Odio Profundo |BL| ©

By Mila_Darkness

5.7M 562K 731K

Dominik Evans es un joven introvertido, preso entre las paredes de su propio hogar. Maltratado por la persona... More

• Introducción
• Epígrafe
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Laguna Inestable

Capítulo 3

123K 13.3K 23.6K
By Mila_Darkness

Nunca tuve amigos reales.

No sé lo que se siente tener a alguien presente en mi vida, preocupándose por mí. Alguien que me aprecie por ser como soy, que no se quede solo con lo peor de mí, que me quiera. Alguien que vea más allá de lo que muestro, y sienta que valgo la pena. 

Suena encantador, pero irreal. 

Eso pensaba hasta hace dos semanas. 

Ahora siento que es posible conseguir algo así, definitivamente vale la pena dejar la desconfianza de lado y arriesgarse. Aaron me lo ha demostrado. Sé que apenas pasaron poco más de quince días desde nuestro reencuentro, y no es que confíe en él tan pronto, pero creo que podría llegar a hacerlo con el tiempo. En verdad podríamos ser amigos, y lo sorprendente es que esa idea se me hace agradable. Él resultó ser mejor persona de lo que había imaginado, su apariencia hostil no lo define para nada. Es en verdad amable, además de ser muy comprensivo. 

Pasamos prácticamente todo el tiempo juntos, mirando películas en nuestra habitación hasta hacerse de madrugada mientras comíamos palomitas. Hablamos de temas diversos, encontrando curiosamente que teníamos ideales parecidos. Pero mi momento favorito fue cuando estábamos en una librería, discutiendo sobre qué género literario era mejor. 

Él dijo que odiaba leer, pero aún así quiso acompañarme igual.

—El misterio le gana al romance —hablé mostrándole la portada de una novela policíaca. El pasillo se encontraba vacío, apenas habían clientes ese día.  

—¿En qué mundo? —se burló, sosteniendo un libro de apariencia bastante pomposa. 

Quién diría que a alguien tan duro exteriormente, le gustarían las historias cursis y empalagosas. 

—En todos —sonreí desafiante—. El romance puede ser bueno, pero nada se compara a un asesinato sin resolver. 

—Ya sabes que está muerto, ¿qué más importa luego de eso? —espetó quitándome la novela de las manos, observándola—. No hay nada más aburrido que los procesos judiciales. 

—¡Eso es lo menos importante! —me quejé caminando hacia él, intentando recuperar el libro—. Lo interesante está en saber los motivos tras un asesinato, el misterio que se esconde en la superficie, las emociones que trasmite el peligro. 

Al ver que no podía quitárselo, terminé sacándole su libro. Aaron reaccionó enseguida, dándose la vuelta tan rápido que chocó contra mí, haciéndonos caer al suelo. No pude contener la risa al ver su rostro sonrojado de vergüenza, y la portada de su novela romántica solo me hizo reír más.

—Esto le daría diabetes hasta al ser más meloso del mundo —hablé divertido, mirando con las cejas arqueadas esa ridícula portada. Corazones de colores pasteles la cubrían por completo, en el centro había un título que me alentaba a burlarme todavía más: ''atada a tu amor''. 

Él se inclinó sobre mi cuerpo, distrayéndome. Su rostro se acercó tanto que pude ver pequeñas pecas adornando la pálida piel. 

—Prefiero la diabetes antes que tu patética manera de buscar emociones fuertes—susurró estirando su mano, arrebatándome la novela con brusquedad—. Hay mejores formas de sentir ''las emociones que transmite el peligro'' sin leer esas historias aburridas. 

—¿Cuáles serían esas formas, señor experto en situaciones peligrosas? —pregunté entretenido, sentándome cómodamente a su lado. Él permaneció arrodillado, mirándome fijamente, la oscuridad que emanaba era casi palpable. 

—Algún día te las mostraré —respondió entrecerrando los ojos, poniéndose de pie. Estiró su mano ayudarme, la agarré sin dudarlo. 

—Esperaré ansioso por ello —contesté levantándome.

Después de eso fuimos echados por una empleada, quien se quejó del ruido que hacíamos. La cual me pareció una acción poco inteligente, teniendo en cuenta que éramos los únicos en su librería. 

Todavía me parece increíble el hecho de sentirme tan a gusto alrededor de Aaron, con cierta sensación de seguridad. En mi mente hay una contradicción constante porque él me trasmite comodidad, pero a su vez logra inquietarme. Mi parte desconfiada entra en conflicto con la parte en mí que anhela contacto y apego emocional. 

Lo sé, mi vida debe ser muy triste para apegarme emocionalmente a alguien que no vi en seis años. 

Pero es justamente ese hecho el que me permite tratar de confiar, intentar superar mis miedos: nosotros ya nos conocíamos desde niños, compartimos un pasado que nos une. Según Aaron no fueron momentos para nada agradables, pero apenas puedo recordar algún suceso, y ninguno es realmente grave. Creo que él entendió que éramos solo niños, no ha vuelto a mencionar el tema. 

Me alegra que estemos llevándonos bien; en solo dos semanas consiguió hacerme reír más de lo que hice en años, hacía mucho que no me sentía tan vivo. El rubio cambió por completo mi rutina, no me permitió quedarme en la comodidad de nuestra habitación, me sacó a la calle en cada oportunidad que tuvo. Lo único extraño es que no habló casi nada de sí mismo, solo quería escucharme a mí. Odio hablar de temas demasiado personales, así que solo le conté cómo fue mi vida en la secundaria, reduciéndola a dos palabras: solitaria y aburrida. Tal vez ahora sea diferente, su presencia puede que haga un cambio significativo. 

Aaron llegó a mi vida como un huracán dispuesto a derribar las barreras que construí a mi alrededor.

—¡Dominik! —grita el rubio, trayéndome a la realidad. Acaba de entrar en nuestra habitación con una enorme caja entre sus manos, descuidada y de color marrón oscuro—. Encontré algo que va a encantarte, tienes que verlo. 

Sonríe ampliamente, contento. Se le forman dos hoyuelos en las mejillas, dándole una apariencia aniñada. Después de observarlo un tiempo descubrí que su apariencia intimidante parece más bien una capa que cubre a alguien dulce y amistoso. 

—¿Qué es eso? —pregunto curioso, levantándome de la cama. Él camina hacia mí, luciendo ilusionado. 

Cuando llega a mi lado, abre la caja de inmediato. Lo que hay dentro hace que mi corazón palpite aceleradamente, mis manos se meten antes de que pueda controlarlas. Agarro a la pequeña criatura, que mueve sus dos orejas pequeñas y puntiagudas. Enormes ojos verdes me observan confundidos, quizás un poco aterrados. 

Es un gatito. 

Lo acurruco contra mi pecho, sintiendo cómo aferra sus patitas peludas en mi camisa. Es el ser más precioso que haya visto jamás, tan chiquito que seguramente no tenga ni siquiera un mes de existencia. Su pelaje es de un color negro azabache y pomposo: una bolita de amor. 

Comienza a subirse por mi cuello, enterrándose en él. La criatura ronronea feliz, refregando su nariz helada contra mi piel. Una emoción infantil recorre cada parte de mi cuerpo, rodeándome de calidez.

Jamás se me había permitido tener una mascota.

—¿Te gusta? —pregunta Aaron en tono afectuoso, levanto la vista enseguida y le sonrío. 

—Es demasiado hermoso —respondo acariciando al minino, quien no duda en morder mis dedos juguetonamente—. Pero no debiste traerlo, mi padre nunca permitirá que se quede aquí.

Mi felicidad muere un poco al darme cuenta de eso, será mejor que no me encariñe con este pequeño. La dificultad que tengo para acercarme a las personas no la tengo en absoluto con los animales, el afecto hacia ellos surge casi de inmediato.

—Mamá lo convencerá con facilidad, no te preocupes —contesta sonriéndome, acercando su mano hacia el gatito. Lo acaricia delicadamente, como si fuese a romperse por su tacto. 

Bueno, eso es incuestionable. Rebeca está manejando a Patrick más de lo que hubiese imaginado, obteniendo cada cosa que desea. Sus caprichos son cumplidos al instante, mi padre debe amarla de verdad para ceder algo de control cuando lo que más ama es controlar a sus parejas. 

—Entonces quizás este bebé pueda quedarse —digo para mí mismo, olvidándome de Aaron. Lo miro avergonzado, captando un brillo intenso en sus ojos. 

Tenerlo a poca distancia me permite observar mejor sus reacciones, los secretos que esconde detrás de su mirada. A veces siento que él dice más con ella que con sus propias palabras. 

—Será nuestro bebé —contesta sin parar de acariciarlo, sus dedos rozan mi pecho de manera accidental—. Si estás de acuerdo, por supuesto. 

—Claro, siempre he deseado tener una mascota —respondo entusiasmado, sintiendo a la criatura moverse contra mí—. No imaginé que te gustaran los animales. 

—¿Por qué? —pregunta arqueando una ceja, curioso—. La mayoría de animales son tiernos, cariñosos y agradables, supongo que a todo el mundo le gustan. 

—Más allá de si son tiernos o no, creo que todo animal es precioso —respondo apegándome más al pequeño, mimándolo con cariño, mis dedos rozan los de Aaron—. Tengo gustos peculiares respecto a qué criaturas logran llamar mi atención, muchas personas las consideran aterradoras.

—¿A qué te refieres? —Noto cómo su cuerpo comienza a tensarse, luciendo incómodo.

—¿Estás bien? —pregunto preocupado, él asiente sin decir una palabra—. Bueno, solo me refería a las serpientes. Sé que pueden llegar a ser peligrosas pero veo mucha belleza en ellas y...

El gatito me interrumpe soltando un maullido de dolor, lo miro asustado. La mano de Aaron se aferra fuertemente al pequeño, la quito enseguida para luego clavar mis ojos en él exigiéndole una explicación. Su mirada parece perdida, como si no estuviese aquí. Nunca había visto esta reacción suya, su semblante se vuelve tan oscuro que es aterrador.

—Lo siento —dice volviendo en sí, me mira apenado—. ¿Lastimé al gatito?

—No creo, apenas lo apretaste un poco —contesto en voz baja, confundido—. ¿En serio estás bien? Soy pésimo dando consejos, pero puedes contarme lo que quieras.

—Tranquilo, solo recordé algo que creía haber olvidado —responde acariciando mi hombro en un vano intento de calmarme, logrando todo lo contrario. 

La noche cae en silencio, el segundo piso de la mansión se siente vacío. Lo curioso es que en el primero siempre hay gente, los empleados residen en habitaciones apartadas, probablemente pequeñas y mal iluminadas. Mi padre no se preocupa por ellos, dudo que siquiera los vea como humanos. Las pobres mujeres que contrata como empleadas domésticas, son reemplazadas en menos de un mes. A veces creo que oculta cosas bastante fuertes si requiere que desconfíe hasta de su propia sombra. 

—Por hoy debemos mantener escondido a nuestro pequeño —dice sentándose junto a mí en su cama mientras me despeina el cabello, juguetón—. Mañana hablaré con mamá, ahora está ocupada. —El gatito suelta un maullido desde mis piernas, captando nuestra atención—. Debe tener hambre, iré a traerle algo de comer. 

Veo su figura abandonar la habitación, dejándome solo con esta preciosa bola de pelos. Todavía tengo una sensación desagradable al pensar en la conversación que tuvimos hace algunas horas. Sé que lo mejor sería ignorarlo, todos tenemos malos días o momentos donde algún comentario nos molesta. No quiero que se sienta obligado a contarme algo que no desea, sería hipócrita de mi parte si lo hiciera, yo mismo oculto mis propios demonios. 

Los minutos pasan y el pequeño minino se vuelve más inquieto, mis caricias ya no lo calman. Aaron está tardando demasiado, quizás no sabe qué traerle de comida. Bajo al gatito de mi regazo, poniéndolo en la cama. Él me mira curioso, queriendo subirse encima mío. Le acaricio las orejas con afecto, intentando distraerlo a la vez que me levanto rápidamente. Mira hacia mi dirección queriendo seguirme. El corazón se me llena de ternura: es tan chiquito que no sabe cómo bajarse, le tiene miedo a la altura. 

Salgo de la habitación y cierro la puerta con cuidado, asegurándome de que el minino no pueda escaparse. Tengo demasiadas ganas de ponerle un nombre, ya se me han ocurrido varios, pero también es el gato de Aaron así que debemos elegirlo juntos. 

Bajo las escaleras emocionado, sintiéndome como un niño que acaba de cometer una travesura. La cocina queda un poco lejos, odio realmente que este maldito lugar sea tan inmenso, me hace caminar más. Un fuerte estruendo cerca de mí hace que me detenga, como si alguien le diese un puñetazo a algún mueble. La curiosidad que me inunda es incontrolable, alentándome a seguir el origen del ruido.

Si estuviese en una película de terror, ya estaría muerto. 

Con precaución y en completo silencio, camino hacia la habitación más cercana. La puerta se encuentra entreabierta, permitiéndome ver una familiar cabellera rubia. Rebeca se mueve de un lado a otro, luciendo irritada. Su mirada se ve asesina, maliciosa, como una bestia preparándose para atacar. Me encojo en mi lugar, intentando ocultarme lo mejor posible. 

—Debiste habérmelo dicho antes, jamás te hubiese arrastrado a esto si lo hubiese sabido —le habla a otra persona que no consigo distinguir—. Si quieres podemos...

—Detente, está bien. —Reconozco esa voz de inmediato, es Aaron—. Puedo soportarlo un poco más. —El tono que usa es inquietante y aterrador, haciéndome sentir escalofríos. 

¿Qué es lo que puede soportar? 

Mierda, seguramente están teniendo una charla madre e hijo. Me siento como un chismoso ridículo ahora mismo, pero la curiosidad logra ganarme. 

—Fue mi error pedírtelo desde un principio —susurra Rebeca, frustrada.

En qué cosas turbias estará metida esta mujer... 

—No, entiendo que era necesario. —Por el rabillo del ojo puedo ver cómo pasa su mano en ese cabello despeinado, agarrándolo bruscamente. Nunca lo vi tan fuera de control, la intriga de saber qué ocurre me está matando. 

—Odio verte así —dice acercándose a él, tengo que inclinarme aun más para poder observar mejor—, detesto que estés fingiendo. 

¿A qué se refiere con eso? ¿Qué finge Aaron? 

—Ese no es el problema —espeta apretando los puños—. Puedo actuar como un chico perfecto ante tu pareja, ser el hijo educado que desea y no tiene. —Mis ojos se abren sorprendidos debido a su comentario despectivo. 

¿Me acaba de llamar maleducado? 

Tengo un mal presentimiento, la desconfianza que trataba de controlar se apodera de mí.

—Pero no soportas la presencia del chico. —Aprieta sus puños, maliciosa—. Me encantaría hacer que desapareciera —gruñe con tirria, asustándome.

—Yo podría hacerlo... —susurra amenazante, los vellos de mi piel se erizan.

—Ni se te ocurra —lo regaña sacudiendo la cabeza—. Si algo le ocurre a Dominik, las sospechas caerían en nosotros. —Me atraganto con mi propia saliva al reconocer la gravedad de sus palabras. Aaron estaba hablando de mí, él no soporta mi presencia. 

—¿Entonces tengo que continuar siendo amable con ese pedazo de basura? —escupe enojado, la mirada de Rebeca se oscurece. 

—No necesariamente —responde sonriendo, complacida. Mi respiración se vuelve acelerada, la mala intención puede sentirse en el ambiente. 

—¿Qué quieres decir? —Su voz pierde la furia que tenía antes, cambiándola por confusión.

—Descubrí lo suficiente, debo reconocer que fue demasiado sencillo —contesta entrecerrando los ojos—. Se notaba a simple vista la mala relación que tiene Patrick con su hijo, pero eso podría ser confundido con problemas de adolescentes, por eso decidí no arriesgarme tanto. —Suena tan fría, calculadora, que no parece ella—. Ahora sé la verdad: el señor Evans no quiere a Dominik, puede que incluso lo odie.

Qué gran descubrimiento...

Por favor, eso lo sé desde que tengo memoria. Quizás hubo un momento donde me afectaba el sentir rechazo constante de su parte, el saber que no me amaba, que nunca lo hizo. Ahora no podría importarme menos, si él me odia yo puedo asegurar que lo odio mil veces más. 

—¿Cómo estás tan segura? —pregunta el rubio, desconfiado. 

—Él mismo me ha dicho que todavía conserva al chico solo porque le conviene —responde en un tono divertido, haciendo que me den nauseas del asco. ¿A qué enferma le divertiría algo así?—. Necesita a Dominik para mantener las apariencias, sus socios lo conocen desde que era un niño, Patrick no podría deshacerse de él sin levantar sospechas. —Se sienta en un sillón, estirando las piernas con despreocupación—. Es su heredero después de todo, alguien de tan buena posición económica debe tener uno. 

—¿Por qué lo odia tanto? —cuestiona visiblemente interesado.

—Nunca se lo he preguntado —contesta acomodándose el cabello detrás de su oreja—. Aunque puede ser que el chico le recuerde a Elizabeth. 

—¿Su madre muerta? —pregunta riéndose. Esas malditas carcajadas retumban en mi mente, quedándose allí mientras me destruyen. Quiero golpearlo por atreverse a burlarse de ella, de mi mamá. 

—Esa misma —habla Rebeca, hundiéndose de hombros—. Murió cuando el engendro tenía cinco años, Patrick dice que era una puta sin control. —Muerdo mi lengua con fuerza para contener las ganas de abrir la puerta y enfrentarlos.

—De esa maldita zorra nació él, si estuviese viva la hubiese matado yo mismo. —El odio que sale de su voz me paraliza, congelando mi sangre, haciéndome temblar—. Pero ya no importa, al fin puedo terminar con esta farsa, no sabes cuánto deseo mostrarle a Dominik cómo soy realmente.

Farsa.

Todo era una jodida farsa.

Lágrimas se deslizan por mi rostro antes de que pueda notarlo, llevo una mano hacia mi boca para callar cualquier sollozo que delate mi presencia. Hay un vacío corrosivo cubriéndome el pecho, ahogándome en pozos profundos de melancolía. 

Fui estúpido e ingenuo, me dejé engañar.

Estoy decepcionado, pero no de Aaron, sino de mí mismo. Hubieron señales que decidí ignorar porque me convenía, porque quería tener un maldito amigo verdadero, fui yo el que terminó engañándose a sí mismo. Debí guiarme por mi intuición, había algo que me decía a gritos que desconfiara de él. 

—Dominik merece un escarmiento, pero debes controlarte y no llevarlo demasiado lejos, puedes hacer lo que quieras con él mientras seas razonable. —Su voz fría resuena en toda la habitación, advirtiéndole—. Y no olvides a Patrick, debes seguir siendo cortés delante suyo. Si el plan va según lo planeado, puede que nos casemos en unos meses, luego todo será cuestión de tiempo. —Se levanta, parándose junto al rubio—. Eres muchísimo mejor que aquel bastardo, el pobre engendro es solo un fracasado antisocial más, no tiene oportunidad contra ti. El señor Evans te amará, si tenemos suerte quizás hasta te haga su heredero oficial.

Siento que la cabeza me va a estallar de dolor, la ira y rabia me ciegan. Sus ridículas palabras parecen sacadas de una telenovela barata donde la madrastra planea matar a su esposo. Mientras más analizo lo que dijo, más claro me queda que sí buscan asesinarlo. 

¿Creen que están en una jodida película?

El pequeño gatito ronronea sobre mi pecho, dormido plácidamente. Él no entiende lo que ocurre, está calmado porque sabe que tiene a alguien cuidándolo, pero ignora todo lo demás. Desearía estar en su lugar, ignorar todo a mi alrededor y que las cosas dejaran de importar, de doler. 

Regresé a mi habitación hace algunos minutos, no podía escucharlos hablar ni un segundo más. La impotencia me estaba controlando, la desilusión se hizo difícil de soportar. Incluso ahora siento malestar, tristeza. Es absurdo y lo detesto, no puede estar afectándome de esta manera. Quizás es la acumulación de otras emociones, de otros recuerdos podridos y deprimentes. 

¿Por qué mi vida es tan patética?

¿Era mucho pedir tener un amigo real, honesto? 

Las personas necesitamos un abrazo de vez en cuando, alguien que nos dé consuelo, afecto... amor. Mi sueño infantil era tener una familia que se preocupara por mí, y todavía conservaba esa mediocre esperanza. Sé que mamá no puede volver, pero algún día pensaba en formar mi propia familia, una a la cual entregarle el cariño que no le he podido dar a nadie.

 Pero ya entiendo que eso jamás ocurrirá. 

Aaron trajo mis pies a la tierra, destruyendo cualquier esperanza que tuviese. Una sola semana bastó para lograrlo, debo darle el crédito. Fueron los siete días más bellos que he tenido en mucho tiempo, fue la primera vez que hablé tanto con otra persona. Duele saber que ahora solo será otro trago amargo en mis recuerdos. 

Escucho pasos acercándose a mi habitación, la puerta se abre lentamente en un desagradable chirrido. Respiro hondo, sintiendo los latidos de mi corazón acelerándose. Me aferro a las sábanas de la cama, deseando poder desaparecer entre ellas. No estoy preparado para enfrentarlo, siento nauseas al pensar en fingir que todo está bien. 

Tal vez tenga suerte y él piense que me he quedado dormido. 

—¿En serio creías que no podía verte? —La voz de Aaron resuena en todo el lugar, erizando mi piel—. En verdad eres un pequeño idiota. —Oigo sus pasos acercarse hasta mi cama, cierro los ojos con fuerza—. Pero me alegra que nos hayas escuchado, ahora esto se pondrá más divertido, Dominik Evans. 

Continue Reading

You'll Also Like

144K 8.5K 31
Hermione, Ginny y Luna cursan su séptimo año después de la guerra en Hogwarts. Cuando Draco y Hermione se topan en un lugar en el que ninguno de los...
261K 33.4K 53
A sus dieciséis años, parecía que Mar ya tenía bastante de qué preocuparse con la escuela, su trabajo de medio tiempo, sus amigos y la relación con s...
1.2M 112K 55
Cuando el entrenador de la escuela invita al modelo famoso para ser parte del equipo de fútbol y se termina enamorando de su hijo, el capitán del mis...
7.7K 1K 16
MC enfrenta un dolor indescriptible y una culpa que la carcome al enterarse por Alan Bloomgate que la mina se ha incendiado sin dejar sobrevivientes...