La loba de la manada

Od JN_DULCESITO7u7

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Ser la más grande es una mierda. Pero una mierda muy bonita. Tengo que cuidar de mi pequeña manada. Mis herm... Více

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Od JN_DULCESITO7u7

Capítulo 4: Gemelos al rescate.

Hace horas que desperté, y hace horas que estoy en la casa de mis amigos.

Según ellos, me siguieron. Me vieron entrar al baño, y empezaron a discutir porque Camila quería entrar al baño, pero Cameron también. Total, al escuchar estruendos, entraron y me encontraron en el baño —O lo que quedaba de él— tirada, con sangre en la cabeza.

Afortunadamente ellos tuvieron la grandiosa idea de sacarme de ahí, y bueno, me avergoncé mucho ya que... emmm... estaba desnuda.

Gracias a la diosa Matb, sus padres son doctores, así que ellos me trajeron a su casa y me me curaron la herida con el equipamiento de aquí.

Y para variar, ellos quieren seguir los pasos de sus padres: quieren ser doctores. Así que saben muchas cosas... no me quejo.

Ahora tengo cuatro puntadas en mi frente, que afortunadamente cubre mi copete. Agradezco haber estado inconsciente, ya que odio las agujas.

No me han preguntado nada, pero se que les está matando. Ellos no saben absolutamente nada sobre qué se quien es mi mate, ni que me da miedo.

En estos instantes los gemelos están cumpliendo una petición mía: ir por los niños. Ya que es la una de la tarde.

La casa está completamente sola. Y el aburrimiento es insoportable. No he vuelto a hablar con Keyla. Ella está furiosa, lo siento. Y... ahora que no tengo el anillo ni el collar, me es más difícil el no sentir esa necesidad de compañía. Pero como aún no... no he sido reclamada, no puedo sentir lo que él siente.

Sé de su existencia desde hace años, pero apenas el año pasado descubrí que era mi mate.

Sin embargo, me aterra la idea de juntarme con él, y sea la persona que pienso que es. Recuerdo que cuando tenía diez años, lo ví, él estaba en el bosque, matando a alguien...

Con tan solo recordarlo, las náuseas me invaden.

Sangre. Había mucha sangre.

— Debo... entretenerme. Si.

Me paro de la cama y trato de caminar, sintiendo unas cuantas punzadas en la herida de mi frente. Trato de amarrarme el pans de Camila, ya que se me cae. Afortunadamente lo logro, y dejo que la camisa me quede colgando.

Observo con más detenimiento el cuarto, y me doy cuenta de que es la habitación de Cameron. Paredes verdes y posters de su banda favorita. Además, tiene a su gato anaranjado aquí, y bueno, Camila odia a Los Gatos.

— Hola, señora miau.— Le sonrío, y esta deja su cómoda cama para pegarse a mis pies, ronroneando.

Me río al decirlo. "Señorita miau". Ja. Eso solo se le ocurre a Cameron.

No hace falta decir que adoro a los animales, ejemmm.

Mi vista choca con la puerta, y la curiosidad me mata. Quiero saber cómo es la casa... jamás me habían traído aquí. Es decir, en estos dos años que llevo en este pueblo, solo he visto la casa una vez. Y por fuera.

Camino con dificultad hacia la puerta blanca, y la abro con suavidad. Un chirrido de terror resuena, pero solo lo ignoro.

Saco mi cabeza con lentitud, y miro los pasillos.
Salgo en silencio, y cierro la puerta para que la señora miau no se salga. Me quedo un rato pensando en si ir al lado derecho o al lado izquierdo del pasillo blanco. Al final, decido que el derecho debe ser de la suerte.

Me paseo por la gran mansión, y me quedo algo atontada al recorrer muchos pasillos iguales.

Ratas... esta mansión a de ser más grande que la escuela de Harry Potter...

Esto me recuerda a los hospitales. Silenciosos, terroríficos y blancos. Ugh.

Cuando me doy cuenta de que no encuentro más que puertas iguales, me regreso. Camino, camino y camino, hasta llegar a la puerta del cuarto de Cameron.

O eso creía. Hasta que abrí la puerta, y me encuentro con una recámara llenas de fotografías. Las cuatro paredes llenas de cuadros y marcas de crecimientos... woah.

Sin dudarlo, entro. Recorro mi mirada por estas paredes, y mi boca se abre poco a poco por el asombro.

Mi vista para en una foto.

Son los gemelos, creo que tienen alrededor de seis o siete años. Ellos están sonriendo, viéndose el uno al otro sobre una pelota de colores. Me río al verlos chimuelos.

En otra foto, salen con su Hermana mayor, Jane. Según me cuentan, estudia en Nueva York, así que solo la ven en días especiales como navidad o en sus cumpleaños.

Pero en otra foto, está toda la familia. Los padres, la hermana, los gemelos, e incluso su antiguo perro, Dante. Parecen tan felices, y se nota que el amor abunda...

Miro con detenimiento ese, y sin poder evitarlo, llevo mi mano a mi pecho, con el puño cerrado.

Yo hubiera deseado tener una familia. Incluso me conformaba con una mamá, o un papá. Pero lamentablemente soy huérfana. Según lo que mi expediente decía, mis padres fallecieron. Mamá al darme a luz, y papá fue asesinado por un grupo de hombres ebrios. Le dejaron marcas por todas partes, o más bien, mordidas.

No hay que ser listo para saber que fueron vampiros.

Pero desde luego, no quiero venganzas ni nada, ya que, como anteriormente decía, odio la violencia.

Un sonido hace que de un saltito en mi lugar. Es la puerta.

Oh no... ¡Ellos llegaron!

Salgo casi corriendo de ahí, y cierro la puerta lo más silencioso que puedo. Después empiezo a trotar por estos pasillos, pero no doy con el cuarto de mi amigo.

Por todos los cielos, ¡¿Para qué ocupan tantas habitaciones?!

Corro, y corro, y corro, pero nada. Estaba a nada de gritar de frustración, cuando veo las escaleras.

No tengo más opción...

Respiro hondo, y bajo las escaleras. Me parece una eternidad, pero pronto llego al primer piso.

¡Juro que siento como si hubiera hecho abdominales!

— ¿Camila? ¿Cameron? ¿Dónde están?— Hablo lo más fuerte que puedo, pero al mismo tiempo tratando de no gritar.

— ¡Aquí, Alissa!

Camino en dirección donde escuché la voz de mi amiga, y pronto doy con la cocina.

Ahí, me reciben cuatro personitas, abrasándome los pies.

— ¡Ali!— Chillan.

Me agacho para así abrasarlos bien.

— Holaaaa.— Les besó la coronilla de sus cabezas, y pronto me sueltan.

Me paro y busco con mi mirada a mis amigos, pero nada.

— Los hermanos locos no están aquí, Ali.— Habla Kelly, llamando mi atención.

— ¿Ah, si?

— Sip.

— ¿Y dónde están?— Pregunto con una sonrisa.

— En la sala.

— ¿Y dónde está la sala?

— Yo... ah...

— ¡Yo te guío!— Gael me agarra de la mano y empieza a jalarme hacia otra puerta.

Les hago una seña a mis niños para que no hagan un desastre, y ellos parecen captarlo.

Recorremos otros pequeños pasillos, hasta llegar a la dichosa sala.

Woah, vivir en una casa así de grande a de ser cool.

— Aquí.

Entro junto con él, y pronto veo a los gemelos. Iba a saludar, pero pronto me doy cuenta de que no están solos.

No puede ser...

El chico del mercado estaba ahí, tomando tranquilamente de un vaso de vidrio. Él, al verme, escupe su agua.

— Gael... vete con tus hermanitos.— Susurro, y él de manera obediente lo hace.

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