Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 33

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By RipleyWylde

Los rayos de sol iluminaban el rostro de Erica, eso la despertó. Parpadeó varias veces hasta lograr ver bien y se sentó despacio, Aaron ya no se encontraba ahí, así que dejó ir un suspiro y tomó su teléfono, trató de ver si él lo había revisado, pero parecía que todo estaba en orden. Volvió a suspirar y se sentó para abrazarse a sí misma con toda su desnudez, las lágrimas no tardaron en llegar, intentó impedir que se derramaran pero fue imposible. Sus gemidos adoloridos también fueron inevitables, se refregaba los ojos y el cuerpo como si quisiera arrancarse la piel.

Cuando se sintió mejor se levantó para poder darse una ducha, la necesitaba con urgencia, había un baño privado allí en la habitación donde pudo quitarse toda muestra, cualquier vestigio, de que Aaron la había tocado. Se tomó su tiempo para enjabonar cada trozo de piel, que fue refregado con furia hasta enrojecer.

Envuelta en una toalla se sentó en una silla cerca de la cama para mirar la nada. Luego llevó su mirada hacia la pulsera en su muñeca, tan bella, tan delicada. Tocó el dije de alas de ángel con sus dedos y dio un suspiro para poder vestirse. Guardó el teléfono en un bolsillo y peinó con cuidado su cabello, para luego recogerlo en una colita alta, la cual trenzó para evitar ser sujetada del cabello.

La gente de Mörder la saludaba con respeto cuando salió de allí, le abrían el paso, pues ella era en ese momento la «señora del lugar». Sintió un escalofrío, se sentía sucia pese a acabarse de bañar. Había tenido que acostarse con él en la noche, y excitarse había sido realmente difícil. Aaron de por sí nunca había sido muy atento sexualmente con ella si lo pensaba demasiado, su amor por él le había impedido notar las señales, estuvieron siempre ahí y no había querido verlas. Cuando tenían relaciones, siempre era besarse y pasar directo a la penetración con algún que otro toqueteo antes, muy diferente a otros encuentros, como Lucas e incluso el Loco, preocupados por los detalles, por ella y no solo por el propio placer.

Dejó ir un suspiro y fue al gimnasio, quería entrenar su cuerpo, estaba enojada y necesitaba descargarse con algo. Al entrar pudo ver a Martín haciendo barra, levantaba su cuerpo una y otra vez con habilidad, lo que marcaba los músculos de sus brazos y espalda.

Decidió acercarse a él y se trepó en la barra a su lado para imitar sus movimientos, sus músculos también se marcaban en ella, demostraba la fuerza que Erica tenía en los brazos, se sorprendió a sí misma, pero luego su hombro que había tenido una fisura comenzó a molestarle. Trató de ignorar el malestar para seguir con su ejercicio.

Martín se tiró de la barra para poder tomar una botella de agua en el suelo, no la miró en ningún momento, pero Erica vio que tenía un moretón grande en un ojo y también en el pómulo, su ojo se veía un poco inflamado. Se bajó de la barra y pudo notar que él apretaba la botella con más fuerza de la necesaria.

—¿Cómo estás...? —susurró Erica sin mirarlo, rotaba su hombro para aliviar el dolor en él.

—¿Cómo carajo creés que estoy? —gruñó él con fastidio.

—¿Cuál es tu problema?

—¿Cómo mierda podés estar con él después de lo que le hizo? ¿Cómo podés besarlo y cogértelo después de que le arrebató la vida? ¡Ella te amaba! ¡Te admiraba! —le gritó lleno de odio.

—¿Y vos qué? Era tu novia y trabajás para él, ¡hacés su guardia y le hacés recaditos! —Lo señaló con el dedo índice, con su rostro enfadado.

—No tengo otra opción, si no obedezco mis abuelos van a tener una muerte horrible luego de una cruel tortura —dijo entre dientes con sus ojos llenos de lágrimas—. ¿Vos entendés que tengo que obedecer en todo? Podría pedirme que me agachara y entregara el culo, y aún así tendría que callarme y hacerlo. ¿Entendés eso?

—¿Y vos entendés que él tiene a Lucas? —dijo Erica con sus ojos llenos de lágrimas, se acercó un poco a él hasta quedar solo a milímetros de su rostro, luego susurró con su voz quebrada—: Mató a mi familia, violó a mi hermana, me lo hizo a mí y torturó a mi amigo. Si yo no obedezco, si no abro mis piernas cuando quiera y como quiera, Lucas muere. ¿Vos podés entender eso?

Martín abrió sus ojos con sorpresa y sus ojos se llenaron de lágrimas, sus gestos mutaron a desesperación, aunque intentó controlarse. Terminó por agachar la cabeza al resistir lo más posible su necesidad de llorar.

—Supuse... que lo habría hecho, creí... —Se detuvo un instante porque su voz había comenzado a quebrarse—, creí que por ser tu hermana tal vez... tal vez habría hecho una excepción...

Martín se alejó un poco hacia una bolsa de boxeo y la llamó con la mano hacia allí. Si querían seguir hablando, debían disimular. Ella sostuvo la bolsa mientras que él lanzaba fuertes golpes combinados, fue así que Erica pudo notar que él peleaba como Fosa, con sus poses, sus ataques cortos pero efectivos.

—Martín —susurró Erica para evitar oídos curiosos—, él no se va a salir con la suya.

—El muy hijo de puta me llamó luego de matarla, porque sabía... él sabía que yo podía detenerlo —Apretó sus labios, pero incluso así las lágrimas se negaban a dejar caer, y volvió a lanzar un par de golpes combinados—. Teníamos planes, salimos solo unos meses pero... realmente la amaba. Queríamos irnos, tengo dieciocho años, tengo auto, tengo mucho dinero, podíamos irnos lejos y vivir una vida tranquilos, llevarme con nosotros a mis abuelos y a tu familia —se detuvo para secar sus lágrimas, luego se rió con ironía—. Si no fuera porque no tengo opción, me hubise ido bien a la mierda, o me rajaría un puto tiro, aún lo estoy pensando, quizá lo haga.

—Martín —susurró nuevamente y él levantó la vista para verla—, Nahuel está vivo. Él me entrena, por él soy mejor asesina.

Los ojos de él se abrieron con sorpresa y su expresión mutó a pánico. Tomó enseguida la bolsa para que ella pudiera golpearla, y con un delicado movimiento de sus ojos se aseguró de que no hubiese nadie cerca.

—¿Estamos hablando de mi maestro...? —susurró.

—Sí —dijo y lanzó un par de golpes a la bolsa—, adiviná quién lo traicionó e intentó matarlo en vano.

Martín apretó su mandíbula, parecía incrédulo, sus expresiones se volvieron serias. Por ello, Erica decidió ponerse en posición y lanzar los golpes que Fosa le había enseñado.

—Soy una inútil, pero una inútil con talento, igual que vos —susurró Erica—. Creeme cuando te digo que no se va salir con la suya, que se las voy a hacer pagar.

Martín la miró con sorpresa, esos movimientos solo pudo haberlos aprendido de Nahuel, terminó por suspirar y sonreír.

—¿Qué debo hacer?

—¿Qué días y en qué momento estás a cargo de la seguridad de Lucas? —inquirió Erica y lanzó otro par de golpes.

—Miércoles, viernes y sábados, en el turno nocturno.

Erica se detuvo y lo miró fijo, quería preguntarle por él, saber cómo estaba, si seguían torturándolo, si seguía con vida, pero aunque pensó toda clase de preguntas, solo pudo decir:

—¿Y él?

Martín volvió a vigilar el perímetro y lanzó un par de golpes combinados a la bolsa.

—Malherido pero estable —dijo en un susurro—, trato de hacérselo más llevadero. Él intenta mantenerse cuerdo.

Erica apretó sus labios y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas pero resistió el impulso de llorar, se alejó un poco para poder ver los movimientos de Martín y aprender de ellos. Pese a haber sido alumno de Fosa solo por un año, los conocimientos seguían ahí.

La voz de un Aaron lleno de odio se hizo presente, su grito retumbó en el lugar. Martín dirigió su mirada hacia él y asintió con respeto para hacerse a un lado, sin embargo Aaron se acercó rápidamente y le lanzó un gancho al estómago, para luego tomarlo del cabello y acercarse a su rostro. Martín no se veía para nada intimidado ni adolorido.

—No me importa que tu putita haya sido la hermana de ella, no quiero que le hables.

—Le ayudo a entrenar —dijo Martín con su rostro serio.

Aaron giró para ver a Erica, con su ceño fruncido, y ella solo colocó sus manos en la cadera con un gesto molesto.

—Te dije que no voy a entrenar con los locos, él es un líder de los profesionales, ¿quién mejor que él para enseñarme? —dijo Erica con un suspiro—. Me gustaría entrenar con vos, pero sé que estás ocupado y no quiero molestarte.

Aaron apretó la mandíbula con su ceño fruncido, estaba enojado y eso era muy notorio, pero en ese juego de manipulación Erica no pensaba perder.

—Necesito entrenar o me voy a debilitar, y débil no voy a servir para darte hijos. No voy a entrenar con ese loco, es Martín o sos vos —dijo ella y se cruzó de brazos—. Lo dejo a tu elección, no puedo perder estado físico.

—Yo no puedo hacerlo, tengo más responsabilidades que antes —suspiró Aaron y rotó sus ojos con fastidio—. Está bien, pero los voy a tener vigilados.

Diciendo eso se dio la vuelta para retirarse de allí, y solo por si las dudas fue que Erica y Martín comenzaron a entrenar de verdad, casi sin dirigirse la palabra. El hecho de conocer las técnicas les ayudaba mutuamente a entrenar a su nivel, porque podían luchar entre sí sin miedos.

Luego de unos minutos Martín se disculpó con Erica y se dirigió hacia otra parte, ella lo siguió con la mirada, lo veía roto, destrozado y perdido. Le preocupaba mucho, porque no lo veía bien y sintió que en cualquier momento, sin sus padres ni su amada, Martín se dejaría ir.

Mucho más tarde Erica debió almorzar junto a Aaron en la oficina debido al extenso trabajo que él tenía. Comieron pizza juntos, y aunque escuchaba lo que él le decía, en la mente de Erica pasó la imagen del Loco comiendo pizza con mucha alegría, como si esa fuese su comida favorita en el mundo. Mordió una porción para ocultar su sonrisa y asentir ante algo que le dijo Aaron.

—¿Me estás prestando atención? —se quejó él, con fastidio.

—Te estás quejando de Julio —dijo ella y bebió un trago de agua—, ¿es mucho lo que le debés? ¿Debés pagar el total o en cuotas?

—Es bastante, y a él le conviene que le pague en cuotas para tenerme atado de las pelotas, por eso tengo otros planes —dijo con una sonrisa y se concentró en mordisquear su porción de pizza—, cuando te ganes mi confianza tal vez te cuente mis planes, mientras tanto tengo a Gin.

—¿Quién es Gin? —preguntó con sorpresa y curiosidad.

—Mi consejera.

—Creí que tu consejero era Piero —dijo Erica con sorpresa.

—Podría decirse que Noelia es mi intento de mano derecha, Gin es mi gran consejera de confianza y Piero es mi principal arma —sonrió de una forma extraña que a Erica le heló la sangre—. Noelia es experta en venenos, es un tipo diferente de asesina, única en su clase, no es solo una enfermera.

—¿Y Gin?

—La mejor loca de Assassin antes de que se retirase, abandonó a Julio hace mucho y se fue a unas misiones a Italia por orden mía, pero ya está de vuelta. ¿Te gustaría conocerla?

Erica asintió y se concentró en acabar su comida, tenía hambre y estaba nerviosa, y los nervios en ese momento le producían el deseo de comer. Luego él se puso de pie y la tomó de la mano para guiarla hacia otra parte, y aunque en el pasado hubieran entrelazado los dedos, en ese momento Aaron la mantenía sujeta como si fuera su mascota.

Ingresaron en donde estaban los novatos entrenando, él se cruzó de brazos para ver su avance. El entrenamiento era mucho más duro que el de Gretchen, Aaron les daba pocos descansos y la persona a cargo de enseñarles era dura.

—¡Gin! —llamó Aaron.

Una mujer de gran altura y cuerpo fuerte se acercó lentamente, tenía amplias caderas y parecía muy seductora, Erica quedó fascinada con los músculos que se notaban en sus brazos y piernas. Se detuvo frente a ellos y asintió con respeto.

Mio signore —dijo ella hacia Aaron—, no lo esperaba en este lugar.

—Quería presentarte a la princesa —Aaron señaló con su mirada a Erica.

Sono felice di conoscerla, mia signora —dijo Gin con un movimiento de cabeza respetuoso—, mi nombre es Ginevra Di Giovanni.

—Erica Núñez... —susurró ella.

La miró fijo a los ojos, eran grandes y verde musgo, su piel era trigueña y su cabello castaño oscuro, lo llevaba recogido en una colita alta. Erica estaba realmente sorprendida porque era enorme, más alta que Sveta y creyó que, tal vez, estaría cerca de la altura del Loco.

—Gin es mi verdadera mano derecha —explicó Aaron—, a Noelia le hago creer que lo es, pero quien maneja todo en mi ausencia es Gin.

—Me dijeron que eres buena con los cuchillos —acotó Gin, su acento italiano era muy marcado—, ¿mia signora quiere quizá entrenar con los cuchillos?

—No, no soy una loca, necesito perfeccionarme con las armas de fuego, pero gracias —Erica sonrió, porque pese a que Ginevra era amable, también era la mano derecha de Aaron.

—¿Necesita algo más, mio signore? —preguntó ella hacia Aaron.

—¿Cómo va el entrenamiento de los novatos? —inquirió él con seriedad.

—Avanzamos lento, se nota que son de Naemniki, la pasividad de Héctor se siente en ellos —bufó ella con fastidio—, en Assassin habrían muerto ante el entrenamiento de Omar.

Erica parpadeó algo confundida, estaba segura de que Omar era Rata. Sabía que él fue el mejor profesional de Assassin, pero no creyó que había sido un líder o un entrenador estricto, no siendo tan divertido y bromista todo el tiempo.

—¿Omar? —preguntó Erica y Gin la miró enseguida.

—Era nuestro líder de los profesionales, se retiró hace poco más de una década y se unió a los barrenderos, fundado por su madre. Debería conocerlo, ¿no es usted una barrendera?

Aaron miró a Erica con atención, con más atención de lo usual, con una mezcla de curiosidad y fastidio.

—Lo soy, pero los barrenderos no usamos nuestros nombres reales, usamos apodos —explicó Erica—, para mantenernos neutrales. Tenemos prohibido decir nuestro nombre real a los compañeros.

—Oh, ya veo, mis disculpas —dijo Gin con respeto y se dirigió hacia Aaron—. Disculpe, mio signore, pero debo regresar a entrenar a esos débiles o no avanzaremos nunca.

Aaron asintió y tomó del codo a Erica para obligarla caminar lejos de allí, parecía enojado aunque ella no sabía decir bien por qué, quizá por no saberlo todo de ella, por no tener poder en alguna parte de su vida.

—¿Ese Omar es Fosa? —preguntó Aaron con el ceño fruncido—. ¿Del que siempre hablabas?

—No lo sé, no conozco las identidades de los barrenderos.

—¿Te lo cogiste a él también, eh? —La colocó contra la pared de forma amenazante.

—Preferiría cortarme la lengua antes que coger con Fosa —escupió Erica con fastidio—. Me lastimaba ante los errores, dejate de joder, Aaron.

Él la mantuvo retenida allí, contra la pared, mientras la miraba fijo a los ojos grises que se veían enfadados en ese momento.

—¿Cuál es tu nombre como barrendera?

—Bombita.

Él comenzó a reírse, primero lento y después a carcajadas, y luego terminó por liberarla con un suspiro.

—¿No había un nombre más ridículo?

Ella frunció el ceño con fastidio y apretó la mandíbula, para luego sonreír falsamente.

—Me acostumbré, a mí me gusta. Es mejor que «princesa».

Aaron la tomó del rostro con rudeza, la miró fijo a los ojos, serio y amenazante, sin embargo Erica no sintió absolutamente nada ante esa mirada.

—«Princesa» es más acorde a tu personalidad —dijo.

Erica solo sonrió, porque mientras que él había atacado a Nahuel por la espalda para luego escapar, ella lo había apuñalado de frente y sin miedo.

—Puede ser —dijo ella con una sonrisa.

Erica debió ayudarle luego con algunas responsabilidades de Mörder, debió vigilar el entrenamiento de los locos, pero creyó que, quizá, lo que Aaron quería en verdad era mantenerla en una zona donde no pudiera actuar de forma sospechosa.

Él era un buen asesino, pese a la opinión de Fosa sobre él, Erica sabía que aunque uno de sus apodos era «El Inexorable» por su crueldad, quienes lo admiraban lo llamaban «El Milagroso». Y aunque muchos en Mörder, como Martín, estaban allí por obligación, muchos otros estaban por convicción, por la mera admiración que sentían por él. Erica lo veía todo el tiempo en los pasillos y distintas zonas del lugar.

Se sentía muy sola, casi no podía hablar con Martín, la única persona allí en la que confiaba, y era vigilada constantemente por la gente de Aaron. Sabía que él debía irse a una reunión con Julio en Assassin, así que estaría sola para la cena y, pese a sentirse sola, se alegró por no tener que estar a su lado.

Fue directo al comedor para servirse café, luego se sentó en un rincón alejado a beberlo mientras miraba la delicada pulsera en su muñeca. Se preguntó qué estarían haciendo Jack y el Loco, si Sveta habría ido a ayudarle, si el pequeño se encontraría bien. Quería escribirle, pero aunque Aaron no se encontraba en la sede, notó la intensa mirada de Misha sobre ella mientras jugueteaba en su mano con un cuchillo.

—No es ningún estúpido, dejó a ese loco a cargo de vigilarme —murmuró Erica y bebió otro trago de café.

Se acercó de nuevo a la cafetera y se sirvió un poco más, para luego tomar una botella de vidrio y una bandeja descartable con algunas galletas de avena. Con todo eso decidió ir a ese salón de baile que habían armado para ella, pero no perdió oportunidad de vigilar su espalda de forma disimulada cada tanto. Misha la seguía, ni siquiera fingía no hacerlo, ni disimulaba ni se escondía. Él parecía querer que ella notara el seguimiento, quizá como una muestra de poder o de autoconfianza, de saber que ella no podía contra él en una pelea.

En el salón de baile Erica revisó las zapatillas, las había estado amoldando a su pie. Aún le faltaba trabajar un poco en ellas, pero de igual forma se las puso para probarlas. Colocó música en su teléfono y comenzó a estirar y calentar sus músculos, primero sus tobillos por unos minutos, luego las piernas. Comenzó a bailar y sintió, con cada paso, que se libraba de un poco de estrés, de los nervios y los malos momentos. Bailar siempre había sido de ayuda para ella.

En la puerta estaba Misha apoyado en el marco, jugueteaba con ese cuchillo mientras vigilaba a Erica y cada uno de sus movimientos. Torció sus labios con un gesto divertido al verla bailar, pero Erica no lo vio. En ese momento no le importaba que él estuviera ahí.

En ese momento Erica se sentía libre y llena.

En la casa, el Loco abrió una cerveza para tomar con Sveta. Había estado ayudando en el cuidado de Jack, quien miraba sus dibujos animados en el sillón y bebía un licuado de frutas en su vasito.

—Ella está bien, alemán —le dijo Sveta con una sonrisa dulce.

—¿De qué hablás, rusa?

—La pequeña, sé que está bien y que va a estar bien, podés quedarte tranquilo, alemán.

—Confío en mi cabeza, en mis estrategias, y confío en el talento de Erica, pero... —se quedó en silencio por un instante y bebió un largo trago de cerveza— , temo que pueda herirla, rusa. Está bien entrenada, pero incluso así el maldito pollito es bueno en lo que hace.

—No es tan ingenua como antes, no te preocupes. Ella es fuerte.

Se quedaron en silencio, disfrutaban de su bebida y comían algunos snacks, bastante pensativos.

—La mitad de Naemniki se unió a Mörder —dijo Sveta con un suspiro—, lo sé porque aún tengo contacto con varios locos de allí, me mantienen al tanto de lo que sucede, y eso incluye a la pequeña.

El Loco levantó la mirada, algo asustado.

—¿Qué locos se unieron?

—Muchos sin importancia, el más preocupante es Misha, Sabatini lo volvió líder de los locos y parece ser bastante «leal» a él —dijo Sveta con un suspiro.

—Misha es leal a los billetes, no a las personas. Mientras el pollito le pague le va a ser leal —dijo el Loco con el rostro serio.

—Es cierto —agregó Sveta y bebió el resto de su cerveza, dejó ir un sonido de satisfacción antes de decir—: Puedo ofrecerle más para que sea leal a mí.

—Rusa —el Loco la miró fijo, con frialdad—, es un movimiento peligroso.

—Lo que más desea Misha es volver a casa, puedo ofrecerle unirse a los Capa Roja —Sveta sonrió al servirse un poco más de cerveza, para luego mirar al Loco, fijo—. Sí sabías que él habla español, ¿verdad? Pero finge no hacerlo para que hablen frente a él. Es un buen espía.

—Lo sé, hablaba con él —dijo el Loco con una sonrisa pícara—, para algunas cosas no se necesitan palabras, pero para otras sí.

El teléfono de él comenzó a vibrar, por lo que lo tomó enseguida para ver el mensaje allí.

Mein engel: Finjo poner música, no respondas. Misha me vigila. Dale un beso a Jack.

El Loco miró el mensaje con sorpresa, sus ojos se abrieron enseguida y levantó la mirada para ver a Sveta, con su rostro consternado.

—¿Qué pasó, alemán?

—Misha la vigila de cerca —dijo y apretó la mandíbula antes de agregar—: Él es peligroso.

—Lo es, sí —dijo Sveta con un chasquido de lengua—. Por el bien de la pequeña, puedo ofrecer una invitación a los Capa Roja, si aceptás me comunicaré con mi hermanito ya mismo.

El Loco apretó la mandíbula, los Volkov eran muy peligrosos y lo sabía muy bien, pedir un favor a los Capa Roja podía ser contraproducente.

—¿El favor sería para mí o para Erica? —preguntó él con seriedad—. No hay que ser muy lúcido para saber que hacer tratos con tu familia es peligroso.

Sveta sonrió con un deje de tristeza.

—Ni Vanyusha ni yo pudimos proteger a Katya, al menos permitime hacerlo con la pequeña.

El Loco dejó ir un suspiro molesto y lleno de resignación. Terminó por chasquear su lengua al indicarle con su mano que lo hiciera, para luego encenderse un cigarrillo.

Sveta tomó su teléfono para llamar a su hermano, lo puso en altavoz, pese a que el Loco no sabía ruso, solo para que él se sintiera un poco más seguro.

Dorogaya sestra —dijo un muchacho con un tono de voz animado.

—Vanyusha, moy malenky —dijo Sveta con una sonrisa—, zdravstvuyte.

El Loco fumó su cigarrillo con un gesto torcido muy divertido, pues no entendía absolutamente nada de esa conversación rusa, solo «Vanyusha», el nombre de su hermano. Se preguntó si así se sentía el resto del mundo cuando él hablaba en alemán. Se levantó para poder tomar de la heladera otra botella de cerveza que destapó con su encendedor, le sirvió un poco a Sveta antes de servirse él.

Miró a Jack, se acercaba con su chupete en la boca para pedirle upa, y él no dudó en tomarlo en sus brazos. Mientras que Sveta hablaba con su hermano, él tomó de la heladera los tuppers con comida para Jack que había preparado Erica antes de irse. Todo estaba rotulado y con especificaciones, no pudo evitar la sonrisa enternecida al ver su letra y sus regaños allí escritos.

«Esto es para el desayuno, no se lo des a cualquier hora», «cena, lo toma con agua», y así con cada uno. Puso el tupper de «cena» en el microondas para poder calentarla. Pensaba en Moira, en lo feliz que debía estar en el paraíso de ver el amor con el que Erica trataba a su hijo.

Se sentó entonces a la mesa para poder darle su comida, Jack comía solo y a veces giraba para verlo con una sonrisa, la comida le había gustado bastante.

Sveta colgó la llamada con una sonrisa y bebió un trago de cerveza.

—Si Misha acepta, tendrá un pasaje a Rusia y los brazos abiertos en los Capa Roja, Vanyusha lo quiere con él —dijo con una sonrisa—. Tengo la invitación, solo debo hacérsela llegar.

—El francés podría encargarse de eso —dijo el Loco mientras limpiaba la boca de Jack con una servilleta.

—No, tiene que ser la pequeña. Debe ser ella.

El Loco levantó la mirada con sus cejas caídas con molestia y decepción.

—No. Erica no puede acercarse a él, es muy peligroso. Si algo sale mal, él la va a matar.

Sveta dejó ir un suspiro agotado.

—La otra opción es esperar a la extracción y que se la de otro en persona —dijo con sus labios torcidos.

—Esa opción me gusta más.

—Esa opción implica que la pequeña va a estar desprotegida en Mörder, y que Misha seguirá vigilándola.

El Loco bajó a Jack cuando finalizó de comer, se fue a la alfombra a jugar con sus bloques.

—Prefiero que la vigile de lejos y no que ella deba enfrentarlo para darle una invitación que podría ser rechazada, Misha podría incluso delatarla con el pollito si no le gusta el trato.

—¡Hombre, qué caprichoso! —gruñó Sveta con fastidio—. Dásela vos entonces.

Él curvó sus labios en una sonrisa pícara.

—No es mala idea, eh.

Dejó ir un suspiro y miró la hora en su reloj de muñeca, debía bañar a Jack, así que luego de disculparse con Sveta se acercó al pequeño, a quien tomó en sus brazos para poder ir al baño. Llenó la bañera mientras que Jack arrojaba dentro los juguetes de agua que había en un cajón allí en el baño, con una sonrisa entusiasmada.

Jack se reía al chapotear, especialmente al empapar al Loco, que aunque se molestaba un poco al final terminaba por reírse.

—Estás grande, pequeño Jack, creciste mucho —le dijo con una sonrisa al lavarle el cabello.

Jack se quedó quieto por un instante con un gesto triste.

Taño mami...

Él no supo qué decir al respecto, solo apretó sus labios con un gesto entristecido y preocupado.

—También la extraño mucho, Jackie. Mami te cuida desde donde está.

Taño Ica —dijo con un puchero y salpicó más agua con molestia, con sus ojos llenándose de lágrimas.

Él sabía que habían sido muchos cambios de repente para Jack, perdió a su madre luego de un violento ataque que él presenció, se encariñó con Erica al punto de depender de ella, y ella se había ido también, todo en menos de tres semanas.

Enjuagó su cabecita para poder sacarlo del agua con una toalla. Jack había comenzado a llorar, muy angustiado, mientras lo golpeaba en el pecho y rostro, en uno de esos ataques que le daban a veces por los nervios. Le dio pequeñas palmaditas al llevarlo a la habitación para poder vestirlo, intentando tranquilizarlo.

Con su pijama puesto, verde y con bonitos koalas, Jack se quedó sentado en la cama con su peluche en los brazos, al cual apretaba mientras que el Loco le secaba el cabello con la toalla.

—Papi... —dijo y lo miró con un puchero—, quiero mucho...

El Loco sonrió, se recostó allí en la cama para luego estirar su brazo y así invitar a Jack a abrazarlo. Le hacía caricias en el cabello apenas húmedo, después tomó un cuento de la mesa de noche y comenzó a leerle. Al menos hasta que su teléfono comenzó a sonar. Con pereza, pues dudaba que fuera Erica, tomó el teléfono sin interrumpir el cuento.

Mein engel: Aaron aún no regresa de su reunión con Julio, estoy sola, por si las dudas estoy bajo las frazadas

Mein engel: Cómo está Jack??

Él no estaba seguro de qué responder, porque no quería preocuparla, pero luego de un instante de meditación decidió responder.

El Loco: Está muy angustiado, extraña a Moi y te extraña a vos, pero va a estar bien. Le estoy leyendo un cuento.

El Loco: ¿Vos cómo estás?

Mein engel: Pobrecito mon petit prince, lo extraño también

Mein engel: Trato de cumplir con mi misión

El Loco: No pregunto por la misión, pregunto por cómo estás vos, engel...

Erica tardó un rato en responder, el tiempo suficiente para que él creyera que Aaron había regresado y que, por lo tanto, no podía responder. Miró a Jack, cerraba y abría sus ojitos en un esfuerzo por mantenerse despierto.

El teléfono entonces sonó.

Mein engel: Voy a estar bien, no te preocupes. Puedo verlo?

El Loco estiró su brazo para poder tomar una foto de Jack dormido en su pecho, trató de que no saliera su rostro, solo su barbilla. La envió enseguida, y la respuesta llegó casi al instante.

Mein engel: Solo son dos días más y ya regreso, solo dos días

Mein engel: Estoy cansada, me voy a quedar dormida. Que descanses bien, Jack

Él sonrió ante ese último mensaje.

El Loco: Guten nacht, mein engel. Nos vemos pronto.

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