Un suspiro y mil disparos | t...

By BeautifulDerangement

55.4K 4.5K 746

Hay miradas que hablan. Y desde el momento en que los ojos de Mickaellie se encontraron con los de Yuu Shiroy... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17 [POV Aoi]
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30 [POV Aoi]
Epílogo

Capítulo 3

2.1K 155 14
By BeautifulDerangement


Un mes.

Un mes desde que estoy aquí y sólo he soñado dos semanas con aquello. Es un gran progreso; pasar de tener pesadillas día sí, día también, a tenerla solo unos pocos días es lo mejor que he conseguido hasta ahora.
La terapia es agotadora, pero muy efectiva. El momento más difícil fue aquella vez en que tuve que nombrar las cosas que activan mi reacción, lo que estimula los ataques. No es sólo la visión de la sangre, sino también su olor y el color rojo en cantidad abundante. Incluso hubieron momentos en los que los zapatos pequeños, los zapatos de niña más específicamente, desencadenaron ataques.

Ahora me encuentro en el consultorio de Yuu Shiroyama, luego de algunos ejercicios, contándole acerca de mis absurdos métodos para mantenerme lejos de las pesadillas.

—Así que, cuando estabas en Francia, ¿salías de fiesta para no dormir?

Sé que suena loco, pero estamos hablando de mí, y es obvio que yo hacía locuras. En esos tiempos era menor de edad y salir a beber con apenas dieciséis años es ilegal en Francia y casi todo el mundo.
Voy a contarte sobre mi famoso mecanismo de defensa: Salía de fiesta y me emborrachaba, volvía a casa en un estado deplorable y me tiraba a dormir, incluso arriesgándome a morir ahogada por mi propio vómito. Cuando despertaba, no recordaba nada de lo que había soñado. Las fiestas eran una excusa perfecta para beber, y cuando mi madre se dio cuenta de que me escapaba, me prohibió salir. Nunca supo que lo hacía por mi necesidad de escapar de las pesadillas, hasta que una noche me oyó gritando en sueños y me obligó a contarle lo que pasaba en él.
Las cosas empeoraron con el tiempo, creo que ese fue el punto en donde se dio cuenta que mi estado no era normal y que aquellos recuerdos me estaban consumiendo, o tal vez se cansó de despertarse por las noches a causa del escándalo que hacía, y le pidió a mi abuelo que nos consiguiera una casa en otro país donde pudiera tener un tratamiento.

Así fue como llegué hasta aquí. Es mi tercer semana con la terapia y ya puedo asegurar que nunca más volveré a esos métodos para ahuyentar los miedos. Ahora sé que hay otras salidas, otras maneras de enfrentarlo, y es gracias a él.

[ . . . ]

¡Por fin viernes!

Miro el reloj por décima vez en lo que va de la mañana. Tenemos un descanso de media hora antes de ingresar a la siguiente clase, así que tengo planeado utilizar ese tiempo en responder los mensajes de algunos conocidos de Francia y distraerme un poco de... todo esto.
A pesar de que me agrada la compañía de Takanori y Kouyou, quienes ahora prefieren que los llame Ruki y Uruha respectivamente, aún no me acostumbro a la idea de que sean cercanos al doctor Shiroyama. Uruha dijo que lo conoce desde pequeño, y Ruki no ha hablado mucho, solo dijo que él los ayuda de vez en cuando con la producción musical de la banda.
Aún tengo miedo de que pregunten o se enteren de mi problema. No deben saberlo, es por eso que me preocupa que sean amigos.

Me quedo con la mirada perdida al darme cuenta que es viernes... Y tendré que visitar nuevamente al doctor. Mi corazón, inexplicablemente, comienza a latir con fuerza ante este pensamiento.

—Señorita Takarai, ¿podría usted prestar atención?

Envalentonada, levanto la mirada y asiento cuando la profesora me llama la atención. La verdad es que odio matemáticas, ¿por qué tiene que ser tan difícil? Estoy segura que jamás en la vida usaré estos conocimientos y tampoco estoy segura de recordarlos. Además, no entiendo absolutamente nada de lo que intenta explicar.
Diez minutos después la profesora se despide dando por finalizada su clase. Salgo a dar una vuelta con Ruki y Uruha mientras toco la pantalla de mi teléfono para responder mensajes. Los chicos se acomodan en el césped y los imito, entusiasmada porque Uruha ha traído un paquete de Lay's para mí.
En poco tiempo hemos aprendido bastantes cosas sobre nosotros, y una de ellas es nuestros gustos en la comida: Amo las papas fritas, podría comerme una fábrica entera de ellas.

—Mmm, alguien aquí está distraída con su teléfono. ¿Es por algún novio? —bromea el más alto.

—¿Por qué me apuntas sólo a mí? —pregunto y señalo al rubio—. Ruki está con su teléfono también y no dices lo mismo.

—Escuchen con atención —Ruki interrumpe—. Alguien ha publicado sobre el profesor de literatura. Dicen que renunciará hoy mismo.

—Es extraño, ¿por qué nadie ha dicho algo al respecto?

—De hecho, hace días han publicado que la esposa del profesor está enferma —interviene Uruha mirando también su teléfono y robando una papita de mi bolsa—. Tal vez fue una decisión repentina o las cosas se complicaron.

Cuando el timbre de entrada nos avisa que ya debemos regresar a clases, nos levantamos y entramos. En el camino, Ruki va con su celular muy entretenido y nos dice que, efectivamente, el profesor se irá hoy para darle lugar al nuevo.
El hombre frente a la clase no se ve nada bien, sus ojos rojos denotan cansancio y llanto.

—Como se les ha informado hace una semana, tengo algunos problemas personales y me veo obligado a abandonar el instituto por un tiempo —con gran pesar, toma una respiración—. El nuevo profesor se encuentra en la dirección ultimando detalles, en un momento estará con nosotros.

Aunque deberíamos quedarnos en silencio por respeto, no tardamos en cuchichear entre nosotros acerca del nuevo profesor. Ruki, con una sonrisa mientras mira la pequeña pantalla, dice:

—Tengo data de último minuto, pero no querrás saberlo —guarda su móvil en el bolsillo.

—¡Vamos, Ruki, suéltalo! —sisea el alto.

El rubio niega con la cabeza y sonríe. Susurra que será una sorpresa y me ignora cuando comienzo a bombardearlo a preguntas, no sale ni una palabra de su boca hasta que Uruha nombra a su madre.

—Seguro que es tu madre y no nos quieres decir. Si es ella, ya tendrás un sobresaliente asegurado, eso es trampa.

—Cállate, Shima. Mi madre es profesora en el último año en la universidad.

—Ya, dinos de una vez —farfullo.

—Oh, Yuu, ya estás aquí.

Un hombre de cabello oscuro abre la puerta y se acerca al profesor, le da un saludo cálido y nos mira a todos con esos ojos negros que algún dios divino le ha concedido. Sonríe suavemente y se cruza de brazos mientras se apoya en el borde de la mesa que está detrás de él.

Oh por Dios, no estoy preparada para esto.

Y, oh por Dios: Yuu Shiroyama está frente a la clase.

No puedo creerlo. ¿Qué está sucediendo? Esto es mi mejor sueño y mi peor pesadilla a la vez, se ve demasiado joven para ser un profesor, ahora mismo no sé cómo reaccionar porque es la primera vez en todo este tiempo que pienso acerca de su edad. Incluso... Él podría estar casado y tener hijos, ¿por qué no pensé en eso antes? ¿Por qué sólo me centré en pensar en él de otra forma sin considerar los posibles escenarios?
Mi mente es un enredo de pensamientos locos. No tendría oportunidad ni aunque tuviera veinticinco años, porque, además de ser mi profesional de la salud, ahora es mi profesor.

—Buenos días, soy el nuevo profesor —dice aún con los brazos cruzados—. Me llamo Yuu Shiroyama, y estaré reemplazando al señor Kakimoto.

—¿Qué hace él aquí? —murmura Uruha, que parece estar alucinando en colores como yo.

—¿Me lo preguntas a mí? —siseo.

Los tres mantenemos silencio cuando Shiroyama se despide del profesor y vuelve a prestarnos atención al oír unos leves golpes. No sabemos de dónde provienen, así que todos buscamos la fuente del sonido.
Yuu descubre a quien está interrumpiendo y la mira. La mira fijamente con el semblante impasible, mientras Kigari golpea una y otra vez su bolígrafo contra su pupitre, distraída. Cuando ambos conectan miradas ella sonríe imperceptiblemente.
Sé que Yuu Shiroyama es amable, pero utiliza un tono muy serio y profesional para dirigirse a ella.

—Disculpe, ¿tiene alguna clase de tic nervioso, señorita?

—Uh..., no.

—Entonces deje de hacer ruido.

Puedo ver, incluso desde la distancia, la manera en que Kigari traga saliva duramente. Si yo estuviera en su lugar haría lo mismo, este hombre da miedo ahora mismo.
Shiroyama comienza la clase con una dinámica para conocernos: Dice el nombre de alguien al azar y quien sea elegido debe leer en voz alta, lo cual me pone terriblemente nerviosa. Desde que estoy aquí, jamas he tenido una actividad en la que sobresalga o en la que toda la atención esté puesta en mí.
Acalorada y nerviosa, abandono mi silla cuando mi nombre sale de sus labios tan peculiarmente. El libro entre mis manos tiembla al igual que mi voz y siento que en cualquier momento voy a llorar, pero él asiente suavemente hacia mí para darme ánimos, así que respiro y lo intento.

Cuando termino, Uruha voltea varias veces y por último señala mi celular, que está arriba de mi pupitre. Tengo un mensaje suyo.

"Cuando termine la clase habla con él. 
Te estás retorciendo las manos, y si no sueltas los nervios vas a explotar"

He intentado ocultar mi mal hábito de retorcerme las manos, pero no funcionó. Tengo miedo de que descubran que hago este tipo de cosas todo el tiempo y no tengo control, así que simplemente le respondo que estoy estresada y que, al salir, iré a descansar. Uruha me sonríe comprensivamente y no hablamos hasta que la clase termina. Estoy bastante agotada.

Guardo mis cosas con rapidez porque quiero desaparecer de aquí por una razón que no entiendo, me siento tan mal que reprimir el nudo de la garganta me está matando. Saludo con un movimiento de cabeza a los chicos y antes de alcanzar la salida, una voz me paraliza. Es como si me pegaran los pies al suelo.

—Mickaellie.

—¿Sí? —respondo con calma fingida.

—Te sucede algo —dice. No es una pregunta.

—Eh..., no. No se preocupe.

Se para frente a mí sin importar que nuestros espectadores, Uruha y Ruki, nos estén mirando como si él y yo tuviéramos alguna clase de tensión romántica no resuelta. Me levanta la cabeza para mirarme a los ojos y por su expresión sé que ha oído el tono de mi voz, ese maldito tono agudo que no puedo controlar y que aparece cuando estoy nerviosa.

—Necesitas aire fresco. ¿Quieres salir a caminar?

—No, estoy bien, solo estoy cansada —vocifero.

—Mickaellie, sé que aquí soy tu profesor, pero fuera de esto soy Yuu: Tu psicólogo, y tu amigo, lo cual me hace estar preocupado, ¿entendido? Estás nerviosa y necesitas despejarte, así que saldremos afuera y me contarás qué está pasando.

Ruki y Uruha siguen de mirones, pero yo no puedo apartar los ojos del hombre que me sostiene la barbilla para mantener mi cabeza elevada. Dios mío, ¿está mal pensar en que quiero que me levante la cabeza así para besarme?
Quiero salir corriendo cuando lo veo entrar y agarrar sus cosas, pero mi cerebro parece haber hecho cortocircuito con mi cuerpo y no puedo moverme. Ojalá pudiera apartar estas sensaciones tan maravillosas que me atacan cada vez que está cerca y comportarme.
Es muy extraño, el nudo en mi garganta ha desaparecido.

Mis ojos se dignan a mirar a los chicos cuando oigo que se despiden de mí. ¡Deben estar pensando cualquier cosa!

—Que te diviertas —desea Uruha, que me guiña un ojo y se va junto a Ruki.

¡Esto no es lo que parece!

Continue Reading

You'll Also Like

238K 12.7K 21
Luna Deathson (Hijo de la muerte, traducido el apellido al español), temiendo por la vida de un amigo, se empeña en devolver una nota al bosque de Ma...
26K 3K 67
La guerra es un lugar donde todo se pierde dignidad, humanidad, bondad, amor, honor y se gana orgullo, odio, violencia, honor. Kagome tiene que hacer...
Ronancy By

Romance

4.3K 275 26
historia de Robin y Nancy de stranger things para saciar mis sueños frustrados homosexuales Esta historia se ambienta después de la temporada 4 donde...
338K 22.8K 94
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.