La lluvia caía fuertemente desde hacía ya unas horas. Yo seguía desde la ventana viendo lo que pasaba afuera. De todas formas, mi padre no estaba en casa y no tenia mas nada que hacer.
Ya desde hace como una hora estaba viendo al chico nuevo del pueblo tratando de encender su auto, el estaba ya empapado y aunque estaba un poco lejos lo veía temblar un poco. No entendía por que se empeñaba en tratar de arreglar el auto cuando llovía tan fuerte, si vivía relativamente cerca y podía ir a su casa a esperar que la lluvia parara.
Lo vi estornudar y algo dentro de mi se removió, así que me separe de la ventana y baje a buscar un paño, después agarre mi paraguas y salí de mi casa.
Seguía lloviendo fuerte y hacia un frio infernal afuera, estaba como para morirse. Me acerque al chico el cual seguía con la cabeza metida en su auto.
–Maldición..
Escuche como gruñía.
–Oye.
El alzo la vista para verme. De verdad estaba empapado, las gotas de lluvia caían de su cabello y mojaban toda su cara. Aun temblando me dedico una pequeña sonrisa haciendo que mi corazón se acelerara.
–¿Qué hay niño, que haces allí parado?
Pude sentir como mi mano temblaba haciendo mover el paraguas que sostenía con fuerza, supuse que era por el frio.
–¿No crees que debes dejar eso e irte a refugiar a tu casa?
–Uh, no –El volvió a mirar al auto– Es mi bebe , ¿¡Cómo puedo dejarlo aquí tirado?!
Un suspiro se escapó de mis labios.
–Mi casa queda cerca. Te juro que no le va a pasar nada a tu auto, este lugar es muy tranquilo y te resfriaras si sigues bajo la lluvia.
–Claro que no me resfria-
Su palabra fue interrumpido por un estornudo que se le escapo. Yo lo mire con un enojo fingido por su mentira y el pareció encogerse un poco al ver que tenia razón.
–Te traje un paño.
–Esta bien, niño. Confiare en ti.
Cerro el capo de su auto y se acerco a mi , yo le tendí el paño. Ambos compartimos el paraguas mientras el se iba secando con el paño que le había dado. La brisa de vez en cuando soplaba , todo estaba frio, vi como aun secándose el seguía temblando.
Lo deje al frente de su casa, el extendió el paño que obviamente estaba mojado, yo negué con una sonrisa.
–Quédatelo.
–Ah –Pude oír una pequeña risa salir de sus labios– Gracias niño, de alguna forma te debo una.
El entro a su casa y yo me quede un rato afuera, aun sosteniendo el paraguas sintiendo el viento frío colándose debajo de mi ropa.