Pacifica por la Carretera [Di...

By JaviSuzumiya

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Basado en el capítulo 16 de la segunda temporada: "Atracción por la Carretera". Stan, Dipper, Mabel, Soos, C... More

Compañía Indeseable
Un Doble Acuerdo
Primera Base
Novia Hipotética
Verdad, o Reto, o No
La Decisión de Dipper
Pequeño Mujeriego
Padre e Hija
Problemas de 8 Patas
La Desolación de Pacifica
Amigas y Enemigas
El Nido, Parte 1
El Nido, Parte 2
El Nido, Parte 3 (Final)

¿Una Cita?

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By JaviSuzumiya

¡Muy buenas a todas y a todos!

Un nuevo miércoles ha llegado y con ello les traigo la siguiente actualización de este fic, el cual ha tenido una gran aceptación por parte de ustedes. Me siento feliz por ello y es que a veces es bueno escribir algo que no esté involucrado con únicamente muerte y destrucción como mis otras historias.

Bueno, me ahorro más habladurías y pasemos directamente al nuevo capítulo. En esta ocasión nos desviamos un poco de los próximos acontecimientos según el capítulo original, en el cual al pobre de Dipper lo obligan a acercarse a Candy de la manera más burda posible. Yo cambié eso y el primer encuentro entre Dipper y Pacifica será mucho más tranquilo y llevadero con muy buenas dotes de fanservice. Espero que les guste y nos leemos abajo para comentarios finales.

Gravity Falls Es una obra perteneciente a Disney. Todo lo escrito y expresado dentro de este Fanfic tiene como propósito principal el enriquecer al Fandom de la misma. Todos los personajes utilizados dentro de esta historia son una creación y propiedad original de la talentosísima y brillante mente e ingenio del animador estadounidense: Alex Hirsch. Nada será utilizado con fines lucrativos o comerciales. ¡Disfrútenlo!

Un Fanfic de Gravity Falls

"Pacifica por la Carretera"

Capítulo 6: "¿Una Cita?"

—Muy bien, jóvenes y entusiastas viajeros... Y Preston... —Dijo Stanley, pisando el acelerador y ganándose una mirada fulminante por parte del hombre más poderoso de Gravity Falls, quien parecía estar superando poco a poco su malestar a causa de viajar en una camioneta del tipo camper—. Este será un nuevo día para seguir rompiendo reglas, leyes y corazones... Espero que hayan traído un cambio de ropa interior, porque todo lo que hemos hecho hasta ahora no ha sido nada en comparación a lo que nos espera en cuanto rodeemos esa colina.

—¡Vaya! —Exclamó Mabel desde uno de los asientos anexos a la mesita del camper, estando acompañada por Grenda, Candy y Pacifica—. Me pregunto sí será aun peor que lo que nos hizo pasar esa loca anciana del día de ayer.

—¿Estás bromeando, verdad, niña? —Preston salió a la defensiva para dar su propia opinión—. Nada puede ser peor que esa desquiciada anciana.

—Eso quisieras, Preston... Pero lo es. —Stanley contestó en su lugar—. ¡Contemplen! ¡La Montaña del Misterio! —Advirtió al momento de girar en una curva para así poder apreciar la siguiente atracción—. Es quince veces más grande que la Cabaña del Misterio. Pero lo peor de todo, es que sus historias inventadas son mucho más originales y aterradoras que las nuestras. Dicen contar con un museo de momias con nuevas adquisiciones todos los días y con un nido genuino de personas mitad humano y mitad araña. ¡Qué patrañas!

—Pues más te vale que sean patrañas, Stan. Después de haber sufrido de un atentado contra mi vida por parte del fantasma de un leñador que vivió hace 150 años... Ya no estoy tan convencido de que historias como esas sean ficción.

Mabel se levantó de su asiento, no sin antes guiñarle un ojo a Pacifica y caminar hacia su padre.

—¡Vamos, señor Northwest! Será divertido. Estoy segura de que disfrutará del paseo.

Acto seguido, Mabel le propinó una fuerte palmada en la espalda, logrando que Preston tuviera nuevas y urgentes ganas de querer vomitar.

—¿Querido...? —Su esposa se preocupó al contemplar como la tonalidad en el rostro de Preston cambió a una más pálida, seguida de una verdosa—. ¿Estás bien?

Preston no pudo responder adecuadamente. En cambio, negó con la cabeza.

—Tío Stan, creo que vamos a tener que hacer una parada de emergencia.

—¿Estás bromeando, sobrina? No voy a detenerme cuando estamos a tan solo diez minutos de llegar.

—Pero... Creo que el señor Northwest no podrá soportar mucho tiempo. —La niña insistió.

—¿Y por qué no usa el baño del camper?

—Está tapado. —Aseveró Candy—. Es imposible utilizarlo. De ser necesario, recomendaría hacer uso de un exorcista.

—Esto es increíble... —Dijo Stan entre dientes, inconforme con la idea de detenerse—. De acuerdo, haremos una rápida parada en aquella desviación. Parece haber un pequeño restaurante de comida rápida y lugareña, o algo así. Aprovecharé el tiempo para cambiar las placas de la camioneta. Así le costará más trabajo a la policía seguir nuestras huellas.

Stanley orilló el camper a un lado del camino para conseguir estacionarse frente al establecimiento, y en cuanto se detuvo, Preston bajó a toda velocidad junto a su esposa, para expulsar y dejar en el asfalto lo poco que había dentro de su estómago, para de esa forma, aliviar los síntomas de las nauseas. Luego, le siguieron Stanley, Dipper, Candy y Grenda, quienes aprovecharon el amplio espacio para estirar un poco las piernas. Mabel por su parte, permaneció unos cuantos segundos dentro del camper en compañía de Pacifica, para darle unas últimas indicaciones.

—Ya está arreglado. Tus padres estarán ocupados por los próximos minutos. Esta es tu oportunidad para acercarte a Dipper y pedirle una cita. Grenda, Candy y yo nos encargaremos de que tus padres no se den cuenta de lo que ocurre entre ustedes.

—Mabel... —Pacifica se sintió completamente apenada—. No sé cómo podré pagarles a tus amigas y a ti por todo lo que han hecho por mí. Aunque podría firmarles un cheque por un millón de dólares sí así lo desean.

—Ni lo menciones. No lo hacemos por el dinero. Todo el verano he tratado de encontrar a una chica que se interese por Dipper y hasta el momento tú has sido la primera... Y probablemente la única... Solo recuerda, Pacifica. Sé sincera y cariñosa. Solo así Dipper caerá irremediablemente a tus pies. —Mabel dio la media vuelta, lista para bajar del camper, cuándo súbitamente se volvió a girar hacia Pacifica—. Bueno... En realidad hay algo que podrías hacer para agradecernos... ¡Deja de usar tanto maquillaje! Algunas veces pienso que solo quieres verte linda y femenina y otras en las que planeas asesinar a Batman.

—De acuerdo... —La rubia aceptó, sintiendo de repente un incómodo e intenso inconformismo por su apariencia.

-o-

—¿Cómo te sientes, cariño? —Priscilla Northwest le preguntó a su esposo.

—Me siento como sí me hubiera succionado un inodoro y después me hubiera vomitado... —Le respondió, a pesar de que su rostro aún conservaba un tono pálido—. Se acabó, esta es la última vez que salimos de vacaciones por nuestros propios medios. Les prometo que para nuestras próximas vacaciones alquilaremos una suite presidencial en el hotel más lujoso y costoso de toda Dubái.

—Me parece bien, querido. Pero por ahora, lo mejor será que regresemos al camper y reposes por unos momentos. La estación de servicio está justo pasando la siguiente atracción.

—Sí... Tienes razón... ¡Vamos, querida!

En ese instante, el retorno del hombre se vio drásticamente interrumpido por el trío de niñas, las cuales no tuvieron reparos en bloquearle el camino.

—¡Señor Northwest! ¡Señor Northwest! —Mabel fue la primera en llamar su atención—. Aun no puede regresar al camper.

—¿Qué? ¿Por qué no?

—Porque si regresa ahora, sus nauseas solo empeorarán y no pasarán ni cinco minutos para que los síntomas regresen. —Candy prosiguió, entregándole a Preston un tríptico que sostenía en su mano—. Tenga, todo lo que desee leer sobre las nauseas y el vomito durante un viaje lo puede encontrar en este panfleto de información.

—¿Pero entonces qué puedo hacer? —Ojeó el panfleto.

—¿Por qué no pregunta en ese restaurante sí tienen pastillas contra el mareo? —Grenda propuso.

—Pero qué idea tan brillante.... —Exclamó jubiloso—. Oigan, tal vez el viaje y mi enfermedad me han ayudado a solidarizarme con las personas de su clase, pero les agradezco por su ayuda, niñas.

—Venga, nosotros lo acompañaremos. —Dijo Grenda, sujetándolo del brazo y guiñándole el ojo izquierdo a Mabel—. ¿No es así, Mabel?

—¡Estás en lo cierto, Grenda! —Fingió sonreír—. Lo mantendremos ocupado... Es decir, a salvo...

Sin decir una sola palabra más al respecto, Preston fue conducido ante el escepticismo de su esposa por las tres chicas hacia el interior del restaurante, quienes intentaban desviar su campo de visión y apartarlo de su hija, para que ella no tuviera ningún problema en poder acercarse a Dipper. Al final, Mabel le mostró a Pacifica su mano con su pulgar levantado hacia el cielo como una señal de aviso para que ella pudiera operar a sus anchas y sin más preocupaciones.

—De acuerdo, Pacifica... Llegó la hora... —La niña se dijo a sí misma—. Se cariñosa, atenta y deja a un lado todos los comentarios acerca de su condición social... ¿Lo ves? Nada del otro mundo... Pan comido... ¡Tú puedes hacerlo, chica...!

Dipper permaneció de pie sobre la cima de una colina aledaña al pequeño establecimiento de comida en su mayoría chatarra, la cual aparte de tener la función principal de tapar las arterias de quienes las consumían, servía también para proveer a los camioneros y a los turistas de un impulso extra para continuar con sus exhaustivos viajes.

El niño llenó sus pulmones del aire fresco que le proveían los árboles de pino cercanos a su posición y echó un vistazo rápido a su alrededor con la intención de localizar a otra linda chica con la que pudiera poner nuevamente en práctica sus recien adquiridos súper poderes de ligue y coqueteo. Luego de un par de minutos de búsqueda, Dipper finalmente encontró lo que buscaba: Una despreocupada niña de largo y pelirrojo cabello tomando fotos por el lugar se dejaba ver en el horizonte. Dipper no perdió más el tiempo y se dirigió hacia ella, demostrando tener una gigantesca confianza en sí mismo, una que fácilmente podría llegar hasta la estratósfera. Sin embargo, en ese momento, una fuerte brisa lo sorprendió, provocando que su gorra saliera volando en dirección contraria. El joven Pines corrió tras ella al verla perderse por detrás del local de comida. Entonces, al dirigirse hacia allá, descubrió que alguien más ya la había tomado. Pero eso no era todo, sino que esa otra persona se encontraba usándola sobre su propia cabeza. La responsable: Una chica de cabellos rubios, blusa lila de manga corta con la imagen de un diamante a la altura del pecho, pantalones cortos y de mezclilla, grandes pendientes con forma de aros en los oídos y sobras en sus ojos. La cual se encontraba mirándose a sí misma por medio de un espejo de bolsillo.

—¿P...? ¿Pacifica...?

—¡Dipper, hola! —Lo saludó animosa con la mano arriba—. Me estaba preguntando... ¿Qué tal luzco con esto puesto?

—¿Qué tal luces...? —La examinó de arriba hacia abajo, pudiendo ser testigo de su incalculable belleza. Belleza de la cual no lograba comprender porque no había notado antes. En consecuencia, su temperatura corporal comenzó a elevarse gradualmente—. Bueno... Yo diría que... ¡Wow...! Luces... ¡Wow...! Increíblemente radiante...

Dipper no se había dado cuenta de lo que había dicho, sino hasta que era ya demasiado tarde como para dar marcha atrás. Pacifica había escuchado todas y cada una de sus palabras. De modo que Dipper probablemente esperaba recibir un puñetazo directo en la cara, o en menor medida, una de las ya clásicas y hasta famosas amenazas de demanda por parte de la hija única del matrimonio Northwest. No obstante, este se sorprendió enormemente al notar que el tono de la conversación no se había alterado en lo más mínimo. En cambio, la chica le devolvió la mirada, desenfundando una cálida sonrisa.

—¿En verdad? —Pacifica preguntó, dándose otro fugaz vistazo al espejo antes de desviar su mirada para posarla sobre él—. ¿De verdad lo crees, Dipper?

—Seguro... Es decir... —Movió rápidamente sus dedos en el momento justo cuando sus nervios y el incremento de los latidos de su corazón comenzaron a jugarle una mala pasada—. Estás acostumbrada a convivir con todo tipo de gente glamorosa... Es muy normal en ti que las cosas te queden tan bien... —La volvió a mirar, pero en esta ocasión, teniendo un contacto visual directo—. Es solo que... ¡Wow!

Un prolongado e incómodo silencio se produjo entre el escaso espacio que había entre ambos. Entonces, Dipper y Pacifica desviaron fugazmente los ojos hacia un punto muerto, al descubrir que ya se habían mantenido la mirada por más tiempo del que podían soportar.

—Dipper, yo...

—Pacifica, yo...

Hablaron a la vez, provocando que ambos dejaran salir una tímida risa.

—Adelante, tú primero. —Dijo Pacifica, cediéndole la palabra a Dipper en cuanto las risas se apagaron—. Pero caminemos un poco mientras hablamos... ¿Te importaría? Quisiera estirar las piernas. Estoy harta de tener que estar sentada en esos incómodos asientos de esa pútrida camioneta.

—De acuerdo... No hay problema... —Dipper aceptó la propuesta. Entonces, ambos se dirigieron hacia el conjunto de gigantescos árboles aledaño al establecimiento para dar un pequeño paseo y a su vez, chalar acerca de todo lo acontecido después de que él, su hermana y sus amigas abandonaran la mansión—. Pacifica... Sé que no hemos tenido la oportunidad de conversar prácticamente desde el día de la fiesta... Y es por eso que tenía deseos de preguntarte... ¿Qué tal marchan las cosas en tu casa?

—No tan terribles como lo podrías suponer... —Suspiró, mirando hacia las copas de los árboles, como tratando de reunir inspiración—. Aunque todo apunta a que mis padres me obligarán pasar el próximo verano en uno de esos estúpidos campamento. Ellos dijeron que sí tenía tantos deseos de involucrarme con personas de clase inferior a la nuestra, entonces que así sería. Creo que eso fue mejor que prohibirme usar mi celular, o cancelar el servicio de internet y la televisión por cable.

—Entiendo...

—Dipper... A decir verdad... Desde ese día, me he estado preguntando en repetidas ocasiones sí hice lo correcto o no. A veces, por la noche, cuando estoy en mi cama a punto de dormir... Pienso que... Tal vez jamás hubiera tirado de esa palanca. Pero... ¿Qué otra opción tenía? No podía permitir que tú y el resto de los invitados se quedaran trasformados en madera por toda la eternidad. Además, ese loco intentó quemar la mansión con todos adentro. No podía quedarme de brazos cruzados.

—Pacifica, hiciste lo correcto y nadie tiene el derecho de decirte lo contrario. —Se metió las manos a las bolsas laterales de su chaleco—. ¿Sabes algo? Creo que a veces, las personas con un nivel socioeconómico alto suelen olvidar que a final de cuentas, todos somos seres humanos, y que de alguna u otra forma, todos necesitamos de todos para salir adelante como especie. Te agradezco que me hayas salvado a mí, a Mabel y al resto de los invitados.

—Por nada, Dipper... Después de todo, tú fuiste quién me hizo darme cuenta de mis errores. —Sonrió para sí misma—. Fuiste tú quién me dio el valor que necesitaba para confrontar a mis padres y para no doblegarme ante sus deseos tan egoístas. Pero hay un problema...

—¿De qué se trata? —Preguntó el niño.

—Como sabrás... Mientras me encuentre viviendo bajo su mismo techo... Tendré que seguir sometida a todas sus estúpidas normas y reglas. —Recogió una roca aleatoria del suelo y la lanzó hacia el interior del bosque—. Es difícil para mí decirlo, pero... No hay nada que pueda hacer por mi misma para librarme de su control, al menos no ahora... Es por eso que me gustaría ofrecerte una disculpa anticipada, ya que hasta que no encuentre una solución, tendré que seguir aparentando ser alguien que ya no soy.

Pacifica tomó otra roca del suelo, una ligeramente más grande que la anterior, la cual procedió a lanzar hacia el mismo lugar dónde había arrojado la anterior. En ese momento, Dipper la miró de perfil, descubriendo el rostro de una chica con un severo problema de identidad. Su mirada caída reflejaba la angustia de tener que seguir soportando la tortura de convivir junto a un par de superfluos padres, a los cuales no les interesaba el bienestar de su propia hija por encima de sus bienes monetarios o de su estatus social. Por si eso fuera poco, y aunque invisible, Dipper sabía que había un aura depresiva que la cubría de pies a cabeza. Un manto de negatividad que poco a poco se iría expandiendo conforme el tiempo transcurriera su marcha, sin que hubiera algo que él pudiera hacer al respecto. A continuación, una idea atravesó de lado a lado la mente de Dipper, como si fuera una bala, de modo que se acercó hacia la rubia para hacerle una interesante propuesta. Una alternativa que si bien no iba a poner fin a su problema, al menos la haría distraerse y olvidar un poco la precaria situación por la que se encontraba atravesando.

—Pacifica... —Dipper colocó su mano derecha sobre el hombro opuesto de la rubia, gesto que ella permitió sin oponerse, ni tampoco sin demostrar desagrado—. Estaba pensando... Ya que nos dirigimos hacia la trampa turística más grande de todo el estado... Me preguntaba si quisieras acompañarme a mirar las distintas atracciones que hay... Tú sabes, el museo de momias, el geiser, el teleférico, la extraña cueva de la perdición y sin retorno de los hombres con cuerpo de araña...

—¡Aguarda un momento! —Pacifica entrecerró los ojos y se puso a la defensiva—. Creo que sé qué es lo que estás tramando... Dipper Pines... ¿Me estás proponiendo una cita?

—¿Qué? ¡No...! ¡No me lo tomes a mal...! ¡No quise decir eso...! —Se excusó rápidamente, buscando las palabras necesarias para aminorar la agresividad de la chica—. ¡No es lo que tú piensas...! ¡No me estaba refiriendo a una cita como tal...! ¡Verás...! ¡Yo...!

—¡Acepto! —Finiquitó la joven Northwest.

—Espera... ¿Qué...?

—¿Acaso estás sordo, o tonto, o qué? ¿Te lo tengo que explicar todo con peras y manzanas? —Se cruzó de brazos, tratando de esconder su rostro del rango de visión de Dipper con tal de que este no pudiera notar sus coloradas mejillas—. ¡Dije que acepto!

—De acuerdo... Ahora estoy confundido... —Admitió Dipper.

Su pronta y torpe respuesta provocó que Pacifica abandonara su malhumorado estado y lo reemplazara con una simpática y flamante sonrisa que dejó a Dipper todavía más confundido. Entonces, llevó el dedo índice de su mano derecha hacia la punta de la colorada nariz de Dipper, para así darle un pequeño toque.

—¿Así que el gran exterminador de fantasmas de décima categoría: Dipper Pines, está confundido? —Retiró su dedo—. ¡Relájate, Dipper! Quisiera recordarte que ya no soy la misma chica engreída que solía ser antes y que tú y tu hermana alguna vez conocieron. Solo trato de aparentarlo para que mis padres u otras personas cercanas a la familia no se den cuenta del cambio en mi estilo de vida. Creo que lo hago perfectamente. De hecho, tú eres la única persona en todo el mundo a la cual le permito ver esta nueva faceta de mí.

—¿Hablas enserio...?

—Sí Dipper. —Reafirmó—. Es por ti que decidí comenzar desde cero. Me diste una identidad propia y me enseñaste a ver la vida de una manera completamente distinta... En pocas palabras, gracias a ti... Mi forma de pensar cambió por completo. Me ayudaste a abrir los ojos ante todo lo que está bien y todo lo qué está mal. No sé qué será lo que me deparará el destino y de cómo este cambio influirá en mi vida a partir de ahora, tomando en cuenta que aún me encuentro bajo la sombra y la influencia de mis padres. Supongo que eso dependerá de mí... Pero al menos me gustaría recompensarte de alguna forma y creo que aceptando tener una cita contigo es una buena forma de comenzar a agradecértelo.

En ese momento, ambos niños se sonrieron mutuamente y Dipper pudo notar el instante exacto en el que el semblante de tristeza y desilusión de Pacifica desapareció finalmente, para a continuación dar paso a uno de serenidad y de paz. Luego, de una manera que para el joven Pines le resultó imposible de explicar, los latidos producidos por su corazón se aceleraron más de la cuenta. Sin embargo, estos alcanzaron su límite, cuando de manera súbita y sorpresiva, Pacifica movió su mano para tomar la de Dipper y así entrelazar sus dedos con los de él de forma cariñosa y permanecer sujetados por unos pocos segundos, justo antes de que la gruesa y rasposa voz de Stan los sacara de su estado de relajación.

—¡Oigan, niños! ¡Dejen de perder el tiempo y apresúrense! ¡El padre de la niña Northwest ya se siente mejor! ¡Recuerden que aún nos queda toda una atracción que sabotear!

Tras escuchar los desesperados gritos de Stan, Dipper y Pacifica se soltaron rápidamente, apenados, como si quisieran negar lo que había sucedido. Entonces, se dispusieron a regresar hacia el camper. Una vez en su interior, Pacifica se reunió con el resto de las chicas, quienes ya se encontraban todas reunidas alrededor de la mesita de centro esperando por su regreso cual manada de hienas hambrientas, desesperadas y ansiosas por saber todo lo que había ocurrido entre ambos. En contraparte, Dipper retomó su lugar en el frente junto a Stan para volver a fungir como su copiloto de confianza. No obstante, durante el resto del trayecto, el joven Pines simplemente no podía apartar su mirada de su mano izquierda, debido a que la sensación que el contacto de su mano con la de Pacifica le había provocado aún perduraba. Fue entonces, cuando Dipper finalmente se percató de lo inevitable.

—¡Oh no!

Continuará...

Bueno, ¿Qué les pareció esta variación del primer encuentro entre Dipper y Paz? No sé ustedes, pero a mí me gustan mucho este tipo de situaciones incomodas, pero a la vez sin que nieguen que sienten algo el uno por el otro. En fin, espero que les haya gustado el capítulo de la semana y nos leeremos para el día jueves 11 de Mayo. Sí, leyeron bien, jueves 11 de Mayo. No subiré el capítulo el día miércoles, debido a la celebración del día de las madres aquí en México y estaré muy ocupado ese día. Así que subiré el capítulo al día siguiente.

Si ustedes gustan, pueden dejarme un review con sus opiniones, les estaré siempre agradecido por su retroalimentación. Nos leemos el próximo jueves. ¡Chao!

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