Después de su ruptura con Yoongi, su banda alcanzó la cima en la escala de popularidad y Yein no dejaba de preguntarse si era ella quién lo estuvo reteniendo junto a ella durante todo ese tiempo. Cualquier mención de él se sentía como una pequeña daga directo hacia su corazón. Ni siquiera podía leer las noticias, ya que BTS las había plagado.
A pesar de que trató de romper todos los lazos con Yoongi, odiaba el hecho de que había comprado y escuchado varios de sus álbumes. Ella quería pensar que algunas de las canciones eran sobre ella, pero trataba de no darle muchas vueltas al asunto y hacerse aún más daño.
Y tal vez, no en su momento más orgulloso, pudo haberlo llamado ebria una noche. Moviéndose torpemente entre sus contactos, finalmente encontró lo que había estado buscando: CHICO PARAGUAS.
Pulsó el botón de llamada, y antes de volver a su estado de sobriedad, Yein escuchó y contó los timbres. No sabía si Yoongi seguía teniendo el mismo número, pero estaba borracha y nada de eso importaba.
Uno...
Dos...
Tres...
De pronto, silencio.
Ella parpadeó y arrastró las palabras debido a su estado de embriaguez: — ¿Porrrr qué dejó de ssssonarrrr?
Aún nada.
Su labio inferior tembló.
—Yoongi probablemmmte tiene unuevo... númerrrrro.
Por una extraña razón, comenzó a lamentarse como niña pequeña.
—Y-y-yo te extraño mussssho, Yoongi —hipó entre sollozos—. Te amo musshhho.
Después de eso, se desmayó. Y no supo, hasta la mañana siguiente cuando revisó su historial, que tuvo una llamada de casi seis horas con CHICO PARAGUAS.