LA ASISTENTE ©

By NinaColman

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Alex es un exitoso empresario, millonario y casado con la mujer perfecta o eso creía hasta que la encuentra e... More

LA ASISTENTE ©
Elenco
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
NOTA
Capitulo 42
Capítulo 43
capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
NOTA IMPORTANTE SOBRE LA AUTORA
Capítulo 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
Capítulo 56

Capítulo 38

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By NinaColman


—Zoey. ¡Zoey! —gritó Jenna para Zoey dejara de bailar y le prestara un poco de atención y cuando lo hizo prosiguió a hablar — ¡Necesito ir al baño!

—¡Vamos! —dijo empujándola suevamente.

Después de estar cuarenta minutos bailando y bebiendo, por fin el momento de evacuar el alcohol llegó. Jenna necesitaba orinar. Caminaron hasta el baño de mujeres pero había una cola larga de mujeres frente a la puerta, esperando su turno. Sacó su celular y le envió un mensaje a Alex, se había olvidado de avisarle que ya estaban en la fiesta.

—Jenna, iré a sentarme en la barra ¿sí? Estoy muy pero muy mareada —apenas podía balbucear las palabras con claridad.

—Está bien, pero no te muevas de ahí —le advirtió Jenna.

Zoey simplemente afirmó con la cabeza y caminó entre la multitud, la cabeza la estaba matando, el piso parecía que estaba respirando, no podía pisar con seguridad. Cerró los ojos para no caerse y siguió caminando pero las personas que bailaban la golpeaban con sus espaldas haciéndola haciendo que se tambaleara. Estaba por caer si no fuera por una mano que la sujetó ya estaría en el suelo con la cara estampada en el suelo.

—Hey, cuidado —escuchó una voz femenina, la dueña de la mano que la estaba sujetando por la cadera. Abrió los ojos para mirarla.

Era una pelirroja preciosa, llevaba minifalda y un escote que era el mismísimo paraíso. Sus ojos azules la miraban con ternura y simpatía mientras que los de Zoey mostraban sorpresa.

—Lo siento mucho —se disculpó Zoey, avergonzada, no sabía lo que había pasado, quizá chocó con la pelirroja. No tenía idea.

—¿Estás sola? —preguntó amablemente, sonriéndole.

Zoey negó con la cabeza.

—Estoy con mi amiga. Está en el baño.

—Te llevaré para que te sientes en la barra ¿está bien?

—Ahí era a donde iba —dijo sonriendo.

La pelirroja simplemente sonrió de nuevo y la llevó agarrándola de la cadera y la mano para que no perdiera el poco equilibro que le quedaba. Al llegar a la barra, todas las butacas estaban ocupadas y amablemente le pidió el asiento a un hombre quien cordialmente aceptó en salirse de ahí al ver en el estado que se encontraba Zoey.

—Soy Verónica —se presentó, al fin.

—Bonito nombre. Soy Zoey —dijo estirando su mano, apenas, hacia ella. Estaba que moría ahí mismo por la borrachera que se traía encima.

—El tuyo también —sonrió de lado y apretó suavemente su mano para luego llevarlo a su boca y depositarle un beso suave por encima de sus nudillos.

Zoey no perdió tiempo, dio la vuelta la mano y su palma quedó pegada en la mejilla de Verónica, la acarició suavemente y la atrajo hacia sus labios, deleitándose en ese beso. Ambas estaban hambrientas. Sus lenguas estaban inquietas, jugando una batalla en la cual nadie saldría vencedora. Verónica pasó sus manos sobre los muslos descubiertos de Zoey y los apretó con fuerza, clavando sus uñas largas y rojas. Zoey gimió de dolor y placer, pero no la apartó.

Que fácil era olvidar a una mujer con otra mujer.

—¿Estás sola? —le preguntó Zoey entre besos, quería llevarla a su casa ahora mismo.

—Vine con un amigo —le respondió, lamiéndole el cuello y dejando pequeños mordiscos que hacían que Zoey tuviera pequeñas descargas de placer.

—Te prometo que estrás aquí en una hora de vuelta si vienes conmigo a mi casa —le susurró en el oído cuando se puso de pie —pero dudo mucho que quieras volver junto a tu amigo —le mordió suavemente el lóbulo de la oreja y Verónica gimió excitada.

Jenna estaba parada a unos metros de ahí, sin saber bien que hacer o cómo actuar. Su amiga se estaba comiendo literalmente con otra mujer. Se llevó la mano a la boca, pensativa, ¿se acercaba o se marchaba? O ¿esperaba a que se separasen ambas? No tenía bien claro cómo reaccionar frente a algo así y más si se trataba de su amiga. Sentía como si estuviera invadiendo el espacio personal de Zoey quedándose ahí parada, observando... pero no podía salir de su asombro.

Alguien chocó su hombro desde atrás y ella desvió la mirada hacia la persona que estaba pasando a su lado—el culpable—era un hombre alto, apenas giró su rostro hacia ella mientras seguía caminando.

—Disculp... ¡¿jenna?! —dijo sorprendido, quedándose quieto y girándose hacia ella con los ojos bien abiertos, no esperaba verla ahí.

—Ryan —simplemente contestó.

Ryan miró hacia atrás, en donde se encontraba Verónica y Zoey, coqueteándose. Jenna no sabía bien que decir y donde meter la cara, estaba demasiado avergonzada con todo eso, ¿Qué le diría ahora al hombre? Siendo que estaba atraído por su amiga.

—¿Tú estás con Zoey? —la miró fijamente.

Jenna simplemente afirmó con la cabeza sin omitir palabra alguna y con el rostro totalmente neutro.

—Vale —dijo Ryan y se giró para comenzar a caminar junto a las chicas con paso acelerado —¡Verónica! —estaba molesto.

La recién nombrada dio un salto hacia atrás y miró con pena a Ryan.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —la regañó.

Ryan conocía a Verónica desde hace seis meses, había sido elegida como modelo de su revista. Habían entablado una buena relación. Le había hablado de Zoey y le había hecho varias preguntas sobre la homosexualidad para saber si cabía alguna esperanza de conquistar a Zoey, porque él estaba lleno de eso... de esperanzas... infinitas esperanzas para tener a la mujer de sus sueños en sus brazos y quererla toda la vida, si, sonaba bastante cursi, y si alguno de sus amigos le llegaban a escuchar decir algo así estaba seguro que le encerarían en un manicomio, porque jamás había creído en el amor, jamás una chica le había hecho arrastrarse a sus pies como lo estaba haciendo Zoey con él. Y por obra del destino se vienen a encontrar con ella. La habían visto bailar con Jenna hace diez minutos atrás. Verónica simplemente tenía que acercarse a ella y hablare sobre él, ¡no... comérsela!

—Efectos del alcohol, amigo mío —se excusó Verónica, divertida, levantando las manos en son de paz.

Zoey miró a Ryan con el ceño fruncido.

—Imbécil... —balbuceó Zoey, apenas —acabaste de echar a perder mi noche —le acusó con el dedo e inflando los mofletes.

Jenna se acercó y se colocó a lado de Ryan.

—Jenna —dijo sorprendida, Zoey —. Yo, disculpa por todo esto —sus ojos se comenzaron a cristalizar y Jenna se alarmó, acercándose a su amiga y la abrazó —. Qué vergüenza contigo —sollozó.

—¿Qué dices? Tonta —rió — ¿Por qué te disculpas? Anda... mira que cuerazo de mujer puedes conquistar mientras estoy en el baño unos minutos —bromeó, haciendo reír a su amiga.

—¿Entonces no estás molesta?

—¡Claro que no! —pensó un momento — ¿era ese el problema que no podías contarme?

Zoey afirmó con la cabeza sobre el hombro de su amiga, quien aún la mantenía abrazada.

—Sip. La protagonista de mi vida amorosa era una chica bastante preciosa —suspiró, recordando su bello rostro —, pero jugó conmigo porque estaba saliendo con un hombre a mis espaldas.

—Pero si tú no tienes problemas para conquistar a alguien en una sola noche —dijo de forma picara, Jenna —. Anda, vámonos ya.

Zoey se alejó de Jenna y la miró con un puchero de niña pequeña.

—Acabamos de llegar, ¡que la noche está en pañales! —gritó, eufórica y comenzó a bailar — ¡vamos a divertirnos! —agarró a Jenna y a Verónica de la mano y las guió entre la multitud.

Ryan suspiró y terminó sentado en la butaca en donde estaba hace un momento Zoey, pidió una cerveza y observó a las tres mujeres bailar, especialmente a Zoey antes de girar su cuerpo nuevamente a la barra y mirar el vaso de cerveza, perdiéndose entre sus pensamientos melancólicos y la música rítmica.

Zoey no estuvo pendiente del tiempo que estuvo bailando con Jenna y su nueva "amiga" Verónica, pero estuvo pendiente de Ryan, quien no se había movido de la butaca ni había conversado con ninguna chica de las que se le acercó. Ella miraba su espalda encorvada hacia el frente de la barra, con el segundo vaso de cerveza en la mano derecha. Sonrió algo conmovida, ese hombre sí que se gustaba de ella. Se separó de las chicas y se acercó a él, sentándose en la butaca libre de al lado. Él no se había percatado de su presencia o tal vez sí, pero no pensaba que se trataba de ella o quizá estaba muy concentrado en sus pensamientos. No podía negar que era un hombre bastante apuesto, la camisa negra que llevaba puesto se le pegaba mucho, remarcando su cintura, su tórax y sus brazos, no era alguien musculoso pero estaba en forma. La primera vez que lo vio entrar en la empresa se sintió atraída por él, pero solo duró unos pocos minutos cuando se dio cuenta de la forma en la que se la había lanzado y pensó "este hombre es así con todas, un mujeriego adinerado que piensa que puede tener a quien se le antoje en su cama".

—¿No te diviertes? Ryan... —preguntó con una pizca de malicia en su voz y lo miró de reojo.

Ryan pareció despertar ya que dio un pequeño brinco en su butaca y la miró con sorpresa, casi echando el vaso de cerveza que traía en la mano.

—¿Q-qué? —preguntó — N-no, digo sí, me gusta la música —dijo posicionándose mejor y retomando el control de la situación —. Me agrada el ambiente. Solo que hoy fue un día un poco agotador en la empresa.

—¿Está todo bien? —preguntó, interesada.

—Perfectamente —sonrió —. Te ves muy guapa esta noche.

—También tú.

Ryan abrió los ojos, sorprendido, nunca había recibido un halago por parte de la fierecilla. Sonrió realmente complacido.

—Ven... —dijo ella, colocándose de pie y extendiéndole la mano —vamos a bailar —sonrió.

—Zoey, creo que el alcohol te afectó un poco —dijo seriamente pero con el rostro evidentemente sorprendido.

—No digas estupideces y ven —dijo rodando los ojos.

Ryan sonrió nuevamente y cogió la mano de la chica. Realmente esa sería una de las mejores noches que pudo haber tenido en su vida.


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Gracias a todas por estar siempre acá leyendo y hacer crecer esta historia *-* las adoro un montón chicas. Siempre leo todos sus comentarios!!

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