Aunque Taeil ya no lo dijera, sabía que para el yo seguía siendo un niño. Lo sabía porque siempre que se sobrepasaba conmigo frenaba en algún punto, y se alejaba frustrado.
Paso una vez estando en el asiento trasero de su auto. Sus labios viajaron con desesperación desde mis mejillas hasta mi cuello y quizás un poco más mientras que sus manos acariciaban mi espalda viajando hasta mi trasero. Nuestras respiraciones eran agitadas y seguramente mis mejillas estaban rojas, tenía atascados algunos gemidos en mi garganta. Después de juntar sus labios con los míos nuevamente se alejó de mí, mirándome fijamente a los ojos en silencio.
–No puedo hacer esto, eres pequeño –Dijo con un tono frustrado para luego quitarse de encima de mí y salir del auto.
Yo trate de controlar mi respiración y mi senté frunciendo el ceño, ya me estaba cansando de que siempre pasara lo mismo. Mire como Taeil se sentaba en una roca a lo lejos y encendía uno de sus cigarrillos rápidamente.
Solté un suspiro y recosté mi mejilla del asiento del conductor.