en la cocina se malgaste, Robert.

Ignoré lo que decían y le lancé una mirada de pregunta a Luke. Sonrió tímidamente y apuntó a un plato de galletas de azúcar a su lado. La mitad del plato estaba cubierto de migajas.

Arrojó una a su boca, desobedeciendo completamente a su mamá.

—¿Quieres una? —me ofreció.

Me mordí el labio inferior, tentada a aceptar la trampa, ¿qué si era algún tipo de ofrenda de paz?

A pesar de que sonara mal, creo que no estaba lista para perdonarlo. Sabía que estaba siendo egoísta, pero los humanos eran criaturas egoístas. Además, estaba lastimada y creo que merecía rodar en mi propia lástima por un poco más de tiempo.

Notó mi duda y sacudió el plato frente a mi cara.

—Vamos Charlie —me apuró—, es solo una galleta. No es como si te estuviera ofreciendo drogas.

—Lo sé, pero no quiero arruinar mi cena —mentí, forzando las palabras entre dientes.

Se burló.

—¿Desde cuándo te has preocupado por eso? Charlotte, sé que quieres una. Amas las galletas de mi madre quizá un poquito de más. ­­—Se rió entre dientes a sí mismo—. ¿Te acuerdas del primer año cuando tú—

Lo interrumpí rápidamente.

—No necesitamos hablar de eso.

Vi el pequeño hoyuelo izquierdo mostrarse. Sabía que estaba pensando en el incidente, un evento que me gustaría eliminar de mi memoria para siempre.

—¡Para! —le exigí.

—¿Parar qué?

—¡Para de recordar!

Jugó la parte del niño inocente muy bien.

—¡Recordar qué?

Cerré mi puño para evitar golpearlo y dejé salir un ruido que le dijo que estaba molesta. Tomé la almohada más cercana, envolví mis brazos alrededor de ella y apreté tan fuerte que estuve sorprendida de que el relleno no explotara.

—Wow, cálmate, ¿qué te hizo la almohada?

No es lo que la almohada hizo, fue lo que tú hiciste, pensé amargamente.

Me encogí de hombros.

—Durmió con las sábanas.

—Tal vez el edredón no estaba ahí y la almohada te extrañaba y pensó que las sábanas lo harían sentir mejor.

—La almohada debió saber que el edredón iba a volver.

—La almohada lo sabía, pero pensó que las sábanas debían reconfortarlo.

—¿Más de lo que el edredón podría reconfortarlo?

No pudimos terminar nuestra broma en el escenario imaginario que había sido realidad, porque era tiempo para cenar.

La cena fue mejor de lo que creí que sería, pero aun así fue incómodo. La comida era, como siempre, deleitable. El postre de papá sabía un poquito mejor que el año pasado, pero eso era solo porque le dije que usara mantequilla en barra en lugar de poner todo el tubo de I Can't Believe it's Not Butter!(1). Aún así era una tarea hacerlo bajar por nuestras gargantas mientras sonreíamos.

Miré a Luke un par de veces. Él atrapó mi mirada una vez, sonrió, y yo miré a otro lado, roja de vergüenza. A partir de ahí, traté de ser más discreta cuando le lanzaba miraditas. No creo que lo haya notado.

Papá y el señor Chandler escaparon a la sala para ver el fútbol mientras la señora Chandler los seguía poco entusiasmada. Era en momentos como este en que yo deseaba tener una verdadera madre (o al menos un sustituto). Ella no tenía a nadie con quien hablar, seguro tenía a los hombres, pero ellos estaban enfocados en el deporte. Ella era como la tercera rueda, o la quinta, dependiendo de cómo lo miraras.

—¿Podemos hablar? —preguntó Luke, pausando el juego.

—Estamos hablando —bromeé.

Jugó nerviosamente con sus manos.

—Sabes a lo que me refiero.

Suspiré.

—Seguro.

—Sé que aún estás enojada—

—No estoy enojada, Luke.

La oscura incertidumbre en sus ojos se iluminó de pura alegría. Él se iluminó como árbol de navidad, era como si le hubiera dicho la mejor noticia en el mundo. La sonrisita en su cara irradiaba tanta felicidad que avergonzó a la luna.

—¿No lo estás?

—No.

—¡Eso es genial!

—Pero ­—odiaba interrumpir y destruir su felicidad que yo había causado, pero se sintió mal dejarlo ir—, no será igual que antes.

La sonrisa en su rostro se desvaneció tan rápido como había llegado.

—Pero no estás enojada... —intentó, sosteniéndose del pequeño hilo de esperanza que quedaba. Dejó salir un suspiró pesado y lleno de emoción—. No volverá a ser lo mismo, ¿verdad?

Mis ojos bajaron a su edredón hasta que reuní la suficiente fuerza para mirarlo a los ojos.

—Fue tu decisión dormir con ella —decir esa frase me agotó. Me tomó tanto decirlo con tan poca emoción cuando mi corazón estaba apretando y demandando que lo perdonara. Era difícil resistirse.

Pero otra parte de mí, la parte egoísta, hizo su reclamo ¿qué si no quería superarlo? ¿Qué si disfrutaba estar enojada con él? Encontré estos pensamientos un poco sádicos y un poco problemáticos. Sabía que no era suicida ni me agradaba la autolesión, al menos no la física de todas formas. Se me cruzó por la mente que podía ser una masoquista. La mayoría de veces me negaba a creerlo porque el pensamiento no era placentero. Quería que mi imagen fuera mejor que eso, mejor que alguien que experimentaba placer de su propio dolor.

Luke asintió secamente.

—Entiendo. ¿Puedo decirte algo?

—Está bien.

—¿Recuerdas cuando querías saber a quién estaba mensajeando a principios de este año? Te dejé elegir la película. Estábamos a punto de ver—

—Lo recuerdo Luke. —Me sentía mal por no dejar que terminara sus oraciones, pero no había necesidad de recordar el pasado.

—Bien, bueno, estaba hablando con Emma. Tuvo una alarma de embarazo.

No importa que tan enojada estuviera con ambos (incluso a pesar de haber perdonado a Emma), no pude evitar sentirme terrible por ellos. En el breve período de tiempo en que ellos pensaron que ella estaba embarazada, debieron haber estado demasiado asustados. No podía imaginar quién estuvo más asustado.

Mientras que Emma era más madura, era su primera vez teniendo sexo. Sus padres miraban aquello como un fracaso, sexo premarital y niños nacidos fuera del matrimonio, lo que implicaba el embarazo adolescente.

Luke, por otra parte, no estaba mental, emocional o financieramente preparado para la paternidad. No podía cuidar de sí mismo, mucho menos de un bebé. Pensé que lo había manejado bastante bien o que era mejor actor de lo que creía. A parte de ese momento, no sentí nada de ansiedad viniendo de él.

—Y antes de que enloquezcas, usé condón. No se rompió ni nada, pero no son cien por ciento efectivos. Ella tomó una prueba de embarazo, decía positivo, y me dijo en el momento. Le sugerí que hiciera una cita en el doctor, pero ella quería tomarse unas pruebas más antes de involucrar a alguien que pudiera divulgar la información con su familia. Después de esa semana me dijo que era todo una falsa alarma. No más bebé.

Descarté todo mientras lo abrazaba. Mis mejores amigos pudieron haber sido padres. Pude haber sido una madrina. No podía creer que habían mantenido esa información para ellos todo este tiempo.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —murmuré.

—Eso hubiera involucrado tener que decirte lo de Emma ­—susurró de vuelta. Sentí sus dedos acariciar levemente mi espalda, enviando escalofríos por mi cuerpo—, y no podía hacer eso.

—Lamento que hayas tenido que pasar por todo esto tú solo.

—No estaba solo; tenía a Emma. A parte, no fue por tanto tiempo.

Nuestro abrazo terminó, y de pronto sentí frío y vacío.

—Pero probablemente te estabas flagelando por ello, ¿verdad? ¿Pensando en dejar el juego?

—Pensé en darme por vencido, sí. Pero después pensé en cuanto quería... realmente lo quería Charlotte. Sabía que había una oportunidad de que ella no estuviera embarazada, y me dije a mí mismo que si no lo estaba, entonces iba a continuar con el juego. Si iba a ser padre, iba a renunciar.

Sonreí. Luke estaba dispuesto a dejar todo para ser un buen padre si tenía qué. No había duda en mi mente de que él se hubiera esforzado para ser un buen ejemplo para su hijo o hija, pero estaba feliz de que no tuviera que lidiar con un hijo así de rápido en su vida. Sería un problema para los dos.

Era como si las nubes se hubieran despejado y se hubieran tragado todo el mal aire entre nosotros y lo hubieran remplazado con sol y perdón.

—Sé que lo harías.

—Así que ese abrazo, ¿significó algo? ¿Me estoy fijando mucho en ello? ¿Me estoy trasformando en una chica?

—Bueno, estás definitivamente actuando como chica —quería que sonara juguetón pero en lugar de eso sonó más cruel que nada ­—. De verdad lo siento. Eso debió haber sonado muy mal.

—Está bien, Charlie.

—Creo que tal vez esté lista para perdonarte.

—Pero hace rato dijiste que las cosas no volverían a ser iguales.

—No lo serán, pero podemos olvidar esto.

—Gracias. No te arrepentirás. Lo prometo.

Y con eso, estrelló mi cuerpo contra el suyo para otro de sus abrazos de oso.

~~~~~~~~~

(1) Marca estadounidense de margarina.


Traducido por @AnleeFuentes

Corregido por @Blakeisavampire

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