Química imparable © (AA #2) [...

By ZelaBrambille

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"Novela publicada por Nova Casa Editorial, disponible en librerías de España y América Latina" NO ESTÁ COMPL... More

Química imparable
Booktrailer y personajes
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 16 (parte 2)
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (extra)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37 (final)
Trilogía y secuelas
¡QUÍMICA IMPARABLE EN FÍSICO!
¿Dónde puedes comprarlo?

Capítulo 24

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By ZelaBrambille

BASTARDO

* * *



—Teníamos que haber ido a la enfermería, no sé en qué estás pensando, no dejas de sangrar, al menos vamos al hospital —digo atropelladamente mientras él maneja—. ¡Ya sé! ¡Vamos con tu madre! Ella te curará y será...

—Tranquilízate —interrumpe. Suelta una risita, él está relajado mientras yo estoy a punto de comerme las uñas—. Solo son golpes, no me voy a morir.

Llegamos a su casa, tan pronto entramos Oliver sube corriendo las escaleras, me limito a seguirlo después de cerrar la puerta de la entrada. Busco su habitación, al principio no lo veo en la alcoba, él está en el baño, por lo que me dirijo ahí.

Lo observo desde el umbral, se limpia la sangre con agua, luego enrolla papel en su mano, se cubre la nariz y echa la cabeza hacia atrás. Tarda minutos en detener el sangrado, no se queja ni una sola vez. Doms obtiene de un cajón una pomada.

—Deja que te ponga el ungüento —me apresuro a decir. Me da una corta mirada antes de asentir.

Me siento en la encimera del lavabo para alcanzarlo y que no tenga que inclinarse. Mientras abro el pequeño contenedor, agarra mis rodillas para separarlas, se coloca entre mis piernas. Tiene una marca en el pómulo, esparzo el árnica en su piel con mucha suavidad.

—Lo siento —susurro.

—Yo no, me encanta la idea de él retorciéndose —dice. Deja caer las manos en mis muslos, estamos muy cerca, su aliento sopla en mi cara, tengo que esforzarme si no quiero que mis dedos se pongan a temblar—. Eres especial, solecito, y ese hijo de perra hizo que pensaras lo contrario durante mucho tiempo, el estómago se me revolvía cada vez que lo veía tratándote mal en los pasillos.

—Él no se va a retorcer porque nunca me quiso —digo sin despegar los ojos del área afectada, le va a salir un moretón.

—¿Sabes qué creo? Que te adora y le encantas, pero no era el tiempo correcto para tener una relación formal. Soy chico, la gran mayoría de los adolescentes quieren tetas, culos y sexo. Si sus padres no se hubieran metido entre los dos, Liam habría madurado y aceptado lo que siente por ti tarde o temprano. —Mi ceño se frunce. La piel de Oliver es muy suave y huele muy bien.

—No lo sé, ya no importa de todas formas —digo al tiempo que termino de untar la crema. Cierro el frasquito y lo hago a un lado—. Me lastimó, no quiero ser la chica que le perdona todo, que hace lo que sea con tal de agradarle. No quiero ser mi madre, Oliver.

—Todavía lo amas, Han —asegura. Suelto un suspiro profundo que hace que mis hombros se hundan. No es tan sencillo, a veces creo que le guardo tanto rencor que nunca podré perdonarlo.

—Ya no es lo mismo, en todo lo que pienso cuando estoy con él es en esas chicas, sus palabras hirientes se reproducen en mi mente como si fueran una grabación. —También pienso en Oliver, pero eso no lo digo—. No quiero eso para mí.

Esboza una sonrisa y deposita un beso en la punta de mi nariz, acto seguido, me ayuda a bajar del lavabo.

Aprovechamos el día y nuestras faltas a clases, saca sus apuntes y me dedico a explicarle más temas de Matemáticas y Física. Pasado el mediodía, se escuchan ruidos en la planta baja.

—Aquí vamos —suelta a él al tiempo que se echa hacia atrás, se recarga en el respaldo y sonríe de lado. La puerta se abre de golpe causando un estrépito al rebotar en la pared.

—Mamá compró pizza, perro, baja si no quieres que... —La voz guarda silencio. Oliver y yo nos giramos sincronizados y observamos al chico que se ha quedado estancado contemplándonos. Es el hermano de Doms, el mismo que vi el otro día en el cuadro de la sala. Veo la confusión en sus ojos, su vista se desvía hacia algo atrás de nosotros. Sus párpados se abren por la sorpresa—. ¿Quién es y qué carajos están haciendo?

—Hola, soy Hannah, tú debes de ser el hermano de Oliver —digo regalándole una sonrisa sincera.

—Hannah me ayuda con Física y Matemáticas —aclara, puedo escuchar diversión en su voz, no sé qué le parece tan gracioso. La cara de susto que pone su hermano es muy cómica, aplano los labios para no reír.

—¡Mamá, Oliver trajo a una chica a base de engaños para seducirla! —Me atraganto. Quiero detenerlo y asegurarle que no es así, pero él desaparece, se larga como un cohete.

—Por Dios, dime que no le ha dicho eso a tu madre. —Siento las mejillas ardiendo, me llevo las palmas a la cara y me cubro. Doms suelta una risita divertida.

—No le hagas caso, es un imbécil. —Se levanta de la silla, da pasos hacia la salida—. ¿Quieres bajar? Ya lo escuchaste, hay pizza.

No estoy tan segura de querer conocer a su madre después de lo que su hermano gritó, me gustaría que la tierra me tragara y me escupiera en... no sé, junto a los canguros de Australia.

—Anda, ven conmigo, quiero que mamá te conozca —dice él, sorprendiéndome, me tiende su mano. Esas palabras bastan para ponerme de pie y permitir que me guíe por las escaleras.

—Deja de decir tonterías, Ben. —Alcanzo a escuchar la voz de una mujer, es suave—. El único que trae chicas a escondidas a esta casa eres tú, ni siquiera eres capaz de tirar los condones, no te voy a levantar el castigo.

—Es en serio, además, es súper caliente, ¿de verdad vas a creer que está aprendiendo a contar en vez de verle las tetas?

—¡¡Benthor Davies, cierra tu boca sucia!! —exclama ella, molesta. Si ya estaba roja, creo que seguramente ahora luzco como un arcoíris.

—Sí, deberías cerrar tu boca —dice Oliver tan pronto entramos a la cocina, las cajas de pizza están en una mesita situada en el fondo de la habitación. Ellos están sentados ahí, Ben tiene un trozo de pizza en la mano, su madre está escogiendo el suyo, pero salta al escuchar a su hijo, quien le manda una mirada amenazante a su hermano.

Un silencio sepulcral se adueña de todos, la madre de Oliver trae puesto su uniforme de enfermera. Se queda quieta durante unos cortos segundos que me parecen eternos, entonces se limpia las manos en su ropa y se acerca sonriendo.

—Hola, soy Maia Doms, ¿eres Hannah? —Me sorprende saber que me conoce, le doy una mirada de reojo a Oliver, él no ha soltado mi mano. Le correspondo el saludo a su madre y asiento, cohibida.

—Es un gusto conocerla, señora.

Él lleva el apellido de su madre, lo que quiere decir que su padre no se hizo cargo ni lo reconoció. Es imposible no relacionar a Maia con Ritta, pienso en Jocie, es tan dulce y simpática, tal vez habría sido muy diferente si mi padre no la hubiera reconocido, quizá habría crecido con rencor, así como Oliver.

—Oh, el gusto es mío, tenía muchas ganas de conocer a la chica que logró que mi muchacho quisiera aprobar los exámenes. —Le sonrío con timidez—. Pero ven, siéntate.

Mi corazón late de prisa, Doms me conduce a la mesa con su mano en mi espalda baja, ¿puede sentir mi nerviosismo? Tengo que recordarles a mis pulmones que tienen que respirar, ¿por qué estoy tan nerviosa de todas formas?

Nos sentamos juntos, él pone un plato de nieve seca frente a mí, al ver que estoy paralizada, también me sirve un trozo. Salgo de mi aturdimiento para escuchar lo que dice la señora Maia, habla sobre su día en el hospital.

—¿Le gusta su trabajo? —pregunto, ladeando la cabeza. Los ojos de la madre de Oliver se encienden como focos de Navidad antes de contarme lo mucho que ama ser enfermera.

Estoy masticando y prestándole atención cuando el pulgar de Oliver empieza a impartir un masaje cariñoso en mis nudillos, se mueve sin ser consciente del centenar de mariposas que nace en mi estómago.

—¿Le pagaste para que aceptara venir contigo? —pregunta Ben, interrumpiendo el discurso de su madre. Él sigue contemplándome con estupefacción.

—¡¡Benthor!! —suelta Maia, exasperada. Me da una mirada avergonzada—. Discúlpalo, hija.

Tal y como lo vi en el cuadro de la sala, los dos hermanos son completamente diferentes, en persona las diferencias son más notorias, empezando por el apellido y el color de sus ojos, terminando en el carácter de cada uno.

La señora Doms se da cuenta del golpe en el rostro de Oliver, él inventa una excusa y cambia el tema. No sé cómo Maia puede controlar y ser la madre de dos varones sin volverse loca. Si él fuera mi hijo le habría jalado las orejas hasta que me dijera la verdad.

Después de la comida nos disculpamos con Maia y regresamos a estudiar, escribo un ejercicio y activo el cronómetro de mi teléfono móvil para contarle el tiempo. Media hora después me entrega todos los problemas hechos con un margen de cinco minutos, nada mal. Con esmero evalúo cada ejercicio, a pesar de que siento sus ojos sobre mí, inspeccionándome.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro al ver los aciertos.

—Vaya, debería molestarme, ¿estás reprobando a propósito o quieres que te de tutorías sin necesitarlas? —le pregunto con la ceja alzada, haciendo que ría entre dientes y niegue con la cabeza—. Me alegra que te estés tomando esto en serio, nadie conoce sus alcances hasta que lucha por sus metas.

—En este momento mi única meta es besarte —susurra. Acto seguido, sus manos se envuelven a mi alrededor, me levanta con facilidad y me deposita en su regazo. Me remuevo para acomodarme, uno de mis brazos rodea su cuello—. ¿No crees que me merezco un beso?

Palpo el contorno del golpe en su rostro, siguiendo el recorrido de mis dedos con los ojos. El ungüento ha sido absorbido por su piel, solo se siente una ligera capa resbalosa.

—No pienses en él —pide en un murmuro. Salgo de mi nube de pensamientos, alzo la mirada para concentrarme en la suya.

—Nunca —digo—. Nunca pienso en él cuando estoy contigo. En realidad, pensaba en que podría maquillarte para que no se vea el moretón.

Se le escapa una risotada, sus brazos me aprietan con más fuerza.

—No lo creo, Lenny y Ben me torturarían si vieran maquillaje en mi rostro. —Hace una mueca.

Acaricio su mandíbula lentamente, Oliver se remueve con incomodidad.

—¿Qué le dijiste a tu madre de mí? —pregunto girando su cara con la intención de que nuestras narices choquen.

Hay ciertas cosas que no había notado antes: desde el primer día me abrazó con fuerza, me besó con pasión, incluso aquella vez en la fiesta pensé que me besaba con desesperación, como si lo hubiera estado esperando por mucho tiempo. Él me observaba sin que yo supiera, pues él sabía que me escondía cuando quería llorar.

—Le dije que me gustas. —Su vista está observando mis labios frente a los suyos. Guardo un suspiro en mi boca, pero no logro esconder mi respiración desenfrenada—. Corrección: le dije que me gustas mucho, que no quiero arruinar lo que tenemos con mis estupideces, que me ayudaste a ver qué quiero hacer con mi vida. Me guardé para mí que quiero meterme en tu falda, no creí que fuera prudente decírselo.

—Si tu madre entra le diré que me estás seduciendo —murmuro.

—Me parece bien. —Reparte besitos tronados en mi labio inferior, mierda, yo quiero besarlo, morderlo y tirarlo a la maldita cama, ¿cómo es que se lidia con esos deseos?—. Necesitamos una segunda cita porque arruiné la primera.

A continuación, me da un beso largo y suave, cierro los párpados automáticamente y sumerjo mis dedos en su cabello, atrayéndolo más a mí. Nos detenemos hasta que nos resulta imposible respirar, me muerdo el labio entretanto recupero el aliento que me ha robado.




Oliver se estaciona frente al portón, no calles atrás. Se despide dándome un beso y una mordida en el labio inferior.

—Te veo mañana, solecito —dice.

Le regalo una sonrisa antes de descender del vehículo. Una vez en el interior de mi casa, dejo las llaves en la mesita de la entrada y camino hacia el vestíbulo con la intención de encontrar a mi abuela. Me encuentro a Liam Baker sentado en el sillón, considero la opción de darme la vuelta y fugarme antes de que se percate de mi presencia, pero su mirada se alza y se estanca en la mía.

—Te fuiste con Doms. —Tengo que ser sincera conmigo, la verdad es que se escucha triste—. ¿Por qué? ¿Sales con él para lastimarme?

Me dejo caer en el sofá frente a él, no tengo ganas de hablar, pero sé que tengo que hacerlo.

—William, no todo gira a tu alrededor y no, no quiero lastimarte. —Agacha la cabeza. Me le quedo mirando por un buen rato, sin poder entender qué está haciendo en mi casa

—¿Desde cuándo?

Mi frente se arruga, él no me mira, no me deja ver su rostro.

—Después de la fiesta.

Sus hombros se hunden.

—No puedo reclamarte si yo fui el primero en fallarte, pero me siento como la mierda.

—¿Por qué? —Él levanta la cara y me mira—. Es que no entiendo, cuando empezamos con nuestra relación me dejaste bien claro que lo hacías por obligación, y aunque las primeras semanas fueron agradables, el resto no. El día de la fiesta me dijiste cosas horribles, me humillaste, pero antes ya actuabas así, que estuvieras alcoholizado no es una justificación. Tal vez no te acostaste con toda la escuela, pero lo hiciste con algunas, te besabas con otras delante de mí, dejabas que Iveth se te insinuara conmigo a un lado, me dejabas varada en las fiestas, me quedé siempre que terminabas borracho y me aseguré de que llegaras a salvo a tu casa. Me ignoraste muchas veces y, si no lo hiciste, me recordaste lo que no sentías. ¡Por Dios! Tuve sexo contigo la primera vez y te largaste, al día siguiente estabas con otra en los pasillos, Liam. Lo único que quería era que me amaras, preferiste hacer cualquier cosa excepto eso. —Mis ojos se nublan, las lágrimas se precipitan—. Lamento mucho no haber terminado nuestro noviazgo antes, éramos mejores amigos y lo arruiné, tú también lo hiciste, nada justifica que me hayas tratado de ese modo, también pudiste haber terminado la relación y no lo hiciste. ¿Por qué me dices que te sientes como la mierda si está pasando lo que siempre quisiste?

Me limpio una lágrima traicionera y sorbo por la nariz, podrá sentirse como la mierda ahora, eso no va a cambiar mi convicción, él hizo que me sintiera como la mierda muchas veces, y nunca se tocó el corazón.

—Porque me estás matando, Hannah —suelta con la voz ahogada. Se levanta y se acerca caminando lento, se hinca frente a mí, sus ojos conectan con los míos, tengo que ver hacia otra parte porque no soporto presenciar la tristeza que los embarga—. No sé en qué momento te perdí, no recuerdo siquiera cuándo fue que me miraste con tus ojitos brillantes por última vez, siento que te me resbalas de los dedos. Nunca estuvimos separados antes más que un par de horas, si terminábamos bastaba venir aquí, te me lanzabas a los brazos y ahora no, no está pasando eso, te fuiste con él, a mí también me golpeó y no te importó. Te fuiste, Hanny, me dejaste.

William se rompe.

Entierra su cabeza en mis muslos y se quiebra.

Impactada observo cómo su cuerpo tiembla, un nudo apretado se forma en mi garganta.

—Liam... —susurro.

—¿Por qué no me dijiste que te estaba perdiendo? Habría hecho algo para evitarlo. —Escucharlo es como estar en otra dimensión, ¿qué demonios está pasando?

—No me perdiste porque nunca quisiste que fuera tuya, nunca lo fui realmente.

—Eras mía, sí lo eras. —Liam lanza un sollozo que me parte en dos, no quiero que sufra, a pesar de todo quiero que esté bien, creí que lo estaría, que al fin podría respirar—. Eres el amor de mi vida, Hannah, por favor, tú lo sabes, nos pertenecemos, cariño.

—No, no lo soy, estás así porque temes estar solo y tus padres seguramente se van a molestar. —Quiero creerlo, pero puedo sentir su dolor, él está llorando y yo no sé qué hacer para que se calme. Es triste no saberlo después de haber estado enamorada de él durante tanto tiempo, sin embargo, creo que nunca nos dimos la oportunidad de conocernos realmente.

—Te amo, Hannah, no me dejes —ruega. Mis párpados se abren por la sorpresa, inspiro aire, agito la cabeza negando, a pesar de que no me está mirando—. Me equivoqué, creí que siempre estaríamos juntos, déjame arreglarlo.

Me quedo en silencio, repasando lo que ha dicho, existe una gran posibilidad de que lo esté diciendo para que no lo regañen, no obstante, está arrodillado, llorando con su cara en mis muslos, abrazando mis piernas como si fuera un niño pequeño. Recuerdo lo que Oliver dijo más temprano, ¿será cierto?

Agarro el cabello de Liam lleno de gel, cierro los párpados buscando algo en mi interior, sin embargo, ya no puedo ofrecerle lo que una vez le regalé. Lo quiero, tal vez lo haga siempre, pero no con esa intensidad que un día me dejó sin aliento. Ya no tengo nada que darle a William Baker.

—Sea como sea, William, nos lastimamos, es mejor estar separados —digo después de tomar aire.

—Vas a estar con ese imbécil —gruñe—. Eres demasiado para Doms, Hannah, es un pusilánime que no tiene metas ni futuro, es un bastardo.

¿Por qué ha dicho justamente la palabra «bastardo» para describirlo? ¿Acaso sabe algo? Y, ¿cómo se atreve a hablar mal de él después de todo lo que ha hecho?

—No le digas así —digo entre dientes.

Liam se echa hacia atrás, enderezándose. Tiene los ojos rojos, como si no hubiera dormido en días. Abre la boca para hablar, no obstante, la abuela Bo entra con el entrecejo fruncido, el enojo es notorio en sus gestos.

—William, sal ahora mismo de la casa —dice ella. Mierda, escuchó todo, de lo contrario no le estaría hablando con ese tono autoritario. Él intenta aparentar la sorpresa, la impotencia. Se pone de pie y me mira desde arriba.

—Voy a dejar que respires, Han, pero no me voy a dar por vencido —suelta antes de irse.


* * *

Uy, uy, uy, ¿qué les pareció? Espero que les haya gustado :3  muchas gracias por estar aquí y leer mi historia. 

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LOS QUIERO!!


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