Secrets #Wattys2016 #WEAwards...

By LauraAlvarezCo

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¿Qué pasaría si una de las personas más importantes de tu vida dice ser quien no es? Alexandra Meyer, una chi... More

Peligrosa.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce.
Trece.
Catorce.
Quince.
Dieciséis.
Diecisiete.
Dieciocho.
Diecinueve.
Veinte.
Veintiuno.
Veintidós.
Veintitrés.
Veinticuatro.
Veinticinco.
Veintiséis.
Veintisiete.
Veintiocho.
Veintinueve.
Treinta.
Treinta y uno.
Treinta y dos.
Treinta y tres.
Treinta y cuatro.
Epílogo.
DAMON HA VUELTO.

Treinta y cinco.

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By LauraAlvarezCo

Me quedé observando sus grandes ventanales mientras que proyectaba imágenes en mi propia cabeza.  La apoyé sobre el cristal de la puerta principal cuando los recuerdos invadieron mi mente. No podía dejar de llorar. Me arrepentía de haberle dejado ir, de haber discutido con él aquél día. Me sentía inútil. 

Deslicé mis manos por el mismo vidrio donde había apoyado la cabeza consiguiendo, así, dejar las marcas de unas manos que ya no podrían disfrutar del cuerpo al que pertenecían. Mis piernas iniciaron movimientos rápidos y bruscos haciéndome temblar. Me senté en el porche de aquella gran casa y crucé mis piernas mientras que miraba el interior y lloraba por los buenos momentos.

¿Tan difícil era ser feliz en esta maldita vida? Sólo pedía una cosa y se alejó de mi. ¿Qué haría con mi vida ahora? No podía pasar página. Estaba demasiado rota como para volver a ser la de antes. No quería hacer como si nada hubiera pasado porque, sin duda, pasó y yo fui feliz. 

Cogí mi iPhone y abrí la galería de imágenes poniendo una de aquella pareja perfecta que nunca discutía y siempre se apoyaba. Éramos nosotros. Ese pasado tan cercano me partía por completo. Simplemente con observar sus ojos sentí que mi alma se rompía. Necesitaba observar por última vez aquella mirada azulada. El llanto fue imposible de controlar y empecé a sollozar como una niña pequeña cuando le quitan su caramelo preferido.

Abrí mi agenda telefónica y marqué a Damon. Fue una acción que ni siquiera pensé, simplemente lo hice. Sabía que no contestaría pero necesitaba comprobarlo como había hecho ya miles de veces en estos últimos meses. Cuando los pitidos de la llamada empezaron a sonar por mi altavoz, mi cuerpo se congeló. No sé cuanto tiempo pasó. Mi cerebro se quedó paralizado. Mi cuerpo no sabía como responder a aquello.

Justo detrás de mi, pude escuchar el sonido del móvil de alguien. Miré atónita a la pantalla del mío buscando el nombre de la persona a la que estaba llamando y un profundo sentimiento inundó mi ser cortándome el llanto por completo.

No quería darme la vuelta. Por alguna razón esperaba que sucediera algo y por una vez en la historia de mi vida, mi deseo se cumplió.

— Princesa, ¿me has echado de menos? —sin mirar supe exactamente de quién se trataba. Su voz, aquella perfecta voz, llegaba a mis oídos como la mejor música que nunca pudiera escuchar.

No esperé más. Todavía con lágrimas en los ojos, me giré. Cuando quedé justo a los pies de aquél Adonis, mi corazón se disparó. Me levanté del suelo de un sólo salto y le abracé lo más fuerte que pude, temiendo que pudiera desaparecer de nuevo dejándome indefensa.

Notaba el olor de su perfume en mis fosas nasales. Oh, como echaba de menos aquella sensación. Las mariposas volaban libremente por mi estómago elevándome, del infierno de mi vida, al paraíso. De nuevo las lágrimas volvieron a inundarme pero esta vez por otra razón, alegría.

Acerqué mi boca a su oído y le dije en un tono muy cariñoso:

— Eres indispensable para mi.—la voz salió de mi cuerpo junto con alguna de las mariposas que me producían cosquillas.

Noté como él sonreía contra mi. Le había echado tanto de menos que estos tres meses de espera habían valido la pena. No quería alejarme nunca de él, no quería que ese momento terminara tampoco.

— Te amo princesa. Siento muchísimo todo lo que te he hecho pasar. Sé que tengo que explicarte muchísimas cosas pero antes de nada quiero hacer una cosa.—dijo con su sexy voz mientras que me limpiaba las lágrimas de mi cara.

— ¿Qué quie...—me interrumpió Damon robándome un beso. Su sabor invadió mi boca. Era dulce, muy dulce. Se sentía tan bien después de tanto tiempo... era como volar y tocar el cielo con las yemas de mis dedos. Aquellas corrientes de energía recorrían nuestros cuerpos y no pude evitar sonreír en mitad del beso.

 — Me gusta que sonrías tan cerca de mi.—dijo alejándose milímetros de mis labios y acto seguido me mordió el inferior causando en mi una sensación muy placentera.  

Cuando nos separamos me cogió de la mano y nos dirigimos andando bajo el pleno frío de noviembre hasta mi casa. Damon vio que yo estaba temblando debido al frío y me acercó a su cuerpo colocando su brazo derecho en mis hombros. Yo me puse mi gorro blanco de lana y miré el paisaje que el desolador invierno causaba en los árboles. 

Cuando llegamos, pude notar como el calor nos envolvía e iba deshaciendo el frío de nuestros cuerpos poco a poco. Me fui desabrochando el cierre de botones de mi abrigo y alguien por detrás tiró de mi gorro. Me giré y vi  a Damon con cara angelical y mi gorro puesto es su perfecta cabeza. Comencé a reír y él me dedicó un puchero.

— ¡No tienes ni idea de cuánto te quiero! Nunca me vuelvas a dejar, ¿de acuerdo? —le señalé con el dedo intimidándole mientras que me acercaba para darle un corto beso en los labios— Voy a cambiarme, ahora vuelvo.

Mi chico se dirigió al salón mientras que yo subía descalza las escaleras que llevaban a mi habitación. Cuando terminé de subir el último peldaño me dirigí a la puerta de mi estancia y me adentré en sus profundidades.

Una mano me tocó el hombro cuando cerré la puerta, rápidamente me giré y le pegué un puñetazo en la nariz. Bajé la vista al suelo y allí se encontraba Mike con sus manos en alto.

— Tranquila, no vengo a hacerte daño. Necesito tu ayuda.

— ¿Crees que te voy a ayudar después de todo lo que me has hecho? Estás loco. Dam...—no pude terminar de llamar a mi novio ya que su mano silenció mi voz.

— Escúchame, por favor. Necesito que me ayudes y es algo que sólo puedes hacer tú.—mi corazón empezó a latir fuerte. Hasta Mike podría sentirlo ya que se encontraba pegado a mi con su mano, todavía, en mi boca— Necesito que me quieras como yo te quiero, necesito que pases tu vida junto a mi.

— ¡¿Qué?! ¡Estás loco de remate! Casi me matas, ayudaste a mis secuestradores y, ¿quieres que te quiera? Ni lo sueñes, mi corazón pertenece a alguien que me sepa tratar.

— ¿Cómo? ¿Abandonándote durante tres meses?

— Él sabe hacer lo que tu no pudiste. Me salvo de ti. Eres un monstruo.—dije yo alejándome de él que empezaba a encoger sus puños y tensar sus músculos.

— ¡Inténtalo por mí! Además yo te conté la verdad sobre la hija de los Banks, Eli.—me gritó.

— Si tu familia no te supo dar cariño cuando eras pequeño yo no me siento obligada a dártelo y menos por la fuerza. Mike, no me gustas. Eres un psicópata y la única persona que mereces tú es un psiquiatra. ¿Fuiste tú? Bonito detalle, pero ¿no te parece que la enviaste demasiado tarde?

Gruñó y lanzó un golpe fuerte contra la pared provocando un enorme agujero en ésta. Yo me eché para atrás corriendo hacia la ventana de mi habitación pero me caí al suelo justo al lado de mi cama. Mike se colocó encima mía levantando su puño para coger fuerza y golpearme pero eso nunca pasó.

Escuché como la puerta se abría fuertemente de pronto. Damon entró a la estancia con una pistola en la mano que apuntaba directamente hacia el cuerpo del moreno de ojos verdes.

— Mike, levántate y déjala en paz. Manos a la cabeza. Todo ha terminado, no tienes opción.—habló Damon con tono dominante. Era un buen agente, sin duda. Su expresión era seria y su mandíbula estaba apretada. El cañón de la pistola nos apuntaba a ambos dos, cosa que hizo que me sintiera desprotegida durante unos segundos.

— Ni lo sueñes, idiota. Acaba de empezar todo.—con un movimiento rápido sacó un cuchillo de su cinturón de cuero y miró en mi dirección. Esa arma iba dirigida hacia mi cuerpo, más concretamente hacia mi corazón.

Un gran golpe se escuchó y vi como Mike caía encima de mi con su mano en el pecho y con una expresión indescriptible en su rostro. Estaba sangrando. Sentí cómo aquél gran cuerpo me apretaba contra el suelo, pero esa sensación duró apenas milésimas de segundo porque mi chico me lo había quitado de encima en un abrir y cerrar de ojos.

Le miré y me abrazó. Los dos estábamos llenos de la sangre que Mike había expulsado. Damon a continuación tomó el pulso al cuerpo inerte que yacía en el suelo de mi habitación  y dirigió su mirada hacia mi. 

— Está muerto. Ya se ha acabado todo, cariño. Relájate.—dijo Damon y automáticamente rompí en un fuerte llanto. Pese a todo lo que había pasado, le conocía de toda la vida. Había sido mi amigo— Lo siento, cielo.

Unas horas después cuando yo ya estaba más relajada y los agentes se habían llevado el cuerpo de Mike después de interrogarnos, bajamos al salón él y yo. Cuando estuvimos sentados en el sofá, le miré seria y empecé a hablarle.

— Dime que no has vuelto sólo por Mike, por favor. Dime que soy más que una misión para ti.

Él se sorprendió al oír esas palabras y me contestó:

— No me fui porque no significarás nada para mí. Tampoco me fui porque quisiera. Tenía que terminar la misión consiguiendo la valija que era una amenaza de muerte para ti. No sabes cuanto te he echado de menos. Y por último no, no eres una misión, eres mi vida entera.—sus palabras eran sinceras. Se metió la mano por su jersey y debajo de su camisa sacó aquel anillo de esmeraldas que colgaba de su cuello.  En ese momento dirigí mis ojos aguados a sus ojos también cristalinos debido a la lágrimas y comprendí todo lo que en esos largos y duros tres meses quise saber. Su amor era verdadero.

— Tienes tres opciones: Te beso, me besas o nos besamos. Tu eliges.—le dije en tono exigente.

Damon me sonrió y nos fundimos en un gran beso. Sus manos empezaron a bajar por mi cuerpo hasta que se colaron en mi camisa negra. Los roces de sus dedos se sentían como electricidad en mi cuerpo. Yo le seguí la corriente y le quité el jersey y la camisa dejando que me mostrara su perfecto cuerpo de dios griego. Le tiré en el sofá y me coloqué encima de él mientras que trazaba círculos en mi piel hasta llegar al agarre del sostén.

Me miro cómo si de un depredador se tratase. Rápidamente me lo desabrochó sin ninguna dificultad y me quedé con el torso completamente desnudo. No tenía vergüenza, siempre había querido hacerlo con él.

Dirigí una de mis manos hacía su pantalón haciéndole gemir. Pronto bajé su cremallera y le quité con ganas los pantalones mientras que me miraba con deseo. Estaba muy excitada, mi sexo palpitaba cada vez más y notaba empapada la poca ropa interior que me quedaba.

—  Ven aquí.—me dijo autoritario y le obedecí. Ese hombre era mi perdición.

Cuando me acerqué más a él, me tiró contra el sofá y sacó un preservativo de uno de los bolsillos del pantalón que le había quitado minutos atrás.

Me miró con el pelo completamente despeinado mientras que con la boca habría el plástico que envolvía el condón. Esa imagen me hizo mojar aún más. Cuando se quedó desnudo y se puso la protección, corrió a mi para quitarme la lencería de encaje que llevaba puesta en esos instantes. Estaba igual de ansioso que yo, quería sentirle dentro de mi.

Pasó sus manos por el interior de mis muslos haciéndome gemir de placer y acto seguido su lengua se posó en mi sexo...

                . . . . . . . . . 

Me desperté en mi cama con Damon agarrando mi cintura desnuda. Él y yo pasamos la mejor noche de toda nuestra vida. En apenas unos minutos los dos ardíamos en deseo. Me subió por las escaleras y después me tiró a la cama. Su cuerpo y mi cuerpo quedaban encajados como un puzzle perfecto. Su piel estaba hecha para mí y la mía para él. Sus manos se deslizaban por mi cuerpo como si fuera hielo, marcando mi piel con sus suaves dedos.

Nunca me había sentido tan bien. Nunca había disfrutado, amado y sentido como aquella noche. Dejando mis recuerdos en un lado, quité la mano de Damon y cogí ropa para ir al baño.

Cuando llegué me miré en el gran espejo de mi baño. Mi cara estaba sudorosa pero en mi rostro se notaba alegría, esa alegría que había desaparecido de mi cuerpo durante tres largos meses enteros.

Mis músculos se sentían cansados  y mis piernas temblaban. Me lavé la cara y dirigí de nuevo a la cama donde había dejado a Damon durmiendo.

Me tumbé a su lado y volví a coger su mano para colocarla sobre mí tal y como estábamos antes.

Cerré mis ojos pero noté como Damon se acercaba a mi oreja.

— Oye, te amo más que a nada ni nadie.—susurró muy bajito en mi oído y después mordió mi lóbulo.

Me di la vuelta y me quedé tan cerca de esos dos ojos color del océano que Damon tenía que me quedé anonadada.

— Damon, yo no quiero vivir en un cuento de hadas toda mi vida.—le dije besando su nariz con cariño.

— Entonces, ¿qué quieres, enana?

— Quiero estar contigo para siempre. Te amo, Damon. 

FIN.

_____________

Sí, ha llegado el día en que esto termina. No sabéis lo triste que estoy pero a la vez feliz de poder hacer más proyectos.
No haré segunda temporada porque no quiero que se haga una historia básicamente cursi, cosa que ya es pero más adelante explicaré lo que si puedo hacer. 

Gracias por todo el apoyo que he recibido durante estos dos meses. No lo puedo cambiar por nada. Y pronto os vendré con el epílogo!!! :) espero opiniones!

¿Como os sentís en estos momentos? 

Nota: EN LA EDICIÓN  DE LA NOVELA INCLUÍ LA ESCENA DE "SEXO". NO QUERÍA EXTENDERLA MÁS YA QUE MI HISTORIA NO ESTÁ CALIFICADA PARA MAYORES DE 18 AÑOS. ESPERO QUE OS GUSTE AÚN ASÍ. PARA MI FUI TODO UN RETO.

Canción: Years & Years - Shine.

Arriba TeamDamon! ¡Nos vemos pronto!

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