NARRA DANIEL
— ¡Déjame!
Yo suspiro y ella sigue intentando apartarme.
— ¡Te odio! –Grita–
La abrazo, deja de poner resistencia y oigo cómo solloza.
Después de varios minutos se va calmando y deja de llorar.
La miro, tiene los ojos rojos e hinchados.
— ¿Por qué lloras?
Ella niega e intenta irse.
— Deja que al menos te dé un poco de apoyo, ambos sabemos que no te encuentras bien.
Ella me mira y suspira.
Limpio sus lágrimas y la miro a los ojos.
— El tiempo se ha calmado.
Ella me mira y acaricio su rostro.
— ¿Quieres que te lleve a casa?
— Puedo ir sola.
Asiento y caminamos.Ella sube en su moto y yo luego subo en la mía.
La persigo y después de varios minutos de trayecto, llegamos.Aparcamos delante de su casa y bajamos de las motos.
Ella abre la puerta de su casa y entramos.
— Espérame aquí.
Asiento y sonrío.
Desaparece mientras sube por unas escaleras, supongo que va a su habitación.
Camino por el lugar y veo muchas fotos.
Cojo una de ellas en la que está con una mujer, supongo que es su madre.
Esa foto es de hace poco, se nota.
Oigo como baja las escaleras con un pijama y su largo pelo mojado.
— Esta foto es muy bonita.
Ella se acerca y asiente.
— ¿Ya no vives con ella?-
Ella me mira a los ojos en total silencio y luego mira hacia otra lado.
— Dios, lo siento Mel.
La abrazo y beso su cabeza.
— Perdóname, soy un imbécil.
Ella se separa y niega repetidas veces.
— No te preocupes.
Veo que tiene un secador en las manos, lo cojo y ella me mira frunciendo el ceño.
— Vamos, te seco el pelo.
— ¿Tú?
— Sí, yo. –Rio–
Ella se sienta en el sillón y enchufa el secador.
Se levanta de nuevo y yo me siento.Se sienta esta vez entre mis piernas y empiezo a secar su largo pelo.
NARRA MEL
Cierro los ojos, me encanta cuando acarician mi pelo suavemente, me relaja, y encima si es con el secador con el aire calentito, mejor aún.
No sé por qué, pero ahora me siento culpable por hablarle así antes.
— Dani.
— Dime.
— Siento lo de antes, no debí hablarte así.
— No pasa nada, lo entiendo.