La brisa, el olor del frío asfalto bajo mis pies, los árboles con hojas de colores otoñales, faroles alumbrando cálidamente las calles, la ciudad vacía, la luna en alto, las estrellas adornando el cielo, el sonido de las piedras chocar en un río que se encuentra a mi lado. ¿Y que haría metido yo en un puente a estas horas de la madrugada, sin rumbo fijo y sin ganas de nada? Creo que sería mejor no preguntar por que ni yo lo sé. Los días han pasado tan rápido últimamente. La vida se me está yendo de las manos y no estoy haciendo nada para recuperarla. He perdido mucho tiempo estresandome pensando en el futuro ¿Que será de mí en unos años? No tengo a nadie en mi vida, ni familia, ni amigos, ni pareja, ni a nadie. Lo único que me hace; relativamente feliz; Es el paisaje. Salir a tomar aire cada madrugada, a esas horas que no hay nadie a tu alrededor, cuando lo único que puedes escuchar son tus pasos lentos chocando con el piso, tu sonora respiración, y tus propios pensamientos. Me apoyé con ambos brazos en el borde del puente, mirando hacia el frente, observando la luna y las estrellas acompañándome en el silencio de la noche y los fríos brazos de la soledad.
-Hey. Estás en mi lugar.
Ni si quiera me tomé la molestia de mirar hacia al lado. No me importaba saber quién me hablaba y me importaba mucho menos si estaba en "su lugar"; Este es un país libre.
-Eres sordo?.
Rodé los ojos y lo miré en silencio. Era el típico chico de metro setenta, cabello oscuro al igual que sus ojos, tenía gruesas cejas, grandes y rosados labios, y era totalmente insoportable.
-No. No lo soy.- Respondí seco.
-Te dije que estás en mi lugar.- Sonrió.
-No me importa.
Él se quedó en silencio y se apoyó en el borde el puente, cerca de mí, pero lo suficientemente lejos para no molestarme. La verdad no sé porqué querría que me corriera si tiene todo un puente para estar, que fastidio.
-¿Qué hace alguien como tú a estar horas en el borde de un puente? ¿Vas a tirarte?.
-No. No voy a tirarme.
-Ah..
Traté de relajarme y hacer como si él no estuviera ahí, respire hondo y cerré los ojos. Al rato se acercó un poco más, sin decir nada. Sentía su mirada clavada en mí, pero me negué a voltear la cabeza. Pero estaba matando mi momento de tranquilidad y era insoportable.
-Qué quieres?.- Volteé la cabeza, mirándolo seriamente.
-Nada.- Sonrió.
-¿Por qué tanta sonrisa? ¿Se podría saber de qué te ríes? ¿Me ves cara de chiste?.
Al decir esto, la sonrisa se borró de su rostro casi instantáneamente. Bajó la cabeza y se alejó de mí nuevamente. No volvió a hablarme y al rededor de las 3:00AM, se largó, a donde supongo, su casa.