No te alejes de mi.

By aliceindauntless

11.7K 469 41

- Por favor... no te alejes de mi. - Te quiero mucho y lo sabes. Jamás te dejaré ir. More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
MENSAJE DE LA AUTORA.

Capítulo 17.

537 23 6
By aliceindauntless

Una sensación extraña me invade por completo. Si digo la verdad, nunca he ido de acampada, por tanto, no he dormido bajo el sol.

La luz me da de lleno en la cara, provocando que dé un movimiento brusco y ponga mis manos en los ojos. Gruño y mirando el suelo paso de estar tumbada a sentada.

El choque de las olas contra la orilla del mar es tranquilizador y apacible.

Unos brazos rodean tiernamente mi cintura. Le miro y sonrío.

Mikel dormido parece un niño pequeño. Su cara está relajada y la boca la tiene entreabierta. Da pena despertarle, pero no queda otro remedio. Le zarandeo con cuidado, pero él ni se inmuta. Como sea de sueño profundo aquí habrá muchos problemas.

 -          Mikel… - susurro – despierta, tenemos que irnos.

Nada, absolutamente nada. Ni siquiera le han temblado los parpados.

Quito sus brazos de mi cintura y me levanto.

Me dirijo hasta el borde del puerto y allí me arrodillo. Mojos mis manos en el agua y suelto una palabrota. ¡Un poco más y me quedo congelada!

Vuelvo hacia Mikel y por unos momentos la pena me invade. Le joderá esto, pero es la única opción para que se despierte.

Me siento a su lado y meto las manos por dentro de su camiseta, mojándola un poco.

Automáticamente su cuerpo se yergue asustado a causa del frío contacto de mi mano con su piel.

Mira a todos lados confundido hasta que se encuentra con mi mirada de culpabilidad.

 -          ¡¿Qué se te pasa por la cabeza?! – exclama indignado.

-          Lo siento, pero no te despertabas y…

-          ¿Me despertarás así todos los días?

-          ¿Todos los días? ¡Relaja! Que no llevamos ni un día juntos.

Se encoge de hombros y le ayudo a levantarse. Acepta mi ayuda y al estar de pie me empuja hacia él. Sonrío y me besa con dulzura, como si en cualquier momento me fuese a romper. Le muerdo el labio y me separo. Nuestras manos se entrelazan.

 -          Joder, tienes la mano congelada.

-          Que delicado, por favor.

-          Un momento… ¿me metiste la mano por dentro de la camiseta?

-          Mmmm, si.

-          ¡Me estabas metiendo mano sutilmente!

Río y asiento un poco sonrojada. No había caído en la cuenta de eso. Mikel se hace la victima, palpando su abdomen.

-          A saber que me harás cuando llevemos unos pocos de meses.

-          Secreto, ah.

Nos vamos del puerto sin ningún rumbo. Hace un día perfecto, al igual que los anteriores. Los pájaros cantan y apenas hay tráfico. Solo personas que hacen sus recados, trabajadores…

 -          ¡Mierda! – digo asustada.

-          ¿Qué? ¿Qué pasa?

-          ¡Es Jueves! ¡Instituto!

Llevo mi mano libre a la cabeza y muerdo mi labio. Últimamente falto mucho a clase y eso me traerá consecuencias. ¿Pero qué hacer? La mochila está en casa y no tengo ganas de enfrentarme a mis padres. Por otro lado, quedaría como una tonta si apareciese allí sin libros, cuadernos ni utensilios.

 -          ¿Quieres qué te lleve? – pregunta Mikel preocupado.

-          Necesitaría la mochila y no quiero volver a casa. Al menos por ahora.

-          ¿Qué hiciste para no querer volver?

-          Pues… - sonrío al recordar mis últimas palabras – le dije a mi padre que había quedado con su futuro yerno.

Lanza una carcajada y niego sonriendo. Encojo mis hombros y miro al frente con más calma.

 -          En fin, pondré alguna excusa.

-          Vamos.

 * * * 

Subo las escaleras de dos en dos. Ahora es cuarta hora y debería de estar dando biología. Por suerte me llevo bien con la profesora, aunque no sé hasta que punto será capaz de aguantar mis tardanzas.

Llego al aula y cojo fuerzas para atreverme a llamar. ¡Pom! ¡Pom! ¡Pom!

Abro la puerta e instantáneamente me siento intimidada. Mis compañeros, algunos riendo, no paran de observarme mientras la profesora se cruza de brazos con expresión severa.

Miro mi atuendo y maldigo en voz baja. ¡No llevo el uniforme!

Voy con el ridículo vestido de ayer junto a la sudadera de Mikel. Enrojezco y me muerdo las uñas en señal de nerviosismo. Todos esperan una respuesta.

 -          Me quedé dormida… y se me olvidó todo en casa y…

-          Saray, luego hablaremos tú y yo – responde la profesora con seriedad – siéntate.

Suspiro y me colocó al fondo de la clase para evitar las miradas burlescas de mis compañeros. Misión imposible, claramente.

Cada minuto giran la cabeza hacia mí y sonríen con falsedad. Noto que sus miradas acaban en la sudadera, la cuál se nota que es de un chico, no mía.

Suena el timbre y me voy hacia la profesora. Paula me hace una señal con la cabeza de que me espera en el pasillo.

 -          Profesora, de verdad que yo…

-          ¿Crees que esta es forma de venir a clase? ¿Sin libros y en un atuendo que no es el uniforme?

-          No, no es forma pero por favor…

-          Saray, estás en la edad de los cambios, pero vas por el peor camino.

-          Lo siento, no volverá a ocurrir.

-          Yo también lo siento, pero no me queda otro remedio que darle una nota a tus padres hablando sobre lo que te está pasando.

-          No, por favor, ellos no, castígueme pero…

-          Es eso o ir al director y que te expulsen unos días. Tú eliges.

Resoplo y finalmente asiento. La profesora hace una mueca con un poco de culpabilidad y escribe en un papel. A los segundos me lo da.

 -          Que tus padres lo lean y si pueden, que vengan a hablar conmigo.

-          De acuerdo…

Guardo el papel en los bolsillos de la sudadera con un poco de tristeza. Lo último que quiero son más peleas, y esto lo empeorará.

 -          Si eso, llama ahora a tus padres y que te traigan el uniforme.

-          No podrán, estarán trabajando. Aguantaré vestida así.

Salgo susurrando un ‘’adiós’’ demasiado bajo como para que se enterase. Nada más fuera del aula, me veo rodeada por una estampida de personas. No entiendo nada de lo que me dicen y eso acaba agobiándome.

 -          ¡¿Sois tontos o qué?! – grito alterada.

Callan y paran de empujar. Se limitan a observarme hasta que Noa, la chica más cotilla de mi clase, interrumpe el silencio.

 -          ¿Con quién estuviste anoche?

La fulmino con la mirada. Retrocede algo sorprendida por mi comportamiento.

 -          Con nadie que a ti te interese – mi voz suena fría.

-          ¿Por qué vas así vestida?

-          ¿Y esa sudadera?

-          ¡La chica pija ha tenido pinchito!

-          Si en el fondo es más puta…

Antes de que pudiese defenderme, cerrar bocas y de paso dejar ojos morados, Paula y Kevin me sacan de aquel bullicio. A causa de la furia no sé donde me llevan. Finalmente me veo sentada en un banco, al aire. Seguramente será el patio.

 -          Los mato – digo apretando los puños.

-          Tranquila, son idiotas – dice Kevin dándome una pequeña caricia en el hombro.

-          Ignóralos, no tienen nada mejor que hacer en sus vidas y cotillean la tuya.

Cierro los ojos frustrada y me saco la sudadera muerta de calor. Por culpa del sofocón de antes se me ha revolucionado todo el cuerpo y no puedo llevar muchas prendas, sobre todo si una de ellas es de mangas largas.

Reprimo un gemido de horror al mirar el escote del vestido. Seguro que los tíos más salidos del instituto empezaran a decirme cosas con las que avergonzarme.

 -          Luego os contaré porque voy así.

-          Cuando puedas.

 * * * 

Agarrando a Paula y Kevin del brazo me traslado a unos metros del instituto.

Los dos me miran sin comprender, pero no ponen objeciones por el secuestro. Quedan libres de mi agarre nada más ver que no hay nadie a mí alrededor. Se frotan los brazos doloridos.

 -          Muy bien, esto no se lo podéis contar a nadie. De eso me encargaré yo a su debido tiempo.

-          Vale, vale… ¿Qué pasó? – pregunta Kevin con impaciencia.

-          Mikel y yo estamos saliendo.

Abren los ojos con sorpresa y al cabo de unos segundos se tiran encima de mí, gritando como unos animales salvajes.

 -          ¡Lo sabíaaa! – grita Paula, riendo.

-          ¡Joder! Tendré serias palabras con mi cuñado – bromea Kevin con una maliciosa mirada.

Los aparto de mí sin parar de reír. Mis mejillas vuelven a estar rojas, pero no por la vergüenza de contarlo, si no por el aplastamiento amistoso.

 -          Quiero que quedemos todos hoy. Y si, Mikel está obligado a venir – dice Kevin.

Pongo los ojos en blanco. Sinceramente, entre que Adrià y Kevin son unos locos, Y Mikel les supera en eso, me da miedo lo que son capaces de hacer ellos tres juntos.

Le conoces de la quedada anterior, pero esta vez habrá más confianza. Aun así, acabo aceptando ya que le debo dar su sudadera.

 -          Miedo me daréis…

-          No, mujer, si nos cae muy bien.

-          Exactamente por eso.

 * * *

Fue muy fácil convencer a Mikel de que viniera con nosotros. Con un simple: ‘’He quedado con mis amigos ¿Te vienes?’’ ya le tenía en la puerta de casa. Si, en la misma puerta.

El ambiente con mis padres era más tenso y cargado que la vez anterior. Nadie dijo nada, ni siquiera pusieron queja ninguna cuando les entregue la nota de la profesora. Tampoco quise dar explicaciones sobre lo que hice por la noche y porque llegué a casa con el mismo vestido y una sudadera desconocida. Por suerte no vieron a Mikel y pude irme antes de que pusieran alguna objeción.

 -          No hace falta que os presente ¿no? Todos conocéis a Mikel.

-          ¡MIKEEEEEL!

Adriá choca con los cinco con este y rien. Kevin le da unas palmadas en la espalda mientras que Paula, Lucía y Núria saludan un poco tímidas.

 -          Más te vale no haceros manitas mientras estamos aquí – bromea Lucía.

-          Ella es la que me obliga a hacer cosas malas – ríe Mikel mientras me guiña un ojo.

-          ¡Mentiroso! – exclamo.

La tarde se pasa rápida. ¿No os ha pasado que cuando os divertís el tiempo pasa rápido? Pues eso. Al igual que cuando te aburres parece que el reloj no avanza, como en una clase de matemáticas. A veces me gustaría poder controlar el tiempo, pena que sea imposible.

Me alegra que Mikel les caiga bien, eso es importante para mí.

Mikel está sentado en un banco y observa todos los movimientos que hago, cada sonrisa, risa y mirada feliz.

 -          Pst, Mikel.

Kevin está detrás de él. Este se levanta y le mira un poco contrariado.

 -          Quiero hablar contigo en privado.

Continue Reading