Toda buena historia comienza con un Erase una vez...y esta no será la excepción...
Erase una vez una niña, pequeña, bueno... No tanto, una adolescente, dejemosla así... Erase una vez una adolescente amante de las muñecas, tenía de todo tipo, pelirrojas, rubias, castañas, de pelo negro, ojos rasgados, muy grandes, intermedios. De porcelana, plástico, trapo, de las más baratas a las más caras y de colección.
Ella era muy, muy, pero muy floja, odiaba, y al decir odiaba, es por que de verdad ¡odiaba Hacer su tarea!
La niña rezaba por que alguna de sus muñecas cobrara vida e hiciera sus quehaceres, hasta que una vez sus plegarias fueron escuchadas...
Un día, una pequeña muñequita, de esas chinas, que van de la más grande a las mas chicas, cobro vida, y en un momento de mayor flojera por parte de la niña, se dio a conocer, se presentó. Le dijo su nombre "María" y le dijo que le ayudaría a lo que ella desease, y así fue, la muñequita se puso a trabajar y a trabajar, y cuando por fin terminó, observó a la niña jugando con sus demás muñecas, María al ver esto solo sonrió...
Al cabo de unas horas, la niña se alisto para dormir, y en la noche, ocurrió algo, que si no hubiera visto yo, la narradora de este cuento, NADIE hubiera creído, María creció 1 centímetro más y mágicamente la niña disminuyó otro, María al sentir esto, sonrió victoriosamente y se poso sobre la mesita de noche de la niña.
Pasaron los dias de esa manera, María ya no era mas pequeña, iba a la escuela por la niña y además ya media 1 metro, y la niña, que era adolescente, ahora parecía un niño pequeño, solo media 65 centímetros.
Cuando María ya media 1 metro con 65 centímetros, tomó forma humana y la niña se convirtió en muñeca china.