¡Todas las chicas de mi barrio tocando en mi puerta!
¿Quieren saber que es lo que hace que los chicos quieran mas?
***
Derek Hale era muy bien conocido por sus buenos atractivos, por cautivar a prácticamente todas las personas que se le pasaran por el frente. Tenía un encanto y un carisma natural, aparte de su excelente físico.
En la escuela él era el típico "Hombre Cien" debido a que era el mejor en todo lo que hacía. Baloncesto, lacrosse, su vida social y sus estudios siempre estaban en su punto. Envidiado por bastantes personas.
Él era consciente de su persona y los efectos que causaba, por eso no duraba mucho con pareja. No es que fuera infiel en las relaciones que tuvo, sino que él siempre buscaba a alguien con su mismo nivel de excelencia o belleza.
Cabe decir que su egocentrismo está implícito en todo lo anterior.
Se ganó el odio de muchas personas precisamente por eso, sus ex parejas se enojaban con él porque los hacía sentir inseguros con su físico o con cualquier ámbito de la vida, entonces se encargaban de difamarlo con toda la escuela, pero a él no le podía valer menos.
Era lunes por la mañana y a pesar de su nivel de buen estudiante, odiaba madrugar y eso era algo de lo que Isaac se estaba burlando en ese momento, ganándose una mirada de odio.
—Buenos días muchachos, hoy estamos recibiendo a nuestro nuevo estudiante. Acaba de llegar desde Nueva York. Ya saben cómo deben ser. —finalizó mientras abría la puerta, dando el paso al nuevo.
Era castaño, delgado y con una nariz bastante respingada. Sonreía un poco haciendo notar sus hoyuelos mientras hablaba, presentándose. —Me llamo Stiles Stilinski.
¿Que clase de nombre y apellido era ese? Había escuchado el Stilinski antes, alguna vez que el jefe de policías había mencionado a su hijo, entonces tendría que ser él.
Stiles caminó hasta llegar a la mesa que estaba al otro lado del salón, sentándose al lado de Scott. Miró fijamente al latino y analizando el comportamiento que éste iba a tomar respecto al castaño.
—Stiles... —pronunció alargando la "l", moviendo la lengua imaginando la velocidad que usaría cuando la tuviera en el culo del castaño. Isaac soltó una risa pobre porque el sabía lo mismo.
—Dios, ¿siempre tienes que pensar en eso? —susurró su mejor amigo, mirándole con asombro y falsa indignación.
—Soy un hombre terrenal y apasionado por lo que hago... —empezó a decir el pelinegro, siendo interrumpido por el rubio.
—Y lo que te apasiona es el buen sexo, ya lo sé. Pero ¿nunca has pensado en quedarte con alguien y durar? —Isaac seguía con la misma charla. Derek rodó los ojos.
—Si por durar te refieres a perdonar cuatro infidelidades durante tres años, pues no lo quiero así. —soltó, recibiendo un empujón bastante fuerte que le hizo caer de la silla.
—¿Nunca lo superarás, verdad? —espetó Isaac con veneno.
Los presentes empezaron a burlarse mientras la clase finalizaba. El ruloso salió rápidamente con Scott junto a él, mientras Derek seguía en el suelo hasta que vio una mano ajena aparecer en su campo de visión. Subió la mirada y pudo jurar que le dieron ganas de chuparle la polla en ese preciso momento a Stiles.
«Te metería la maldita lengua por tu uretra». —pensó cuando el castaño le ayudaba a levantar.
—Fue un golpe fuerte, ¿estás bien? —preguntó con una media sonrisa. Derek se preguntó mentalmente como alguien podía estar así de bueno.
—Si, claro. Isaac se pone todo dramático cuando menciono a su ex. —sacudió su pantalón, más no soltaba la mano de Stiles—. Soy Derek Hale. Y tu Stiles, ¿quieres que te muestre la escuela? —«O los baños».
El castaño sonrió con gentileza, asintiendo: —Si, la verdad. Scott me pareció algo rarito.
Ambos hombres salieron del aula, dirigiéndose a los distintos lugares. El salón de profesores, salón de actos, las canchas, los baños y la zona verde. Hablaron de sus familias y se dio cuenta que era hijo único, el amor de su padre. Que por suerte era gay pero precisamente su padre ahuyentaba todos sus pretendientes. De igual forma, Derek sin pelos en la lengua le habló abiertamente sobre su pasado. Una vez finalizado el recorrido, quedaron en la zona verde más amplia y lejana de los edictos, casi no había gente allí.
—Entonces, Stiles. ¿Qué te pareció el instituto? —Derek preguntó, recibiendo una afirmativa.
De ese modo, conociendo sus encantos. Se acercó a Stiles y tomó una de sus manos, acariciandola mientras se acercaba a darle un beso, creyendo que —obviamente—, iba a ser correspondido. Sin embargo Stiles le esquivó la cara.
Sorprendido, soltó sus manos como si le estuviesen pegando alguna enfermedad terminal. Haciéndose un poco el desentendido y ofendido, preguntó: —¿Por qué hiciste eso?
Stiles lo miró con el ceño ligeramente fruncido, sin entender mucho: —Ah, creo que es obvio. Me ibas a besar y yo no quería eso. —explicó cómo si fuese la cosa más obvia del mundo, ganándose un mohín en respuesta.
—¿Y por qué no querías besarme? —hizo una pausa y luego se corrigió—. ¿Por qué no querrías besarme?
—Porque no me gustas, Derek.
"¿Está tu amante jugando a tu lado?"
"¿Dice amarte? Pero que no tiene tiempo."
"Aquí esta la respuesta. Ven y tómala. A una buena oferta."
En ese momento Derek se dio cuenta del dolor que sentían sus ex parejas cuando él finalizaba la relación. Una opresión rara en su pecho le hacía respirar con algo de dificultad, dejándole sin habla y pudo sentir como un ligero color carmín se instalaba en sus mejillas.
Dios bendito, que vergüenza.
—No lo tomes a mal. De hecho eres bastante atractivo. Sin embargo no busco a nadie por ahora. —dijo el menor, tratando de suavizar el ambiente. Las facciones de Derek se relajaron y le puso una mano en el hombro, sonriendo un poco con Stiles mirándole extrañado y pensando que el pelinegro jamás había recibido un rechazo. Entonces decidió continuar: —Si me disculpas, tengo otra clase. ¡Gracias por tu amabilidad! —exclamó entusiasta mientras se alejaba.
El pelinegro salió del shock, mirando por donde el castaño se había ido. Negó con la cabeza al mismo tiempo que soltaba una carcajada. —Serás mío, Stiles. Te tendré de rodillas rogándome ser tu novio mientras me chupas la polla. Soy tan hilarante.
[...]
Durante dos semanas Derek se había involucrado en el papel. Literalmente se había tomado a pecho el rechazo de Stiles y se la había pasado ese tiempo en tratar de hacer que el castaño cayera a sus pies para poder degustar de su polla como ha deseado desde que lo vio en su salón.
Se le hacía irresistible ese par de labios finos combinado con la pequeña boca que poseía el menor, le daban ganas de ahogarlo en polla hasta cambiarle el apellido a Pollilinksi. Incluso se ganó una bofetada por parte de Isaac cuando le había escucho decir semejante estupidez. Pero el así lo quería.
El caso era, o Stiles se hacía el muy difícil o de verdad que no le gustaba. Aunque siempre decidía irse por la primer opción. Le había comprado flores, chocolates, le conseguía el mejor almuerzo gratis en la cafetería e incluso le dio una chaqueta de cuero y el castaño no aflojaba absolutamente nada.
Cabe decir que se había encaprichado un poco —u obsesionado, en palabras de Isaac—, por aquel muchacho de ojos color al licor.
—Bueno, al menos se ve que es de buenos principios. —dijo Scott al ver a Derek regresando con la chaqueta que le había dado ayer.
—Si fuera de buenos principios. Estaría empotrado en mi cama. —espetó el ojiverde de mal humor, tirando la chaqueta a un cubo de basura.
—No tienes por qué gustarle a todos, además así no se conquista a alguien. —Isaac sacó la prenda y se la colgó en el hombro—. Y esta chaqueta es mía, imbécil.
—Las personas no se compran, se tratan. —Scott hizo una pausa para luego sonreír algo malévolo. Isaac rodó los ojos tan fuerte que le dolieron las cuencas—. O bien, puedes encantarlos.
Derek se quedó pensativo, mirando fijamente a Scott. Siendo contagiado por aquella sonrisa: —Cuéntame más.
—Desde Japón estoy viendo la brutalidad que van a hacer ustedes dos, pendejos. Espero no salir involucrado, nos vemos. —finalizó el rubio, sus amigos le quitaron importancia y siguieron en lo suyo.
El latino le habló acerca de los encantamientos y de todas las formas que su vida podría ser más fácil si los utilizaba de la forma correcta, Derek aceptó sin mucha duda y se dirigieron a la veterinaria donde Deaton.
—¿Hay algo que usted no haga? —le preguntó cuando se enteró que Deaton era también un brujo, haciéndolo multiprofesional.
—Darte mi libro de hechizos, por ejemplo. —respondió el, serio. Scott de alguna forma lo convenció con la mirada porque no habían pasado ni cinco minutos y ambos jóvenes ya tenían el libro en sus manos.
—¿Cómo hiciste eso? —Derek estaba asombrado.
—Él y yo nos comunicamos telepáticamente, gracias a los hechizos. Por ejemplo, estás pensando en qué posición duerme Stiles para metérsela mientras está inconsciente. —Scott removió la cabeza, olvidando las imágenes mentales mientras Derek asentía, sin vergüenza alguna.
[...]
—¿Estás seguro de esto? —Scott ya estaba impacientándose debido al montón de preguntas que hacia su mejor amigo cada tres minutos.
—Si, ahora cállate y pásame la loción que está ahí. —dijo el latino indicando el lugar del perfume. Derek se lo dio y el primero lo puso en medio de un círculo de sal. Por fin abriendo el libro justamente en la página de hechizos para el amor—. Vamos a ver... divorcios... dinero... mejor sexo... pene más grande... ¡Ajá! Repite conmigo. —e hicieron silencio:
"Toma un poco de mi poción secreta, te haré caer en el amor."
"Es un hechizo que no podrá ser roto, una gota será todo."
"Tú perteneces a mí, he la respuesta aquí."
"Y se llama Magia Negra."
Las luces en toda la casa se apagaron, Derek se alertó más sin embargo no podía salir del círculo porque de lo contrario no funcionaría. Casi se hace en sus pantalones al ver que la botella de perfume estaba alumbrando por luz propia, de color azul o morado. No podía distinguir bien.
Las luces encendieron nuevamente. Scott abrió los ojos, fijando su mirada en el objeto delante de ellos, alumbrando. Le dieron ganas de quebrárselo en la cara al ojiverde: —¿Está listo? —preguntó por millonésima vez, arruinando el momento de paz.
El latino tomó el envase y lo abrió, inhalado un poco el fuerte aroma a lavanda y bebé, suspirando a continuación. Asintió antes de decir con una sonrisa boba: —Como que de repente me dan ganas de besar a Liam.
Había funcionado.
***
N/A: Hola.
Espero que estén bien, este shot lo tenía escrito hace un par de meses pero nunca lo había pulido hasta ahora. Constará de dos partes, luego subo la otra.
Y pues ya saben, disfruten de la canción de Little Arte.
❤️ voten.