DRAC© [1] ✔

By LuisianaVons

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Si la vida te da una segunda oportunidad, más te vale aprovecharla. Cada cosa que hacemos en esta vida ti... More

DRAC
R E P A R T O
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
Epílogo
Nota Final del AUTOR
¡Segunda Parte disponible! DOMINIK

CAPÍTULO 23

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By LuisianaVons

DRAC©
Capítulo 23

DRAC

Ambos jugábamos en el pequeño parque que estaba cerca de casa, el viento primaveral soplaba las hojas de los árboles, llevándolas a cualquier otro lugar, la danza de las hojas junto al cantar de los pájaros. Observé a una niña, la niña corrió y se escondió detrás de un gran árbol, lucía realmente asustada, luego ví a un pequeño niño, el sonreía y se acercó hasta el pie del árbol, pero de pronto empezó a llover, el cielo se pusó gris y el viento era frío, el niño giró su pequeño rostro inocente hacía los lados, se dió cuenta de que estaba solo, completamente solo.

Un dolor de cabeza se instaló en la parte superior de mi cabeza, razón por la cual abrí mis ojos por completo. Tuve que pestañear repetidas veces para poder acostumbrarme a la tenue luz que entraba por la ventana. Traía puesto ropa de hospital y tenía una pequeña mascarilla sobre mi naríz. El sonido de la puerta me distrajo. Derek entró junto con un café entre sus dedos y soltó un pequeño suspiro al verme.

—Pensé que te tendríamos que congelar—bromeó pero no reí—Drac, ¿qué diablos te pasó?

Bajé mi mirada y apreté mis dientes, tragué un sabor metalico que no me causo agrado.

—La jodí.

Derek dejó el café sobre una pequeña mesilla y luego se detuvo frente a mí.

—¿De qué cojones hablas, hombre?

—Sullivan, la morena fastidiosa, la jodí, Derek. La involucré en mi jodido infierno y ahora corre peligro—solté un suspiro debido al dolor que me causó moverme—Quieren llevarsela.

—¿Günter?

—Eso creo—intenté sentarme pero solo logré hacerme daño—Sabes que Günter siempre obtiene lo que quiere, pero no voy a permitir que se la lleven.

—¿Te estás escuchando?—me interrumpió—Estamos hablando de Günter Dolveur, ése que no le importa asesinar a un niño con tal de lograr su objetivo. No podrás con él.

—Quizás, Derek. Pero debo intentarlo joder, es de esa chica de quién hablamos—apreté mis manos—¿Si Alessia corriera peligro no harías lo que fuera por protegerla?

Derek apretó sus labios y asintió lentamente.

—No voy a perderla a ella también, Derek.

—Lo entiendo. Pero Günter es demasiado para ti solo...—habló pensativo, moviéndose de un lado a otro—Deberías pedirle ayuda a tu tío.

Ni pensarlo.

—¡No me jodas con esa mierda!—dictamine mientras la sangre me empezaba a hervir y mi pulso cardíaco a aumentar—No pienso pedirle nada a ese maldito desgraciado.

Derek bebió un sorbo de su café, limpió sus labios y me observó fríamente.

—¿Quieres salvar a tu noviecita?—habló sin un tono de burla.

—Yo no tengo novias—repliqué, pero en realidad si quería sacarla del hueco en el que la había metido en mi egoísmo—Pero si, quiero salvarla.

Derek sonrió y se encogió de hombros.

—Entonces amigo mío, no tienes opciones.

Apreté mis labios y asentí con mi cabeza. De cierto modo, el tenía razón. Derek se quedó durante unas cuántas horas más hasta que el doctor finalmente decidió darme de alta. Derek me trajo ropa limpia para que pudiera cambiarme, observé un vendaje en mi abdomen, lo apreté con los dedos y mordí mis labios, dolía como el jodido infierno.

Bajé el borde de mi camiseta, tomé mi chaqueta que estaba sobre una silla y la coloqué en mi hombro, salí de la habitación en busca de Derek pero solo conseguí a su fastidiosa hermana.

—¿Tan rápido te irás?—inquirió mientras se acercaba hasta a mí.

—Si. ¿Dónde está Derek?

Alessia se encogió de hombros e hizo una mueca con sus labios.
Ignore a Alessia y cuando me disponía a irme del hospital pude observar una cabellera café muy resaltante. Sus ojos me observaron dudosa como si debetiera dentro de su cabeza entre acercarse o no, sus ojos estaban rojos al igual que su naríz, sus mejillas tenían un color carmesí. Me acerqué hasta donde se encontraba.

—¿Estás bien?—me apresuré en preguntar mientras observaba su rostro entre mis manos. Tenía unos pocos rasguños pero nada grave—¿Ocurre algo?

Su mirada penetrante quedó fija en mis ojos, solo durante unos minutos porque luego la apartó.

—¿Quién es Günter Dolveur?—preguntó observando un punto fijo en la pared.

Solo el hecho de escuchar su nombre me hacía hervir la sangre.

—¿Te hizo algo?

Ella negó con su cabeza y de nuevo fijó su mirada en la mía. Acaricie su  suave mejilla con mi pulgar mientras ella me observaba con temor.

Me cago en la puta.

—No me hizo nada, pero estuvo hablando conmigo—se encogió de hombros y se alejó unos centímetros más atrás.

—¿Qué te dijo?

Sullivan negó con si cabeza y se cruzó de brazos, un sonoro suspiro se escapó de sus labios.

—Siento que no se quién eres—confesó cerrando sus ojos—siento que me ocultas muchas cosas como si tu vida fuera una mentira.

—Sullivan yo...

Intenté acercarme pero repentinamente se alejó, negando con su cabeza.

—No se qué diablos has hecho, Drac—vaciló un poco en seguir hablando—Pero te voy a pedir que te mantegas lo más posible alejado de mí.

Junté mis labios y simplemente asentí. Ella tenía razón, no era bueno para ella, ni para nadie.

—Hasta pronto...

Observé a su figura esbelta desaparecer de mí vista, apreté mis manos y dejé salir un suspiro. Me sentía como la jodida mierda, la había arrastrado a mi maldito mundo, aún así sabía que Günter no iba a descansar hasta tenerla a su poder.

AMBER SULLIVAN

Mi mano me dolía como el puto infierno, tomé mi lapicero y lo arrojé hacia cualquier lado sin siquiera fijarme en donde pudo haber caído,  coloqué mis dedos en mi entrecejo y dí ligeros toques al puente de mi nariz, era tarde y continuaba en el maldito instituto haciendo un maldito trabajo en equipo pero mi compañero no dejaba de hablar por teléfono con su novio, si, era gay.

Me quité mis lentes de pasta y cerré los libros, ya estaba cansada de tener que leer sobre ideologías absurdas, es como decir que en realidad el cielo que todos vemos azul es verde. Patrañas.

—Estoy agotada, siento que mi cerebro va a explotar—murmure mientras guardaba mis libros en mi bolso.

—Ni me digas, siento mi cerebro va a explotar de tanto pensar—se quejó él chico observando su teléfono.

Lo miré incrédula.

No había hecho más que hablar con su puto novio desde que empezamos.

—Si, claro.

Sonreí falsamente y  colgué mi mochila en mi hombro, le dí un último vistazo a Patrick hablando con su novio y rodé los ojos ante tanta cursilería. Por un momento me imaginé a mi de la misma manera, pero rápidamente alejé esos pensamiento de mi cabeza, era algo que jamás iba a pasar.

Caminé por el corredor hasta llegar al baño, el instituto estaba completamente solo, a excepción de el conserje y Patrick que aún estaba en la biblioteca. Observé mi rostro y me hice una coleta, lavé mi rostro para luego volver a salir, me dolía la cabeza pero quizás se debía al esfuerzo sobrehumano que venía ejerciendo en las anteriores cuatro horas. Un ruido me hizo girar mi cabeza, observé detrás de mi hombro al corredor vacío a mis espaldas.

Solo es el viento.

Seguí caminando cuando nuevamente sentí que alguien me seguía.

Todo está en tu cabeza.

Apresuré mis pasos hasta que la luz del pequeño bombillo que alumbraban el lugar  se apagó de repente, me sentía como en una película de terror a la espera de un asesino en serie con una motosierra. Mi corazón latía tan rápido que ni siquiera podía pensar con claridad.

—¿Patrick, estás allí?—pregunté mientras observaba el oscuro corredor.

Escuché como unos cuántos pasos se acercaban.

—Patrick si esto es una jodida broma entre tu y tu novio quiero que pares ahora—mi voz había sonado cortada y nerviosa.

No esperé respuesta y empecé a correr hasta la salida, para colmo no era un instituto pequeño, en realidad era uno de los institutos más grandes de la ciudad. Corrí hasta el salón mas cercano y me encerré en el, lo primero que pude observar fue un viejo armario, tomé mi bolso y con cuidado de no hacer ruido me introduje en él. Mi respiración era pesada y no podía concentrarme, las palmas de mis manos temblaban y sudaban. Gotas de sudor caían sobre mi frente. Escuché el ruido de la puerta abrirse lentamente, tapé mi boca con ambas manos intentando mantenerme en completo silencio pero sabía que en cualquier momento un sollozo escaparia de mi garganta. De pronto la puerta del armario se abrió dejándome ver a un chico. Theo.

—¿Estás bien?—se apresuró en preguntar,  lucía agitado.

Solté un suspiro aliviada y me lancé sobre su cuerpo.

—¿Tu escuchaste eso?—le pregunté mientras mis manos temblaban.

Theo negó con su cabeza y me observó dudoso.

—Alguien me estaba siguiendo.

—No hay nadie aquí, Amber. Estámos bien—me abrazó con dulzura.

Asentí con mi cabeza y tomé su mano para levantarme.

—Es tarde, deberíamos salir de aquí—susurró y asentí siguiéndole.

Ambos caminamos hasta afuera del instituto, el viento era tan frío que me heló los huesos. Me abracé a mi misma y lo seguí hasta su auto. Accedí a subir al puesto del co-piloto y me coloqué el cinturón de seguridad, el también subió y repitió el mismo procedimiento.

El encendió el auto y empezó a conducir en silencio, cada vez nos alejabamos más del instituto. Cuando de pronto una pregunta me golpeó en la cabeza.

¿Qué demonios hacía Theo en el instituto si el nisiquiera asiste a ése instituto?

Me removi incómoda en el asiento mientras mi corazón empezaba a golpear. Theo no se veía un mal chico en lo absoluto.

Estás exagerando.

—¿Puedo preguntarte algo?—le pregunté de repente.

Theo sonrió de lado y le bajó el volumen a la música.

—Técnicamente ya lo estás haciendo.

No le devolví la pregunta.

—Es broma, adelante señorita.

Junté mis labios y me dejé caer todo mi peso a un costado.

—¿Qué hacías en Copege?

Theo juntó sus labios con nerviosismo.

—Fuí a...a visitar a un amigo pero no estaba.

¿Lo notas, queen drama?

Asentí con mi cabeza pero miles de preguntas retumbaban en lo más recóndito de mi cabeza.

—¿Cómo supiste que me había escondido en ese armario?

Theo se pasó una mano por su cabello alborotado y luego apretó sus dientes dentro de su boca.

—Te ví pasar—contraatacó.

—¿A quién visitabas?

—¿Qué es ésto?—me observó, deteniéndose en medio de la carretera—¿Me estás acusando de algo?

Negué lentamente mientras mordía mis labios, empezaba a desconfiar de Theo, el chico de la sonrisa de ensueño.

—Llévame a casa—me crucé de brazos en el asiento.

Theo esbozó una sonrisa y asintió, pusó el auto en marcha. Durante el resto del viaje íbamos en silencio, me sentía muy tonta por haberlo acusado de algo así. Theo pasó el cruce que daba hacía mi apartamento, fue allí cuando nuevamente empecé a sudar frío.

—Theo, nos hemos pasado el cruce.

—¿Ah si?, no me dí cuenta.

—¡Regresa!—me empecé a alarmar mientras veía como Theo no tenía ninguna intención en girar el volante para regresar—¿Qué demonios haces?

Theo sonrió.

—Lo siento, Amber. Pero hoy no llegarás a casa—dijo clavando su mirada en la mía.

Diablos.

Comencé a forzajear con la puerta pero ésta no accedía a abrirse. Golpeé la ventana y me quité el cinturón.

—¡Deténte!

Theo se detuvo. Pero no se detuvo en cualquier lugar, se detuvo en medio de una autopista desierta.

—¡Abre el puto auto!—le grité furiosa mientras intentaba abrir la puerta, pero todos mis esfuerzos eran inútiles—¡Abre el maldito auto, maldita sea!

—Rebelde, eso no le gustará al jefe—se río burlón, colocó sus manos sobre mi mentón apretandolas con fuerza—Mejor cierra esa linda boquita muy asquerosa.

—¡Jodete, maldito imbécil!

Theo apretó sus manos mientras una sonrisa le recorría el rostro.

—A los gemelos le va a gustar mucho tu llegada—se lamió los labios e inclinó su cabeza a un costado—Digamos que serás como un nuevo juguete.

—¡Quítame tus sucias manos de encima!—intenté forzajear pero solo logré que me apretara mas fuerte—Me...duele.

Theo soltó una enorme carcajada y luego apretó aún más fuerte haciendo que varias lágrimas se escaparan de mis ojos.

—No es tu culpa en realidad, fue culpa de tu queridísimo Drac. Agradécele lo que te viene.

—Drac te encontrará y acabará contigo—gesticule como pude.

Theo me soltó y en su lugar abofeteó mi rostro dejándome perpleja y con lágrimas en los bordes de mis ojos.

—Drac no va a ser nada, pequeña niña ingenua. Al parecer no tienes idea de quién es tu amorcito Drac—se río a carcajadas y luego lamió sus labios—Entiendelo, no le importas, no eres nada más que un polvo de momento para él, las mujeres solo son objetos que se usan una noche y luego se desechan.

Con cada palabra que salía de su boca, un dolor empezaba a crecer en mi pecho, solo el hecho de imaginar que quizás el si tiene razón me dolía. Gracias a Drac estaba aquí, no sabía que pasaría conmigo después, pero mis ideas y pensamientos sobre Drac, el bad boy que un día encuentra a una tonta y se enamora era un completo engaño. Mi vida no era de cuentos y menos de clichés.

—La verdad duele, ¿cierto?

No le respondí, simplemente quería desaparecer y volver a Inglaterra como debí haberlo hecho.

—Bueno, Sullivan...me estoy cansando de tu lucidez y el jefe nos espera.

—Theo, no tienes que hacer esto—le supliqué con mis ojos llorosos que apenas me permitían verlo a través de la oscuridad de la carretera.

—Lo siento. Bienvenida al infierno.

Eso había sido lo último que había logrado escuchar antes de perder la conciencia por completo y que todo se volviese negro.


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