Inapropiadamente hermosa (TAM...

By marion09

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Él era el hombre más enigmático que ella había conocido... Ella amaba los misterios. A simple vista parece qu... More

Inapropiadamente hermosa.
INAPROPIADAMENTE HERMOSA EN FÍSICO
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Epílogo

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By marion09

Emmie miró de costado hacia donde se encontraba Joseph y pensó que seguramente él no tendría unos pequeños calambres en las mejillas como ella, por obligarse a sonreír a cada uno de los caballeros a los que era presentada. O los pies, de tanto bailar.

Él ni siquiera había intentado una de las dos cosas. Lo único que había hecho había sido hablar con un montón de hombres de los cuales no podía recordar un solo nombre y permitirles a quienes se lo pedían  —quehabían sido demasiados—, bailar con ella.

Oh, y claro, la había observado mientras lo hacía. No había despegado sus ojos de la pareja asumiendo al máximo la responsabilidad que Beth y Sebastian había puesto sobre él con tanto fervor. Si tenía que ser honesta, había sido un poco perturbador.

Y ahora se encontraba sentada con un grupo de chicas de su edad, algunas un poco más jóvenes, entre ellas, Portia Davenport.

Portia tenía el cabello rubio al igual que su madre con quien también compartía unos ojos celestes y el mismo carácter arrogante. Lo único que la diferenciaba de la señora Davenport era su belleza, Portia era muy hermosa. Por fuera.

Emmie había aceptado la invitación de esta a pasar el tiempo con ellas, porque estaba intrigada por las razones del rechazo que Joseph sentía hacia ella. Y no había tardado en descubrirlo, Portia era una típica niña rica que creía que el mundo y todo lo que en él se hallaba le pertenecía. Era mala y petulante, y su voz chillona estaba cansando los oídos de Emmeline que deseaba poder escaparse.

—Así que te criaste en una granja —murmuró por tercera vez—. ¿Y quién te educó? Es que simplemente no puedo entenderlo querida, quiero decir, una granja ¿Con animales y todo?

Emmie apretó los dientes. Nunca antes había sentido tantas ganas de presumir su título. Ella era hija de un conde, y actualmente, la hermana de otro.

—Dije que no es una granja, Portia, que viva en el campo, alejada del ruido y olor de la ciudad, no quiere decir que sea una granja. Es un ambiente mucho más sano y tranquilo. Como una casa solariega, pero de uso permanente. Y tenemos todas las comodidades. Los únicos animales que había, eran unos perros y los caballos en el establo —volvió a fingir una sonrisa e inhaló profundamente.

Estaba harta del interrogatorio y comenzaba a ponerse furiosa. No había hablado con una persona que no dejase de hacerle todo tipo de preguntas, las mismas, una y otra, y otra vez. Incluso los hombres con los que había bailado la habían interrogado, pero la mayoría había dicho más cumplidos vacíos que otra cosa. Eran exactamente como Sebastian le había dicho. Peor de los que había conocido alguna vez.

Dudaba mucho que su futuro esposo se hallase allí, entre todas esas personas que había conocido.

Lo único bueno que había sacado de allí era información que consideraba valiosa para Joseph. Portia pensaba que si ella podía lograr que los encontraran, al marqués y ella, en una situación comprometedora, él se vería obligado a casarse con ella por cuestión de honor. Según Portia, no había otra salida, dado que él no parecía tener prisa para pedírselo.

Las chicas eran tan cotillas, pensó. ¿Cómo pensaban que contarle eso, justo a ella, iba a ayudar? O quizá lo que menos querían era ayudar a Portia.

—Vivir con el marqués debe ser increíble ¿no? —preguntó otra que si no se equivocaba, era lady Margarite—. Puedes verlo todo el tiempo, y hablar con él. Oh, qué envidia.

Emmeline vio a la rubia escondiendo su enfado. Era seguro que estaba más que celosa.

Como si Emmie estuviese interesada en Joseph.

—Joseph no es muy conversador —repitió las palabras de Beth—. Y he llegado hace un día, así que no lo he visto demasiado tampoco. Siempre está muy ocupado con sus asuntos.

—Pero viniste con él a la fiesta. Has podido viajar a solas con él, mucho más de lo que alguna de nosotras podría tener nunca —agregó otra que parecía muy joven—. Aunque no es muy apropiado —murmuró con un toque de desaprobación, y olvidó el tema enseguida—. ¿Has visto su habitación? ¿Cómo es?

—No, nada de eso, chicas. Ya se los dije, no estoy interesada en husmear entre sus cosas. 

«Solo en que me hable como una persona normal», pensó, pero se lo guardó para sí misma. 

Una pelirroja que estaba sentada justo frente a ella, y al lado de Portia la miró suspicaz.

—No entiendo cómo puede no interesarte. ¿Es qué estás buscando casarte con alguien en especial y por eso es que has borrado a lordThornehill de tu lista? Porque una oportunidad como la tuya no la tiene nadie, querida.

—No conozco a Joseph Whitemore lo suficiente como para saber si quiero casarme con él, no he conocido a nadie más tampoco, y no tengo prisa por hacerlo. Al menos que mi hermano cambie de opinión y quiera imponerme a alguien, estoy bien —aclaró satisfecha.

—¿Hermano? —preguntó de nuevo la más joven, llamada Ashleigh, hija del conde Weston—. ¿Tienes un hermano mayor? ¿Está casado? —Y de pronto todas parecieron más interesadas en eso—. ¿Cómo es?

Ella sonrió recordándolo. —Su nombre es Francis, lord Welltonshire, es conde y no está casado. Es el mejor hermano que una chica pueda tener. Excepto cuando se enoja, pero casi siempre es mi culpa y él tiene razón. Ahora está de viaje con mi madre. Regresarán en unos meses.

—¿Crees que quizá se quede un tiempo por aquí?

«Lo dudo», pensó de nuevo y lo retuvo. En cambio, mintió como pocas veces lo hacía. Pero ella tenía la firme convicción de que una mentira para alegrar a alguien no era algo malo.

—Quizá —aventuró.

Todas suspiraron.

—¿Es guapo? —preguntó otra—. Si es primo de Joseph Whitemore, por más lejano que sea, tiene que ser guapo. Y mucho.

Emmeline soltó una risa.

—Bueno, siempre ha estado robando suspiros, así que asumo que lo es.

Ashleigh golpeó a la otra chica en el brazo.

—Tan solo mira a Emmeline, si es su hermano, no hay forma de que sea una persona fea.

Emmie le sonrió en agradecimiento. Quizá la maldad de Portia no había contagiado a todas aún.

Lo siguiente que sucedió, fue algo que Emmeline jamás espero que pasara. Podría pensar que la tonta niña Davenport no tendría el valor de hacer algo así...

Una de las criadas pasaba con una bandeja llena de copas de vino, muy cerca de donde ellas estaban sentadas. Portia debía de haber encontrado la oportunidad perfecta para vengarse de ella por tener la atención de Joseph esa noche —por decirlo de algunaforma, ya que ni siquiera la había invitado a bailar—, y estiró, con perfecto disimulo, aunque no el necesario para que Emmie no la viese justo en ese instante, el pie derecho cubierto por las capas de tela de su vestido, haciendo tropezar a la muchacha.

El vino saltó por todas partes y cayó sobre el vestido de Emmeline y el de la castaña Margarite a su lado.

La segunda gritó con horror.

Emmeline ni se inmutó. Hasta que Portia se puso de pie y pisó la mano de la empleada.

—¡Mira lo que has hecho! —gritó.

Si había algo que Emmie no toleraba era el maltrato. Eso hizo que ella también saltara de su asiento y se pusiera a la altura de Portia, por no decir sobre ella, siendo era un par de centímetros más alta.

Al verla, Joseph comenzó a avanzar, acercándose. La atención de la fiesta entera estaba en esa escena.

—¿Lo que ella ha hecho? —chilló.

—Oh, cariño, lo siento mucho, no te preocupes, ella va a pagar por arruinar tu vestido y el de Maguie —ronroneó Portia con una sonrisa falsa, igual a la de la bruja de su madre.

Las palabras resonaron en la cabeza de Emmie.

¿Pagar por lo que hizo?

—No fue su culpa, Portia y lo sabes bien. Vi como pusiste el pie en su camino para hacer que tropezara a propósito. —La aludida se llevó una mano al pecho y abrió la boca y los ojos de par en par—. Oh, no, a mí no me engañas, yo te vi —separó cada una de las tres últimas palabras con efusividad.

—Eso no es cierto, estás confundida. No puedes acusarme de algo como eso.

Emmeline apretó los puños.

—Además de mala, grosera y petulante, eres mentirosa —soltó mirándola con el ceño fruncido.

—¿Lady Emmeline? —preguntó Joseph con cautela—. ¿Está bien?

—Oh, lord Thornehill. ¿Ha oído cómo me llamó? —Lloriqueó Portia aproximándose a él.

Emmie rodó los ojos.

—Lo siento mucho, milady —susurró la criada con ojos tristes y asustados, entregándole un paño seco—. De verdad lo siento.

Ella se sintió terriblemente mal. Era tan solo una niña.

Suavizó la mirada y apoyó la mano en su hombro.

—No te preocupes, no fue tu culpa. —Le sonrió.

—Por supuesto que lo fue. Es torpe y tonta —espetó la rubia, llena de furia por el silencio de Joseph.

Los ojos de Emmeline brillaron iracundos.

Dio un paso adelante y apoyó un dedo en el pecho de la chica.

—La única tonta aquí, eres tú. Y deja de soñar con Joseph, no estás a su altura —masculló. Todos alrededor jadearon por el atrevimiento y la valentía que eso requería.

Joseph apoyó una mano en la espalda de la castaña y bajó la voz aún más que antes.

—¿Quieres salir de aquí? —preguntó.

A ella le tomó un momento enderezarse y recuperar el aliento.

—Si no te molesta, sí, por favor.

Él asintió y le ofreció su brazo. Emmie descubrió que iba a necesitar apoyarse en él para poder caminar.

—He estado esperando que lo pidas desde que llegamos —susurró Joseph cuando se alejaron de la escena desastrosa.

Si tan solo ella lo hubiese sabido...

Emmie se desplomó en el asiento del carruaje y cerró los ojos. —Lo siento mucho, Joseph. No quería avergonzarte, pero no pude evitar defender a esa pobre niña. No puedo soportar ver como humillan, maltratan o pisotean a alguien inocente —explicó a punto de que le salieran lágrimas.

—Está bien, no te preocupes. La única que se ha avergonzado aquí es Portia, créeme.

—Beth se va a decepcionar tanto. ¿Qué si ya nadie quiere que vaya a sus fiestas? A nadie le gustan los escándalos, puedo ser del campo, pero sé como son las cosas.

—En realidad, a la mayoría les gustan los escándalos. ¿De qué hablarían sino? En cuanto a lo demás, no debes preocuparte —compuso él. Si tan solo lograra entender lo que había causado. Todos los hombres se habían desesperado por obtener un permiso para bailar con ella. ¿Y qué podía decir Joseph más que aceptar hasta aquellos a los que pensaba que a Emmie no le agradarían? Era la primera vez de la joven en un lugar así, y negarse habría despertado más habladurías.

—Solo quieres hacerme sentir bien. Y no es que haya disfrutado mucho hoy, pero mamá estaba tan emocionada con esto que no quiero decepcionarla.

—Creí que habías dicho que yo no diría cosas solo para hacerte sentir mejor —murmuró él.

Emmeline sonrió.

—Cierto, olvidé que eras tú —bromeó—. Pero quién sabe, quizá esté equivocada contigo. —Se acomodó en el asiento—. Me dijiste que iba a deslumbrar a todos, pero el que deslumbra aquí, eres tú. Por Dios Joseph, todas esas chicas no paraban hablar de tí, su adoración va más allá que cualquier otra cosa. Parece como si nada tuviese sentido si no tomas a alguna de ellas como esposa. ¿Qué les has hecho?

—Ninguna me conoce, Emmeline. No ven más allá de mi dinero y mi posición.

—Eso y que eres irremediablemente guapo y todo un caballero —agregó pícara—. Oh, y tengo algo de información para ti.

—¿Información para mí? No puedo imaginar que podría ser eso —contestó divertido.

Ella entrecerró los ojos. 

—Hey, solo trato de ser una buena amiga y ayudarte.

—¿Amiga?

—Bueno, sí. Yo quiero ser tu amiga, como de Beth y Sebastian. Vivimos en la misma casa y así va a ser por un tiempo. No me sentiría cómoda si fuese de otra forma. Ya sé que solo aceptaste porque tu mamá te lo pidió, pero sería más cómodo si, bueno, fuésemos amigos —repitió.

—Bien, ¿y cuál es esa información?

¿Es que esa era la respuesta a su discurso? ¡Qué hombre tan inexpresivo!

Sacudió la cabeza, exasperada y se dijo que si así era él, bien, aprendería a tratarlo a su manera.

—Portia tiene un plan para que te veas obligado a comprometerte con ella y pedirle matrimonio. Dice que si puede llevarte a algún lugar y hacer que los atrapen en una situación comprometedora, entonces luego las cosas deberían suceder solas.

Joseph soltó una carcajada que sorprendió a Emmeline. Así que él podía reír. Pero eso no era algo gracioso.

—¡Joseph! —Lo regañó—. Esto es serio, mira si en realidad ocurre. ¿Casarte con ella? No puedo ni siquiera imaginar algo tan horrible —estiró un brazo y como de costumbre tocó el dorso de su muñeca—. No creo que merezcas eso, no hay nada como un matrimonio infeliz —susurró y él se preguntó qué podría saber una señorita acerca del tema.

—Tranquila Emmeline, nada de eso va a suceder. Pero te agradezco tu preocupación.

Permanecieron en silencio hasta que el carruaje se detuvo anunciando que ya estaban en la casa.

Uno de los conductores la ayudó a salir y esperó por Joseph para seguir hasta dentro.

—¿Me prometes que tendrás cuidado? Sé que eres un hombre inteligente, pero...

—Ella no lo logrará. —Le aseguró—. Lo prometo, tranquila. No es algo por lo que ninguno tenga que preocuparse.

Aliviada, y agradecida de haberlo ayudado, como también le habría gustado ayudar a esa pobre niña a la que Portia seguro castigaría después, por algo que no había cometido, se permitió relajarse cuando cruzó la puerta principal.

—Gracias por todo. —Le dijo a Joseph al pie de la escalera y lo abrazó—. Ahora tengo muchas ganas de encontrarme con mi cama. Dulces sueños, Joseph querido. —Sonrió y comenzó a subir.

Bueno, estoy tan cansada que no creo que aguante mucho escribiendo esta noche. Y tengo taaaantas cosas para decir.

Mi primera fiesta en Londres ha sido toda una locura. Guardaré los detalles para mañana, aunque no creo que los olvide jamás. Pocas cosas buenas he obtenido hoy:

Conocer personas, no voy a decir si fueron buenas porque sería decepcionante pensar en las pocas rescatables que había.

Pero hablar con Joseph fue definitivamente lo mejor de todo. Quizá es que no tiene escapatoria cuando estamos solos, o solo se siente más cómodo con menos gente, no lo sé. ¿Será que es tímido?

Su risa es arrebatadora voy a reconocer, es taaaaan masculina.

Y me asombra la forma en la que nada le afecta o preocupa. También me conmovió la manera que cuidó de mí esta noche, vigilando a cada hombre con el que bailaba. Hubiera sido interesante si él hubiese sido uno de ellos, pero una chica no puede pedir todo en esta vida ¿cierto?

❧ ☙❧ ☙

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