Rumbo a Neverland|Peter Pan {...

By mereblue

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Piensalo. Un lugar de ensueño, un montón de niños para jugar, ¿Qué podría salir mal? AVISO: contenido abusivo... More

The Lost Boys
Neverland [2]
juguemos [3]
my name is Wendy [4]
yo mando [5]
Lost Girl [6]
helping him [7]
Bae [8]
lie for you [9]
Rumple [10]
Dreamshade [11]
Campanilla [12]
Nunca Jamás [13]
Piratas [14]
Indios [15]
NeverBack [16]
see you again [17]
eterno [18]
vuelve [19]
Henry [20]
once upon a time [21]
Peter [22]
alone [23]
hide [24]
huir [25]
to believe [26]
home [27]
never fails [28]
can't leave [29]
epílogo
final explicado
Paul {final alternativo}
Nueva Historia

creer [1]

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By mereblue

____(tn)

La sucia habitación de mi alrededor me recordó donde me encontraba. Uno de los tantos orfanatos de Londres. La vida aquí no es extremadamente agradable, pero siempre pienso que podría ser peor, bueno, o al menos, eso suelen decirnos. Las personas tienden a no relacionarse mucho conmigo, no todas las personas por supuesto, sino las niñas de mi edad, no es que yo les haya hecho algo en particular, sino más bien es que hablar con otras personas me costaba mucho cuando era más pequeña, por lo que mi forma de relacionarme era seguir a mi primera amiga, no es que no comparta gustos con ellas, sino, que desde cierto día, yo ya no resultaba digna de relacionarse.
Últimamente todo es más complicado, no en un sentido amplio, sino en ser feliz. Probablemente porque a estas alturas quedan muy pocas niñas de mi edad aquí. Las otras casi todas han sido integradas en familias u hogares de acogida. Pero, para mi desgracia, mi antigua amiga sigue aquí, la cual ya no tiende a ser amable conmigo, sino más bien, todo lo contrario. Usó el hecho de burlarse de mí para relacionarse con las demás, y esto se ha convertido en su hábito del día a día.

Esa mañana me levanté emocionada, podríamos salir a pasear por la ciudad, no era algo habitual, porque no hay muchos trabajadores en el centro, y no pueden vigilarnos, pero era costumbre al menos una vez al mes dejarnos salir, para ver la ciudad y esas cosas de acostumbrarse al mundo. Aún quedaban dos días para mi cumpleaños, así que intentaba no preocuparme por el hecho de que sería expulsada de la institución cuando eso sucediese. Aunque sonase cruel, cuando una niña no había sido adoptada y cumplía la edad estipulada, no se permitía que permaneciese en el orfanato, puesto que ya no era considerada como alguien pequeño del que hay que cuidar. La mayoría de las veces que esto sucedía solían contratarte en el propio orfanato por un mal sueldo, pero te daban un lugar donde dormir y alimentarte. Mi esperanza era que así sucediera. Tampoco podía pedir mucho más. Quiero decir, la escuela estaba en el propio orfanato, y se enseñaba más bien poco, así, si salías a buscar trabajo y sabían de dónde venías, solían contratarte por un muy bajo salario.

Traté de no darle vueltas al tema en mi cabeza, pues no podría saber nada hasta que llegase el día. De cualquier forma, no tenia sentido pensar en ello, no podía hacer nada al respecto.

Me vestí muy rápidamente, emocionada por tomar el aire y alejarme de este lugar, que hacia mucho que no tenía un ambiente agradable hacia mi persona, aunque no siempre había sido así, de pequeñas casi todas las niñas nos llevábamos bien, jugábamos y nos prestábamos ropa, la cosa comenzó a cambiar cuando las familias dejaron de querer adoptarnos por considerarnos demasiado mayores, ahí fue cuando todas, incluyéndome, tratamos de competir por llegar al corazón de alguna de las personas que se acercaba con intenciones de ofrecer un hogar a alguna de nosotras.

Cuando baje intenté irme muy deprisa, sin embargo, el destino no me dejó estampar mi plan a la perfección. Aunque en mi interior, quisiera no tener que huir de las situaciones con las demás niñas de mi edad, no es que pudiese evitarlas, quiero decir, vivíamos en el mismo lugar y solo quedábamos tres tan mayores, pero yo estaba acostumbrada a salir corriendo cada vez que me las topaba. Así que efectivamente, cuando al fin iba a salir al exterior, me crucé con las otras dos chicas de quince años que seguían en el orfanato para señoritas.

Heather: ¿Piensas salir sola? -rio mi antigua amiga, con la cual tenía, por desgracia, que compartir cuarto.

Era algo obvio que al ser de la misma edad, íbamos a estar en la misma habitación, solían hacer esas cosas porque los horarios eran diferentes al enseñarnos.

Jules: Ojalá te pierdas-junto con sus burlas, se sumó la otra chica, ennegreciendo mi día a cada palabra que decían.

____: Realmente la vida me haría un favor no teniendo que volver a vernos nunca más-dije antes de girar el pomo de la puerta y caminar estrepitosamente rápido, lejos de allí.


El Big Ben dio las diez de la mañana, hora de abrir los comercios. Decidí irme a la plaza que estaba cerca de la estación de San Pacras. Era un enorme patio cubierto, el techo era color oro y tenía claraboyas pequeñas, tres en cada parte. Había varios patios atechados por los que te movías a través de los tenderetes. Acababan de dar las diez y media cuando llegué, por lo que no había mucha gente. Aquel lugar solía llenarse sobre las once, cuando todo el mundo había almorzado ya.

Comencé a caminar viendo los puestos de los comerciantes, vi unas pulseras muy bonitas y me paré a mirarlas, de repente una persona chocó conmigo, me giré esperando que se disculpase, pero sólo pude vislumbrar una capa gris alejándose, que descortés. Revisé mis bolsillos pensando que quizás lo habría hecho a propósito para intentar robarme alguna cosa, no es como si llevase mucho encima, pero sin el pase no podría regresar al orfanato, por suerte, aún tenía todas mis pertenencias conmigo; cuando miré el suelo se le había caído una pequeña caja, era gris y tenía una perla roja circular. Tomé la caja del suelo, y aunque había sido un maleducado pretendía devolvérsela. Alcé la vista para avisarle.

____: Disculpa, se te ha caído...esto-sin embargo, la persona de la capa ya no estaba.

El objeto me parecía extremadamente extraño, jamás había visto nada igual, sus laterales tenían bordados hermosos, casi no parecía de este mundo, tras examinarlo detenidamente entre la poca multitud que había en esos momentos, decidí guardármelo. No es como si pudiese devolvérsela de todos modos. Y me resultaba demasiado misterioso e interesante, así como una escultura antigua a un arqueólogo.

Las horas pasaron y las calles empezaban a estar congestionadas de gente, por lo que preferí marcharme hacia otro lugar más tranquilo. Cogí el metro para dirigirme hacia la biblioteca, era un lugar donde podías coger y leer cualquier libro sin necesidad de pagar, además te daban un sitio caliente donde sentarte. Londres no era precisamente un sitio soleado y caluroso.

Cuando al fin llegué a mi destino eran más de las once de la mañana, el viento frío de Londres me hizo tiritar. Observe el antiguo edificio antes de entrar. La bibliotecaria me hizo un gesto de mantenerme en silencio justo cuando me vio adentrarme, el primer piso solo contaba con algunas mesas de trabajo y libros de estudios, subí al segundo piso para buscar algo interesante que leer u ojear. Las estanterías estaban llenas, pareciera que nadie leía en Londres. De repente un libro cayó del estante, me sobresalté devido a la alteración del impoluto silencio que se respiraba en aquel lugar. Cuando me acerqué para colocarlo de nuevo en la estantería pude ver que era un famoso cuento infantil, "Peter Pan". Recordaba que de pequeña había leído este libro muchas veces, puesto que estaba obsesionada con que Peter Pan viniese a buscarnos a mi y a mi antigua amiga para llevarnos a aquel lugar donde nunca se crecía, podías hacer todo lo que quisieras e incluso volar. Abrí las primeras páginas y había una ilustración de Peter, no era como el que yo me imaginaba de pequeña, el Peter de la ilustración era rubio y tenía los ojos azules. Sin lugar a dudas no, no era el Peter que recordaba.

Seguí ojeándolo, y el libro empezó a sorprenderme por contar con un vocabulario un tanto culto para dirigirse a niños pequeños. Peter Pan no era un niño que ayudaba a otros, sino que los secuestraba para sus propios fines egoístas, y en verdad Nunca Jamás no era un lugar seguro en el que puedes hacer lo que quieras, sino que si eres llevado hasta allí es porque quieren utilizarte.
Acabe de leerlo con un nudo en el estómago, había sido extraño leer algo que, en mi cabeza era un cuento de hadas, transformado en una verdadera pesadilla.




Empezaba a estar hambrienta, por lo que decidí volver al orfanato para comer algo. Rondaban las cinco de la tarde cuando al fin llegué, la hora de merendar, por fin un día en el que no todo salía mal. Entré a la institución y al llegar al comedor estaban sirviendo la comida. Bocadillo de chocolate. Me senté en una mesa esperando a que pasaran entregando los almuerzos. Una monitora me entregó mi merienda y comencé a comer.

Pero el desafortunado destino, o más bien las ansias de tener algo de lo que reirse, hicieron que Heather y Jules se acercasen hacia mí no con buenas intenciones. Jules tomó unvaso de agua y me lo echó encima. Que ducha tan poco agradable. No dije nada, salí corriendo a mi cuarto y me quité la ropa, me sequé con la toalla y me puse el pijama, no pensaba salir más, a decir verdad, estas cosas, el hecho de quenadie hiciese nada porque ya no nos quedaba mucho tiempo para no ser su responsabilidad, me causaban un déficit de ánimo importante. Estaba recogiendo mi ropa cuando la cajita se cayó al suelo, apenas recordaba haberla recogido esta mañana, pero me resultaba un objeto un tanto magnético, quería saber que contenía, sin embargo, no podía abrirla. Comencé a probar diferentes cosas para poder accionar el mecanismo de apertura hasta que diese algún resultado, no sabía muy bien como lo había conseguido, pero a caja logró abrirse, un humo rojo salió de la perla y recorrió toda la habitación hasta escabullirse por laventana. ¿Qué acababa de pasar?

Continué mirándola, no había nada en el interior. No había interior realmente, era extraño. Desistí con aquel artefacto y lo arrojé a uno de los bolsos. Mi estómago rugió por la poca comida que tenía. Mis ojos se humedecieron, sin darme cuenta, estaba llorando. Las lágrimas caían por mis mejillas sin dejarme pararlas, todo me sobrepasaba, absolutamente toda la situación. Me acurruqué en un rincón de la cama, solo quería desaparecer, no podía encontrarle un sentido a seguir aquí. O, al menos, no en ese momento.








Había legado la mañana siguiente, sin embargo, esta vez no estaba permitido salir. Aunque algo en mi inconsciente me hizo querer abandonar aquel lugar, no quería arriesgarme a no poder trabajar allí una vez que mi cumpleaños pasase, pero otra parte de mi quería, al menos, tratar de disfrutar el tiempo que me quedaba sin tener que ejercer un empleo para sobrevivir. Solo restaba un día para mi cumpleaños, no tenía mucho tiempo de esta supuesta libertad, por lo que, tras pensarlo fríamente, decidí salir también ese día. No tenía un plan concreto, solo gozar de sentirme libre y no tener que hacer nada en todo el día. Tampoco planeaba estar fuera durante mucho rato, quizás, si volvía antes de la comida, podrían no darse cuenta. Después de todo, no solían prestar atención.

Me vestí con algo cómodo y me acicalé en el baño. Me lavé la cara varias veces para intentar quitar todas las legañas de mi rostro. La noche anterior me había dormido entre lágrimas. Finalmente, bajé a desayunar de las primeras, puesto que mis dos compañeras de cuarto aún seguían peinándose o vistiéndose. Agradecí que la comida solo fuese leche y pan, porque terminé con ella a gran velocidad, para después dirigirme a una de las salidas traseras. Vigilé bien cuando cambió el turno de guardia y salté la reja, que no media más que la mitad de mi ser. Aunque la adrenalina recorría mi cuerpo, cuando al fin crucé la esquina de la calle una sensación de satisfacción me inundó.

Las calles de Londres no tenían a penas gente, eran las ocho de la mañana y el sol aún estaba saliendo en el horizonte. La ciudad casi parecía sin vida. Caminé hasta llegar a un gran parque en el que correteaban las ardillas, pensé estar allí durante un rato paseando para disfrutar de la vista de los árboles y el canto de los pájaros que anidaban en ellos. Me adentré a través del prado, quizás pudiese encontrar alguna zona tranquila en la que sentarme, cuando un sonido agradable captó mi atención, era una melodía dulce pero llena de soledad, mi cuerpo se sentía frío a medida que la música continuaba sonando, sentí una inmensa necesidad de seguir aquel particular ritmo y busqué su procedencia para al fin encontrarme con ella. Un grupo de niños bailando alrededor de uno que tocaba una flauta de pan. No les podía ver la cara, todos llevaban una capa con capucha escondiendo su rostro, fue entonces cuando reconocí la capa gris con la que me había chocado el día anterior. Cuando se percató de mi presencia, el chico que tocaba la flauta paró y me miró.

Peter: ¿Tienes la caja? -inquirió aquel extraño sujeto, mientras me miraba fijamente.

No pude evitar fijarme en como sus ojos eran de un verde esmeralda hipnótico, que hacían resaltar su piel blanquecina. Mientras él hablaba el resto de chicos se mantuvieron en su lugar sin moverse. Todo el ambiente era sombrío, mi pulso se aceleró por la extraña sensación que comenzaba a emanar aquel lugar.

No sabía que contestar, no podía discernir de que me estaba hablando aquel muchacho. Los recuerdos del día anterior vinieron a mi mente, como el chico de la capa gris había dejado caer aquel extraño artefacto y yo lo recogí. Llevaba la caja en el bolso, en un acto reflejo puse la mano donde se encontraba el objeto. Aquel chico miró mi gesto y se echó atrás.

Peter: Dónde quedaron mis modales, mi nombre es Peter—se presentó antes de deshacerse de su capucha, dejando a la vista su rostro y despeinando su cabello castaño—Peter Pan.

Mis ojos se abrieron súbitamente, procesando lo que acababa de escuchar, ¿había dicho Peter Pan?

____: Peter Pan es sólo un cuento. -reí - ¿Estás intentando hacer alguna broma?

El chico enfureció. Sus ojos oscurecieron a la vez que sus cejas de arrugaban sobre estos, creando en él unas facciones muy poco agradables.

Peter: ¿No me crees? -inquirió aquel muchacho con tono amenazante mientras una sonrisa ladinada se dibujaba en sus labios.

Decidí que lo mejor era guardarme mis palabras, no parecía una persona muy lúcida, por lo que intenté irme discretamente, caminando hacia atrás. Antes de que me diese cuenta un humo verde estaba rodeando mi cuerpo, mi último recuerdo antes de cerrar los ojos fue la sonrisa de aquel muchacho.


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