Willi Heine:
—Mel, te he dicho que no tengo ni idea— repetí como por novena vez. A este paso iba a convencerme de decirle la verdad.
Ella sabía que ella era mi mayor debilidad.
Y cuándo me ponía esos ojitos de perro regañado se ganaba mi corazón en un dos por tres.
¡Pero no!
Esta vez debía ser fuerte y resistir. Aunque fuera lo más difícil del mundo. Pero lo hacía por mi hermano y por Salomé. Ella podría echar a perder el plan de os chicos, con lo impulsiva que solía ser. De seguro ni siquiera me permitiría explicarle.
Melanie era la chica más hermosa que jamás había visto. He estado enamorado de ella desde que tengo uso de razón y me tenía en la palma de su mano. Pero al mismo tiempo era un pequeño diablillo que siempre se salía con la suya. Era insistente y no se detenía hasta que consiguiera su objetivo.
Y su objetivo en ese momento era que yo abriese la boca.
—En algún lugar tienen que estar Willhelm— indicó, llamándome nuevamente de ese modo, a propósito, porqué ella sabía que me ponía de mal humor. Así solía llamarme siempre papá, no me refiero a Mark, me refiero a mi verdadero padre. Raramente recuerdo eso con mucha exactitud.
Pero claro, eso nunca se lo he dicho, de lo contrario estoy seguro que nunca más me volvería a llamar así. Porqué aunque terca, comprensiva si era. Nunca se lo dije porqué así ella sentía que tenía algo en sus manos para hacerme enojar, y si eso la hacía feliz, entonces yo no tenía problema alguno con ello.
—Amor, por favor no insistas más— me rehusaba a dejar que ella me manipulara de esa manera y es que ¡joder! lo peor de todo es que lo hacía así no más, sin tener la mas minima intención, claro que ahora la tenía...pero eso ya es otro caso.
—Tú sabes algo que yo no sé— insistió— Dime Willi. ¿Todo esto es por Niklas verdad? Dime algo ¿Él tiene que ver con lo del secuestro cierto? Por eso que al primero al que llamaron fue a tu padre.
Rodé los ojos. Sabía en qué dirección iba está conversación.
—No lo sé, eso es lo que tratamos de averiguar— expliqué— En eso andan los chicos ¿ok? Sabes que mi hermano no podría quedarse sentado, cruzado de brazos sin hacer nada. Y el tuyo tampoco. Así que han decidido buscar por su cuenta ¿Contenta?— no le estaba diciendo del todo mentiras, simplemente le ocultaba algo. A Melanie no podría mentirle por mucho tiempo, no era capaz. Pero creo que esta vez me salió bastante bien.
Y aunque no estaba orgulloso de eso, esperaba que al menos dejara de preguntar tanto.
—¿En que problemas anda metido Nik? ¿Por qué alguien querría hacerle daño?— preguntó. Era obvio que Melanie no dejaría de preguntar tanto—¿No se supone que llevaba meses limpio?— inquirió— Willi cómo a Salomé le pase algo por culpa de Nik, juro que ...
—Nada, mujer terca— interrumpí— No harás nada, y nada va a pasar. No señales a mi hermano así como así, es injusto.
Me miró apenada. Sabía que había hablado de más y que había tocado nuevamente el tema de las drogas.
No me molesté, sabía que ella no hacía ese comentario con mala intención, más que todo era por la desesperación de no saber nada de su amiga. Y aunque en el fondo tenía razón–sobre el hecho de que Nik estaba detrás de esto de alguna u otra manera–no sabía si lo entendería como Esteban, Gabriel y yo lo habíamos hecho.
Melanie era muy impulsiva y Salomé era su mejor amiga. Se complementaban tanto la una a la otra, que a veces parecía que se conocían desde siempre.
—Me alegra que hayas podido venir— musitó.
—Ven aquí mi amor— dije señalando un lugar en el sofá a mi lado.
Estábamos en la sala de juegos de los Méndez, mientras ellos se encontraban en el comedor, tratando de encontrar una solución a todo esto. Se acercó a mí y me besó con delicadeza, como si tuviera miedo de partirme en dos.
Las heridas estaban sanando, pero los golpes aún me dolían. No podía creer que estuve a punto de morir.
No sé si después de la vida somos almas andantes, pero creo que yo hubiese sido una muy decepcionada de sí misma por haber dejado solo a mi hermano o a la chica que tanto quería. Pero por suerte no tenía de que preocuparme sobre el más allá , estaba vivo y eso era lo importante.
—Tengo miedo, no quiero que le suceda nada. Ella es tan buena persona y...— se acercó a mí entre sollozos. Quería abrazarle fuertemente, pero aún no podía moverme con tanta libertad. Posó su cabeza sobre mi hombro y soltó un suspiro, que estaba seguro, llevaba aguantando desde hace mucho sin darse cuenta.
—Te amo, estoy seguro de que ella estará bien— y en el fondo así lo sentía.
Sólo esperaba que mi hermano y los chicos lograran su objetivo y sobre todo, que nadie saliera herido, o en el peor de los casos, muertos.
Niklas Heine:
¡La primera fase había sido todo un éxito!
Así que el resto de los chicos y yo nos pusimos en nuestras posiciones. Los alrededores de aquel viejo templo estaban libres de vigilantes.
Salimos de la camioneta tratando de ser lo más sigilosos posibles. Mi corazón palpitaba a mil y sentía sin duda que en cualquier momento saldría de mi pecho sin previo aviso.
Estaba nervioso.
No quería fallar, porque me costaría más de lo que en esta vida pudiera pagar.
Debía rescatarla.
Bill iba adelante seguido de mí. Él era muy bueno para este tipo de "ataques silenciosos" y yo era un experto cubriendo. El arma era mi mejor aliado, pero yo también era un excelente peleador.
Hace muchísimo tiempo que no hacía esto.
Dios, prometí nunca volver a hacerlo. Pero por ella rompería cualquier tipo de promesas.
Dos chicos se adelantaron y cruzaron por un lado para ir a la parte trasera de la iglesia y deshacerse de los que estaban atrás. Otros tres tenían que asegurarse de que por lo menos Gabriel, Bill y yo pudiéramos entrar a la capilla.
Gregor se dispuso a atacar a uno de los guardias. Yo lo observaba en la distancia y apuntaba en su dirección. Si algo salía mal, le arrancaría la cabeza al guardia.
Pero no fue necesario. Con un movimiento olímpico hizo caer a aquel fortachón en un dos por tres.
Maldición, era realmente bueno. Felix hizo lo mismo con el otro y los dos celebraron cómo dos porristas cuando su equipo favorito gana.
Se dirigieron hacia nosotros para unirse y entrar al lugar. Esperamos la señal de los chicos que se encontraban en la parte trasera. Estaban tardando mucho.
Estaban tardando demasiado.
¿O mi paciencia se había agotado?
—¿Qué pasa?— susurró Esteban en dirección a Bill.
Vale, al parecer yo no exageraba y en verdad se estaban demorando.
Éste se encogió de hombros.
—Gregor, Felix— llamó Esteban— vamos a echar un vistazo.
—No, no nos separemos— indiqué.
—Nik, alguien tiene que saber que es lo que pasa— intervino Gabriel.
Les di mi aprobación y vi sus figuras desaparecer entre las sombras.
Seguidamente me llegó un mensaje de Esteban:
—Entren,Nik. No podemos perder mucho tiempo, el resto podría llegar en cualquier momento.
¡Maldita sea!
Este no era el plan, pero tenía razón.
Bill, Gabriel, Joseph, otro chico y yo. Nos dispusimos a entrar.
Abrir la puerta no fue problema, pero la oscuridad del lugar no ayudaba.
Escuchamos un televisor encendido y un par de hombres hablando. Caminamos hacia ellos dispuestos a atacarlos, hasta que escuché una voz muy conocida y les pedí que guardaran silencio.
¿Qué rayos se suponía que estaba haciendo Markus allí?
¡Maldito hijo de puta!
Quise ir a golpearlo pero la mano de Gabriel me detuvo.
Al devolverme tropecé con la pata de una mesa que se encontraba en el pasillo.
¡Mierda!
Ser silencioso no se me daba bien.
—¿Qué fue eso?— escuché decir a uno de los hombres.
—¿Crees que te responderán? ¡No seas imbécil! ¡Ve a ver quién es!
¿Lukas?
¿Lukas también estaba aquí?.
¡Puta mierda!
El hombre salió disparado hacia nosotros, encontrándose con un puñetazo de Bill que lo dejó noqueado al instante. De repente empezaron a disparar por todos lados y los chicos y yo nos separamos tratando de encontrar algún tipo de protección.
Subí por las escaleras en busca de la maldita puerta que había descrito Edra.
No había nadie a mi lado. Miré hacia abajo y observé cómo se disparaban los unos a los otros.
Debía encontrar a Salomé y sacarla de esta pocilga.
Corrí desesperado de un lado a otro. Puerta por puerta y me alejé todo lo que pude del lugar de los disparos.
Sólo esperaba que los chicos salieran de esa.
Todo el maldito plan se había ido a la basura.
Pero si se era inteligente, se tendría siempre preparado un plan B. Y ese estábamos llevando a cabo en este momento.
Los chicos dispararían y matarían a cualquiera que se les cruzara en su camino, dándome tiempo de encontrar el cuarto de Salomé.
Divisé una puerta a un costado con un gran letrero "Sala de confesiones". Me dispuse a abrirla pero estaba cerrada. Corrí hacia atrás todo lo que pude para tomar impulso y dejándome llevar por la ira, de una patada la tumbé.
No había nadie ahí.
Salomé no estaba.
¡Maldita sea!
Pude ver a un lado comida aún fresca y solté un grito de desespero.
Perdí en ese momento el control sobre mí y salí de la habitación hacia abajo en busca del hijo de puta de Lukas para obligarlo a que me dijera dónde estaba Salomé.
Vi a Gabriel peleando con un grandulón. Gregor, Esteban y Felix ya habían entrado y seguían forcejeando con otros tipos. Intenté ayudar a Gabriel pero este me gritó.
—¡Por allá Nik!—señaló–¡Salieron por allá! Iré ahora, este hijo de perra es pan comido— aseguró mientras lle pegaba un codazo en la nariz a aquel mal nacido.
Corrí tratando de evitar los disparos y los chicos se esmeraban en atacar a cualquiera que me impidiera el paso para salir.
Después de haber cruzado la puerta y haber sido abrazado por la fría brisa que se extendía por el lugar, miré de un lado otro con desespero. Esperaba haber sido lo suficientemente rápido cómo para que aún siguieran cerca de aquí.
Divisé a lo largo de los cultivos detrás de la iglesia, una luz.
Una linterna.
Cargué mi alma dispuesto a todo.
Corrí en dirección a la luz que se posaba, ya no muy lejos de mí y observé cómo Lukas llevaba a Salomé del pelo, mientras que el imbecil de Markus le alumbraba el camino con la linterna.
Lancé un disparo al aire, logrando ganar su atención.
Estaba sólo, era yo contra dos chicos armados.
—Heine— escuché decir a Lukas en un tono despectivo— Mira que sorpresa, no esperaba verte por aquí.
—No vine a hablar contigo, maldito— espeté—¡Suéltala!
—Niklas— escuché decir a Salomé en un susurro—Por favor vete,déjame, no vayas a cometer una locura.
Su quebrada y débil voz partió mi corazón en dos. Yo era el único culpable de esto.
—Pero que bellos—rió Markus— Está dispuesta a dar su vida por una basura insignificante cómo tú—señaló.
—¡Eres un bastardo!— grité— ¿Porqué no me sorprende que estés detrás de todo esto? Me las vas a pagar— dije con toda la frialdad posible.
La sangre de mi cuerpo ardía. Me sentía impotente e incontrolable. Y no me daba miedo, así mi única opción después de esto fuese la cárcel.
—¿Es hermosa no crees?—preguntó Lukas mientras se acercaba a Salomé y lamía su mejilla.
Di un paso hacia él y lo único que quise fue volarle la cabeza con un disparo. Pero no, no quería arriesgarme y actuar por instinto. Salomé estaba a su lado y no iba a cometer con ella el mismo error que cometí con Julia y mucho menos ahora que estaba en mis cinco sentidos.
—¡Nik, por favor! No le hagas caso, sólo intenta provocarte— dijo mi chica entre sollozos.
¿Cómo era posible que estuviéramos en esa situación y ella sólo se preocupase por mí?
—Lukas...lamento lo que pasó con Julia. Jamás quise que eso sucediera, pero por favor; Salomé no tiene nada que ver en esto— intenté hablarle, aunque en el fondo sabía que esto era completamente inútil.
—¡Cierra el pico, Heine!—exclamó. Pude notar el rojo en sus ojos y cómo temblaba.
Él no estaba en sus cinco sentidos, estaba drogado.
—¿Sabes que me da risa de todo esto?— señaló, pasándose su mano con desespero sobre su frente sudada. Markus sostenía a Salomé, mientras le apuntaba con un arma en la cabeza.
Mi cuerpo temblaba, cualquier pasó en falso que diera sería fatal para ella.
¿Cómo pude permitir que esto llegase tan lejos ?
—Sólo vinimos a asegurarnos de que todo estuviera bien, ni siquiera teníamos pensado venir hoy y vaya sorpresa, tenías todo un maldito plan armado para salirte con la tuya. Pero te equivocas, Niklas Heine. Tendrás que llevarte a esta perra sobre mi cadaver— escupió— Y créeme que el único que saldrá muerto de aquí hoy vas a ser tú— sacó el arma de su bolsillo y la apuntó en mi dirección.
—¡No!— chilló Salomé llena de pavor.
Intenté no moverme ni un centímetro, no iba a arriesgarme, no iba a provocarlo, pero tampoco pensaba arrugarme ante su amenaza. Seguiría firme.
—Vamos, Lukas. Resolvamos todo tú y yo. Pero déjala fuera de esto.
—Si tan sólo Julia me hubiera escuchado, pero no. Ella seguía empeñada en estar contigo. No sabes las veces que quise matarte, siempre las chicas eran para ti, las admiraciones y ovaciones eran para ti, todos los créditos siempre te los llevabas tú. Estaba harto de ser tu sombra— comenzó a decir con desesperación.
—Cre..creí que éramos amigos— vacilé.
—¿Amigos? ¡Mierda, Heine! No me vengas con esas estupideces. Ella debía quedarse en casa ese día y tú debías de haber estado sólo en esa camioneta. Si ella no hubiese sido tan terca, no hubiese pagado por tu maldita culpa. ¡Les dije cuál era tu carro, pero jamás me imaginé que ella estaría ahí contigo!—espetó.
No podía creer lo que estaba diciendo.
Fue Lukas quién le dio información a los matones para que me encontraran, fue él, lleno de envidia y remordimiento. Fue él, quien llevó todo a esos extremos.
—¡Sabías que me había drogado ese día!— exclamé.
—¡No sabía que Julia iría contigo en ese auto!— gritó. Comenzó a moverse de un lado a otro con el arma en la mano. Estaba fuera de sí—¡Debiste morir tú! ¡Así como lo harás ahora!
—¡Eso no te devolverá a tu hermana!— gritó Salomé.
Lukas la tomó entre sus brazos y la haló hacia él fuertemente, provocando que ésta gimiera de dolor.
—Despídete de ella— dijo Lukas con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro.
Pero antes de que yo pudiera reaccionar escuché un disparo.
Maldición.
Markus se revolcaba en el piso, había sido impactado en la pierna.
Justo en ese momento, vi cómo Gabriel comenzaba a disparar a la loca.
¿Qué mierda estaba haciendo?
Y todo pasó en cuestión de segundos.
Gabriel disparó sin ningún tipo de pudor en dirección a Lukas, provocando que éste cayera al piso entre jadeos y quejidos. Salomé aprovechó para correr en mi dirección.
—¡Nik!— la oí gritar y comencé también a correr hacia ella.
El sonido de otro disparo retumbó en mis oídos.
Una bala de parte de Lukas había alcanzado a Salomé, una bala había alcanzado al amor de mi vida.
Cayó sobre mis brazos y observé cómo una lágrima caía de sus delicadas mejillas y soltaba un gemido ahogado.
Había fallado y no me lo perdonaría nunca.
~♥~
¡Hola!
Es un capítulo algo corto, pero es por que el capítulo final decidí dividirlo en dos.
Espero que les agradara el POV de Willi♥
Me costó un montón escribir este capítulo y aunque no es 100% perfecto, quedé satisfecha escribiendo estas escenas con cierta pizca de acción. No soy una experta, ya seguro al momento de editar cambie una que otra expresión, no lo sé.
¡Necesito saber lo que piensan, así que comenten aquí abajo!
Otra cosa, aún no puedo creer que llegáramos a las 5000 (5k) visitas. Recuerdo cuándo sólo una persona me leía y era yo jajajaja
Quiero dedicarle este capítulo a Azzaroa MPSouthwell y a todos mis chicos de Romanticos2017 que ellos saben quienes son, porque si me pongo a nombrar a cada uno me vuelvo loca jajaja Quiero darles especialmente las gracias a ustedes por todos sus votos y comentarios y por todas y cada una de las maravillosas reseñas que hicieron sobre mi novela, no tienen idea de lo que sus opiniones significan para mí y lo mucho que me motivan. Sus correcciones las tendré en cuenta y aplicaré en el momento de la edición.
¡Miles de Graciaaaaaaaaas!
-May