Ethan
Ella se me quedo viendo, la incredulidad fue evidente en su rostro.
— Y yo soy un jodido unicornio — se puso de pie exaltada — primero me secuestras en el aeropuerto, me tienes encerrada, eres tan malditamente bipolar, luego llega un tipo diciendo cosas raras, un lobo luchando contra el tipo y ahora eres un hombre lobo — hablo tan rápido que apenas le entendí — ¡genial! simplemente genial, mi vida es digna de un Oscar, me voy a volver loca en cualquier momento.
Empezó a dar vueltas de un lado a otro. Se detuvo de golpe.
— ¡Mataste a ese tipo! — chillo.
— ¿Es en serio? — bufé — vamos te llevare a otra habitación — trate de tomar su brazo pero se aparto.
— No me toques — escupió — no sabes como aborrezco a aquellas personas que le quitan la vida a otros.
— ¡Te iba a matar! — grite exasperado.
— ¡Pero no por eso debías quitarle la vida! — grito de vuelta — para eso existe la justicia, lo hubiera denunciado.....
Una risa seca hizo que ella se callara. La mire con incredulidad.
— ¿Cuál justicia? — pregunte con sorna — aquí la única justicia es la que tomas por tu propia mano — me acerque a ella.
— No te acerques — hablo en un susurro — me das asco.
Dolió.
Dolió como si te clavaran una estaca de plata en la piel, sientes como poco a poco el metal va desgarrando tu piel.
— Lástima — murmuré una vez que la tenia acorralada en la pared — no importa cuanto asco me tengas porque no te iras de mi lado.
— ¿Por qué no me dejas ir? — susurro con la voz temblorosa — te prometo no decir nada, sólo quiero irme a casa...
— Estas en casa — trace sus suaves facciones — ahora vamos a mi habitación necesitas descansar.
Tome su mano y la lleve a mi habitación, abrí la puerta y la deje pasar. Camino un poco hasta quedar en medio de esta.
— Descansa — me di las vuelta y justo cuando iba a tomar la perilla, su voz me detuvo.
— ¿Por qué yo? — preguntó — habiendo miles y mejores chicas que yo, ¿por qué a mi?.
— Porque así lo quiso la diosa Luna — dije con simpleza.
— No entiendo nada, te juro que traro de comprender pero no lo logró — negó suavemente con la cabeza.
— Todo hombre lobo tiene un mate — dije — un mate es la pareja de vida que le dio la diosa luna para que se a completara.
— Entonces ¿yo soy tu mate? — pregunto con el seño fruncido.
— Si.
Su rostro se volvió pálido y por un segundo pensé que su corazón había dejado de latir.
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¡SIENTO LA TARDANZA!
Ambos capítulos debieron ser publicados el fin de semana anterior pero por motivos personales no pude. Esperó que les haya gustado.
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SONRÍE A LA VIDA :)
— Liz ❤