Capítulo 80
Justin
Todavía pensaba en la última vez que había visto a ______. Una semana había pasado desde aquel día.
Soy de esas personas a las que le cuesta mucho expresarse, no logró decir completamente lo que siento.
Siempre se me quedan algunas palabras pegadas a la garganta, que no quieren salir. O peor aún, que temen salir.
Moría de ganas de expresarle a ______ todo lo que sentía.
Pero ¿cómo hacerlo si minutos antes había estado a centímetros de besar a el gillipollas ese?
No podía simplemente decirle "_____ creo que estoy enamorado de ti".
No, no era tan fácil.
Tan poco podía decirle lo mucho que me había molestado que estuviera con él.
Una duda seguía torturando mi mente, "¿serán pareja?".
No pude preguntárselo en ese momento porque sabía que ella se enojaria por mi descaro, y lo que menos quería era que me odiara más.
No cabía duda de que _____ me había cambiado en todos los aspectos. No sabía si para bien, o para mal.
Ya no me llamaba la atención consumir drogas (sacando de lado sus labios, esos si eran adictivos).
Había dejado de fumar cigarrillos.
Antes lo hacía cuando me encontraba nervioso, pero ahora, lo único que podía tranquilizarme era la voz de _____.
Me había convertido en algo que nunca quise ser.
Un auténtico y patético enamorado.
¿Era posible que estando lejos de ella, me costará respirar?
Tal vez ya me estaba volviendo loco.
¡Genial!
Un auténtico y patético, loco enamorado.
Aquella noche en la que asistí al desfile, pensaba secuestrar a ______ y no liberarla hasta que prometiera que seria mía de nuevo.
Pero al verla feliz con otro hombre y sentir su rechazo hacia mí, todo mi ser se derrumbó.
Una de las principales razones por las cuales me aleje de ella, fue para no herirla más y para que siga con su vida sin mí.
Pero ahora que veia que lo estaba logrando, no podía controlar mi egoísmo.
Ansiaba tenerla en mis brazos otra vez.
-Nunca te vi tan demacrado- bromeó Ryan.
-Eres muy gracioso- dije con sarcasmo mientras me acostaba en el sillón de su sala.
Ryan me había otorgado un lugar para dormir en su casa, y yo estaba muy agradecido.
-Debes superarla- dijo, como si se tratará de una cosa fácil.
-¿Qué te hace pensar que estoy así por ella?- reté.
Ryan rió con ganas desde su sillón.
-Hombre, venga, no me lo puedes negar.
Yo suspiré.
-La extraño- admití con una mueca de dolor.
Ryan era como mi hermano, y sabía que podía ser totalmente sincero con él.
Ya le había contado absolutamente todo, incluido el contrato.
-¿Y qué haces aquí?- preguntó.
-¿A qué te refieres?- pregunté confundido.
-Joder, ve a buscarla.
-Ella me odia, Ryan- dije con sabor amargo en mi boca.
Pensar eso no se sentía nada bien.
-¿Que te odia? Esa chica te adora gilipollas.
-¿Estas loco? Después de todo lo que le he hecho no me quiere ni ver, y la entiendo.
-¿Y qué harás para revertir la situación?
-¿Revertir la situación?- pregunté pensativo. Ryan asintió- Nada.
-¿Nada?- preguntó con incredulidad.
-Ella está mejor así.
-¿Qué coños dices? Dan me ha dicho que ella fue un mar de lágrimas durante estos días- soltó.
-¿Conoces a Dan?- pregunté confundido.
-Joder tío, me lo he cruzado millones de veces cuando iba a tu casa, pero claro, tú no lo haz notado porque estabas muy entretenido observando a _____- dijo irónico.
Yo suspire.
Vaya, tenía razón. Esa chica me bloqueaba.
-Es simpático- comentó Ryan.
Bufe. Ni que lo diga.
Era un dolor en las pelotas.
-Deberías ir a hablar con ella- dijo al ver que yo no hablaba.
¿Hablar con ella? ¿Y si estaba con Luke? No gracias, prefería ahorrarme el mal momento.
-No lo creo- respondí.
Ryan suspiró.
-No puedes estar aquí tirado todo el día.
-Mirame- dije mientras me acomodaba mejor en el sillón.
Él me tiró un almohadon.
-Vamos tío, salgamos- sugirió.
-¿A dónde?- pregunté de mala gana.
-No lo sé, podemos irnos a tomar unos tragos.
Lo pensé y no sonaba como una mala idea.
Podría emborracharse hasta perder la conciencia y olvidarme de todo.
Aunque eso no me importaba, sólo me importaba olvidarme de ______.
***
Desperté con una gran jaqueca martillando mi cabeza.
¡Joder! ¿Que rayos había ocurrido?
Abrí los ojos y noté que estaba en la habitación que Ryan me había prestado.
Mis ojos ardieron al encontrarse con los rayos del Sol que se filtraban por mi ventana.
Era tarde, diría que eran alrededor de las tres de la tarde.
Según mi lógica.
Cerré los ojos porque el dolor de cabeza era insoportable.
Un fuerte ruido provocó que los volviera a abrir, exaltado.
Alguien tocaba con fuerza mi puerta.
-¡Maldita sea!- gruñi.
-Vine a ver si te habías despertado- dijo Ryan mientras abría la puerta y entraba en la habitación.
-Y ¿hacía falta golpear la puerta como un condenado demente?- pregunté furioso mientas me sostenía la cabeza entre las manos.
-Condenado demente, vaya- se burló Ryan.
-¿Qué diablos pasó anoche?- pregunté.
No recordaba como había llegado a este estado.
-Cuida tu lenguaje, cabrón- dije divertido- ¿Realmente no te acuerdas de nada?
-No-gemi.
Ryan comenzó a reírse.
-¡Debí filmarte!- grito entre carcajadas.
Yo maldeci en voz alta porque su risa era como un martillo en mi cabeza.
-Después de unas copas comenzaste a decir que querías arrancarle los dientes con un alambre a un tal Dadi porque no dejaba dejaba de sonreir y estabas celoso de sus dientes tan perfectos- dijo mi querido amigo entre risas.
Yo tape mi cara con mis manos y gemi avergonzado.
-Oh, pero espera, hay más, dijiste que te gustaría tener hijos con ______ y que querías que todos salgan machos como su padre- Ryan rompió en risas y yo lo mire mal ¿de verdad había dicho todo eso? - ¿Entiendes? ¿Tú, padre?- siguió riendo- Ni siquiera sabes cambiar un pañal- continuó riendo.
-Ya para- gruñi molesto.
¿Yo, padre? Nunca lo había pensado.
-Oh, aún hay más.
-Oh no- dije y me tape la cara con la almohada.
-A las 4 de la madrugada quisiste ir a buscar a ______, pero como no te dejé, saliste del bar y comenzaste a romper los vidríos de los coches que se encontraban estacionados gritando "los vidrios no sirven para nada, prefiero los espejos para ver mi hermoso rostro".
Saque la almohada de mi rostro y vi que Ryan contenía la risa.
-No hice eso- dije.
-Oh si, si lo hiciste- dijo y ambos rompimos en carcajadas.
Era miserable.
"Cuando un humano sufre, no hay que
preguntarle ¿que te duele? sino ¿quien
te duele? porque detrás de un gran
dolor siempre hay un gran amor."