RETROSPIRAL © (Terminada) ( #...

By rosalinagmoya

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*Ganadora de los Wattys 2018 en la categoría "Los Héroes"* Por accidente, Zaid descubre una espiral que lo tr... More

*
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 | Cristal
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 (borrador)
Epílogo
¡Aviso!
Agradecimientos
¡Wattys 2018!
¡Wattys 2018! [-Parte 2-]
¡Premios PGP2021!

Capítulo 25

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By rosalinagmoya

18 de Mayo de 2021

—¡No puedes estar hablando en serio! —Patricia le gritó a su hermano con desdén.

El Zaid de cuarenta y cuatro años la miró con severidad.

Se encontraban en la casa abandonada, trazando su siguiente plan. Pasaban de las ocho y media de la noche.

Acababa de contarles a Patricia, Francisco y Sanja sobre su decisión de volver a la horca.

—No te estoy preguntando —respondió con los dientes apretados.

—¡Pero si acabas de llegar! —gimoteó Pato— ¡No es justo!

Comenzó a perder la máscara de pestañas cuando empezó a llorar.

Zaid suspiró, ya no recordaba que su hermana fuera tan sentimental.

—He pensado mucho sobre lo que dijiste, Patricia. No puedo dejar cabos sueltos, no puedo ser yo quien vaya y le advierta a mi yo más joven, que debe viajar antes de que Sir Payne lo descubra. Eso les toca a ustedes. Yo debo morir para que mi yo más joven nunca llegue a la situación en la que yo estoy.

—Debe haber alguna otra forma, Zaid —añadió Francisco frunciendo el entrecejo.

—¿No se dan cuenta de que yo estaré bien si ustedes me salvan cuando era joven? —Señaló alzando los brazos— ¡Si lo hacen, no tendré que ir nunca a la horca!

Sanja, quien como siempre estaba analizando fríamente la situación, al fin habló.

—Zaid tiene razón, lo que dice tiene sentido —ellos la miraron como si se hubiera vuelto loca, pero ella los ignoró—. Él ya está jugándosela muy duro al estar cambiando cosas en el pasado, tenemos que ayudarlo a que lo logre.

—¡Cállate, Sanja, lo estás arruinando todo! —gritó la morena apretando los puños.

—¡Hey, cálmate, Patricia! —dijo Sanja— Yo sé que esto no te gusta nada, pero...

—¡Estás apoyando que mi hermano se suicide! ¡¿Estás demente?! —acusó interrumpiéndola.

—Claro que no es así —Sanja continuaba tranquila, pero habló con firmeza.

—Sí es así —terció Francisco.

Miró a su novio confundida, dolida. Patricia ya había soltado el llanto.

—¿Saben qué? Basta —dijo la albina con cansancio—. Estoy harta de esto. No voy a pelear con ninguno de ustedes por una decisión que Zaid ya tomó —levantó un dedo para acallar a la morena que parecía querer acusarla de algo más—. ¡Y no es un suicidio! Me voy de aquí.

—¡No, Sanja!, necesito tu ayuda —imploró Zaid bloqueándole el paso—. Eres la única en este grupo que tiene la cabeza lo suficientemente fría como para entender mis intenciones.

Ella lo observó. En su rostro había una tristeza infinita.

—Ya no eres tú, ¿verdad? —le dijo en un susurro.

Los ojos de Zaid se inundaron de lágrimas. Su cabello ondulado caía sobre su cara en desorden, su barba estaba larga y sin forma, tenía arrugas en el rostro que contaban una muy triste historia. Y ojeras tan profundas que revelaban todas las noches sin sueño a causa de su imposible amor. Él realmente la amaba. Sanja percibió todo esto en cuestión de segundos. Tenía un rostro tan artísticamente triste, que le habría gustado tomarle una fotografía, aunque claro que no era el momento y jamás lo habría ofendido con eso.

—No... mi verdadero yo se perdió cuando ella desapareció de mi vista —concluyó, mientras se limpiaba los ojos con la manga de la camisa.

—Te voy a ayudar —dijo en voz alta, para que los demás escucharan también—. No importa si voy sola, te voy a ayudar.

Zaid la tomó de los hombros con ambas manos y luego le dio un abrazo de agradecimiento.

—Primero deben enviarme a mí al pasado —dijo él aclarándose la garganta y soltando a la chica—. Luego vas tú —le dijo a la albina.

—¡¿Qué?! ¡Te has vuelto loco! —reclamó Francisco—. No puedes permitir que ella vaya allí, viejo, ¿qué te pasa?

—Puedes acompañarme si quieres —sugirió Sanja sonriendo.

—Zaid, ¡no voy a dejar que lo hagas! —dijo Patricia cruzando los brazos—. Tu plan es tonto, arriesgado, peligroso y... y... y tonto. Además, no puedes estar seguro de que realmente funcione. ¿Y si me quedo sin hermano de veintidós y sin hermano de cuarenta y cuatro?, ¿y si no te volvemos a ver?

—Volverá tu hermano de veintidós, Patricia. Mírame bien, ¿acaso luzco como alguien feliz, como alguien realizado...? ¿...como el hermano que quieres tener cuando tenga cuarenta y cuatro?

Ella lo miró y finalmente entendió cada palabra, pero ¡era tan difícil dejarlo ir! Tenía mucho miedo de que nunca volviera a casa.

—Argh —gruñó la morena— ¡Me choca cuando me convences de hacer algo que sé que puede no salir bien! —se quejó secándose las lágrimas.

Zaid sonrió ampliamente, pero luego pareció concentrarse.

—Bien, entonces el plan deberá ser así: Después de que yo me vaya, ustedes abrirán el portal de nuevo tomándole fotos, Sanja viaja para encontrarme cuando tuve veintidós...

—¡Espera! —interrumpió Sanja— ¿Cómo sé que llegaré justo a donde tú llegaste?

—Solo tienes que imaginarte estando ahí, funcionó para mí la última vez, que quería estar aquí entre ustedes —Zaid se encogió de hombros.

—Viejo, tú de plano me quieres matar... ¿Cómo carajos vas a mandar a mi novia —hizo énfasis en el «mi»— a quién sabe dónde, sin estar completamente seguro del funcionamiento de esa cosa?

Zaid se mordió el labio con desesperación.

—Lo siento, yo... —miró a Sanja significativamente— Francisco tiene razón, estoy siendo egoísta. En mi desesperación por estar con ella los estoy arriesgando mucho. Tienes razón, no voy a arriesgarlos de esta forma, me las arreglaré solo.

—He dicho que iré —respondió Sanja con firmeza—. Con o sin ti, mi amor —añadió echándole un vistazo a su novio.

Francisco la miró frunciendo el entrecejo. Estaba sorprendido por la forma en que su novia veía las cosas. También estaba avergonzado, ya que mientras él se comportaba como una niñita, Sanja bien podría ir a cazar vampiros por ahí sin sentir miedo. Él siempre huía de las situaciones difíciles. Todo el valor que a Francisco le faltaba, lo tenía ella.

—Está bien, tú ganas —resopló—. También iré. No dejaré que vayas sola.

Ella esbozó una gran sonrisa y le sopló un beso guiñando el ojo.

—¿Están seguros? —preguntó Zaid. Ahora él lucía inseguro.

—Viejo, ya dijimos que sí, no hagas que nos arrepintamos —Francisco estaba tenso, pero dadas las circunstancias, era algo normal.

—Vuelve a repetirnos el plan —aportó Patricia.

—Ya que yo me vaya, habrá un cristal azul, lo van a tomar. Ustedes vuelven a abrir el portal y, no estoy seguro, pero creo que deben ir abrazados.

—¿Y eso, por qué? —preguntó su hermana.

—Por mí no hay ningún problema en abrazarla, viejo —sonrió Francisco con picardía.

Sanja rió y cruzó los brazos.

—La primera vez que viajé llevaba mi mochila colgada a los hombros y cuando llegué a 1614 la traía conmigo. Supongo que si ustedes se abrazan será mejor, para que no se separen... en realidad no sé, las dos veces viajé solo.

—Pero por si acaso —sugirió la albina, abrazando fuerte a Francisco—, no lo suelto. Entendido.

—Argh... ustedes son demasiado cursis —soltó Pato rodando los ojos.

—Envidiosa —dijeron los novios a coro y luego se echaron a reír.

—Hermano... si yo no voy a viajar, ¿qué haré yo?

—Necesito que tú vigiles este lugar lo más que puedas. Tú deberás estar tomando fotos continuamente para abrir el portal, por si este par necesita regresar.

—¡Qué aburrido! —exclamó torciendo un gesto— ¡Y qué miedo! ¿Tengo que pasar la noche aquí?

—No, puedes ir a dormir a casa y venir aquí de nuevo durante la noche y así todos los días, hasta que ellos regresen. Además, necesitamos tener a alguien que conozca el funcionamiento de esta cosa y que pueda pedir ayuda en caso de emergencia.

Patricia frunció los labios, pero ya no dijo nada.

Zaid suspiró.

—Necesito que sepan que son los mejores amigos que tengo. Sé que no existe ninguna garantía de que puedan encontrar la forma de regresar a casa, y temo por ustedes, pero a la vez confío en su intelecto. Sanja, sé que cuidarás bien de este sujeto —dijo mirando a su amigo—, sujeto, sé que cuidarás de ella. No importa lo que pase, manténganse juntos en todo momento...

—Cálmala, pareces mi papá —dijo Patricia, tratando de amenizar el momento.

—Hay algo más —continuó él con seriedad—, Connor, el hombre que tiene el cristal, lo esconde no en su habitación, sino enterrado en un árbol.

—¿Y cómo podemos encontrar ese árbol? —inquirió Sanja.

—Deben ir con Gracia y decirle que es el árbol del rayo. Ella sabe cuál es. Se encuentra enterrado en donde las raíces son más evidentes.

—Entendido —dijo la albina.

—Es muy importante que mi yo de veintidós lo tenga porque sin él no se puede viajar. Y no olviden recoger el suyo cuando estén allá. ¿No lo olvidarán?

—No te preocupes, lo entendí todo: el cristal está bajo el árbol del rayo, del lado donde las raíces se notan más y no olvidaré recoger nuestro cristal.

Zaid asintió y volvió a suspirar, estaba nervioso. Se santiguó y besó una medalla de plata que llevaba colgada al cuello y que le había regalado su madre unas horas atrás. En ella aparecía san Judas, el santo patrono de las causas perdidas. Su madre le dijo que él lo guiaría para encontrar el camino de vuelta. Zaid se la quitó.

—Ten esto —le dijo a Francisco—. Te servirá más a ti que a mí.

Al chico lo recorrió un escalofrío, le dieron ganas de llorar. Su amigo se estaba despidiendo de él... para siempre. Tomó la medalla y la apretó con su mano. Lo abrazó y duraron así unos segundos. Puede que no compartieran la misma sangre, pero eran hermanos.

Cuando se separaron, Zaid repartió abrazos a Pato y a Sanja. Lloró mientras lo hacía, a su hermana le dijo que la amaba; sabía que sus amigos estaban haciendo algo bueno —y arriesgado— por él y no tenía cómo pagarles.

—Los amo —volvió a decir, haciéndole una seña a Sanja para que abriera el portal con los flashes de su cámara. Zaid empuñaba con fuerza el cristal azul entre sus manos, se concentró un momento y, casi un minuto más tarde, apareció la luz semejante a un relámpago, dejándolos medio ciegos y engulléndolo de nuevo.

Los tres amigos suspiraron, parpadeando encandilados.

—¡Ahí está el cristal! —exclamó patricia, mientras se dirigía a levantarlo del suelo.

Notó que estaba caliente, aunque no tanto como para quemarla. Lo observó con cuidado y se lo pasó a Sanja, quien lo metió en el bolsillo de su pantalón.

—Ahora vamos nosotros —le dijo a su novio.

Él la miró receloso, tenía miedo.

—¿Tiene que ser ahora? Tengo hambre —se excusó.

La albina cruzó los brazos.

—Mi amor, a donde sea que lleguemos, pediremos de comer, relájate, ¿quieres? Aunque llegáramos a la era de los dinosaurios, estaríamos bien, porque estamos juntos —le besó la mejilla sonriendo.

Francisco sonrió y la morena rodó los ojos.

—Sanja, dime cómo funciona esta cosa... —pidió con rudeza— por favor —añadió para suavizar la frase.

Patricia estaba comenzando a temblar por lo nerviosa que se encontraba.

La fotógrafa le mostró básicamente cómo funcionaba la cámara y dónde se activaba el flash, que era lo que más les importaba utilizar. Le advirtió que debía cargar la cámara con el dispositivo que se encontraba dentro de la maleta y que le encomendaba mucho que no se le cayera, mojara o rayara la lente.

Una vez que la chica comprendió todas las instrucciones, respiró hondo.

—Estoy lista, y ¿ustedes? —preguntó a la pareja.

Sanja aceptó de inmediato, Francisco dudó un poco, pero terminó asintiendo nervioso.

La hermana de Zaid les dio un abrazo a cada uno, encomendándoles que se cuidaran mucho y que volvieran pronto.

Luego, Sanja miró a su novio con decisión.

—Abrázame y cierra los ojos —indicó ella.

Francisco obedeció, rodéandola con los brazos mirándola de frente.

Sanja sacó el cristal del bolsillo de su pantalón y lo estrujó con fuerza entre sus manos. Hizo un breve asentimiento para indicarle a Patricia que podía comenzar a tomar las fotos. Con esa señal, él cerró los ojos.

La chica comenzó a realizar su tarea con la cámara, lanzando luces con ella alrededor de la pareja.

La albina solía hacer meditación desde pequeña, por lo que no le fue difícil enfocarse en el destino al que irían. La luz vino muy pronto y ellos desaparecieron aun más rápido de lo que se fue Zaid.

La muchacha, había retrocedido asustada por la repentina aparición de la luz.

—¡Wow!, eso sí que fue rápido —dijo Patricia en voz baja frotándose los ojos.

Guardó la cámara en su sitio y al verse completamente sola en ese lugar, suspiró y elevó una plegaria por sus amigos y su hermano, para que no les pasara nada malo en su misión.

🌀🌀🌀🌀🌀

—¡Pero qué diantres!

Max había observado todo: los cuatro chicos cruzando la verja de la vieja propiedad, más tarde, varios flashes de cámara y luego un enorme flash azul. No pasó mucho y la operación se había repetido.

Al poco rato miró a través del telescopio a la niña bonita, la de cabello oscuro, saliendo completamente sola de la casa con la mochila que usualmente cargaba la rubia.

Por más que se devanaba los sesos en busca de respuestas no las encontraba. Se quedó vigilando la casa hasta después de la medianoche, pero nadie más volvió a salir ni a entrar.

—Voy a averiguar qué sucede ahí —masculló obsesionado.

🌀🌀🌀🌀🌀

N/A: ¿Qué creen que vaya a hacer Max?

🌀¿Les va gustando cómo está progresando la historia?

🌀¿Cuál es su personaje favorito?

🌀¿Cuál es el personaje que más odian?

🌀♥️Gracias por leer, ya llevamos más de 1300 lecturas y más de 200 votos. Gracias infinitas, los amo mucho!!
🌀Si te gustó, no olvides darme una estrellita 😉⭐️
🌀Hasta el próximo capítulo ♥️🤗

RosalinaG♥️✨

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