Un suspiro y mil disparos | t...

By BeautifulDerangement

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Hay miradas que hablan. Y desde el momento en que los ojos de Mickaellie se encontraron con los de Yuu Shiroy... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17 [POV Aoi]
Capítulo 18
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30 [POV Aoi]
Epílogo

Capítulo 19

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By BeautifulDerangement


Hace dos meses que no hablamos. Dos meses ignorándonos mutuamente, sin mirarnos, sin siquiera estar cerca uno del otro.

He dejado la terapia. Los días en que me toca ir al consultorio, voy a los ensayos de la banda de Ruki y Uruha. Algunas veces, cuando ellos me avisan que Yuu estará ahí, salgo simplemente a caminar y pasar el tiempo hasta la hora de volver a casa. No me gustaría que mi madre se diera cuenta de lo que estoy haciendo.
Los viernes en el instituto son una tortura; Uruha es el nexo entre Yuu y yo, es quien me informa de mis calificaciones o mis apuntes. Me cuesta horrores no levantar la mirada hacia ese endemoniado pelinegro que me ha roto el corazón, pero me siento orgullosa de mi fuerza de voluntad.

Ruki me observa sorprendido mientras descargo tres paquetes de Lay's en mi plato y hago que eso sea mi almuerzo mientras mantengo la cabeza internada en un libro, tomando apuntes.
Si te estás preguntando qué estoy haciendo, pues es justamente la tarea de literatura. Me rehusé tanto a completar ese dichoso cuestionario, que Shiroyama me ha puesto mala nota y ahora tengo que estudiar al máximo para levantar la calificación.

—¿Y eso es todo lo que vas a comer? —cuestiona Uruha.

—Sí. ¿Alguna objeción?

—Últimamente vives a patatas fritas y café, y luego entierras el rostro en los libros como si no hubiese otra cosa en la vida. Eso no está bien, Mickaellie. No duermes y te alimentas mal.

—¿Y tú cómo sabes que no duermo?

—Me envías mensajes a las cuatro de la mañana preguntando por la tarea —vira los ojos—. ¿Tan importante es para ti pasar la materia con nota perfecta?

Asiento. No quiero darle motivos a Yuu para que me obligue a recursar la materia. Necesito graduarme sin problemas... Saint Southland es mi destino y está varios kilómetros lejos de aquí, por lo que será un escape perfecto para comenzar otra vez.
Es por eso que me estoy esforzando al máximo en todo. Si escondo la cabeza dentro de mis libros en lo que resta del año, podré mantener mis pensamientos lejos de Yuu Shiroyama.

Aunque por ahora es obvio que no está funcionando.

Guardo mis cosas en cuanto termino de engullir las Lay's y me despido de los chicos. Cuando llego a mi casa, no hago otra cosa más que seguir metida en los libros hasta poner punto final a mi ensayo sobre Oscar Wilde y El Retrato de Dorian Gray. Ya es de noche y estoy que muero de sueño.
Busco el pijama en mi placard y se me cae una bolsa sin querer. Maldigo en el preciso instante en que la reconozco: Es el regalo de Yuu, la bolsa que juré no abrir hasta saber la verdad.

La devuelvo al fondo del placard y sé que algún día tendré que tirarla, pero por ahora no encuentro el valor suficiente para hacerlo.

Otra vez él en mis pensamientos.

Me torturo con la idea de llamarlo, pero no puedo hacerlo... Porque, ¿qué le diría? Estoy segura que no querrá ni atenderme y no estoy segura de poder escucharle. No debería querer alimentar este sentimiento enfermizo que tengo por él.
Tomo aire, lleno los pulmones y exhalo. Aquí estoy, sentada en mi cama, escuchando el tono del teléfono y echando todo mi orgullo al demonio.

—No, no hables —susurro cuando atiende la llamada—. Me siento patética haciendo esto, pero echo de menos todas y cada una de las veces que nos besamos. Sé que ambos estamos mal y... No lo sé, simplemente deberíamos dejar que el mundo se joda, solo seamos tú y yo.
»Joder, te quiero. No sé por qué te digo todo esto, pero te quiero con cada una de mis malditas células, y no lo soporto. No soporto que me ignores, que me hagas sentir tan miserable...

—¿Señorita Takarai? Lo siento, el señor Shiroyama está ocupado ahora y ha olvidado su teléfono en la sala.

La voz de Elizabeth suena lastimosa y triste del otro lado. ¿Se está compadeciendo de mí?

—Quiero hablar con él, Elizabeth. Por favor, yo solo...

—No puede, está... Umm... Ocupado.

Joder, no.

—Mire, señorita Takarai, no tengo intenciones de entrometerme, pero lo único que puedo aconsejarle, es que se aleje de él porque le partirá el corazón hasta que no pueda soportarlo más.

—¿Por qué estás diciéndome esto?

—Está decidido a olvidarla. Hará todo lo posible para que usted le odie. Me lo ha dicho... Sé que le quiere, pero si no desea tener el corazón roto...

No oigo más. Me niego a aceptar eso; él no sería capaz de lastimarme de esa forma, y yo no sería capaz de odiarlo. Es estúpido.
Finalizo la llamada y decido que lo mejor es despejar mi mente, por lo que llamo a las únicas dos personas que siempre están para prestarme el hombro cuando necesito llorar.

Ruki y Uruha llegan a mi casa una media hora después, y aunque es muy tarde, ponemos música fuerte aprovechando que mi madre salió de juerga otra vez y jugamos videojuegos mientras comemos puras chucherías que robamos de la cocina.

Siempre es bueno pasar tiempo con ellos, son como los hermanos que nunca tuve. La realidad es que debería tener un hermano, pero esa es otra de las cosas que me ha arrebatado mi padre. Cuando sucedió el incidente, mi madre perdió un embarazo. Estuvo depresiva por unos meses hasta que comenzó a trabajar. Otra de las razones por las que es adicta a su profesión.

Uru deja que Ruki siga jugando y viene a sentarse a mi lado.

—Estás hecha un desastre.

—Lo normal cuando te enteras que el hombre que te gusta está metido en la cama con alguna chica nueva —respondo encogiéndome de hombros—. Debería superarlo ya.

—¿Y si nos vamos de fiesta? Quizás puedas conocer a alguien...

—Ew, no —arrugo la nariz—. Ya viste cómo terminamos la última vez que salimos. Prefiero que vayamos a la biblioteca a leer; además, hace tiempo que no veo a Kazuki y me ha prestado un libro... Es hora de devolverlo.

—Mickaellie... No deberías ir allí. Él me da mala espina, ¿sabes?

¿Otro más con el temita de Kazuki? Ruedo los ojos porque siento que Yuu les ha encargado a estos dos que me laven el cerebro con la idea estúpida de "Kazuki es peligroso".

—Y bueno, ¿se puede saber por qué?

—No te lo he contado antes porque no ha salido el tema, pero... ¿Recuerdas ese día? El del incidente. Kazuki trajo dinero falso y dijo que a ti te habían secuestrado por su culpa.

¿Qué...? ¿Qué acabo de oír?

Abro la boca pero no puedo verbalizar. Intento recordar algo de aquella noche, pero nada sospechoso se me aparece en la mente. Es imposible, le han pedido dinero a Yuu, no tiene sentido... ¿Qué demonios tiene que ver Kazuki en esto?

—Sé lo que piensas —murmura—. Yo tampoco lo entiendo, pero Kai sabía que Kazuki tenía facilidad para conseguir dinero falso, y luego Yuu dijo que él era un delincuente. No tengo idea de qué clase de cosas hace, pero...

—Dios... ¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Porque no tuve oportunidad, pero ahora que lo nombraste... Me da miedo pensar que él te haga daño.

—Uruha, esto tiene que ser una puta broma, Yuu te obligó a que me dijeras esa mierda, ¿verdad?

—No. No lo es —dice muy serio—. Mira, Mickaellie, conozco a Yuu desde hace tiempo; es un tipo sobreprotector con las personas que quiere y puede que a veces exagere un poco, pero en esto le doy toda la maldita razón. Que el diablo se lleve mi alma si miento.

Miro sus ojos avellana y, a pesar de no querer creerle, sé que no me miente. Uruha es honesto.

Tengo una fea sensación recorriendo mis venas. ¿He confiado mi amistad a un chico al que nunca le he importado en realidad? Creí que ese hijo de puta era mi amigo. Lo creí, maldición, ¿por qué tengo tantas ganas de llorar? Me siento engañada.
Ahora, nuevas incógnitas rondan en mi cabeza. ¿Cuál es la maldita conexión entre Yuu y Kazuki? ¿Será Yuu igual de peligroso? ¿Estará metido en alguna mierda ilegal?

Me tiro en la cama y contemplo la cicatriz de mi mano. Mierda, estoy hecha un lío justo ahora, y no sé qué se supone que debo hacer.

—Yuu tampoco es trigo limpio —digo al cabo de unos minutos—. ¿En qué demonios me he metido, Uruha? —gimoteo y cubro mi rostro— ¿Por qué me tuve que enamorar de ese hombre?

—¿Tal vez porque es totalmente tu tipo?

—¿Qué? Para nada. Los chicos que me gustaban en Francia eran totalmente diferentes.

Le cuento sobre Alain, y la extraña relación que teníamos; sobre los chicos franceses y mi vida cuando vivía allí. Ruki se nos une y nos quedamos hablando hasta que el cansancio nos está a punto de derribar.

—Bueno, ¿ahora qué? ¿Vamos a hacer la cosa de buscarte un novio para olvidar?

—¡Uruha! ¿Qué tienes en la cabeza, eh? Esas cosas nunca funcionan, solo sirven para terminar con más corazones rotos. Y tú —dice el rubio y me apunta con el dedo—, ni lo pienses.

Me encojo de hombros y bostezo. Les doy las buenas noches a mis amigos y los guío a sus habitaciones. Esta es una de las ventajas de tener una casa espaciosa.

[ . . . ]

Le doy vueltas al asunto. Ya conoces esa frase que dice "un clavo saca otro clavo"; y aunque es una pésima idea, creo que no hay problema en probar algo nuevo. No puedo pasarme la vida entera sintiéndome miserable por alguien que no me corresponde... Pero la idea de olvidar es dolorosa y me asfixia; no me cabe en la cabeza cómo puedo vivir mi vida sin Yuu, sería una tortura en todo sentido.
No me siento capaz de salir con alguien solo para demostrar mi punto.

Es obvio que nadie puede llenar el vacío que dejó.

Miro mi teléfono y, aunque lucho contra mis impulsos y sentimientos, ellos son más fuertes que mi dignidad. En menos de veinticuatro horas he sucumbido a la tentación de llamarlo.
Me acomodo en la silla de la cocina y tomo el último trago de café. Son las cuatro de la mañana y no puedo dormir.
No tengo idea quién estará del otro lado de la línea, puede que sea Elizabeth otra vez, o la señorita de una noche que pasó unas horas increíbles bajo su cuerpo... O quien sea. Ya me importa poco.

—¿Sí? —su voz ronca y lenta me sobresalta; parece que lo he despertado.

Es su voz. Oh.
No puedo creer que me esté dirigiendo la palabra luego de tanto tiempo. Me quedo en silencio, intentando saborear cada segundo de la conexión que estamos teniendo. Oír su voz es como una descarga eléctrica, un latigazo, un disparo; algo que cuando lo sientes, duele.

—¿Hola?

Puedo imaginarlo ahí, en su cama, envuelto en una sábana que le llega hasta la cintura. Sus hebras oscuras y enredadas dispersadas en la almohada, sus labios abundantes hinchados y sus ojos pequeños brillando.
Y a su lado... A su lado reposaría una muchacha, probablemente desnuda, que duerme profundamente intentando recuperar las energías.

—¿Ha dormido bien, señor Shiroyama? —digo, extrañamente feliz—. Espera, no me respondas eso. ¿Cómo estás?

Espero respuesta pero no llega. Solo quiero oírlo, saber que está bien sin mí. Si él me dice que puede estar bien sin mí, lo dejaré ir definitivamente. No es justo que yo sea la única sufriendo aquí.

—¿Quién eres? —suelta, verdaderamente confundido.

No sabe quién soy. No reconoce mi voz y eso es un golpe duro a mi corazón.

—¿Estás...? ¿Estás bien sin mí, Yuu? —deslizo, cautelosa—. Porque yo no estoy bien, pero no importa...

—¿Mickaellie? —pregunta—. ¿Sabes la hora que es? Vete a dormir.

—Me siento tan perdida sin ti.

Lo oigo resoplar. Dios, no dejes que se cabree conmigo por llamarlo a estas horas, por favor...

—Señorita Takarai, los problemas que usted tenga ya no me corresponde solucionarlos. Nuestros caminos se han separado.

—Responde a mi pregunta. ¿Estás bien sin mí?

—Claro que sí, ¿por qué no lo estaría? —responde directo, dando otro golpe a mi herido corazón—. Eres una ilusa si creías que yo iba a sufrir por ti.

No me da oportunidad de replicar a eso.

Solo quedo yo, en este lado de la línea, lidiando con una sensación de pérdida y desconcierto que me aprieta fuertemente la garganta hasta formar un nudo. No sabía que con solo unas palabras pudiera sentirme tan desolada.

Lo perdí por completo.

Arrastro los pies hacia mi cuarto automáticamente. Lucho contra el nudo de la garganta; él no se merece ni una de mis lágrimas. Estaré bien sin él.

—¿Mickaellie? —la suave voz de Uruha resuena con cautela desde el pasillo, como si fuese a lastimarme si levantara un poco más la voz.

Me encierro en mi cuarto y no me importa que Uruha esté golpeando la puerta y pidiendo que lo deje pasar. No quiero que nadie me vea mientras me revuelco en la autocompasión.

—Fue una despedida cruel —comento en voz alta para que me oiga—. Lo llamé. Él ni siquiera sabía quién era yo. No me merezco esto...

—Cariño, no sigas llorando. Que lo jodan, es un idiota.

—Déjame sola. Mañana hablaremos, pero por favor, ahora no quiero hablar.

Lo único que puedo pensar ahora, es que he tirado por la borda todo mi esfuerzo por mantenerme fuerte.
Esa noche sueño con la sangre tocando mis zapatos, pero la Mickaellie del sueño es adolescente, y el hombre con las manos ensangrentadas es un pelinegro de ojos brillantes que me ha arrancado el corazón.

[ . . . ]

Últimamente me dedico a frecuentar la casa de Reita. Es raro porque hacía tiempo que no pasábamos tiempo juntos, pero ahora que las prácticas de fútbol han llegado a su fin, podemos volver a la rutina de mejores amigos.
Uruha y Ruki se nos suman de vez en cuando, ambos me mantienen ocupada y me llevan de aquí para allá, justamente para distraerme de esa persona que ahora no nombramos. Es un nombre prohibido en nuestro entorno, a pesar de que Reita no lo sabe.

Estuve un mes entero anotando nombres de posibles candidatos para una cita, y aunque es raro, todos me gustaron. Podría haber puesto a Kazuki en esa lista, pero me asusta como la mierda pensar que él puede llegar a hacerme daño, y yo estoy en busca de gente decente.
Secretamente, he decidido poner a Reita en la lista. Aunque soy partidaria del dicho de "No Arruines La Amistad", la idea de salir con una persona que me conoce tan bien me atrae.

Estoy sentada en el patio del instituto repasando mi lista, cuando escucho ruidos y gritos lejanos, y luego me veo sorprendida por Kigari, que corre a toda velocidad hacia mí.

—¡Takarai!

Está agitada y envuelta en lágrimas; habla deprisa, sin esperar a que yo le pregunte qué quiere.

—¡Takarai, tenemos que salir de aquí! —grita—. ¡Vamos, mueve el culo de ahí!

—¿Qué está pasando?

—¡Hay una loca...! —explica y toma aire—. ¡Sacó un arma y comenzó a disparar en la cafetería! ¡Vámonos, maldición!

No tengo tiempo para pensar. Me cuelgo la mochila al hombro y corro junto a la chica que tanto me odia. Detrás de nosotras corren más alumnos y la sirena de la policía se hace presente.
Entonces, me doy cuenta que Uruha, Ruki y Reita están en peligro. Necesito saber que están bien. Mierda, no tengo idea de qué está pasando, pero cuando terminamos de salir por las puertas de hierro, me quedo paralizada al ver que una bala atraviesa a un chico que corre casi a nuestro lado y él cae. La sangre brota y la visión de ello me desconecta de lo que está sucediendo. Kigari lanza un grito al igual que yo, pero me toma del brazo.

—¡Mickaellie, por el jodido amor de Dios! —me sacude—. ¡Corre, estúpida, no te quedes ahí!

El terror en los ojos pequeños de ella es evidente. Tira de mí y me guía lejos de los disparos. Obedezco por inercia. La sangre... Joder.
Esto es una locura.

Tres calles más adelante, nos adentramos en una cafetería y la mesera nos asiste. Kigari está en un ataque de nervios y yo, sin querer entrar en uno también, me siento y tomo agua, intentando calmar mi respiración.

—¿Estás herida? —le pregunta la encargada del lugar, mientras las meseras siguen acogiendo alumnos y personas dentro del lugar—. ¿Necesitas algo?

—Mis amigas —murmura Kigari con la mirada perdida—. Les dispararon. Las dejé atrás...

Por primera vez en mi vida, siento pena por Kigari. Quiero agradecerle por sacarme de allí, pero si abro la boca voy a ponerme a llorar yo también.
Mi teléfono vibra en el bolsillo y el mensaje que leo, de un número privado, me congela la sangre.


"¿Viste esos disparos? Tómalos como una advertencia, porque no dudaré en poner una bala en tu puta cabeza si Yuu no se aparece por mi oficina esta noche.

H."

Una vez más, soy puesta en peligro por Yuu Shiroyama.

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