Fabricio la había visto por primera vez varios años antes.
La joven había entrado en el salón caminado tímidamente, pegada a sus audífonos y usando un par de mallones con líneas blancas y negras y una blusa del mismo color. Sus pies estaban envueltos en botas militares y sus brazos en brazaletes de cuero.
La miró mientras caminaba a su lugar. Beatriz era delgada, tal vez demasiado, y daba pasos rápidos y cortos. Detrás de ella entró una chica rubia con cabello hasta la espalda y anchas caderas que se ondulaban a cada paso. Saludó en voz alta y Fabricio pudo notar su nariz respingada y sus ojos verde botella. Era guapa, sí. Pero él no podía más que observar a Tiz.
Para el momento en que llegó su turno de presentarse, Fabricio ya estaba completamente intrigado por escuchar quién era ella. Rascó su barbilla con el pulgar y la observó sin parpadear.
Tiz se sentía incómoda bajo su atenta mirada. Él le había gustado desde el momento en que le prestó atención. Caminó dentro del salón acompañada de su mejor amigo y desde el primer vistazo su cuerpo se llenó de cosquillas. Volteó a ver a Fernando y le indicó con una seña que lo mirara.
Fer se encontró con un hombre moreno en sus primeros treintas, sentado sobre el escritorio con actitud despreocupada y leyendo algo atentamente en su laptop.
Meneó su mano de lado a lado como respuesta a su amiga.
- No está tan guapo - dijo en voz baja.
- ¿Estás loco? - respondió Tiz mientras se sentaba en su lugar. - Es lo mejor que he visto en esta universidad.
Fabricio se acomodó los pantalones negros, que se entallaban de manera no intencional a sus muslos, y cerró la computadora
- Hola a todos. Yo soy su maestro.