Capitulo 3
- ¡Brindo por Ryan! – dijo Justin, entre risas. Y levantó la Heineken vacía. – por que es un completo imbécil al que... - lo miró. Las risas se hicieron más grandes. – al que quiero. – varios silbidos se escucharon desde atrás. Tal vez de Chas o Alex. – sí, jo.der ¿cuál es el problema con eso? Eres un tío de puta madre.
- ¿Te has puesto sentimental? – le preguntó Ryan.
- Hoy cumples veinticuatro, cualquiera se pondría así al ver que ya eres anciano... - Justin le golpeó el hombro. – y que pronto no podrás fo.llar. – se rio.
Ryan lo miró mal.
- Yo también quiero brindar. – exclamó Chas. Levantó su lata llena de Heineken. Nolan, Justin, Ryan y Alex se voltearon a mirarlo. – bueno, por todo... por lo que dijo Justin, que no podrás fo.llar... - todos rieron. – por ser... oh jo.der, ya sabes. Eso que dicen... - hizo unas comillas con los dedos. – "por ser tú" y por ser el hijo de pu.ta más increíble del mundo. – y lo abrazó. Ryan le correspondió el abrazo. Y se rieron. Entre los cinco.
Emma abrió de pronto la puerta de la casa de Justin, entrando a ella. Traía un bonito pastel en sus manos. Lo puso sobre la mesa. Y su piel se erizó poco después al sentir las manos de Ryan abrazarle la cintura. No había nada que le hiciera más feliz que tenerlo a su lado.
- Yo... - empezó Alex. – iba a traerte personalmente a unas buenas amigas, ya sabes... son veinticuatro años y... - Emma le golpeó el hombro. Justin soltó una risa, al igual que los demás. – pero pensé que a Emma no le gustaría.
- Idiota. – le dijo Emma.
- Que linda.
- Vale, yaya... ¿mi auto tiene combustible? – preguntó Justin, pues Ryan había sido el último en usarlo.
- Sí. – contestó él. - ¿irás a recoger a...
Ryan le sonrió. Justin asintió sonriendo también, jugueteó con las llaves de su auto.
- Iré por Kendall y regreso. – les dijo. Los demás se quedaron sorprendidos al observar esa actitud en él, hace mucho...mucho que no actuaba así por una mujer... Emma subió la mirada hacia Ryan. Este no pareció notarlo. Justin salió de su propia casa, cerrando la puerta.
Y mientras los otros se dedicaron a repartir el pequeño pastel que Emma había traído. Ryan susurró algo en el oído de Emma...
- ¿Ya se lo has dicho? – le preguntó. Emma negó con la cabeza. Y la verdad... no sabría en que momento decírselo. Cómo decírselo. Y sobre todo... de qué forma reaccionaría él.