DRAC© [1] ✔

Von LuisianaVons

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Si la vida te da una segunda oportunidad, más te vale aprovecharla. Cada cosa que hacemos en esta vida ti... Mehr

DRAC
R E P A R T O
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
Epílogo
Nota Final del AUTOR
¡Segunda Parte disponible! DOMINIK

CAPÍTULO 25

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Von LuisianaVons

DRAC©
Capítulo 25

AMBER SULLIVAN

Coloqué un vestido sobre la cama mientras Barbara colocaba otros sobre los sillones ya que no quedaba más espacio para colocarlos. No entendía como ésta chica tenía tanta ropa. Yo era más como de caricaturas, la misma ropa en todos los episodios.

—Entonces, ¿me vas a decir quién es el afortunado que te ha invitado a salir?—inquirió Barbara colocando sus manos sobre sus caderas.

Sabía que si le decía a Barbara que Drac me había invitado a salir se pondría como loca, me castraría y luego me encerraría en una habitación a repetir plegarias.

—No. Sólo te diré que saldré con alguien.

Barbara juntó sus labios y negó con su cabeza en modo de desaprobación.

—Espero que no sea con el criminal ese.

Mordí mis labios mientras elegía uno de los vestidos. Después de un largo rato finalmente me decidí por unos shorts cortos y un sweater beige, no sabía a dónde me llevaría así que prefería ir preparada, me coloqué mis deportivos y dejé mi cabello suelto. Barbara se había ido hace unos minutos así que estaba en completa libertad. Me senté en el sofá mientras sentía como corazón golpeaba en mi pecho, estaba nerviosa, eso era un hecho innegable.

El timbre sonó, me levanté deprisa y abrí, sus claveles celestes me observaron de pies a cabeza. El vestía un sweater gris junto con unos pantalones negros de esos que suele llevar, olía a limpio combinado con perfume masculino.

—¿Puedo pasar?—inquirió de repente.

Asentí con torpeza y cerré la puerta mientras el caminaba con confianza dentro de mi apartamento. Se detuvo frente a mi habitación, la cual estaba hecha un completo desastre.

—Creo que estabas algo indecisa sobre que ponerte—murmuró burlón.

—No soy yo, es mi amiga.

El asintió con su cabeza y se acercó hasta mi cuerpo, envolvió sus brazos en mi cintura y depositó un beso sobre mi frente.
—Uses lo que uses siempre te verás hermosa, nena—susurró en mi oído.

Sentí como mi rostro se calentaba y me sentía una pequeña hormonal por permitir que sus palabras tuvieran tanto efecto en mí.

—Venga, vámonos.

Salimos del apartamento, me sentía extraña junto a èl, era la primera vez que salíamos juntos, al menos como personas normales, las otras veces habían sido involuntariamente. Su motocicleta estaba afuera del edificio.

—Espero que no le sigas teniendo miedo a éstas cosas.

Tomé la delantera y me subí a la motocicleta con firmeza, debía mostrarme segura de mi misma, solo recibí una sonrisa de su parte, se subió adelante de mi y encendió la moto acompañado de un fuerte rugir.

—Veamos que tanto puedes soportarlo—aseveró antes de poner en marcha la motocicleta.

Los faroles que adornaban las frías calles centellaban, la brisa rugía contra mi rostro y leves espamos me recorrían el cuerpo. Mis manos se aferraron a la estrecha cintura del joven frente a mi, mientras mayor era la velocidad mayor era la presión en mis manos, acuné mi rostro sobre su espalda hasta que la motocicleta se detuvo frente a una gasolinera.

—Te mostraré un poco más de mí—murmuró bajándose de la motocicleta.

Me apresuré en bajarme de ésta también, dejamos la Harley estacionada frente a la gasolinera y caminamos hasta la pequeña tienda, la cual yacía cerrada. Drac observó a través del cristal y rebuscó algo entre los materos que se encontraban frente a esta, de la cuál sacó una llave. Lo observé horrorizada.

—Vamos, Sullivan—me tomó de las manos—Conozco al dueño, tengo un pequeño almacén justo aquí.

Imaginé las cosas que podría tener en un almacén, en una tienda de gasolinera abandonada en una carretera desierta, las imágenes no eran nada agradables. Decidí apaciguar mis pensamientos y entrar a la tienda. Drac tomó una bolsa de golosinas y la abrió, caminó con ella hasta que su cuerpo se detuvo frente a una puerta.

—Espera aquí.

Asentí incómoda, observando el lugar, parecía una tienda normal no un lugar donde un psicópata traería sus cadáveres sin vida.

Deja de ver American Horror Story, te estás volviendo paranoica.

¿Quién puede culparme?

Tate es perfecto.

—¿Qué haces?—su voz me hizo dar un leve salto.

—Nada, sólo veía las cosas y ya.

El asintió mientras colgaba un pequeño bolso negro en su hombro. Caminó hasta la salida y me guió a través de la oscuridad hasta quién sabe dónde.

—¿Falta mucho?. No creo que pueda seguir caminando.

—Si eres obstinada, Sullivan—se giró y empezó a caminar en reverso—Eso me agrada. Pero ya hemos llegado.

Drac abrió el bolso y sacó de éste un arma. Mis ojos se abrieron como platos y estuve a punto de gritar.

—Shh...calma,  Sullivan. No es lo que piensas.

—¿Entonces?

Drac esbozó una sonrisa ladina que apenas mostraba sus perfectos dientes de colgate luminous white. Y acarició el revólver que yacía entre sus manos.

—¿Dijiste que querías saber más de mí, no?

—Si pero...

—Te estoy mostrando una parte de mí—se sentó en el césped y palmeó su costado para que me sentara—Desde pequeño siempre escapaba de casa, mis padres tenían muchas peleas entre ellos, mi hermana era mas fuerte que yo en ese caso, un día, escapé de casa y corrí, corrí hasta que mis pulmones suplicaron por un merecido descanso. Cuando me dí cuenta estaba muy lejos de casa, me había perdido en un bosque desierto, unos ruidos golpeaban mi cerebro, disparos, busqué la fuente de ese sonido y ví a un hombre con un revólver entre sus manos, él lucía agitado aún así me acerqué al hombre, debo admitir que tenía mucho coraje, pues ni lo conocía. El hombre me dijo que disparaba a unos objetivos terrenales que el mismo hacía, cada disparo era un peso menos de encima, un día decidí hacerlo, me sentí tan bien que desde entonces se convirtió en un hobby para mí—observó mis ojos, sus orbes celestes centellaban y no podía evitar imaginarme a ese pequeño niño víctima de tantos actos que un niño no merece presenciar.

—¿Por qué te gusta hacer esto?

El se encogió de hombros.

—Es relajante. Venga, Sullivan, inténtalo.

Drac tomó el revólver entre sus dedos y lo sujetó con fuerza, disparó, una y otra vez haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.

—Inténtalo—su mano tomó la mía con fuerza, acercándome más a él, colocó el arma en mí cintura y besó mis labios con delicadeza.

Tomé el arma insegura de lo siguiente que haría. Sus manos apretaron mis hombros.

—Solo aprieta el gatillo, no tiembles—murmuró en mi oído haciendo que los vellos de mi piel se erizaran.

Tu puedes.

Disparé.

Fallé.

—Vamos, Sullivan.

Respiré profundo llenando todo mis pulmones de aire y disparé.

Fallé nuevamente.

—No puedo, Drac—lo observé, pero el besó mis labios y apretó mis manos.

—Claro que puedes.

Disparé.

Un pequeño pájaro cayó frente a nuestros ojos. Su pequeño cuerpo se empapaba de sangre, mis manos y mi cuerpo entero temblaban a causa de la adrenalina, unas cuantas lágrimas empezaron a salir.

—¡Oh, dios mío!—cubrí mi boca con las palmas de mis manos, observando al pájaro—Lo maté.

—Así es. No fue tan malo.

Lo miré incrédula.

—¿No fue tan malo?—exclamé irónica—Eres un jodido enfermo. ¿Cómo puedes hacer éstas cosas y no sentir culpa?

Drac apretó sus dientes y bajó el arma, sentándose en el césped.

—Yo no puedo sentir culpa, Sullivan. Me ha tocado vivir tantas cosas que el remordimiento no es una opción.
—¿Qué cosas, Drac?—el continuó en silencio—¡Jamás podré entenderte si no me dices la verdad!

—¡No puedo, maldita sea!—me gritó—Ni yo mismo se la verdad—sus ojos me observaron con oscuridad y vacíos—Solo se que un día desperté y ya nada era igual, unos malditos oficiales de mierda se burlaron y me dijeron que yo había asesinado a mi familia. Sullivan...—cerró sus ojos aturdido—...he hecho muchas cosas, pero yo se que no sería capaz de dañar a mi familia.

Me senté a su lado con el corazón arrugado, quería llorar, hablaba como si estuviese en una tormenta dentro de él, coloqué mi cabeza en su hombro y tomé su mano.

—Lose, Drac. Te creo.

—¿Me crees?—sus ojos se iluminaron como si en verdad le alegrara saber que le creo.

—Si, te creo.

Sus labios besaron los míos con fuerza, mientras me colocaba sobre su regazo, sus besos eran como la droga más fuerte del mundo, sus manos tomaron mi cintura apretandome contra su cuerpo. Sentía ese dicho que las personas suelen decir, las mariposas, pero no eran mariposas, eran leones hambrientos. Sus manos recorrieron mi espalda, mientras cada roce enviaba corrientes eléctricas a través de mi cuerpo. Me volvía loca la manera en la que sus suaves labios se movían con rudeza sobre los míos.

—Yo...

—Sh...

Sus manos desabrocharon el botón de mi short mientras los suaves roces de su lengua me desquiciaban, quería sentirme más cerca de él, su cuerpo quedó encima del mío, mientras sus suaves labios viajaban hacia mi clavícula.

—¿Quieres que me detenga?—me observó a los ojos mientras su pecho subía y bajaba con rapidez.

—No.

Drac esbozó una sonrisa, besó mis labios con delicadeza y luego se adentró en mi, su cuerpo y el mío eran uno sólo, sin barreras que nos separaran, agradecía al cielo usar pastillas desde joven para regular el período, de algo sirvieron las muy malditas. Su cuerpo se apretaba contra el mío, no era el dolor de muerte que suelen describir en los libros, en vida real duele muchísimo más, pero el dolor es apaciguado por el placer.

...

—¿Dolió?—inquirió mientras apoyaba su cabeza sobre su mano.

—No tanto.

—Ya sabes, suelen decir que la primera vez duele—una sonrisa yacía en su rostro.

—Estoy bien, Drac—arreglé mi cabello con mis manos y luego me senté con las piernas cruzadas sobre el césped—Háblame sobre tus padres.

Su cuerpo se sentó frente a mí mientras sus dedos jugaban con la el césped creciente.

—¿Qué quieres saber?

—¿Te llevabas bien con ellos?

El asintió con su cabeza, lucía como un niño perdido en un mundo dentro de sí mismo.

—No lo se, no lo recuerdo bien, mamá era una enfermera que trabajaba día y noche mientras que papá se perdía durante días y noches, una noche papá llegó ebrio a la casa, yo jugaba con un pequeño carro de juguete cuando sentí un azote de su parte—cerró sus ojos con fuerza—mamá intentaba meterse, intentaba defenderme, pero sólo logró que el la lastimara, papá la empujó tan fuerte que golpeó su cabeza contra el suelo—su voz sonaba con mucho odio, aún así parecía recordar cada palabra de lo que decía—Intenté hacer algo pero no lo logré. Mamá estuvo en el hospital durante días, me sentía en verdad culpable por lo que había acontecido, aún así no fuí capaz de dañar a mi padre. Se que no sería capaz de eso. Lo se, Sullivan.

—Te entiendo—solté un suspiro mientras la imágen de mamá venía a mi cabeza—Mi madre siempre me ha rechazado, jamás he entendido la razón, se que mi padre la odiaba.

—La vida es muy corta para sufrir, Sullivan.

—Lo sé.

—El juicio será muy pronto—murmuró con los dientes apretados.

—Lo se—tomé sus manos—pero no pienso dejar que mi madre te hunda en ese infierno, Drac.

—No podrás evitarlo, si tu madre consigue todas las pruebas suficientes iré a prisión por el resto de mi vida.

—No...no voy a dejar que pase, tu no mereces ir a ese lugar.

Drac dejó salir un suspiro hasta que sus grandes orbes celestes se fijaron en los míos.

—Antes le temía a ese lugar, pero ya no estoy tan seguro—acercó su cuerpo al mío y tomó mis manos entre las suyas—Prométeme que si llega a pasar, te olvidarás de mi y seguirás con tu vida.

Negué con mi cabeza, a pesar de todas las atrocidades que el ha cometido o el hecho que dentro de mí sabía perfectamente que el no era inocente de varias muertes, sabía que nada de lo que Drac era en éste instante era su culpa. El había tenido que lidiar con muchas cosas que dejarían boquiabiertos a los demás si se entararan. Pero es más sencillo señalar.

—Es tarde, deberíamos irnos.

...

—¿Estarás bien?—le pregunté antes de bajarme de la motocicleta.

—Mejor que nunca, nena—besó mis labios con dulzura—Dulce sueños.

Besé su mejilla y corrí hasta adentro del edificio, subí las escaleras a toda prisa, abrí la puerta y solté un suspiro. Había sido la mejor noche de mi vida. Sentía como mi corazón se aceleraba cuando me besaba, era algo que jamás había sentido.

—Veo que estás muy felíz.

Dí un salto al escuchar a mamá, ella estaba sentada en el sofá con una copa de vino entre sus manos.

—Ese criminal es muy inteligente pero tu eres una idiota—soltó una carcajada que me erizó la piel—¿Es que acaso no te das cuenta de que te está usando para que no testifiques en su contra?

—Eso no es cierto—repliqué dejando mi bolso sobre el mesón.

—¿Qué sucede contigo, Amberlee?—inquirió con severidad mientras se levantaba del sofá—¿Crees que ese criminal se ha enamorado de tí? ¿crees que te ama? ¿eso te ha dicho?

—¡Ya basta!

Mamá negó con su cabeza y esbozó una sonrisa cargada de maldad.

—No seas tonta, él es un asesino, tu eres una pobre chica insegura y por eso se aprovecha de ti—aseveró con la copa entre sus manos—Las personas no cambian de la noche a la mañana, Amber.

—El no es así—aseguré.

—¡Vaya! Te tiene más perdida de lo que pensé—soltó una risa—¡Así son las cosas, Amber!. Ese asesino con el que te revuelcas asesinó a Robert. Asesinó a tu padre, ¿cómo puedes ser tan cínica?

—¿Cínica yo?—tragué grueso—Yo no fui la perra que engañó a mi padre con su mejor amigo.

—¿Cómo te atreves a llamarme de esa manera?—su mano impactó contra mi mejilla haciendo que unas cuantas lágrimas se aflojaran—Ten claro que nada de lo que hagas va a impedirme que ese maldito psicópata se pudra en el maldito infierno.

—Ya veremos.

No podía dejar que mamá se saliera con la suya. No podía permitir que Drac fuera a prisión.

DRAC

Derek yacía afuera de mi edificio fumando un cigarrillo. Estacioné mi motocicleta y bajé de ella.

—¿Qué diablos haces aquí, hermano?—le pregunté, debía estar en un estado de nerviosismo extremo pues, Derek había dejado de fumar desde que secuestraron a su hermana—¿Desde cuando has empezado a fumar?

Sus ojos grises se fijaron en los míos, lucía en realidad preocupado.

—Me estás asustando. ¿Qué sucedió?

—No es seguro hablar aquí afuera—observó hacia los lados y me empujó hasta adentro del edificio.

Cuando llegamos al apartamento, cerró la puerta a sus espaldas. Se acercó al estante en donde guardaba algunas botellas de alcohol y saco dos copas, sirvió hielo y después el líquido de una de éstas.

—Derek deja de joderme.

Cuando terminó de servir las copas, se acercó hasta a mi y me dió una. Derek se bebió su copa de un solo trago, sacudió su cabeza y soltó un suspiro.

—Tómatelo.

Me incliné y dejé el vaso sobre la mesa de centro.

—Habla de una maldita vez.

—Drac...yo se que tu vida ha sido difícil, has vivido mierdas todo este tiempo, fuiste preso y...

—Ve al punto, Derek.

Derek dejó salir un suspiro.

—Tenías razón Drac. Tu no asesinaste a tu familia—dictaminó.

Achiqué los ojos y apreté mis labios.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque se quien fue la persona que provocó el incendio esa noche.


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