Un suspiro y mil disparos | t...

By BeautifulDerangement

55.4K 4.5K 746

Hay miradas que hablan. Y desde el momento en que los ojos de Mickaellie se encontraron con los de Yuu Shiroy... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17 [POV Aoi]
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30 [POV Aoi]
Epílogo

Capítulo 16

1.8K 151 29
By BeautifulDerangement


Me subo a su camioneta porque no quiero que alguien me vea mientras le espeto todo lo que tengo para decirle. Puedo estar arrastrándome por sus huesos, pero estoy tan jodidamente enfadada por lo que hizo en el salón y por haberme echado así de su casa, que no puedo parar de gritar.

—¿Y cómo crees que voy a darte explicaciones si tú no me dejas hablar?

—¡Ahora no quiero tus jodidas explicaciones, Yuu! ¡Ni siquiera sé para qué vine hasta aquí! ¡Estoy enojada contigo por muchas razones, y lo sabes!

Estoy mirando por la ventana, pero sé que está a punto de encender un cigarro, y la verdad que eso logra enojarme aún más. ¿Por qué fuma? ¿No sabe que eso hace mal? 

—Tienes razón —dice y, cómo no, larga el humo cerca de mí—. Me pasé tres pueblos. Lo siento por sacarte así de mi casa, y por llenarte de tareas. Ahora, si estás más calmada...

—¿Y así arreglas tú las cosas? —siseo e intento bajar la ventanilla, frustrándome cuando no lo logro—. ¿Al menos estás considerando la posibilidad de retirar el cuestionario?

Shiroyama niega con la cabeza, y decido que hasta aquí ha llegado nuestra conversación. Le saco el cigarro de la boca mientras abro la puerta y salgo. Lo tiro y lo piso fuerte, apagándolo con toda mi rabia.

—¡Odio esta cosa! ¡Deja de fumar!

—¿Qué haces? —espeta y me mira mal.

—Voy a estar esperando mi cero con muchas ansias —doy un portazo—. Porque ni creas que vas a joderme la semana de exámenes.

Y como la chica madura que creo ser, me retiro.

[ . . . ]

—Hey, Mickaellie.

Me siento incómoda al instante en que escucho su voz. ¿Cómo se supone que tengo que actuar cuando sé que le ha mentido a Yuu (y quizás a otras personas) sobre nosotros?
Kazuki tiene esa cara de que no mataría ni una mosca en su vida, por lo que me cuesta creer que es la misma persona que miente a mis espaldas.
Le doy una sonrisa forzada y vuelvo la mirada hacia el pilar de libros que tengo frente a mí. Me siento patética por varias razones, aunque una en particular me hace sentir la más estúpida del mundo: Estoy en la jodida biblioteca buscando libros para comenzar a completar el cuestionario.

—Hola, Kazuki —respondo.

—¿Estás buscando algo en particular?

—Umm... No —miento—. Estoy mirando, sólo eso.

—¿Puedo recomendarte uno?

Asiento porque no sé qué más hacer. ¿Debería decirle que estoy molesta por haber dicho que tuvimos una cita? No tengo idea de cómo sacar el tema sin parecer una rencorosa.

Él busca entre los diferentes títulos y toma uno con una sonrisa.

—¿Astrología? —pregunta interesado.

—No creo en esas cosas, ¿sabes?

Kazuki deja el libro en mis manos y me arrastra a una de las mesas mientras intenta convencerme de que la astrología es algo maravilloso. Se sienta a mi lado y lee algo acerca de las cartas del Tarot y el destino. No me interesa en absoluto lo que dice hasta que comienza a contarme acerca de su madre, ya muerta, y una astróloga que le leía la mano. Dice que la astróloga adivinó que él sería un varón, y que su madre iba a morir en el parto. No ahonda demasiado en el tema, y yo tampoco me animo a preguntar; el dolor en su voz me silencia.

—¿Crees en el destino, Mickaellie? ¿Que ya está escrito o algo así?

—No lo sé. ¿Tú crees?

—Sí —responde como si fuese obvio—. Todos estamos destinados a algo. Hay sucesos que marcan nuestra existencia, y ellos nos guían a lo largo del destino que nos toca. ¿Entiendes lo que quiero decir?

Asiento. Claro que lo entiendo.

¿Estaba yo destinada a vivir todo ese infierno cuando era pequeña, sólo para encontrarme con Yuu en el presente? Es decir, si mi padre no hubiese matado a mi tía y si yo no hubiese presenciado aquello... ¿Habría posibilidad alguna de cruzarme a Yuu en el camino? ¿O él sería parte de mi destino de alguna u otra manera? ¿Será él parte de mi futuro?
Las preguntas llegan como una cascada, me empapo de ellas. Y, aunque quiero lanzar lejos mis pensamientos, ahora no puedo. ¿Tenemos alguna posibilidad de elegir el camino? Como un videojuego, un famoso Elige Tu Destino...

¿Cómo hubiese sido mi vida si, por ejemplo, hubiese decidido jugar en la PlayStation con Reita en lugar de las escondidas? ¿Mi padre hubiese matado a mi tía de todas formas, por esa razón que aún desconozco? ¿Y si nunca nos hubiésemos mudado a Francia?
Cierro los ojos para no pensar en ello. No necesito cuestionarlo todo. «Las cosas pasan por algo», diría mi madre. ¿Qué hago aquí, en medio de la biblioteca, reflexionando acerca de todo esto?

No me doy cuenta que tengo los ojos cerrados hasta que los abro y me enfoco en el libro.

—He estado pensando mucho —dice Kazuki en voz baja—. Si no hubiese visto ese libro horrible cayendo de tu mochila, probablemente no estaríamos aquí hablando. O tal vez sí —se corrige y encoge de hombros con una sonrisa.

Le sonrío débilmente. Aquello también es cierto.

—¿Puedo llevarlo a casa? —pregunto cerrando el libro—. Te lo devolveré cuando lo termine, lo prometo.

Asiente y se lo lleva al mostrador. Le pone una etiqueta con un código de barras en el interior y lo pasa por una máquina. El aparato hace un pitido y él me lo coloca en la mochila, negando cuando quiero pagar el alquiler del libro.

—Está a tu nombre. Puedes devolverlo cuando quieras —dice con una sonrisa—. Espero no te haya aburrido con las tonterías que conté.

—Para nada —respondo—. He pasado un buen rato, en verdad te lo agradezco. Eh... Tengo que irme a casa.

Me acompaña a la salida, y aunque aún no ha oscurecido del todo, debo llegar a casa rápido y prepararme para esta noche. ¡Voy a tomarme hasta el agua del florero! ¡Fiesta!

—¿Estás ocupada esta noche? —pregunta casualmente.

—Sí —miento—. Tú sabes, la próxima semana hay exámenes y debo estudiar.

—Suerte con ello —desea acomodando sus finos lentes—. Nos veremos en cualquier momento, Mickaellie.

Lo saludo y me voy rápido. Cuando llego a casa, me doy un largo baño y me acicalo para salir, sintiéndome una pequeña chica sexy envuelta en un vestido negro. Odio los vestidos, pero esta ocasión es especial y la prenda me queda linda; además no habrá compañeros ni conocidos del instituto pululando por ahí, fijándose en mi cuerpo o mi ropa.
Me siento extrañamente incómoda, como si hubiesen dos manos invisibles sosteniendo mis muñecas y el viento susurrando que me quede en casa. Algo pesa en mi pecho, y asocio aquella sensación con la decepción de saber que esta noche no habrá acción caliente y desenfrenada con cierto profesor.

¿Y si lo llamo por teléfono y le digo que estoy apretada en un vestido a punto de salir? ¿Vendría por mí para pasar la noche juntos en el bar? ¿O me pediría que me quede en casa hablando con él hasta el amanecer? ¿Me cortaría? ¿Me atendería siquiera?
Me grito mentalmente algo como «¡Estás enojada con él!», así que decido no cometer ninguna estupidez, dejo el teléfono en mi cartera y bajo las escaleras cuando suena el claxon del coche de Uruha.

[ . . . ]

Uruha y Ruki hacen chistes sobre instrumentos, algo que no logro entender, sin embargo me río con ellos. Ruki va al lado del alto que conduce y yo voy detrás, sintiendo el espacio un poco vacío. Reita debería estar aquí, pero tiene práctica de fútbol muy temprano y no puede beber, por lo que nos rechazó la invitación.
Decidimos no decirle a Yuu que se nos una porque estamos demasiado cabreados por todo lo que hizo en este último tiempo.

¿Por qué vuelvo a pensar en él? Joder, no puedo estar tan tentada de escribirle e invitarle. Quiero pasar un buen momento con Yuu y olvidar que estamos disgustados, pero como eso no va a pasar, me resigno a mirar por la ventana hasta que llegamos al Moonshine Disco. Es un bar, con mesas y toda la cosa; también tiene una pista de baile enorme y parece lujoso. Me encanta.

Ruki reservó una mesa, por lo que nos quedamos un buen rato allí bebiendo y hablando de trivialidades. Pido un daiquiri y me río en el instante en que Ruki arruga la nariz al grito de "¡Odio las fresas!".
Unas copas más tarde, Uruha nos arrastra hacia la pista y nos perdemos entre la gente mientras la música electrónica nos envuelve. Cuando veo a ambos bailando y hablando a la vez, aprovecho para escabullirme y volver a la mesa a descansar, pidiendo en el camino dos chupitos de tequila, los cuales me tomo sin miramientos.

Un poquito mareada y con el subidón de valentía, cojo el teléfono y decido que es un buen momento para hacer alguna estupidez. Es ahora o nunca, tengo que hacerlo.
La línea hace su sonido característico, y lo oigo a pesar del sonido que está para romper tímpanos.

—¿Mickaellie?

—Hola, Yuu.

—¿Qué es ese ruido? —pregunta, probablemente ha oído la música—. ¿Sabes la hora que es?

Como no oigo bien, salgo afuera y me siento debajo de una columna, en la oscuridad.

—Mickaellie, ¿dónde estás?

—En un bar —respondo—. Ahora estoy afuera. Salí a tomar aire.

—¿Qué haces en un bar? ¿Estás sola?

—Con Ruki y Uruha —digo y me miro las uñas—. La verdad es que estuve pensando en ti.

—¿De verdad?

Asiento, aunque me doy cuenta que no puede verme, así que le digo que sí y lo escucho suspirar; entonces me pregunta si tomé algo.

—Estoy un poco borracha —admito—. Y tengo calor.

—No bebas demasiado, por favor.

Asiento otra vez y la línea queda en silencio. Tengo tantas cosas que decirle...

—¿Cómo hago para soportarlo? —pregunto y cierro los ojos, maravillada con la frialdad de la pared en mi espalda.

—¿Soportar qué?

—Mis recuerdos —susurro.

—¿A qué te refieres?

—Te recuerdo —admito nuevamente y muerdo mis labios, para luego dejar que las palabras broten de mi boca sin filtro—. Recuerdo tus besos y tus manos en mí. Es insoportable, casi doloroso, Yuu. Estoy molesta contigo y sin embargo te cuelas en mi mente a cada minuto.

—Mickaellie...

—No me importa si no eres mío en exclusividad. No me importan las demás mujeres con las que estás, sólo quiero que me mires como lo haces siempre. En tus ojos parezco especial. Haces que olvide mis complejos e imperfecciones —digo sintiendo las lágrimas quemar mis ojos—. Olvido mi pasado y el sufrimiento.

El silencio del otro lado de la línea me tortura.

—Se siente exactamente igual cuando me miras, Mickaellie —responde por fin, y detecto algo en su voz quebrada que no logro descifrar—. Haces que olvide quién soy realmente... Me haces sentir que a tu lado puedo superarlo todo, que puedo luchar contra el mundo por ti. Tú ves mis imperfecciones y no te asustas de ellas, me ayudas a reconocerlas y a ser alguien mejor, y eso es muy valioso para mí.

—¿Te he dicho ya lo mucho que te quiero?

—Sí —susurra—. Y quiero que sepas que también te lo he dicho, en cada uno de nuestros besos.

Miro el cielo oscuro y estrellado, absorbiendo sus palabras que suenan tan sinceras y sentidas. Quiero abrazarlo, escapar lejos para que absolutamente nadie nos encuentre; quiero ser feliz con él sin importar todas las oposiciones que hay entre nosotros.

—Tengo tantas preguntas que hacerte, Yuu —digo en voz baja—. Quiero saber de ti.

—Estoy asustado —admite—. Si te cuento todo sobre mí, ¿te quedarías sin importar qué?

—Sin lugar a dudas. Lo haría.

—Entonces estoy dispuesto a hablar contigo —dice con determinación—. Pasaré por ti, dormirás abrazada a mí, y por la mañana te contaré toda la verdad.

Suspiro y largo todo el aire que estaba conteniendo. Está decidido a contármelo, a sincerarse de una vez por todas, y no puedo estar más feliz por ello. Quiero que abra su corazón, para así poder comprender y ayudarle.
Voy a pisar otra vez ese terreno desconocido, y por alguna razón me siento temerosa de ello. Estoy segura que habrán partes dolorosas, y tengo que ser fuerte para afrontarlas.

—Estoy en el Moonshine —susurro, tímida.

—Bien. Espérame dentro, ¿de acuerdo?

—Llevo un vestido negro —respondo y me doy cuenta que le estoy dando una referencia bastante tonta.

—Podría reconocerte incluso si llevaras una peluca y anteojos oscuros. Tienes esa manía de sentarte a tomar Daiquiris como ninguna.

Aquello me roba una sonrisa.

—¿Está usted sonriendo, señorita Takarai? —adivina—. Te veo en un rato.

—Nos vemos.

Entro inmediatamente al bar. Me siento en un taburete y me pido un Daiquiri, tal y como él lo dijo. Busco con la mirada a mis amigos y necesito encontrarlos para avisar que voy a irme con Yuu, pero como no los encuentro, me pido otra bebida. Un camarero pasa por mi lado y me deja una copa.

—Un obsequio de la casa —dice amablemente—. Que lo disfrute.

—¡Gracias!

Feliz, me bebo otro delicioso daiquiri de fresa. Estoy esperando a Yuu cuando me doy cuenta que no me he retocado el maquillaje. Seguro estoy hecha un payaso, y no quiero que se asuste por lo horrible que debo verme después de haber bailado y sudado, así que me levanto y me encamino al tocador.

Me sostengo en la pared, mareada a más no poder, y siento náuseas fuertes. Llego a tiempo al lavabo, y es allí donde vomito. Una chica de la limpieza me ayuda y me sostiene mientras le devuelvo al mundo todo lo que he consumido.
Me enjuago la boca como puedo y me miro al espejo. Está todo borroso y me cuesta enfocarme. El perfume frutal de la chica que me sostiene me hace mal, vuelven las arcadas y ahí voy otra vez.

De un momento a otro, el mareo se vuelve insoportable.

Y siento el impacto de mi cuerpo contra el suelo.

[ . . . ]

El ruido de un teléfono me devuelve a la realidad. No veo nada más que oscuridad, pero oigo el maldito tintineo del aparato. Es insoportable.
Cuando intento mover la cabeza, un dolor profundo y agudo me atraviesa la columna. ¿Por qué no puedo ver?
Mis brazos están inmóviles, entumecidos. Me balanceo hacia adelante y una horrible punzada me castiga las muñecas, enviando una ola de dolor por la extensión de mis brazos. Sé que me encuentro sentada porque la madera se clava en mi espalda, pero no sé qué carajos está pasando. Es como si tuviese cosas en mi cuerpo que me impiden moverme y, además, duelen.
Comienzo a aterrorizarme. Quiero hablar, pero entonces me percato que llevo algo en la boca que me silencia. Joder, no.

No puede estar pasando lo que me imagino.

¿Qué demonios?

—Ya despertó —anuncia una mujer.

—Tenemos a la chica. Si no nos das los cuarenta mil dólares, esta perra tendrá el mismo jodido final que Akane, Yuu... ¿Lo entiendes? —dice una voz masculina y hace una pausa—. ¡Pues claro que la tengo, idiota!

Siento que me arranca la cosa que llevo en la boca y me acerca el teléfono a la oreja. Supongo que quiere que hable, pero la realidad es que tengo la garganta seca y me duele horrores, por lo que carraspeo varias veces.

—Habla, maldita sea.

—¿Yuu? —susurro—. No sé... ¿Qué pasó?

—Tranquila, Mickaellie —dice con desesperación—. Juro que te sacaré de allí, sólo haz lo que ellos te pidan.

—Estoy asustada.

Recibo un golpe en mi rostro. Fuerte, contundente y directo. No sé de qué lado ha venido, pero me dio completamente en toda la cara y me ha hecho levantar la cabeza de un tirón. Siento dolor por todas partes y no puedo evitar llorar y gritar.

—Dame ese aparato —dice la mujer—. Escúchame. Vas a traerme unos jodidos cuarenta mil y libero a tu nueva perrita, ¿de acuerdo, Aoi? —hace una pausa, y luego grita:— ¡Desde que tienes a esta nueva putita, no haces bien tu trabajo, maldito perdedor! ¡Las ganancias bajaron y tienes que reponer lo perdido!... ¿Que no la golpee? ¡Voy a arrancarle los ojos y te los haré tragar si es necesario!

Luego el silencio inunda el espacio. Me quedo lo más inmóvil que puedo, temblando y lloriqueando involuntariamente. No entiendo absolutamente nada, pero si de algo estoy segura, es que Yuu está metido en algo muy turbio y ahora estoy pagando las consecuencias de algo que no tengo idea qué es. Demonios, ¿a esto se refería cada vez que decía que era peligroso?

El olor del ambiente es una mezcla de madera, pintura y algo que no llego a reconocer. El humo de un cigarro me llega a la nariz y me esfuerzo por no toser. No se oye más que mi respiración agitada y los grillos, por lo que puedo deducir que aún es de madrugada.

—Sin duda eres de lo más linda —dice la mujer, asustándome—. Apuesto que Yuu te prometió mucha mierda romántica... Eres una imbécil, ¿lo sabes? La última zorra a la que Yuu le prometió amor eterno acabó con los brazos y piernas repartidos en bolsas, si tú me comprendes.

—¿Por qué estoy aquí? ¿Qué demonios quieres de mí?

—¡Ya cállate, niñita! —grita.

Al instante vuelvo a estar amordazada y las lágrimas brotan de mis ojos y me queman las mejillas. Recibo otros golpes por no poder parar de llorar, y aunque duelen, ya no me importa. Ya no siento mi cuerpo, sólo necesito salir de aquí.
Intento aclarar mis pensamientos y recordar cómo llegué aquí. Por más que quiera, no puedo. Sé que estaba en el bar tomando un daiquiri, y luego me sentí mal, fui al tocador, vomité y caí.

Lo demás, ni idea.

Me duele tanto la cabeza que no puedo ni pensar. Ya nada de eso importa, sólo quiero que alguien me salve de mi destino.

Continue Reading

You'll Also Like

134K 4.7K 85
Luego de que Julie y Matt finalmente formalizan su relación, el destino se encarga de intentar separarlos. Viejos rivales y nuevos enemigos surgen a...
5.7K 511 33
Sonic the Hedgehog, es el héroe de la hermosa ciudad de París, y donde varias veces el amor lo ha decepcionado. En esta ocasión, la llegada del festi...
458K 46.7K 117
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
793 51 1
Kyle sabe que debe dejar de arrastrarse por un amor no correspondido, pero es mas fácil pensarlo que hacerlo.