Medio kilómetro de distancia

By iwillsaveyoutonight

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¿Qué pasa cuando un ángel pierde la memoria, se topa con un demonio y cae? ¿Quién cambia a quién? Una mentir... More

Sinópsis
Relación tóxica
Epígrafe
Para ti
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capitulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
9. El comienzo
10. ¡Por un demonio...
11. ... lo que faltaba!
12. Nutella con fresa.
13. Diabólica tentación
15. El juego de Victorious
16. ¿Por qué lanzas tus misiles?
17. Círculo vicioso | Parte I
18. Círculo vicioso | Parte II
19. Yo fui tuyo y tú mía
20. Sucesos inesperados.
21. Maritza Engel.
22. Perfume barato
23. Se cierra un capítulo
24. El primer día sin Katherine
25. Lluvia de espuma | Parte I
26. Lluvia de espuma | Parte II
27. El baúl de los sueños
28. Tres sobres de azúcar
29. Calle de ensueño
30. Solo quédate con él si...
31. Te sigo amando, Maritza.
32. La nostalgia es un perra
33. Elévame hasta tocar el cielo, Luca
34. ¿Y qué es lo que quieres, Luca?
35. Buena mierda
36. Triángulo amoroso
Cien mentiras
¿Dónde mierda está el sol?
37. Sal en la herida
38. ¿De dónde te conozco?
39. Chanaje
40. Y vuelve el perro arrepentimiento
41. Un cigarillo y dos corazones rotos.
42. Whisky y malas decisiones

14. Las rosas son rojas.

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By iwillsaveyoutonight

Canción: HSM2/Everyday

Nos encontramos en la sala de estar, esperando que Sam salga de su trance alcoholizado y pueda abrir las envolturas de regalo, aunque a estas alturas no creo que siquiera pueda hacerlo ya que ni siquiera puedo bajar su bragueta y terminó orinando en sus pantalones, asqueroso pero cierto. 

Sobre el desarrollo y desenlace de la fiesta... fue totalmente nuevo para mi. Estoy acostumbrada a las típicas fiestas donde los chicos gritan como locos, terminan peleándose y la típica zorra es el centro de atención. Aquí no fue el caso, irónicamente la fiesta fue un tanto "madura" y digo irónicamente porque no le puedo llamar madurez con certeza, a universitarios que se drogan, van a carreras ilegales y lo ven como lo más normal del mundo. Fuera de eso digo "madurar" porque todos bebían, bailaban de los más pacífico, escuchan música tranquilamente, chicas se quitaron la blusa y no había chicos gritandoles cosas obscenas, chicos las miraban y pasan de ellas como si nada estuviese pasando. Se drogan y algunos se iban a tener sexo a cuartos o detrás de sillones, ¿como lo se? pues se escuchaba como cuando un gato maúlla por más comida desesperado. Se que mis conclusiones.

Al pasar del tiempo las personas se fueron retirando, nos fuimos haciendo menos por lo que me sentí más cómoda puesto que no conocía a nadie y con tanta gente no sabía que hacer, me estaba volviendo loca, mas cuando Nathan se iba con sus amigos a fumar un rato, cuando hacían competencias de bebida o hasta cuando hacían "mini peleas" en un pequeño gym que tiene Nathan es su apartamento —cosa que me sorprendió, su departamento es más grande de lo que pensé—, no me gustaba estar sola, porque Heissen era parte de esas competencias y Bambi... bueno pues Bambi estaba muy entretenida bailando con dos chicos, se veía de lo más que no quise molestar y yo... simplemente me quedaba sentada arriba de una mesa de billar bebiendo, esperando que Nathan volviera y otras veces me disponía a bailar pero no era lo mismo sin mi chico.

Aunque no fue así toda la noche, una muy buena y gran parte de la noche Nathan estuvo conmigo, bailando, bebiendo, riéndonos, pasándolo de lo mejor tanto que me dio paso a pensar cómo sería mi relación con el si fuéramos novios, pienso que sería genial aunque es un poco temprano para saberlo y no quise darle muchas vueltas al asunto así que no ignore y solo me concentré en disfrutar del momento. 

— Ahorita que acabe de abrir sus regalos, quiero que me acompañes a una parte. —me susurró Nathan al oído, estaba sobre en sus piernas, ya llevamos así un buen rato ya que Sam no deja de reírse mientras intenta concentrarse y abrir sus regalos de una vez por todas.

Llevé la uña de mi dedo índice a mi boca y coqueta le pregunté 

— ¿A donde? —no contestó, sonrió pícaro y en su lugar solo quitó algo de mi cabello que reposaba en mi hombro y dejo un pequeño beso en dicho lugar. Abrazó más fuerte mi cintura.

En el lugar, solo nos encontrábamos 9 personas: Heissen, Bambi, Connor, Luca, Noell, Sam, Nathan, una chicas más cuyos nombre es Valeria y obviamente yo.

Todos y me incluyo, estábamos bastante ebrios como para volver a nuestra casa por lo que decidimos quedarnos aqui y eso a Nathan no le molestó para nada, al contrario fue el primero en sugerir dicha situación.

— Gracias damas, caballeros y Luca —dijo Sam y todos reímos por su comentario sumando que casi no puede pronunciar bien las palabras—. Por venir, por ser parte de mi vida, yo los quiero mucho... —empezó a sollozar. Se limpió las lágrimas con su camisa y me atrevo a decir que hasta los mocos también—. Me hace muy feliz tener amigos como ustedes.

Yo lo mire con ternura porque se me hace super tierno ver a un chico llorar, siempre a sido asi y no encuentro razón alguna. 

Nathan toma no-se-que-cosa y la aventó directo a la cara de Sam, comentando

— Ya cállate y abre los jodidos regalos —todos rieron por la cara de indigno que puso Sam.

— ¿Así me tratas perra? después de todas las noches que te hice gritar —replicó la víctima.

Nathan rodeó los ojos y yo solo sonríe por las tonterías de estos dos. Heissen se encontraba tirado al frente de todos con un brazo sobre sus ojos por lo que me dí cuenta de que ya estaba dormido. Como es de usual, siempre es el primero en caer rendido.

Bambi se encuentra acostada boca abajo pero con la cabeza alzada en dirección a Sam pero con la mirada perdida y es de entenderse el alcohol está haciendo su efecto. Luca está acostado y utilizando como almohada el trasero de Bambi. Noell y Connor están sentando en el sillón y la chica, o sea Valeria se encuentra acostada arriba de ellos. Todos están como perdidos y muy apenas le ponen atención a Sam y a sus idioteces. 

— Mierda —gritó Sam antes de perder el balance y caerse de sentón sobre su trasero. Todos nos levantamos para ver si esta bien y este empezó a reírse como loco—. Estoy bien chiquitas, hierba mala nunca muere. 

Dijo y todos hicieron muecas de desgarrado dejando ahí tirado y finalmente ignorándolo, todos caminaron a diferentes direcciones por lo que pienso se disponen a buscar un lugar donde dormir.

Me giré para visualizar a Nathan y poder preguntarle donde podría dormir junto a Bambi, pero en lugar de eso obtuve una mirada y sonrisa perversa de su parte que me dieron paso a no preguntar y simplemente seguirlo.

Salimos de su departamento. 

— Tienes un bonito apartamento—le dije para sacar plática pero no contestó, seguimos caminando subiendo unas escaleras hasta topar con una puerta.

— Lo se—dijo entonces mientras abría la puerta—. Por eso es uno de los más caros penthouses de la ciudad.

Mmm, ahora entiendo todo. Ahora soy yo quien otorga el silencio. Mirando a mi alrededor dándome cuenta que estamos en la terraza de un rascacielos.

— ¿Qué hacemos aquí? —le pregunté una vez que atravesamos la puerta y comprobé que efectivamente era la terraza del edificio, el aire pegaba fresco en nuestro rostro, la noche era tan oscura pero bella a su manera. 

Nathan caminó en forma recta hasta llegar al borde terraza del rascacielos donde subió un pequeño escalón y se sentó, yo tragué duro, no me daba miedo las alturas pero como él estaba tomado, drogado y adormilado tenía miedo que no pudiera mantener su equilibrio y cayera. Extendió su mano a mi dirección y algo dudosa la tome, subí el escalón y me senté a su lado donde el aire pegaba con más intensidad en nuestro rostro, nos mantuvimos callados disfrutando de la maravillosa vista. Mis vista se mantenía fija al frente, uno de mis miedos es el cielo... por eso no volteaba a verlo, sabía que el clima era despejado por lo que no había muchas nubes y tendría total vista al cielo oscuro lleno de puntitos blancos... y ese era mi miedo; desde que era pequeña sentía que cada vez que lo veía se me caería encima, me sentía tan pequeña y desprotegida. Y ahora sumando que estoy en la punta de uno de los rascacielos más grandes de todo Nueva York con acceso total y mucho más cercas, empecé a hiperventilar.

— ¿Te encuentras bien? —me preguntó. Negué con mi cabeza, entonces me dio su mano y yo sin dudarlo la sujete con una fuerza irreal. No había volteado hacia el cielo pero no me fue necesario puesto que con solo imaginarlo ya entraba en pánico—. Estarás bien, estoy contigo.

Respire un par de veces tratando de regularizar mi respiración, hasta que lo conseguí. 

— Lo siento... yo solo, me da algo de miedo — le hice saber algo apenada. Cerré mis ojos un segundo con fuerza y cuando los abrí, miré hacia abajo y si mi miedo era mirar hacia arriba, mirar hacia abajo no solucionaba las cosas.

Pero no podía dejar de mirar, era lo mas hermoso que en mucho tiempo había visto, la ciudad de Nueva York... definitivamente era hermosa y nunca me había sentido tan orgullosa de esta como hasta ahora aunque fuese una tontería la razón. La ciudad estaba repleta de lucecitas, llena de colores y de vida, aunque fuesen las 3 de la mañana. Otros rascacielos también se hacían notar con colores blancos y rayos láser de colores rojos. No había sonido alguno, más que para tus propios pensamientos. Tenía miedo de caer, mucho miedo, pues si bien mis pies no tocaban el piso, estaba sentada de manera que mis rodillas, piernas y pies quedaban libres, y aunque suene absurdo y prácticamente tenía un pie en la muerte, me sentía más viva que nunca, con tan solo... una buena vista. 

— Lo se, es irónico que cuando tu vida está en peligro o te sientes al borde de la muerte es cuando más vivo te sientes, comienzan tus ganas de vivir —señaló Nathan mirando a la nada—. Pero así es la gente o la mente, como quieras verlo. Tienen la mala costumbre de querer vivir o hacer algo con su vida cuando están en ese punto de no retorno, pasan la mayor parte de su tiempo estando muertos en vida porque eso es lo más "normal" para ellos, como su ciclo de vida. Sin embargo, cuando llegan a ese punto, cuando pasan por una tragedia, una muerte o algo traumático es cuando por fin les llegan esas ganas querer gritarle a la vida, de divertirse, de disfrutar la vida, de enfrentar los miedos, de amar, de entregarse, de quemarse y resurgir de las cenizas... tristemente a veces es muy tarde. 

» Y es estúpido porque desde que naces sabes que vas a morir, en algún punto de tu vida, pero no disfrutas hasta que te ponen fecha de vencimiento y es absurdo, ya que todos los días vives el día a día porque nunca sabes cuando vas a morir. Así te digan: "tienes cáncer de pulmón por fumar toda tu vida, morirás en 5 meses", puede que la vida quiera joderte y matarte mañana mismo. O puedes vivir toda tu vida sana, monótona y la vida querer matarte hoy mismo, porque ese es tu ciclo, es es tu destino. A veces pienso que la gente tiene miedo a vivir, tiene miedo a conocer el mundo.

Nathan suspiró y yo lo hice también, lo que me dijo fue muy cierto nunca me había puesto analizar tan a fondo pero es verdad.

— ¿Por eso tu vida es así? ¿Se mueve muy rápido? 

Nathan ladeó y me miró directamente a los ojos. —No se mueve muy rápido, tu te mueves muy lento—hizo una pausa larga—. ¿Haz hecho una de tus metas en la vida? ¿Haz hecho algo que de verdad te apasione? —me preguntó, cerró los ojos y negó con la cabeza—. ¿Siquiera te has enamorado? 

Aparte mi vista de la de Nathan y me mantuve callada, mirando a la nada porque la respuesta a todas esas preguntas era un rotundo "no".

— Debes enfrentar tus miedos, conocerte en todos los sentidos. Comenzar a vivir, y un día cuando estés en ese no retorno, cuando estés a medio kilómetro de distancia entre la vida y más cerca la muerte, sepas porque viviste y porque moriste. —me dijo con certeza

— Supongo que tienes razón —le dije. Nos mantuvimos callados unos minutos e inmóviles como unas estatuas. Nathan reaccionó apartando un mechón de cabello de mi mejilla y besó la misma—. No te preocupes, te ayudaré a encontrar esa razón —articuló

***

— ¿No está prohibido estar aqui?—pregunté desconcertada, ya que hasta ahora no lo había pensando. Nos habíamos quedado un rato en la posición mirando hacia abajo lo pequeño que se ve el "mundo" desde donde estamos y lo grande que somos nosotros.

Nathan se encogió de hombros restándole importancia.

— Ven —pidió, poniéndose de pie, extendió su mano para que yo pudiese tomarla y dudando un poco termine dandosela. Me puse de pie e inmediatamente mi corazón bombeó con fuerza por el miedo y me atrevo hasta decir... que emoción por caer.

Sujetó mi mano con fuerza y me regaló una sonrisa que me hizo sentir tan a salvo y protegida. Tan así que si me dijera que me tirará... no lo haría, pero al menos no me iría corriendo porque sabría que es mentira.

— Grita conmigo—pidió, lo miré interrogante porque ¿que se supone que tendría que gritar?, me miró burlesco y añadió—. Literalmente, grita conmigo.

Me mantuve callada aun confundida; Nathan gritó con fuerza, literalmente soltó un grito y este salió con algo de eco. Soltó mi mano y extendió sus brazos hacia los lados, tomó aire para después gritar con más fuerza, su cara se miraba tan feliz como si de esa manera también se estuviera liberando de algo. Sin dudarlo ni un segundo más grite con todas mis fuerzas. Nathan me miró sorprendido pero de igual manera siguió gritando, en ese momento nada me importaba.

En ese momento me sentí tan libre, ni siquiera me importó que Nathan estuviera a lado mío, ni que estuviera en el borde de un rascacielos y dando un paso el falso pudiera caer, ni que fueran las casi 4 de la mañana, ni nada, absolutamente nada.

Por mente solo pasaban esos recuerdos que tanto me perturbaron durante muchísimo tiempo pero mantuve reprimidos, esos momentos que siempre odie, que quise gritar y nunca pude. Sin darme cuenta las lágrimas corrían por mis mejillas y pequeños sollozos salían de mi garganta. No sé en qué momento Nathan se bajo del borde pero sentí sus manos rodearme de la cintura y bajarme, cerré mis ojos y todos esos recuerdos me pagaban con fuerza.

Me cargó como niña pequeña, yo mantuve mis ojos cerrados en todo momento, sentí que me puso en el suelo. Por dos razones no abría mis ojos: la primera, porque sabía que el cielo estaba ante mis ojos lo cual me dio miedo, y en segunda pero no menos importante, es que no quería ver la expresión de Nathan al verme llorar, me daba algo de pena aunque sabía que es normal en un ser humano llorar.

— Sinceridad ante todo ¿no? —me dijo después de un rato—. Habla conmigo

Me mantuve callada durante un largo rato, rato que Nathan respetó mi silencio y solo se mantuvo haciendo caricias en mi rostro y hombros. Las lágrimas por fin cesaron y de alguna manera me sentía más ligera. Liberada. 

— Si te abres y me cuentas, será más fácil sanar tu dolor. 

Lo mire algo decaída y de alguna manera quería abrirme y contarle, pero no creí que fuera el momento. 

— ¿Te lo cuento después? no quiero hablar ahora de eso—le dije suplicante. Nathan me miró cálido y asintió con su cabeza —Gracias por comprender.

Nos mantuvimos callados unos minutos. Mientras yo reposaba mi cabeza en su pecho sintiéndome cada vez mejor y él acariciaba mi brazo.  

— ¿Porque trabajas?—me preguntó de pronto. Algo desconcertada conteste

— Porque estoy juntando dinero para cuando vuelva a la college y... para irme vivir con Heissen. Ya es hora de que me independicé de mis padres.

Se quedó callado por unos segundos y le pregunté — ¿Porque me lo preguntas?

Ignorando mi pregunta, sigo con sus caricias, cuando finalmente dijo

— ¿Cuanto te pagan? Solo es curiosidad.

No entendía porque me preguntaba todo eso, tal vez quería buscar trabajo o algo, pero  la paga hay es un asco, trabajas mucho y te pagan poco. Seria genial tener a Nathan trabajando ahí conmigo, donde pudiera verlo todo el tiempo pero nadie merece ese infierno. 

— Sinceramente una miseria. 

Se quedó callado y asintió con su cabeza, besó mi nuca y me preguntó que si tenía sueño a lo que le conteste que si, realmente me estaba muriendo de sueño. Los ojos ya se me cerraban no aguantaba un segundo más.

*** 

Volvimos al penthouse de Nathan, donde todo se encontraba a oscuras y en completo silencio. Nathan me dijo que si quería podía dormir con él y prometió mantener sus manos quietas a lo que yo accedí, aunque siendo sincera no me molestaria si su manos juegan un poco. De camino a su habitación escuchamos unos quejidos en una de las habitaciones lo que nos hizo detenernos y escuchar con detenimiento.  

— Joder que duele —se quejó, lo que para mi es la voz de Bambi— Dios mio, dale al agujero.

— Lo estoy metiendo pero tu no dejas de moverte —replica la voz de un sujeto

— Pues duele, esa cosa esta muy grande no acabe—dice la chica y no hay duda, es Bambi—. Uff, así está por entrar.

Pegué mi oreja más a la puerta para escuchar mejor porque no doy crédito a lo que escucho. Me giré y Nathan estaba pegado en la pared de enfrente con una sonrisa picara 

— Dejalos, estan teniendo sexo—explicó. Caminó hacia mí con decisión y tomando de la cintura me pego a su cuerpo, susurrando en mi oído—. Tu y yo deberíamos estar haciendo lo mismo.

— ¡Mierda! que grande está—gritó Bambi. Me puse toda roja e incómoda por la situación y en nanosegundos me despegue de la puerta, Nathan me miró travieso — ¿Quieres ver? —me preguntó.

Desconcertada lo miró con la boca abierta.

— ¿Te va voyeurismo? ¿Qué clase de Eric Zimmerman eres tú? 

— ¿Y ese wey quien es? —preguntó con antipatía—. Es un personaje de un libro de erotismo—le expliqué. 

— Ni en su casa lo han de conocer a ese—me dijo con una mueca de asco— Espera ¿lees erótico? —me preguntó a lo que yo asentí, acortó la distancia, tirando de mi cabello hacia atrás pasó su lengua por mi cuello—. Si que eres una traviesa. 

— ¡Joder! no importa que duele, tu metelo, hasta el fondo—escuché la voz de una desesperada Bambi.

Me incliné un poco para asomarme en la perilla de la puerta con muchas veces miré en las películas pero no visualiza nada lo que me hizo comprobar que fui cruelmente engañada, sin darme tiempo de quitarme, Nathan abrió la puerta haciendo que callera de rodillas en la habitación seguramente hizo que llamara la atención de las personas en la habitación. Con la vergüenza a mil levanto mi rostro y me encuentro con el rostro de una desconcertada Bambi.

— ¿Pero qué haces allí? —me preguntó mi mejor amiga.

Mi amiga se encontraba sentada en cuclillas en el suelo... mientras  Tyler—es un amigo de los chicos que conocimos hoy— se encontraba frente a ella perforando la oreja de Bambi. Mi cara debió ser un poema porque no supe qué decir, realmente me esperaba otra situación. 

Santa mierda, esto de leer no siempre es bueno, te hace imaginar puros escenarios malos. 

— ¿Y bien? —insistió Tyler. Como pude me incorpore, poniéndome de pie. Algo apenada le respondí

— Es que yo... creí que estaban teniendo sexo.

Ambos se miran, posteriormente hacen muecas de desagrado y niegan con su cabeza. 

— Sí, por eso está aquí porque pensó eso y quería hacer un trio con ustedes—mintió Nathan.

Me dí la media vuelta y lo encaré con la peor cara que tuve a lo que el agregó—. No me mires así, no te voy a juzgar. Me excita que seas asi de atrevida.

Lo mire mas sorprendida que antes, Dios, que pena. 

Heissen, tragame.

Nathan avanzó hasta a mi, me tomó subiéndome a sus hombros y se dispuso a salir de la habitación, pero no sin antes decir—. Niña traviesa —y darme una nalgada—.

***

Dormir con Nathan es lo más maravilloso que me pasó en la vida y no hablo en el plano sexual porque de eso no hubo nada—por desgracia menstrual—, hablo de sentir su cuerpo caliente sobre el mío, de sentirme así de protegida mientras duermo, de sus fuertes brazos rodeando mi cintura y sentir su cálida respiración en mi nuna. Me siento como una bebé pequeña a su lado.

¡Deblyn, si que voy muy rápido!

Su olor me penetra con fuerza en mis fosas nasales, un olor exquisito, fuerte y delicado tal cual Nathan Daniels proviene. 

Gire en mi lugar para verle el rostro, y ahí está, ese hermoso rostro. Tiene el rostro tranquilo, los labios entre abiertos ligeramente con un rosado bajo, su respiración es regular. 

— ¡Diablos! —musite, acariciando su rostro—. Realmente debo ser bonita.

Y sí, porque ver a Nathan Daniels de esta manera, a mi lado, me hace sentir la mujer mas hermosa de todas porque tener a alguien así como él de esta manera debe decir mucho de mi. Y no es que me haga sentir menos, pero joder, soy realista, Nathan es la clase de chico que necesita a una barbie en su vida y no a una Fiona. O mejor aún, es la clase de chicos que se fija más allá de una cara bonita, es un chico con cerebro. 

Ojalá, la vida quiera saldar sus cuentas conmigo dejándolo él en mi vida y no castigandome, enamorándome de él para después arrebatarmelo y matarme en vida. 

Porque tengo tan mala suerte que hasta creo que en mi vida pasada mate a una monja o algo por el estilo, la vida siempre se empeña en castigarme. 

— Mjmm —gruñó adormilado y apretó más mi cintura a su cuerpo semidesnudo. Sentí su cuerpo caliente y su dura erección matutina entre su boxer. Pase mi mano sobre su hombro, y seguí admirando de cerca su hermoso tatuaje y sus pecas poco visibles.

Poco a poco iba despertando, abrió los ojos y los cerró de golpe, volviendolos abrir de a poco para acostumbrarse a la luz solar. Cuando finalmente pudo mantenerlos abiertos, pasó una mano por su rostro y cabello.

— Buenos días —me dijo con algo de confusión en su rostro. 

Entonces sin quererlo, pensé... ¿cuantas chicas no abran dormido aquí? no es que me importe mucho, porque sé que lo que no fue en mi año no hace daño pero tal vez no recuerde quien soy y lo de ayer solo fue la droga y el alcohol combinados, tal vez a eso se deba su cara de confusión.

— Soy Katherine —le dije. Nathan se paró rápidamente y se puso los pantalones que anoche había dejado tirados en la parte izquierda de la cama. 

Yo estaba en pantalones ya que cuando ayer Nathan me ofreció un short, me negué recordando que estaba en mis dias de menstruacion y no quería que pasaran accidentes o algo similar, así que decidí dormir con mis pantalones pero sin blusa, en puro bralette. 

Aunque usualmente es al revés, duermo si brassier pero con blusa.

Al instante me sentí un poco mal, ya que mi teoría era cierta, Nathan no me recordaba y yo muy pendejamente hice cosas muy pendejas ayer. Con la dignidad en el suelo, me paré de la cama y busqué mi blusa, al encontrarla me la puse. Nathan seguía callado, se adentro al baño y 5 minutos después salió con la cara y boca recién lavadas.

— ¿Quieres usar el baño?—me preguntó en tono neutro. Asentí y en silencio me adentre al baño.

Tenía que llegar a mi casa, no podría llegar con las fachas que tenía. Al mirarme al espejo comprobé que era un desastre, mi cabello estaba revuelto, tenía el rímel corrido y algo de labial escaso en los labios. Como toda chica en apuros... me cepille mi cabello con los dedos, pero sin ganas de hacerlo, me daba vergüenza estar aqui ¿qué estará pensando él de mi? ¿que fui una fácil? porque aunque no hayamos tenido sexo no significa que no lo fuera, por Dios, me estaba frotando contra su miembro.

Con la vergüenza aun en mi y el arrepentimiento a flor de piel. Seguí tratando de verme aunque fuera un poco presentable. Me enjugué el rostro, mi tome algo de pasta de dientes con mi dedo e hice el intento por lavarme la boca aunque fuera un poco. Acomode mi ropa y suspirando un par de veces tomando de valor, por fin salí.

Salgo y lo primero que miré fue a Nathan sentado en el borde de la cama con la cabeza entre sus rodillas y sus brazos sobre sus muslos. Al escucharme cerrar la puerta su mirada viajó hasta la mía, manteniéndose fija y tan neutra. Sus ojos miel en ese mismo momento no me transmitieron nada, pero no había nada que transmitir, con eso mismo me está diciendo que me fuera. 

¡Pues a la mierda! fue un desliz, si, pero no por eso me iré con la cabeza abajo, levanté mi barbilla y avance hasta la salida. 

— ¿A dónde vas?—me preguntó deteniendo mi paso. 

A unos cuantos centímetros de la puerta, me gire para verlo, seguía en esa misma posición.

 — A casa—dije simple—. ¿Quieres que te lleve? —me preguntó. Negué con la cabeza y camine lo que me faltaba tocando la perilla, su fuerte mano se coloco sobre la mía haciendo que esta no pudiera girar dicha perilla. Lo mire desconcertada.

— ¿Que haces? 

— Sinceridad ante todo—me dijo, aunque fue más para él que para mi—. Jamás había dormido con alguien sin tener un acto sexual. Me sorprendí un poco, creí que fue un sueño.

— ¿O sea que si me recuerdas?—le pregunté entusiasmada, a lo que asintió con su cabeza.

Así que si tiene cerebro.

— Si que te recuerdo, koala—me dijo y beso mi frente.

Me llevo de regreso a la cama, se sentó y me coloco sobre una de sus piernas. 

Las cosas que me había cuestionado una vez en el baño vuelve a soltar en mi cabeza. Sin poder guardarlas le preguntó.

— ¿Crees que soy una facil? —me miro patidifuso y agregue—. Ya sabes, por lo de ayer... ¡Deblyn!, es que tú eres jodidamente sexy que me alborotas todo el sistema. 

— Si ayer paso lo que pasó no fue porque me parecieras fácil, no me relaciono con esa clase de chicas —me dijo—. Mucho menos estarías en esta habitación, a estas horas, sobre mis piernas.

Alcé una ceja y me crucé de brazos.

— ¿Y las gatas que estaban sobre ti ayer no lo eran?

Soltó una carcajada. — Tú, las clasificaste de esa manera y tu misma estas pensado que son así, pero no lo son. Son chicas que conozco de toda la vida y quiere algo mas conmigo, no creo que eso las haga "fáciles"—explico—. En ese caso tú también ¿o no?

Yo asentí con la cabeza... pense que eras unas zorras, pero ya veo que no creo que simplemente los celos me dominaron, pero a la mierda, cualquier que se acerque a Nathan para mi lo sera. 

— ¿Te gustan?—me arriesgué a preguntar, baje mi cabeza como niña pequeña. Tomo mi mentón y besó ligeramente mis labios.

— No —afirmó—. Dije que no eran fáciles pero no son mi tipo, ellas son cuerpo, caras bonitas y bolsos de Michael Kors. Busco más que simplemente eso.

Sonreí.

— ¿Entonces no te has acostado con ninguna de ellas?

Hizo una mueca de desagrado—. Por desgracia o como quieras llamarlo, sí. Pero es solo sexo, nada que ver una cosa con otra —besó mi cuello y detrás de mi oreja—. Pero debes sentirte privilegiada, estás aqui conmigo, en el lugar donde ninguna otra ha estado.

Cierro los ojos y saber eso de alguna manera me hace feliz. Saber que soy la primera, al menos en algo. Aunque novelas de wattpad siempre me salvan y ya me se algunas técnicas que utilizan los hombres para llevar a las chicas ingenuas a la cama.

— ¿Y yo como sé que no me mientes y dices solo eso para llevarme a la cama?

— Porque no te he mentido y no tengo porque —me dijo dejando una línea de besos desde mi cuello hasta mis pechos—. Y ya te tuve en mi cama, recuerdalo.

Touché.

— ¿Porque yo? ¿Porque no esas cuerpos de barbies con caras bonitas?

— Porque para mi la mente es mucho sensual e interesante que un cuerpo y una cara bonita —expresó ascendiendo a mi boca, besándome. Finalizó el beso, pegó su frente a la mía y añadió—. Además, tú tienes un cuerpo de barbie y una cara bonita, y hasta unos buenos pechos. Eres la combinación perfecta.

Sonrió, y lo vuelvo a besar.

***

Nos encontramos en la cocina-comedor del departamento de Nathan. Melissa y Bambi se despertaron temprano y mandaron a los chicos por comida, ya que según ellas Nathan no tenía nada en su refrigerador mas que cervezas. La chicas hicieron patatas estilo francesa con ketchup... si bueno, ya sabemos que no son buenas cocineras pero comida es comida.

Ellas están sirviendo la soda y abriendo una que otra cerveza para los que quieras, mientras yo sirvo la comida. Los chicos se encuentran hablando entre ellos, hasta que acomodamos todo en la mesa y se disponen a comer gustosamente. 

Me siento frente a Nathan quien a su vez está entre Luca y Connor; Luca... no lo había vuelto a ver ni volví hablar con él desde el día de la carrera donde según Nathan, Luca quería besarme, al principio pense que sería incomodo el estar juntos —nosotros 3 en la misma habitación—, sin embargo no siento tensión entre ellos al contrario se hablan cómodamente, mucho menos hay entre Luca y yo, de hecho una que otra vez me regala una sonrisa tenue y amigable.

Todos comenzamos a comer y hablar entre sí, por mi parte me mantengo callada y solo comiendo, recordando que le dije a mi madre que llegaría temprano, ya es otro día y aún no he llegado. Pero es que ayer cuando estaba por decirle a Heissen que nos fuéramos, Nathan me beso e inmediatamente pense uno de mis dichos favoritos «mas vale pedir perdon, que pedir permiso».

Unas risas me sacaron de mis pensamientos, así que preste atención a la plática. Ladeo y observó a Heissen decirle a Sam

— Las rosas son rojas, los girasoles amarillos y yo solo quiero tirarte un par de ladrillos—todos ríen, incluyendome. Mi mejor amigo es muy bueno con la poesía. 

— Yo, yo quiero intentarlo, tengo un muy bueno —dice Tyler. Enderezandose en su asiento y tomando la mano de Bambi—. Las rosas son rojas, el mar es azul, la miel es dulce como lo eres tu. 

Todos reímos más fuerte y Sam desde el otro lado de la mesa donde se yace sentando, grita—. Nah, ¡cuidado! quiere llevarte a la cama.

Mi mejor amiga finge indignación, suelta su mano del agarre de Tyler y lleva su mano a la boca negando con la cabeza. Posteriormente, se pone de pie, arquea una ceja y dándole palmaditas en su pecho le dice

—Para llevarme a la cama tendrás que hacer algo mucho mejor que esto, campeón, no te equivoques no soy como las niñatas con las que te enrollas. 

— Esa es mi amiga —grito orgullosa y doy unos aplausos. Los demás gritan abucheando a su amigo.

— Okay, Okay—habla Heissen, poniéndose de pie—. Ahora me toca a mi y estas es para ti, baby—indica con su cerveza apuntando a Sam, éste al verlo pone sus codos sobre la misa y le da un sorbo a su cerveza de manera retante.

Heissen carraspea y dice—. Las rosas son rojas y la tierra es marrón, rompe el culo no el corazón.

Sam escupe toda la cerveza y todos rompemos en risas. 

— Que intenso todo esto—dice entre risas Melissa. 

— Muy bueno, venga Melissa, di uno—le anima Luca.

Melissa tira su cabello así atrás y se prepara, todos la miran ávidos

 — Las rosas son rojas, las violetas azules... no la verdad no sé qué decir—indica restándole importancia y llevandose la patata a la boca. 

— No se ustedes pero yo estoy esperando que Nathan le diga uno a Katherine, ¿y ustedes?—pregunta Connor, dándole unas palmadas a Nathan en su espalda.

Nathan me mira pícaro, y los demás gritan cosas alentando. Yo me inclino hacia la mesa, y con una mano cuento el tiempo con mis dedos, mirándolo retante.

Mi chico toma su cerveza y juega con ella, pensando, analizando. Todos están callados esperando que algo salga de sus labios. 

— Las rosas son rojas, el viento se mueve, yo quiero ser tu seis y que tu seas mi nueve—dice al fin. Alza su ceja y hace un ademán suficiente, para después beber su cerveza en un acto egocentrista. 

Todos ríen y le aplauden como si hubiese ganado un campeonato. 

Reposo mi espalda en mi asiento y sonrío negando con la cabeza. Nathan se pone de pie, tomando su plato de patatas y cerveza, me pide que lo siga con un movimiento de cabeza y yo lo hago.

***

Nathan quiso sentarse a comer en la sala, le gusta comer en silencio. Son las 11 de la mañana y le dije que terminando de comer me regresaría a mi casa porque si me demoro mas mi madre se preocupara y me matara. 

Nos encontramos sentados, siendo específica, en el piso de la sala. Para que el centro de mesa nos sirva para poner los platos. Nathan se la pasa sonriendo y contándome cosas de la empresa y otras de las carreras y yo le presto su atención aunque en algunas ocasiones me he desviado pensando que a veces es muy callado y reservado y otras es todo un hablador como un chico alegre. 

Ojalá no tenga un trastorno de personalidad. 

Nathan sigue hablando sobre una válvula de alivio y algo de un turbo de no-se-donde y de quien-sabe-quien. No he prestado mucha atención porque su manera de mover los labios me vuelve loca y el sonido de su voz es como escuchar a Celine Dion cantar en vivo. Exquisitamente perfecto. 

Nuevamente vuelvo a percibir un pequeño acento en sus palabras y antes de que se me olvide y me embobe más, le pregunto

— Perdón que te interrumpa—le digo—. Pero ¿de donde es ese acento que tienes?

Sonríe y niega con su cabeza.

— Pensé que no lo preguntarías. Es francés.

— ¿Eres francés? —le pregunto claramente sorprendida. No me esperaba que Nathan fuese Francés, bueno, realmente no me había pensando en su nacionalidad.

— Si, bueno no, soy británico de nacimiento pero a los pocos meses de nacido, mis padres se mudaron a Francia—me explica. 

Fantástico.

— Ya veo. ¿Y sabes hablar francés?

—Claro, Katherine, aun recuerdo como se habla de idioma con el cual prácticamente crecí—dice llevándose una patata a la boca—. ¿Quieres que te diga algo en francés verdad?

Asiento tontamente con la cabeza.

—Si por favor, dime algo —le pido entusiasmada para después beber de mi soda.

Nathan me mira tranquilo y pensativo, como buscando que decirme.

— Tu es la plus belle fille que j'ai jamais vu—hace una pausa, suspira—. Vous me plais tellement qui me fait peur.

Lo miró atónita 

— La tuya por si acaso—le digo divertida. A lo que me sonríe—. No ya enserio ¿eso qué significa? porque yo solo entendí puros balbuceos.

Suelta una carcajada y traduce

— Que me gustan las patatas fritas con ketchup —levanta su cerveza y dice—. Y tomar cerveza por la mañana.

Después de terminar de desayunar, nos despedimos de los chicos y nos ofrecemos de ir a dejar a Melissa a su casa, ya que su casa queda de paso a la nuestra. Ella acepta y así nos vamos del lugar. Como siempre yo soy la última que Heissen deja, me despido de él y ante de salir de carro, hago lo que es debido.

— ¿Por que te persinas?—me pregunta Heiss

— Para que la fuerza divina me proteja, según iba llegar temprano y ya vez.

— Lo que hace la calentura —chasquea la lengua y niega con su cabeza—. Espero haya valido la pena el acoston. 

— No nos acostamos pero después te cuento—le digo y me bajo del auto, me inclino a la ventanilla y añado—. Lo que si es que valió toda la pena.

Me sonríe y con su mano me da la última señal de despedida, para después poner el carro en marcha e irse.

Miro la puerta de la casa frente a mí e inhalo y exhalo un par de veces. Junto mis manos, entrelazando mis dedos.

— Por favor, por favor, por favor Diosito, que mi madre no me pegue con la chancla.

Y como si fuese una clase de señal, presagio, augurio, profecía o mi mente jugándome una mala pasada. Mis nalgas empiezan arder. 

Pero no, ni madre, ya soy una mujer de 19 años hecha y derecha y a partir de hoy unas cuentas cosas van a cambiar. Por lo que me llamo Katherine Alexis Geisler.

✈ ✈ ✈ ✈ ✈

Karen "Bambi" Veneti:

Nota de autora: La pregunta del capítulo es... 

¿Por que vives? ¿Cual es tu motivación para existir? 

Al final de día, si llegaras a morir sabrías ¿Por qué viviste y por qué moriste?

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