Me duele despertar cada mañana,
Oler ese aroma tuyo,
Esa fragancia conocida;
Envuelta en las sábanas del ayer.
Removerme y desperezarme,
Sin poder sentir ese abrazo tuyo que,
Tanto me Ayudaba a vivir.
Aquí yazco sola...
Olvidada de las horas,
Peleando minuto a minuto,
Para no caer en la degradación;
Y dejarme de una vez y... morir.
Las sombras cabalgan sobre mi frente,
Galopan, sí, desbocadas...
Persiguen los sueños,
Las causas jamás enfrentadas.
Vivir aunque sea a deshoras,
Para emborracharme en tú aroma
Y luego, dormirme...
¡Para sentirte y no creerme nunca más, sola!