Stronger Lovers «KaiSoo»

By cafecitoexpress

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🍃Atender a pacientes, ser buen médico e incluso soportar órdenes, se basaba prácticamente su vida. Pero a pe... More

☕Cirugía y Café
❥Beso fallido
❥ Jongin
❀Celos
❥Confesión
❀Cambios
❥Visitas extrañas
❥Gracias, JongIn
❥Descuida, lo haré yo
❥Tu turno
❥Buenos términos
❥Rumores
❥Capítulo 13

❥Final

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By cafecitoexpress

Solo deja de llorar

Es una señal de tiempo

Bienvenido al último show

Y fue como el último show que daría en su vida, KyungSoo lo sabía por como las cosas se estaban dando, y por increíble que sonase él quería que no acabase.

Por última vez volvió a pensar en JongIn y en su posible destino, se veía él entre sus brazos mientras trabajaban en compañerismo, viéndose a los ojos para apoyarse dentro del quirófano, ayudando a las personas en conjunto; se emocionó al pensar en ello, en su posible complicidad dentro de sus ojos. Sabía que si quería lograr tener un futuro cercano a ése en especial, un futuro donde ellos fueran llamados la pareja de médicos que hacían todo junto, esperaba que lo que estuviera por hacer pudiera darle ese futuro.

Aunque lo creía muy imposible porque en cuanto observó la furia emanando de los ojos turbios del hombre comprendió que estaba muy lejos de hallar alguna manera para aliviar el dolor en JongIn y poder tener un futuro junto a él.

El señor Kim estaba ahí sentando, mirando unos papeles mientras KyungSoo lo observaba en silencio tratando de cerrar la puerta con mucho cuidado. El hombre lo ha visto llegar, por supuesto que lo vio, sin embargo no le ahuyentó como pensó que sucedería luego de escuchar las palabras de sus amigos sobre el tema. Kim sólo lo miró y con un gesto apacible le permitió el paso.

Antes de irse por las ramas, habló con JongIn una vez llegando al hospital para preguntarle cómo haría con su padre pero éste sólo se encogió de hombros y le contestó que todo iba a salir bien siempre cuando KyungSoo no estuviera involucrado. No entendió, pero él no era de quedarse de brazos cruzados e intuía que el señor Kim le habrá dicho algo a su moreno para que este casi le rogara no enfrentarse al hombre.

—Señor- —la voz se le cortó en el momento justo y necesario para ver la expresión cansada del mayor transcender de lo normal.

—¿Cómo has estado, KyungSoo?

Quizá fue en el tono en que lo ha dicho, tal vez malinterpretó el sonido, pero KyungSoo se encontró rígido y confundido. Algo estaba sucediendo y él no estaba informado.

—Bien, bien, pero yo quería hablar de algo con usted.

Kim le sonrió de lado y negó, sacando un par de hojas de imprimir debajo de una carpeta roja.

—Yo también estoy bien. ¿Cómo van tus pacientes? —preguntó derrochando interés, algo que por sí descolocó al bajito.

—Señor, yo... señor Kim.

Respiró un poco porque la situación lo requería. El hombre se estaba comportando amable y no parecía querer agredirlo, sin embargo en sus ojos se podía ver claramente el disgusto. No lo entendía.

El hombre soltó un resoplido y cruzó sus manos, alzando un poco la mirada para poder contemplarlo con esos ojos idénticos a los que ya conocía. Kim y su hijo tenían la mirada pesada e intensa, cualquiera no soportaría mucho aguantando un reto, pero KyungSoo estaba acostumbrado a ver la intensidad de esos ojos porque con JongIn debía lidiar eternamente con ello.

No apartó la mirada ni mucho menor bajó la cabeza en rendición, estaba claro que JongIn le había enseñado poder soportarla, fue como si lo estuviera preparando para ese momento.

—Siéntate —ordenó suavemente retirando su mirada de ese punto que era los ojos grandes del más bajo, mientras este retuvo el aire al darse cuenta que seguía parado frente al mayor como estatua de un museo egipcio.

Llenó de aire sus pulmones, y arrastrando la silla hacia atrás, tomó posición al mayor, sintiéndose pequeñito ante la sonrisa burlesca de este. Aunque temía de lo que pasaría ahí dentro con Kim, estaba agradecido que la sonrisa burlista de JongIn le haya enseñado a perder el miedo porque el señor Kim estaba actuando como su hijo, alguien arrogante y a la vez amable.

—Señor, he venido a decirle que estoy saliendo con JongIn.

—¿Oh?

KyungSoo tragó grueso y se quedó estático en su lugar al percibir la curiosidad en esos ojos.

—Usted lo sabe —logró decir en pocas palabras, retorciendo sus manos que estaban sobre su regazo.

El hombre apretó los labios y, como si hubiera pasado mil años, expresó una sonrisa dulce que fue acompañada por comprensión en el mirar.

—Muchacho, no me enojaría con mi hijo ni cuando hiciera la cosa más terrible del mundo. Sé perfectamente que se está diciendo por los pasillos, pero déjame decirte que confío en JongIn.

Una punzada de terror hincó el pecho del menor.

—Es normal la confianza —confesó ruborizándose, porque no era bonito decirle frente a su suegro—, pero usted sabe que es verdad.

Esperó una reacción mucho peor que la que estaba dándole el padre de JongIn. Toda la noche soñó con JongIn siendo menospreciado por su propia familia, con él siendo alejado de lo que amaba, con KyungSoo consolando al menor. Esperó todo eso, menos la sonrisa cariñosa del hombre, no esperaba esa sonrisa amigable y comprensiva que estaba viendo ahora y menos la actitud tranquilo del mayor ante lo que había dicho.

Temió.

—¿Qué ha hecho JongIn?

—Hijo, no te preocupes, él no ha hecho nada —comenzó a reírse— porque antes de poder darle mi evaluación del asunto, él renunció y pensó en su bienestar. Fue algo que me dejó mal. Sí, no podré decir que la noticia de que mi hijo es gay me tiene contento, pero eso no quiere decir que lo repudie. Tendré algún problema con los de tu clase —aquello hizo a KyungSoo fruncir el ceño—, pero siendo JongIn mi hijo y parte de mí, parte de lo que representa mi familia, los Kim, no puedo darme el privilegio de no darle una palabra de ánimo.

—Señor.

—KyungSoo, sé que he estado despreciando a los homosexuales, lo tengo entendido porque hace unos días he descubierto a mi hijo menor en cosas indebidas. Lo de JongIn me tiene sin cuidado porque yo a él le di mi vida y la enseñanza adecuada para salir adelante, porque si él decide marcharse de aquí y no tener más contacto conmigo, lo entenderé. MinGyu me ha hecho abrir los ojos... Creo que de los dos hijos que tengo, el que la pasó mucho peor fue el menor por el simple hecho de que no acepté su sexualidad.

El señor Kim bajó un poco la vista y prosiguió acomodando unos papeles, prestándole más atención a eso que al tenso KyungSoo, pero mientras el hombre movía las cosas el bajito pudo ver en cómo la mente del mayor parecía volar en otro lugar.

—Fue repentino para usted lo de MinGyu, ¿verdad?

—Demasiado. A él debo entregarle todo esto porque JongIn renunció a una parte de la herencia que le tenía otorgada, y ahora sólo me queda MinGyu quien es mi prioridad ahora. No ha acabado la escuela y no sabrá cómo vivir sin la ayuda de sus padres, a pesar de que la he arruinado con él hace unos días al salirme de mis casillas tras verlo con ese chico, sé que está necesitándome. ¿Entiendes lo que trato de decir?

—¿Quiere enseñarle el costo de la vida antes de aceptarlo cómo es? ¿Qué clase de padre es?

—KyungSoo, cuando seas padre lo entenderás. Un hijo sale del amor, y yo amé a JongIn, fue deseado. Le di todo para que pudiera tener algo al ser adulto y lo logré, así que su sexualidad es algo mínimo porque ya lo creé para que fuera algo y lo es, es un gran médico. Pero mi otro hijo, él aún no sabe lo que quiere, no tiene una meta ni tampoco desea convertirse en médico como su hermano o como yo, él no tiene un punto fijo.

—¿Y cuál es la meta de usted?

KyungSoo no sabría cómo sentirse, pero se encontraba un poco molesto con el hombre pero también lo entendía.

—Cuando ya no esté aquí, muchacho, deseo que mis dos hijos ya tenga un trabajo estable que le diera la economía necesaria para vivir. Esa es mi meta de viejo que soy, todo padre quiere lo mejor para sus hijos. En cuanto a que estos hagan su propia familia, es hecho de ellos, porque ellos mismo deberán lidiar con el coqueteo, el amor, los hijos, ya es parte de ellos ponerle orbita a su familia, y aunque también será la mía, no es importante porque a los viejos como yo no les queda tiempo para poder verlos. KyungSoo, no les estoy dando la bendición, pero quiero que sepan que su relación está fuera de mi alcance.

El menor asintió, ladeando un poco la cabeza para ver el momento exacto en que el señor Kim respira forzadamente. Le estaba costando mucho hablar del tema. Era igual de reservado que su hijo.

—Está fuera de mi alcance hacerle ver a JongIn que estar con un chico es un virus. Está fuera de mi alcance decirle que lo echaré de casa. JongIn ya es grande, puede comenzar con una vida solo y sin mi ayuda, por eso mismo no estoy en contra de que estén juntos pero no me pidan que los acepte cuando no deseo hacerlo. Espero que por lo menos tú lo entiendas, muchacho, porque mi hijo es tan cabezota que no quiere saber ya nada más de mí. Ya no quiere tener lazos conmigo.

«•»


Trató de alcanzarlo pero sin embargo no cedió a sus impulsos y fue testigo de en como esa dolida mirada hizo que su corazón se encogiera dolorosamente.

—Escúchame.

—Ni siquiera quiero escucharte —le dijo dándole la espalda—. Te dije que no fueras hablar con papá, ¿por qué nunca me haces caso?

KyungSoo frunció el ceño mientras oía el carraspeo de algunos empleados por el pasillo. Estaban conversando fuera de su oficina porque a JongIn ya ni siquiera le importaba que las mismas personas supieran de sus problemas. El bajito cruzó los brazos expectante de cualquier expresión en el rostro tensionado del moreno, frunciendo los labios por el mero hecho de que el menor no entendía nada.

Al ver la desesperación en JongIn, respiró bruscamente y con pasos decididos, e importándole muy poco que los enfermeros y hasta Joy estuvieran transitando ahí como queriendo llenar la curiosidad, abrazó a JongIn por la espalda ocultando el rostro en la espalda del menor. Sintió el cuerpo de JongIn relajándose ante su gesto y esbozó una sonrisa forzada porque no estaba sintiéndose como con tantos pares de ojos encima de ellos, sin embargo continuó con su abrazo.

—Creo que deberíamos ocultarnos dentro, ¿no crees? —KyungSoo asintió sintiendo como el menor lo desprendía de su cuerpo y cerraba la mano alrededor de su muñeca, arrastrándolo hacia el interior del espacio de trabajo del más bajo—. Esta vez quiero privacidad.

—Allí también necesitábamos privacidad —murmuró roncamente, mirando curioso al moreno que cerraba la puerta con seguro.

—Pero eso era bien sabido que escucharan, aunque esto —se acercó tomándolo del mentón, inclinándose a besarlo— no quiero que todo lo sepan. Esto es privado.

KyungSoo se sonrojó, sin embargo se apartó.

—JongIn, estábamos hablando sobre tu padre.

Él suspiró irritado.

—Voy a buscar trabajo en otra parte, no importa si es una clínica, pero me iré de aquí lo antes posible. También venderé el departamento que papá me regaló hace dos años para vivir con SooJung y le devolveré el dinero. Después... —KyungSoo retrocedió al ver las intenciones del menor, el quien comenzó a dar pasos lentos hacia él—... nos iremos a vivir juntos.

El más bajo buscó una salida, pues es la primera vez que algo así sucedía. Sólo habían llegado a besos y a nada más que tuviera que ver con los roces muchos más íntimos, más certeros. Comenzó a sentir calor de esos riesgosos que encendían hasta la neurona más muerta que lograban ponerlo rojo en distintas partes, como la puntas de sus orejas. Sus mejillas explotarían si JongIn seguía robándole el aire mientras más cerca de él estuviera, mientras estuviera llevándolo al abismo que jamás creyó tocar.

—No estás jugando limpio.

—Nunca lo he hecho —susurró contra sus labios, empujándolo al ras del escritorio.

Las manos de JongIn habían caminado lentamente hasta sus costillas, de allí comenzaron a bajar hasta sus caderas, quedándose en ese lugar ejerciendo presión, apretando el hueso que poco sobresalía de esa área. Manos firmes tomando terreno de su cuerpo, mientras la boca dulce y mentolada besaba la piel del cuello de KyungSoo a la par en que este apretaba los ojos por la sensación. KyungSoo tragó grueso cuando sus propias manos tomaron vida propia para sostenerse de los hombros de JongIn.

Tenerlo sobre su cuello era como la sensación más cálida, algo que defería de lo sensible. Amaba demasiado a JongIn como para prohibirle el paso a tocarlo, y ante ese pensamiento, comenzó a descender con dedos escurridizos por esos brazos hasta formar cosquillas en los laterales, acabando sobre el bordillo de sus pantalones. KyungSoo suspiró al adentrar un dedo dentro de la cinturilla, tirando con este para poder ingresar la mano.

—No es eso lo que quería —le dijo JongIn al oído.

KyungSoo alejó sus manos rápidamente, avergonzado.

—Lo siento, es que yo pensé-

—Sólo te quiero cerca. Quiero saber que estás aquí, KyungSoo.

La angustia en JongIn era notable, KyungSoo pudo verla a través de esos ojos seriamente necesitados de su presencia. Quizás aquella necesidad de JongIn se debía a su padre, ha de ser por esa razón que este no pensaba soltarlo. JongIn estaba necesitándolo ahora más que nunca y supone que liberar una de sus angustias era estando junto a él. KyungSoo no podía estar más complacido con ello.

JongIn comenzó dejando besos por el cuello blanquecino hasta que llegó a la sonrojada y caliente mejilla, deteniendo sus labios en ese lugar mientras ascendía con sus manos por el abdomen del bajito, más allá de la parte inferior, acariciando lentamente cada parte posiblemente a su alcance.

KyungSoo se dejó hacer, sintió en cómo las manos expertas del menor transcendían de la dulzura una vez llegaron a su pecho. Luego la boca de este tomó posesión de la suya, adueñándose de ésta como si no tuviera suficiente con ser el dueño, enredando sus lenguas hasta que sus besos se volvieron más fuertes y concisos, más intenso, lleno de desesperación y rabia; estaba transmitiéndole la ira de no contar con el apoyo de su padre. Las manos de KyungSoo fueron a rodear el cuello del alto, asegurándose de entrelazar los dedos a medida que el beso subía un poco más de intensidad, apretándose contra el cuerpo de JongIn como si fueran a arrancárselo de encima.

Fue lentamente alzado por las caderas para ser ubicado sobre el escritorio, sintiendo en cómo las carpetas se aplastaban ante su peso. La gentileza con la cual lo trataba JongIn era enloquecedora como también un poco irritante, él no era un muñeco para que lo trataran tan cuidadosamente, ni siquiera se veía débil físicamente pero la mayoría de las veces en las cuales JongIn comenzaba a intensificar el beso sin llegar a más, lo amoldaba como una pieza frágil, como si temiera hacerle algún daño.

—¿Por qué me siento frágil contigo? —susurró a la deriva de los besos, sintiendo la sonrisa del menor contra su boca.

—Porque lo eres.

JongIn bajó un poco sus manos, deteniendo el beso, para poder abrazar al más bajo y ubicar el rostro en el cuello de este, utilizándolo como almohadilla. KyungSoo solamente sonrió mientras sus dedos comenzaban a enredarse en el suave cabello color chocolate del alto. Sentía los labios hinchados y palpitantes por el beso, más su corazón forzándose a buscar un ritmo cuerdo por la adrenalina del momento. Eran esos tipos de besos que lo dejaban sin aire y aunque sabía que JongIn se encontraba con muchas emociones encima, esperaba que algún día los besos fueran más allá de lo que venían haciendo en estos días.

Pero antes, aun debían hablar.

—JongIn, ¿es necesario que renuncies?

No quería que el moreno se fuera.

—Es lo mejor. Creo que papá está esperando que lo piense bien, pero ya tomé mi decisión —suspiró.

—Deberías pensarlo bien.

—Debería, pero no quiero. Deseo no estar en un ambiente perturbador, suficiente con todos mirándome raro aunque no me importe sus cuestiones... Y si veo a mi padre forzando a comportarse normal, me volvería loco.

KyungSoo negó. El alto estaba comportándose como un idiota.

—JongIn —se echó hacia atrás, empujando a JongIn por los hombros para que se separase de su cuello. Este lo miró consternado, aun así esperó a que continuara—. Piénsalo de otra forma: no sería a tu padre al único que verías, está tu madre que velaría por ti noche y día, tú hermano que creo que te necesitaría ahora más que nunca, ¿dejarás a la otra parte de tu familia por tu padre?

—Eso no cambia nada, KyungSoo. El punto es que yo no quiero ver a mi padre asqueándose cuando recuerde qué me gustan, verlo comportarse incómodo cuando hable conmigo, y reprima algunas cosas por el hecho de que me gusten los hombres. Es tedioso.

—JongIn.

Este se apartó, dando largos pasos hacia atrás.

—No, hyung, no voy a cambiar de opinión. Me iré de aquí y buscaré trabajo en otro lugar en donde el jefe no esté incomodándose conmigo. Y espero que me comprendas.

KyungSoo abrió los ojos.

—¿Qué te comprenda? ¡Estás huyendo de las cosas!

El alto negó, cansado.

—Estoy haciendo lo correcto. No quiero quedarme aquí.

—Piénsalo bien, JongIn —murmuró perdido.

—No voy a pensarlo porque ya lo decidí. ¿No prometiste apoyarme en todo, estar ahí para mí? Es en este momento en que más te necesito. Sólo... no me pidas que reconsidere quedarme, no me lo pidas tú.

KyungSoo se esforzó por darle la razón aunque posiblemente no la tenga, pero muy dentro suyo sabía que JongIn debería aclarar algunas cosas con su padre antes de marcharse, su relación sí podía arreglarse porque como explicó el señor Kim, él ya le había dado todo a JongIn y su parte ya había acabado, ahora era el deber de este convertirse en un hombre respetado.

Pero eso llevaría días, meses, quizás años, y esperaba que algún día JongIn lo entendiera y si no lo hacía, pues habrá intentado hacerlo.

Tomó una bocanada de aire y asintió más que aceptando las decisiones de JongIn, porque estaba enamorado y si JongIn se quería tirar a un pozo, él iría por este a rescatarlo. Extendió sus brazos y JongIn aceptó su abrazo más que gustoso, aferrándose a KyungSoo satisfecho de algún modo.

—Pero, JongIn... —le susurró lentamente—... ¿qué es eso de irme a vivir contigo?

—¿No quieres? —Alzó la cabeza al formular la pregunta, mirando al más bajo con ojos esperanzados y futuristas—. Pensé que querías irte a vivir conmigo una vez que me estabilice. Digo —se puso nervioso, rascándose la parte trasera de la oreja—, ¿vas a querer, no? Porque si me dices que no deberé ahorcar a tus amigos por meterme ideas locas a la cabeza...-

KyungSoo sonrió.

—Cállate.

—KyungSoo.

Este negó sonriente y besó a JongIn sin apuro, haciéndole saber que su respuesta era un «sí» más que afirmativo, un «vivamos juntos» lleno de emoción, un «espero me aguantes» que lo murmuró entre beso y beso.

La sonrisa de JongIn lo hizo sonreír avergonzado, sin embargo continuó dejando beso en cada parte a su alcance.

Estaba seguro que JongIn perdonaría a su padre, lo sentía dentro, y esperaba que fuera pronto porque KyungSoo quería casarse siquiera con los Kim presentes, porque KyungSoo ansiaba adoptar un niño para que el señor Kim pudiera enderezarlo y saber que aún estaba joven para continuar con su vida.

Y estaba seguro que así sería, porque la sonrisa que JongIn le dedicó le sabía a qué así sería.

Porque JongIn siempre sería un Kim, el médico que todos quieren. 


Epílogo

Y comienza de nuevo.

—KyungSoo, te quiero en veinte minutos en el quirófano.

Suspiró cansinamente, tocándose con las yemas de los dedos la parte trasera de su cuello. Se sentía cansado. Malditamente cansado. Era más de las nueve de la noche y quería irse a dormir, acostarse en su cómoda cama y descansar hasta que los ojos ya no le den más. Pero eso era imposible, lo era porque tenía de esposo a un hombre malditamente trabajador.

JongIn había vuelto a ser ese mandón de hace dos años y le desagradaba, aunque ya era parte de su rutina diaria.

—Diez minutos, KyungSoo —informó el menor.

KyungSoo sonrió con una mueca, levantándose de su suave silla. Recoge su uniforme sobre el espaldar y poniéndoselo busca a su esposo en algún lugar de su oficina, encontrándolo apoyado contra la puerta abierta. Detrás de éste se podía ver a los curiosos que aún no se creían que Do KyungSoo y Kim JongIn fueran novios, error, esposos.

—¿Por qué me haces la vida imposible, JongIn? Me harás enfermar, lo presiento —dijo molesto, saliendo de allí con el moreno siguiéndolo por detrás.

Sintió el peso del brazo de JongIn sobre ambos hombros, percatándose de que el alto había estado tomando café.

—Y lo espero ansiosamente —susurró, besándole la mejilla—. Cinco, cuatro, tres, dos...

—¡Ya voy, ya voy! ¡Estoy yendo!

Apresuró el paso para llegar al quirófano antes de que el moreno quisiera vengarse cuando llegasen a casa... Suspiró. El tiempo se acabó. JongIn lo iba a matar.

Se giró lentamente para encontrarse a JongIn sonriéndole con los ojos brillantes, ese brillo al cual se acostumbró. Ni siquiera le dio tiempo a reaccionar, pues JongIn ya lo estaba arrastrando por el pasillo sin detenerse a ver en cómo todos estaban murmurando sobre ellos. Otra vez no.

—¡LuHan, al quirófano ahora!

—Ahí voy —LuHan asintió sonriéndole a KyungSoo para después correr hacia la sala de cirugías.

Fue empujado al quirófano para encontrarse a LuHan poniéndose los guantes de látex y el tapabocas cubriéndole la sonrisa socarrona que poseía aun, mientras KyungSoo buscaba su vestimenta. Divisó a JongIn detrás de las ventanas que daban a la sala, lo estaba mirando con dulzura adornando su rostro. Encima de él, agarrando con entusiasmo al moreno, estaba la pequeña EunBi, la cual con una sonrisa lo saludaba.

—KyungSoo, mueve ese culo.

Este suspiró molesto, mirándolo.

—LuHan, por favor, te puede oír EunBi.

LuHan sonrió.

—La niña espera verte a ti en esto. Así que... ¡Hola, pequeña!

EunBi colocó ambas manos contra el cristal y le sonrió a LuHan, este por su parte seguía acomodando las cosas de la camilla sin dejar de mirarla.

—Espero que me digas por qué les das este tipo de ideas a JongIn para que la niña se horrorice luego —dijo poniéndose los guantes.

—Ese cabrón necesita desgastarte para tenerte tranquilo. Desde que se casaron te has vuelto una fiera y él quiere mantenerte tranquilo.

—Lo suponía. ¿Y por qué traer a nuestra hija?

—Porque EunBi es una amor y quería verte haciendo este tipo de trabajos. No pasas mucho en casa y supongo que desea verte siquiera por aquí. KyungSoo, eres maravilloso.

Este, como pudo, asintió. Su mirada estaba sobre esas dos personas que han hecho su mundo más bonito, y a pesar de que JongIn seguía comportándose como en el pasado, era el mejor hombre que ha conocido. Agradecía tenerlo a su lado, porque sin él y sin la pequeña EunBi ya estaría convulsionando de estrés desde que el señor Kim murió.

JongIn no era buen jefe, es un buen padre.

JongIn no era buen compañero, es un buen esposo.

JongIn era su día a día.

JongIn era el médico que todos querían.

«•»

Y esto fue todo lo que se daba.

Puse un tipo epílogo al final, y sé que debía haber prólogo, pero compréndanme, me gusta hacer largos los capítulos.

No me jodan.

Ahora no, plsss.

Espero que les haya gustado a pesar de TODO y no sé, a mí me gustó, a decir verdad fue uno de mis mejores fic –supongo-.

Agradezco a las personas que me han acompañado en esto, a Dann corazón por comentar y dar amors, y a las chicas que han estado apoyándome desde el lugar de fantasma. Espero que esto haya sobrado para gustarle aunque sea un poquito 6u6 Aunque no hubo lemon –lo que no es importante para mí aquí-, la historia se quedó bien sin ello.

¡Muchas gracias!

¡Espero leerlas en otra historia! 

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