Capítulo 1
"No creo que quiera algo serio contigo"
Boom! Esa fue la oración que me rompió el corazón.
Me pregunto porque siempre me tienen que pasar estas cosas. He tenido muchos problemas y situaciones con amigos, maestros, incluso mi familia, por usar mas la razon que la "fe". Estas cosas no me importan mucho, pues ya he perdido muchas amistades por no seguir sus creencias. Maestros se han atrevido a reprobarme por negar la existencia de su dios. Varios familiares me han negado a mi, y no pueden aceptar que yo sea atea, se creen los mas religiosos. Tantas situaciones he pasado que ya no me importa lo que pueda pasar. Pero algo que si me sorprendio y me dolió fue cuando la persona que quería me rechazó por ser atea. Nos conocimos en la escuela, un medio día. Llamó mi atención cuando lo escuché cantar, tenía una hermosa voz. Para llamar su atención me puse a cantar y cuando el me escucho callo para escucharme. Se volteó y sonrió. Me miro a los ojos y juntos continuamos cantando.
"Cantas hermoso" dijo él
"Gracias, tu igual" dije sonrrojada
"Tal vez, pero más hermosa eres tu"
No encontre palabras
Sonrió y preguntó "Como te llamas?"
Baje mi cabeza pensativa y al final lo mire tímida
"Kelaía"
"Kelaía?" hizo una cara de confusión "Que significa?"
"Eso no importa" dije seca "Como te llamas tu?"
"Ponme un nombre" dijo retante
"Okay, Ricardo?" pregunté
"¿QUE? ¿ese nombre tan feo?" dijo riendo
"Jajaja, hice un intento, ya dime tu nombre" insistí
"Esta bien, me llamo Jafet" dijo coqueto
"Mucho gusto Jafet' sonreí ocultando mis pensamientos.
"El gusto es mío Kelaía" tomó mi mano y la beso, seguido de un guiño
Me pareció realmente apuesto e interesante. Era un joven de 17 años, deportista, con buen físico y mentalidad abierta. Luego de tirar una Mirada de mi cabeza a mis pies, puso ambas manos en sus bolsillos traseros y me sonrió. Luego de una pequeña plática sonó el timbre y me voltee para dirigirme a mi salón de clases, pero él me volteó y me dijo "Espera, dame tu numero" sonreí y se lo escribí en su mano con tinta azul. Ahora sí entré a mi salón, lamentablemente.